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Historias de viajes

Una perspectiva plural

by Flavia Aragón Ronsano (Volume editor)
©2017 Edited Collection 774 Pages
Series: Espacios Literarios en Contacto, Volume 14

Summary

Um die Hardcover-Version dieses Buches zu bestellen, kontaktieren Sie bitte order@peterlang.com. (Ladenpreis D: 103,95€, Ladenpreis AT: 106,70€, UVP: 120CHF) Zum Erwerb des Ebooks gehen Sie bitte zu 978-3-0343-3603-1
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En este volumen las historias de viajes son abordadas desde múltiples y variadas perspectivas, de ahí surge la riqueza del descubrimiento: la visión de los protagonistas de los viajes, sus devenires, sus búsquedas, sus hallazgos, los entornos geográficos en los que se ven envueltos, entornos magnificados o ridiculizados, descritos de manera más realista o idealista según la visión de cada uno; el sentido que adquiere el viaje para cada protagonista según el momento y el lugar es muy variable por supuesto, y también la finalidad del viaje emprendido, el descubrimiento de uno mismo y de lo que le rodea, todo tiene lugar a través del viaje. Desde los relatos de travesías marinas protagonizados por corsarios, los informes científicos de los grandes descubridores o los escritos entusiastas de jóvenes dandis que iniciaban su vida mundana e intelectual realizando el Grand Tour, hasta las peripecias contadas por viajeros eventuales en los suplementos dominicales o las recomendaciones de los modernos trotamundos que podemos encontrar en los blogs, las formas de contar historias de viajes se han hecho innumerables y muy variados los prototipos del viajero.

Table Of Contents

  • Cubierta
  • Sobre el autors
  • Sobre el libro
  • Esta edición en formato eBook puede ser citada
  • Volumen 1
  • Título
  • Copyright
  • Índice
  • 1 Viajes y Literatura
  • Crónicas del itinerario quijotesco azoriniano (Bedis Ben Ezzedine)
  • Viaje al país de Carmencita: creación novelesca y reescritura mítica en La mujer y el pelele de Pierre Louÿs (Carmen Camero Pérez)
  • Literatura inglesa de viajes y su traducción al español: (algunos) problemas y (posibles) soluciones (Agustín Coletes Blanco)
  • Diario poético de un viaje: Jean Camp en Canarias (Clara Curell)
  • Un voyage romanesque dans la Romancie du Père Bougeant en 1735 (Estrella De La Torre Giménez)
  • Viajes de papel: Sicilia y Vincenzo Consolo (Walter Geerts)
  • El viajero Paul Morand (Inmaculada Illanes Ortega)
  • La reescritura de la escala en Tenerife en los relatos de Dumont d’Urville (Berta Pico)
  • El viaje de un mito literario: don Juan, de Tirso a Shadwell (Adrián J Sáez García)
  • El relato de viajes modernista: belleza y cultura en las crónicas de Enrique Gómez Carrillo (María José Sueza)
  • El viaje documental en el naturalismo: Zola y la preparación de los Rougon-Macquart (Isabel Veloso)
  • 2 Viajes y Descubrimiento
  • El viaje en la obra de J.M.G. Le Clézio y de Jean Echenoz: tránsito existencial y recorrido geográfico (Mari Cruz Alonso Sutil)
  • Viajeras europeas en Cuba (1840-1893), El viaje como acto reivindicativo de aprendizaje, conocimiento y emancipación (Montserrat Becerril García)
  • Voyage d’initiation et de mémoire historique dans Tu le leur diras (2005) et Anya (2007) de Clémentine M. Faïk-Nzuji (André Bénit)
  • Abordo del arca de la Señora Noé: los viajes imaginarios de Michèle Roberts (Valentina Castagna)
  • El viaje definitivo en la correspondencia del padre José Francisco de Isla: sus últimas cartas de una senectud asumida (Jorge Chen Sham)
  • El concepto del viaje según Sylvain Tesson (Denise Fischer Hubert)
  • Gabrielle Roy: viaje, creación y repatriación (Lidia González Menéndez)
  • Symbolique du voyage et quête identitaire (Jeannine Pâque)
  • Se dire à travers les voyages: Annie Ernaux (Francisca Romeral Rosel)
  • Bittor de Hugo, poeta español (Sylvie Thorel)
  • Volumen 2
  • Título
  • Copyright
  • Índice
  • 3 Viajes Por España
  • Apuntes sobre la mujer y otros lugares comunes en la España del Siglo XVIII según Fleuriot de Langle (Irene Aguilá Solana)
  • La Mancha mítica de los viajeros románticos: August Jaccaci (Esther Bautista Naranjo)
  • Pintura y escritura en el Viaje a España de Gautier (María Elena Baynat Monreal)
  • Días de Zurbarán y El Escorial, noches de p . tristes. La España de Francis Carco (Lola Bermúdez Medina)
  • Viajeros portugueses en Andalucía (Isilda De Sousa Leitão)
  • Viajes por Galicia en el tránsito del Siglo XIX al XX Una revisión bibliográfica (Carlos Gegúndez López)
  • Olivia M. Stone y la conservación del patrimonio prehispánico grancanario (María Isabel González Cruz)
  • La provincia de Cádiz en el s. XVIII: un destino mercantil (Mª Carmen Lario De Oñate)
  • La actividad marítima del puerto de Cádiz durante el primer franquismo (Ángel David López Gil & Rafael Ravina Ripoll)
  • Del viaje ilustrado a la atracción romántica española: La cuantificación del tópico andaluz (Paloma López Zurita)
  • 4 El Viaje a Otros Mundos
  • Alejandro de Humboldt y la modernidad política. La esclavitud en el ensayo político sobre la isla de Cuba (Anne-Marie Brenot)
  • Sueños de un porteño en África, Textos e imágenes de Marruecos por Roberto Arlt (Gersende Camenen)
  • El Japón de Rudyard Kipling (Pilar Garces García)
  • El discurso de la cultura y la degradación ambiental en el viaje de Bettina Selby a las Islas Hebrides (Mª Del Pilar González De La Rosa)
  • Voyages instructifs et récréatifs en France au tournant des XVIIIe et XIXe siècles (Francis Marcoin)
  • Un viaje a la innovación (Joaquín Moreno Marchal)
  • El viaje en el espacio del Tout-Monde: ¿Hacia una literatura transfonteriza? (Melanie Potevin)
  • Tokyo postmoderne: François Weyergans et Jean-Philippe Toussaint au Japon (Martine Renouprez)
  • La segunda edición de la Warhaftig historia und beschreibung de Hans Staden (Frankfurt, 1557): ¿un ejemplo de orientalismo en un relato de viajes al Brasil? (Javier Sánchez-Arjona Voser)
  • Del «peregrino inmóvil» al viajero transocéanico: las posibles representaciones del viaje imposible en el cuento cubano actual (Michaela Sviezeny Grevin)
  • 1886-1919. Imágenes de sociedad del Japón de la era Meiji a través de los viajes de Pierre Loti y de Rudyard Kipling: Pierre Loti (Lourdes Terrón Barbosa)
  • 5 Viajes y Turismo
  • De Flandes a Andalucía: la identidad publicitaria del viajero (Almudena Basanta & Ludwina Van Son)
  • As viagens por terra ao/do Oriente e a traduçào (séc. XV e séc. XVI) (Carlos Castilho Pais)
  • La mirada del turista frente a la del flâneur en las crónicas de Enrique Gómez Carrillo (Dorde Cuvardic García)
  • Ruta de San Antonio (Isabel Dámaso Santos)
  • Del viaje al turismo Análisis diacrónico de la consolidación del fenómeno turístico (María Del Carmen Lasso De La Vega González & José Antonio López Sánchez)
  • Escrituras de un escenario turístico: Michel Houellebecq y la isla de Lanzarote (José M. Oliver Frade)
  • «They are everywhere»: la visión del turista en la narrativa de viajes contemporánea (María Del Pino Santana Quintana)
  • Obras publicadas en la colección

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Viajes y Literatura

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Crónicas del itinerario quijotesco azoriniano

BEDIS BEN EZZEDINE

Ante la celebración del tricentenario de la publicación de la primera parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, la famosa obra cervantina, las creaciones literarias se multiplicaron de manera vertiginosa. Toda una generación de intelectuales, de autores, de hombres de letras se inspiró en los personajes, los paisajes, el espacio y muchos más aspectos propios del mito quijotesco. 1905 representó un año muy significativo en la historia literaria española. El homenaje se acompañó de numerosas festividades culturales inspiradas en el héroe cervantino. La obra de Azorín que lleva por título La ruta de Don Quijote y que forma parte de las obras más sugestivas de los viajes iniciáticos del autor, cuenta entre las numerosas innovaciones literarias aparecidas para la ocasión. Los 15 artículos viajeros que constituyen la obra habían sido publicados en su conjunto en el periódico El Imparcial entre el 4 y el 25 de mayo de 1905. Han sido una oportunidad idónea para recordar la grandeza de la obra cervantina.

El interés por la figura quijotesca no se limita a Azorín exclusivamente; se trata de una particularidad común a todos los miembros de la Generación del 98, aunque cada uno de ellos lo ha expresado a su manera. Azorín, por su parte, se propone principalmente retrazar la ruta seguida por el caballero en sus aventuras. Ofrece el itinerario quijotesco y nos propone seguirle para recorrer el camino en su compañía.

Para dar un vistazo sobre el impacto de la ruta quijotesca hoy en día, Esther Almarcha Núñez e Isidro Sánchez Sánchez recuerdan en su introducción a La ruta de Don Quijote de Azorín que:

 

      El día 7 de abril de 2004 se celebró la «I Ruta Don Quijote Kilómetro 0». Fue un itinerario cicloturista organizado por el Ayuntamiento de Argamasilla de Alba que contó con la colaboración de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, la Diputación provincial de Ciudad Real y Ecologistas en acción, además de otras entidades oficiales y comerciales (José Payá Bernabé, 2005: p. 26).

La popularidad del itinerario quijotesco es un acontecimiento en creciente progresión. ← 11 | 12 →

En el 2005, para celebrar el IV centenario del Quijote y el primer centenario de la publicación de la obra azoriniana La ruta de Don Quijote, se organizaron numerosos recorridos para seguir los pasos del emblemático personaje y descubrir los distintos pueblos visitados por el caballero andante. En este mismo año, Andrés Gómez-Flores recorre el mismo camino que hizo Azorín cien años antes, lo cuenta de manera detallada en su obra Territorio Quijote, una peregrinación a la Mancha (2005).

Asimismo, el Consejo de Europa reconoció en el año 2007 la ruta quijotesca como un recorrido cultural oficial, convirtiéndolo así en el primer itinerario basado en un personaje ficticio e imaginario (A. Intxausti, «La Ruta de Don Quijote, itinerario cultural europeo», El País, 06/03/2007). La ruta turística oficial pretende, entre otros objetivos, fomentar el sector del turismo cultural siguiendo los pasos del Quijote. De hecho, Azorín, uno de los muchos viajeros por la ruta del Quijote, tiene el gran mérito de haberse interesado en el itinerario quijotesco mucho antes que la organización oficial de las rutas quijotescas turísticas; pues, había valorado positivamente las tierras manchegas casi un siglo antes. El autor se inspiró en la obra cumbre de la literatura española para salir en pos de los personajes cervantinos, promocionando el ambiente quijotesco. Argamasilla, Puerto Lápice, El camino y las lagunas de Ruidera, la cueva de Montesinos, los molinos de viento, Criptana, El Toboso, Consuegro, el Campo de Montiel, tantos sitios del panorama cervantino que forman parte del itinerario en sus crónicas. Azorín sigue la ruta quijotesca como un peregrino apasionado por las tierras manchegas que le llevará a buscar las huellas de Don Quijote, desde los albergues frecuentados por el caballero hasta los molinos de viento que combatió.

El motivo principal de la publicación de La ruta de Don Quijote no ha sido una iniciativa propia. Es al principio una invitación a un viaje a través de las tierras de España, propuesto por Ortega Munilla. En efecto, el director del famoso periódico El Imparcial le encargó escribir sobre la Mancha de Don Quijote1. Azorín no vacila ni un minuto. Es una ← 12 | 13 → oportunidad soñada por parte del joven periodista, como subraya J. M. Martínez Cachero en la introducción que ofrece en la obra azoriniana: «Será en este año de gloria de 1905 cuando el deseo se haga realidad con la invitación de Ortega Munilla para que Azorín viaje por y escriba sobre la Mancha de Don Quijote» (Azorín, 1998: p. 17).

Azorín da valor al itinerario quijotesco y la región de Castilla-La Mancha, unos pueblos poco considerados y apreciados ya que no tenían mucha resonancia. Como un pintor, Azorín se deja llevar por su imaginación. De este modo, transmite al lector los detalles más precisos de lo que percibe así como la belleza y las mínimas particularidades de unos sitios que pudieran parecer banales. Canta la belleza de las tierras de España y de sus gentes. Muy fiel a lo que observa, Azorín es un contemplador inigualable que ha recorrido los caminos manchegos de Don Quijote y los pueblos andaluces incluso los más áridos y monótonos. Tal un fotógrafo con su cámara en mano, describe los paisajes que recorre y las estampas manchegas, lo hace de manera muy clara, frases sencillas y léxico rico y preciso. Azorín usa una técnica casi cinematográfica, como subraya Rocío Lineros Quintero: «Azorín se dedica al arte, quiere hacer sus textos bonitos, es de los primeros autores que usa la técnica cinematográfica intencionadamente (zoom, distintos planos, travelling…)» (Rocío Lineros Quintero, «Castilla, Azorín»: p. 6).

1.  La identificación de Azorín con Don Quijote

Las crónicas viajeras autobiográficas de Azorín se podrían interpretar como un intento evidente de identificación del periodista-viajero con el personaje cervantino. Es como si Azorín quisiera convertirse en un Quijote. El héroe cervantino, con su profunda simbología, encarna el espíritu heroico de España, su esencia vital. Constituye una de las figuras más representativas de su patria, representa el ideal caballeresco para Azorín: «Yo amo esa gran figura dolorosa que es nuestro ídolo y nuestro espejo» (Azorín, 1998: p. 80).

En realidad, si utiliza casi el mismo recorrido iniciático trazado por Cervantes, es sobre todo para vivir las andanzas caballerescas del héroe cervantino y de su escudero, porque Azorín ve en Don Quijote el reflejo ← 13 | 14 → de su época, la perfecta combinación entre el idealismo y la realidad. Don Quijote es un mito eterno y actual.

A través del recorrido quijotesco, Azorín efectúa al mismo tiempo su propia búsqueda. El viaje que realiza le permite también conocerse a sí mismo. Y esto conlleva tres momentos fundamentales, tres metamórfosis por las que pasa el autor. En realidad, cuando Azorín deja su ciudad en La ruta de Don Quijote, emprende el primer momento de su metamórfosis: la huida de sí mismo. Pasa después a una nueva etapa que corresponde a la búsqueda de sí mismo, una nueva fase que le permite ir a la conquista de la libertad para ser el propio dueño de sus reflexiones. El último momento de este cambio acaece cuando el ensayista adquiere una conciencia humana más lúcida, más aguda. Accede de este modo, a una cierta autonomía. El viaje le permite renacer. Es el mejor medio para exponer sus ideas existenciales, el destino de cada ser humano.

Tanto en su viaje como en su propia vida, Azorín se lanza a la aventura, sin saber el camino exacto que va a seguir. Sólo está seguro de querer seguir las huellas de Don Quijote en sus aventuras y las de Cervantes en su escritura creadora. El viaje se hace entonces una fuente de creatividad literaria. Más allá de sus objetivos descriptivos, los viajes le permiten retrazar el recorrido que hizo de él un escritor. Se asimila al Quijote, vive su destino, la escritura, que es la fuente de su propia «locura» o más bien su filosofía de la vida. De este modo, las fronteras entre el Quijote de Cervantes y las crónicas de viaje de Azorín se desvanecen. A partir de aquí, Azorín hace revivir al Quijote.

La visión que tiene Azorín de la historia y de los paisajes de España, sólo se puede entender teniendo en cuenta la melancolía y la nostalgia del autor. La Mancha es para Azorín un consuelo, un refugio donde se puede evadir y olvidar sus obsesiones frente al paso del tiempo y la fugacidad de la vida.

De ahí, pasa también a la búsqueda del sentido de la vida. En su primera crónica titulada «La partida», Azorín revela su estado de ánimo, impregnado de melancolía y de tristeza: «Yo tengo una profunda melancolía», dice el autor (Azorín, 1998: p. 78). Se plantea preguntas metafísicas que hacen entrever las angustias personales del autor. Vivir las peripecias quijotescas representa para él la mejor muestra del eterno retorno de la vida. La ruta de Don Quijote constituye entonces una reflexión muy profunda sobre el sentido de la vida y sobre la fugacidad del tiempo. Así pues, empieza Azorín su primera crónica, con una pregunta muy significativa en este sentido: ← 14 | 15 → «La vida, ¿es una repetición monótona, inexorable, de las mismas cosas con distintas apariencias?» (Azorín, 1998: p. 77). Añade a continuación: «¿Nuestra vida no es como la del buen caballero errante que nació en uno de estos pueblos manchegos?» (Azorín, 1998: p. 80). Azorín sale en pos de respuestas para aliviar sus angustias. Está en pos de una realidad universal, eterna. La contemplación azoriniana de las tierras no sólo le permite conocerse a sí mismo, sino que le permite también desvelar el alma española, el alma intrahistórica que existe en el Quijote. De este modo, pone de relieve los pequeños eventos de la vida diaria, que aseguran la continuidad de la vida y que dan al autor cierta sensación de eternidad y de inmortalidad, una manera de fijar sus marcas y sus referencias.

2.  El enfoque azoriniano a la ruta quijotesca

Ya en el primer ensayo de La ruta de Don Quijote, se perciben numerosos puntos en común entre el Quijote de Cervantes y la obra de Azorín. En el primer ensayo que cuenta la salida de Azorín hacia la aventura, numerosos elementos recuerdan la obra cervantina. La primera salida que efectúa Azorín de Argamasilla de Alba es muy parecida a la del Hidalgo de la Mancha. Empieza su visita a partir del pueblo que vio nacer a Don Quijote, aquel pueblo de cuyo nombre no quiso acordarse Cervantes. En efecto, en un diálogo entre él y doña Isabel, Azorín le dice que, como Don Quijote, él tampoco sabe a donde va, ni lo que va a hacer: el destino permanece incierto, sólo dice que va a los pueblos2: «Los pueblos son las ciudades y las pequeñas villas de la Mancha y las estepas castellanas que yo amo» (Azorín, 1998: p. 78). El viaje efectuado por Azorín es breve y el recorrido más reducido con respecto al que hizo Don Quijote. Pues no abarca toda la parte de Aragón y Barcelona.

Le interesa la historia de Argamasilla de Alba, habla de su población, su modo de vida, las plagas que la villa conoció. El periodista se traslada después a Puerto Lápice donde otorga un especial interés a su médico y a ← 15 | 16 → la venta. A continuación, se dirige hacia Ruidera, y más precisamente La cueva de Montesinos. El autor lleva a su lector a los molinos de Campo de Criptana, sigue después su itinerario para detenerse en El Toboso. En sus crónicas, deja escritas para siempre sus emociones y sensaciones a lo largo de su viaje.

Si se nota la ausencia de una figura sanchopancesca que acompañe al autor en su aventura, será porque la vemos sustituida por la presencia continua del lector quien desempeña un papel fundamental en la obra de Azorín, se convierte en el compañero más fiel de Azorín a lo largo del viaje. Cuando propone estudiar la psicología de Argamasilla de Alba, le invita de manera explícita: «Acércate, lector» (Azorín, 1998: p. 86) le incita para que se fije en «todos los detalles, todos los matices, todos los más insignificantes gestos y los movimientos más ligeros» (Azorín, 1998: p. 86). Comparte sus aventuras con su lector y le hace participar en sus traslados de un sitio a otro, de un pueblo a otro. Es una llamada al lector para que revisite los episodios cervantinos, pero sobre todo para que repiense la historia de España.

Lejos de ser una errancia solitaria y meditativa, ese viaje cargado en aventuras no sólo le permite a Azorín revalorizar y resaltar la belleza de España, sino que es también una ocasión idónea para establecer un contacto directo con la realidad física y humana de algunos pueblos de La Mancha. A través de esta ruta, Azorín busca el contacto directo con los españoles, con los paisajes, con los viejos pueblos, y sobre todo con el carácter español. Siente la necesidad de observar a los españoles, de acercase a ellos aún más, para sentirse incluso más español. Destacando la importancia de la provincia y de las comarcas, Azorín invita a la reconsideración del paisaje de España y de su gente. Pinta escenas de la vida diaria en sus crónicas. Se hace testigo de su época, de su cultura y de una cierta visión hacia el mundo. El autor saca sus personajes de la sombra a la luz del día, hace de aquellas «siluetas»3 unos verdaderos actores de la historia.

Con gran sensibilidad estética, Azorín describe la atmósfera de los pueblos. Interpreta la realidad española. Describe un presente realista. Da una imagen fecunda de lo que llama «un pueblo andante» (Azorín, 1998: p.87), porque, a pesar de todos los caos que conoció la villa de Argamasilla, todo el pueblo consiguió superar las dificultades. ← 16 | 17 →

España despierta en él, muy rápidamente, un sentimiento patriótico. Se esfuerza entonces para entender y realzar el pasado nacional observando de cerca los pueblos, las ciudades, los paisajes, y la vida diaria de los españoles. Azorín sabe perfectamente que el presente está estrechadamente relacionado con el pasado, y que hay una continuidad entre pasado y presente. Azorín borra las fronteras entre lo real y lo ficticio. El mundo quijotesco se mezcla con el vivido por el autor. Pasado y presente forman una sola unidad, una manera de desafiar el tiempo. La comunión entre la obra cervantina y las crónicas azorinianas es total. El lector, se encuentra cara a cara con don Alonso Quijano.

3.  La simbología de la ruta quijotesca

La ruta representa un lazo, un puente entre el pasado y el presente de España, asegura una cierta continuidad entre dos épocas muy distintas. Esta visión del presente a través del pasado, o esta reconsideración del pasado no es gratuita. Azorín penetra en cuerpo y alma en el espacio geográfico, en la sociedad y la cultura.

La ruta de Don Quijote, no es sólo una mera ruta literaria o paisajística, es mucho más, Azorín la reinterpreta desde un punto de vista político e «intrahistórico» —según la expresión de Miguel de Unamuno—, mucho más que geográfico. En efecto, va más allá de los caminos atravesados y de la realidad física y estética de los pueblos visitados para buscar lo que determina realmente al carácter español para extraer su esencia, la «vida inexorable y cotidiana» (Azorín, La ruta, 1998: p. 82). Los detalles mínimos que pueden parecer insignificantes y que suelen pasar inadvertidos, Azorín los realza, les da vida para encontrar de este modo la esencia de la historia de España.

Esta contemplación emocionante de los paisajes del interior de la Península le da la impresión de conocer su país, de manera íntima, afectiva, le ofrece la posibilidad de reflexionar sobre los medios de regeneración de su patria para que España salga del marasmo económico y social dentro del cual se encuentra. Medita sobre la situación caótica vivida en el pueblo que vio nacer a Don Quijote y se pregunta sobre su futuro: ← 17 | 18 →

Proyectar un héroe mítico hacia otra época ofrece a Azorín la posibilidad de echar una nueva mirada a la sociedad, a los problemas que obstaculizan su funcionamiento y su desarrollo porque

Le permite también dar más énfasis a los cambios sufridos por España como lo subraya Elena Catena en su introducción a Doña Inés de Azorín: «…A Don Quijote, el audaz periodista lo utiliza como contraste de su contemporánea realidad, fea e hiriente» (Azorín, Doña Inés, 1999: p. 26). De esta forma, el recorrido metaforizado simbolizaría las distintas pruebas a las que se enfrentaron algunos pueblos españoles de la época.

El itinerario efectuado por el autor por estos caminos manchegos ofrece un testimonio vivo de la vida en las comarcas. Azorín resalta lo más hondo, lo impalpable y lo eterno de los pueblos descritos —el carácter de la gente, el ambiente, los paisajes, los pueblos, las calles, los monumentos históricos—. Azorín bosqueja los retratos de personajes que viven de manera dinámica, activa, de manera ordinaria. Habla de las ocupaciones y de las preocupaciones de todas las personas que cruzan su camino. Así, la realidad transmitida habla por sí misma y, muy a menudo, pone de relieve la dureza de la vida. Y Azorín, no vacila en denunciar el ambiente, la injusticia y la falta de medios de las ciudades visitadas, así como la pasividad, la monotonía, la soledad, la tristeza, la desesperación y la inacción de sus habitantes:

Tampoco vacila el autor en criticar las competencias de ciertos burócratas de su época: «los empleados de los ministerios no saben nunca nada de nada. Si supieran alguna cosa ¿estarían empleados en un ministerio?» (Azorín, La Ruta, 1998: p. 160). ← 18 | 19 →

4.  La ruta del Quijote, el camino hacia la regeneración de España

Preocupado por el porvenir de su país, Azorín se dedica plenamente a conectar la vida física del Quijote con la realidad española, plantea el problema de España, se pregunta por las causas de la decadencia e intenta encontrar las soluciones apropiadas para salvar a su patria del letargo paralizador y de la pasividad en que se encontró tras la pérdida de las últimas colonias —Cuba, Puerto Rico y las Islas Filipinas— en 1898. Aquella España era a la imagen de Don Quijote: «Cada heroica tentativa, en Don Quijote, va seguida de un heroico fracaso. Y al fin, viene en Cervantes y en Don Quijote la desilusión suprema» (Azorín, Con permiso de los cervantistas: p. 78), lo mismo se puede decir de España tras la pérdida de sus últimas colonias. Por eso, concienciar a los españoles era imprescindible para él.

Azorín piensa tener, como Don Quijote, una misión en la tierra, una misión salvadora, y es justamente este viaje lo que le brinda la ocasión de realizarla: «Usted no quiere creer que yo tengo que realizar una misión sobre la tierra», dice Azorín a doña Isabel antes de emprender su salida (Azorín, La Ruta de Don Quijote, 1998: p.78). Busca el origen profundo de los problemas de la España de su época; busca en el pasado la explicación de los males de la sociedad española de su tiempo.

Medita, a partir de los lugares visitados por Don Quijote, justamente para encontrar las soluciones a los males del presente. Se propone guiar a sus lectores ofreciéndoles un itinerario ampliamente descrito. Además, inmortaliza en su literatura a las comarcas que recorre, animando al descubrimiento de las tierras de España. Eso constituye, según él, un deber patriótico que fomenta el amor a la patria. Propone ver el paisaje español de manera distinta.

Cargados de mensajes, sus escritos traducen perfectamente una profunda preocupación por las dificultades que obstaculizan el desarrollo de España y un anhelo de cambiar las cosas. Tampoco olvida Azorín denunciar la situación precaria y la miseria de los habitantes de las ciudades visitadas. Da la imagen de un país en decadencia incapaz de escapar de su miseria. Critica la injusticia de algunos pueblos con respecto a las grandes ciudades. Denuncia la alienación social bajo todas las formas.

Busca en el pasado el origen profundo de los problemas de la España de su época y las causas de los males de la sociedad de su tiempo. La ← 19 | 20 → necesidad de reformar el país se hacía cada vez más intensa, y es a partir del interior, a partir de las tierras manchegas que la regeneración del país es posible. Azorín ve en su viaje una lucha por sus ideales, muy probablemente por sus ideales patrióticos: «…nuestro vivir, como el de don Alonso Quijano, el Bueno, es un combate inacabable, sin premio, por ideales que no veremos realizados…» (Azorín, La Ruta de Don Quijote, 1998: p. 80). Y, es justamente en aquella ideología que el autor encuentra la solución para regenerar España.

De este modo, termina Azorín sus crónicas realzando los valores quijotescos —el amor al ideal, el ensueño, la ingenuidad, la ilusión, la audacia, la confianza en sí—, valores imprescindibles «para la realización de todas las grandes y generosas empresas humanas y sin las cuales los pueblos y los individuos fatalmente van a la decadencia…» (Azorín, La Ruta, 1998: p. 158).

Para concluir podemos ver cómo un mero viaje por las tierras de España ha resucitado todo un mito. El viaje de Azorín adquiere una potencia extraordinaria e incluso se convierte en un arma regeneradora para toda una patria porque el itinerario quijotesco es una ilustración perfecta de la esencia española y de la identidad española que el cronista intenta exaltar en su ruta. La obra es también una llamada explícita para que los españoles se motiven y tengan el valor necesario para afrontar los obstáculos, y sobre todo, para que se impregnen, a su vez, de un espíritu heroico y caballeresco. Don Quijote, encarnación de los ideales y de los valores caballerescos, representa un refugio en época de crisis. No ha perdido su vigencia, ni la perderá nunca, la va a conservar porque es un símbolo vivo, es toda una filosofía, representa al pueblo español en su esencia más absoluta. El espíritu quijotesco no se puede agotar.

La vigencia del Quijote en España es cíclica en épocas de crisis. El caballero andante que ha llevado una vida jalonada de dificultades y de esperanzas frustradas, se ha convertido en un mito para más de una generación: para los miembros de la Generación del 98 como Azorín, Baroja, Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu (Pedro Laín Entralgo, 1997) o también para algunos autores de la Generación del 27 como es el caso de Jorge Guillén, José Bergamín, Max Aub y muchos autores más (Jenaro Talens, 2005). Incluso ahora, en esta época de crisis, se evoca en España la pérdida de los valores quijotescos que habían salvado a los españoles. La obra quijotesca trasciende el tiempo y siempre resurge en épocas grises, en tiempos de crísis de identidad. El constante interés por ← 20 | 21 → esta obra intemporal y por la famosa ruta quijotesca que forman parte del legado literario y cultural español y que pueden reinterpretarse constantemente de distintas maneras, no es vano.

Referencias bibliográficas

ABELLÁN, José Luis (1997) Sociología del noventa y ocho, un acercamiento a su significado, Madrid, Biblioteca Nueva.

AZORÍN (1905) La ruta de Don Quijote, introducción de José María Martínez Cachero, Madrid, Cátedra, (1998).

—, (1948) Con permiso de los cervantistas, Madrid, Biblioteca Nueva.

—, (1925) Doña Inés, introducción de Elena Catena, Madrid, Clásicos castalia.

BARGA, Corpus, prólogo de TALENS Jenaro (2005) La Generación del 27 visita a Don Quijote, Visor Libros, Biblioteca cervantina, n°4, Madrid, (IV centenario del Quijote).

GÓMEZ-FLORES, Andrés (2005) Territorio Quijote: una peregrinación a la Mancha (Ensayos sobre la Ruta de Azorín), Albacete, El sur.

INTXAUSTI, A., «La Ruta de Don Quijote, itinerario cultural europeo», El país, Madrid, 06/03/2007, <www.elpais.com>.

LAÍN ENTRALGO, Pedro (1997) La Generación del 98, Madrid, Espasa Calpe, S. A., colección Austral.

LINEROS QUINTERO, Rocío, «Castilla», Azorín, <www.contraclave.org/literatura/castilla.pdf>.

PAYÁ BERNABÉ, José (2005) La ruta de Don Quijote de Azorín, Universidad de Castilla la Mancha, Centro de Estudios de Castilla-la Mancha, Elche, Artelibros.

Regulación de la Ruta de Don Quijote, ley 7/2006, de 20 de diciembre, de ordenación de la Ruta de Don Quijote, <http://www.viasverdes.com/pdf/semmma07/eliseo_gomez_jcclm.pdf>.

SÁNCHEZ, Alberto (1999) Don Quijote, ciudadano del mundo y otros ensayos cervantinos, Valencia, Debats 7.

VELASCO LIZCANO Mariano (2004) «La ruta de Don Quijote… y Azorín», TESELA: Cuadernos mínimos – Patronato Municipal de Cultura de Alcázar de San Juan, n°12. ← 21 | 22 → ← 22 | 23 →

1       Se puede encontrar una descripción muy detallada en «La Ruta de Don Quijote…y Azorín», de Mariano Velasco Lizcano, en TESELA: cuadernos mínimos – Patronato Municipal de Cultura de Alcázar de San Juan, 2004, n°12. En este itinerario que nos propone el autor, traza exactamente la misma trayectoria de la de Azorín, mencionando los cambios de los distintos sitios visitados, casi un siglo después. El autor intenta poner de relieve las condiciones de viaje de Azorín, la autenticidad de las tierras castellanas y de la belleza de los lugares quijotescos descritos en Ruta de Don Quijote.

2       La palabra está escrita en cursiva en El Imparcial y en Biblioteca Renacimiento, como si el autor quisiera poner de relieve la importancia de la provincia, de las pequeñas ciudades y de los pueblos siempre presentes en su literatura.

3       «Siluetas de Argamasilla» es el título que Azorín da al capítulo VI de La Ruta de Don Quijote.

Viaje al país de Carmencita: creación novelesca y reescritura mítica en La mujer y el pelele de Pierre Louÿs

CARMEN CAMERO PÉREZ

 

      «Le hago saber que Louÿs se ha marchado al país de las morenas de ágiles caderas (¡encantadora expresión!), de las Carmencitas. » (Goujon y Camero, 1984: p. 21).

Con estas palabras, André Lebey anunciaba a Jean de Tinan, en una carta fechada el 2 de enero de 1895, la partida de Pierre Louÿs a Sevilla. El escritor tenía entonces 25 años, acababa de publicar Les Chansons de Bilitis y gracias a la herencia paterna, sobrevenida en 1890, podía hacer realidad sus proyectos de viaje. En compañía de su amigo Herold, Louÿs se instala en efecto en Sevilla, permaneciendo en la ciudad andaluza durante tres meses. Viaje pues de iniciación al espacio mítico y voluptuoso de una Sevilla que cautiva al joven Louÿs, hasta el punto de llevarlo a volver de nuevo a ella en dos ocasiones: la primera, entre agosto y septiembre de 1896, y la segunda, ocho años más tarde.

De estos viajes, darán buena cuenta tanto el diario de Voyage en Espagne, como la inmensa correspondencia que el escritor mantuvo con amigos como Claude Debussy y, particularmente, con su hermano Georges Louis. En unos textos salpicados de anécdotas, curiosidades y confesiones, Louÿs da a conocer sus impresiones de viajero por Sevilla y Andalucía, mostrando hasta qué punto la imagen de Carmen, la de Mérimée, pero también, y sobre todo, la de la ópera de Bizet, ocupaban su mente y su espíritu, modulando la visión de una realidad convertida en espacio de ensoñación y creación poética. La carta a su querido hermano Georges, del 11 de enero de 1895, nos muestra ya a un Louÿs feliz de encontrarse en un lugar y entre unas gentes, que no vienen sino a confirmar esa mítica imagen que se mantenía, muy viva, en la mente del escritor:

 

      Séville, c’est le paradis. Un ciel de juin, des palmiers, des orangers, tout le monde sans manteau et les chambres sans feu. Je te communique ma stupéfaction de voir à quel point les Espagnols ressemblent aux gravures 1830 ou aux costumes de Carmen (Goujon, 2002: p. 141-142). ← 23 | 24 →

Durante su primera estancia, Louÿs parece en efecto recorrer Sevilla tras los pasos de Carmen, su visita a la plaza de toros y a Las Sierpes, así como la llegada a la calle de Candilejo, son ciertamente buenos ejemplos de un peregrinaje literario, dominado por la imagen de una ficción, que se funde con la misma realidad. Louÿs confiesa en su Diario que «quería ver la plaza de toros para compararla con el decorado de Carmen […]», recuerda a su amigo Herold, en sus numerosos paseos por la calle de las Sierpes, que fue precisamente allí «donde José dejó huir a Carmen cuando la llevaban a la prisión» (Goujon y Camero, 1984: p. 67), sin olvidar esa calle de Candilejo, a la que «Carmen lleva a Don José para entregarse con él a ejercicios bien conocidos» (Ibíd.: p. 107).

Louÿs, que se declaraba amante de los cigarrillos, la lengua española, los baños calientes, los pueblos del sur, las largas siestas y, por supuesto, de las mujeres (Cfr. Goujon, 1988: p. 9), no tardará en encontrar a sus Carmencitas entre las anónimas y admirables paseantes de la calle, las extraordinarias trabajadoras de la fábrica de tabaco y de La Cartuja, o en esas adolescentes bailaoras del tablao del Burrero, Paca y Lola, con las que pronto entablará estrechas relaciones. Todas estas mujeres vinieron a poblar el universo amoroso del viajero fascinado por la mítica ciudad.

Volverá a ella, como ya indicábamos, al año siguiente, entre agosto y septiembre, sin que el paso del tiempo, ni la canícula sevillana, modificaran su sincero amor por este espacio andaluz: «Mais quelle ville charmante, et libre, et gaie! —escribe a Georges, el 2 de septiembre—. Quelle belle langue, quel beau soleil et quelles belles femmes» (Goujon y Camero, 1984: p. 154). Louÿs aprovechará además este segundo viaje para ampliar horizontes, mediante sus desplazamientos a otras ciudades como Cádiz y Jerez. La visita a esta última constituirá un maravilloso descubrimiento para el escritor, que se dice incluso dispuesto a dar por Jerez hasta un rinconcito de su querida Sevilla:

Esta segunda estancia de Louÿs en Sevilla resulta de capital importancia en la vida literaria del escritor, puesto que es entonces cuando comienza la redacción de su célebre relato La Femme et le Pantin (La Mujer y el Pelele), el mejor testimonio de su admiración por Sevilla y, probablemente, la obra más lograda de Louÿs. Entre el 1 y el 6 de septiembre de 1896, escribe un tercio, redactando el resto en El Cairo, entre el 23 de marzo y el 5 de abril de 1989, es decir dos años de gestación y veinte días de redacción para un libro en el que, según palabras de uno de sus secretarios, R. Cardinne-Petit, Louÿs pensaba muy a menudo:

 

      Pensaba muchas veces en el libro que podía obtener acerca del carácter de la mujer, considerado desde el punto de vista de Carmen, pero de una Carmen más sutil, más inteligente, más atrozmente mujer. Pues en Carmen (de Mérimée), a menudo es la bestia humana la que actúa (Goujon, y Camero, 1984: p. 19).

Sabemos igualmente por el mismo Cardinne-Petit (1942: p. 50) que el escritor encontró el tema de su relato mientras escuchaba la famosa aria de Bizet «Bajo las murallas de Sevilla».

Es importante señalar, por otra parte, la estrecha relación que, en el caso de Louÿs, se establece entre la creación literaria y el viaje, hasta tal punto que cada una de sus obras aparece estrechamente ligada a sus diversos viajes. Les Chansons de Bilitis (1895) surgen tras su primer viaje a Argelia; Aphrodite (1896) reparte su redacción entre Saint-Enogat y l’Ardèche, Les aventures du roi Pausole (1900) serán escritas después de una estancia veraniega en Italia, mientras que la redacción de Sanguines (1903) se llevará a cabo una parte en El Cairo y otra en Biarritz. Una carta inédita de Louÿs a su hermano Georges, del 14 de julio de 19052, nos permite contar con un revelador testimonio a este respecto: ← 25 | 26 →

El viaje parece pues convertirse en una verdadera necesidad para la imaginación del escritor, que lejos de limitarse a buscar en los nuevos lugares una simple fuente de documentación realista, los integra en su propio imaginario, del que surgirá una creación personal marcada por el conflicto entre el sueño y la realidad. Podemos en efecto afirmar que La femme et le pantin no es ni un relato de viaje, ni una novela típicamente costumbrista o exótica, sino una expresión más de la mitología amorosa de Louÿs, en la que se mezclan el mito de Carmen, las vivencias personales, los recuerdos de sus viajes y sus lecturas literarias. En este sentido, conviene recordar que, durante su primera estancia en Sevilla, Louÿs llevaba consigo las Memorias de Casanova, en las que, como se sabe, el célebre seductor relata su trágica aventura con la Charpillon, una jovencita de 18 años, que juega con el deseo de su amante, lo provoca y lo domina, haciendo de él un simple juguete de su caprichosa voluntad.3 La experiencia, como veremos, no dista mucho de la vivida por el protagonista de La femme et le pantin.

Louÿs dedicará La femme et le pantin a uno de sus amigos más fieles, André Lebey que, como señala J.-P. Goujon en su excelente biografía del escritor (1988: p. 205), había vivido, entre 1896-97, una tumultuosa relación con una tal Stella, a la que había conocido en el barrio latino y que se complacía en humillar y esclavizar a su amante. Pero Lebey probablemente no sea la única persona real, cuyas vivencias inspiran la historia de ficción. J.-P. Goujon (Ibíd.) nos recuerda, en efecto, que la relación del propio Louÿs con su amante de Argel, Zohra bent Brahim, así como la atracción que sentía por Marie de Heredia, la esposa de Henri de Régnier, recuerdan igualmente, en ciertos aspectos, la tragedia amorosa de D. Mateo y Concha Pérez, en La femme et le pantin. ← 26 | 27 →

El resumen de la intriga, que a continuación referimos4, pone ya de manifiesto la esclavitud a la que D. Mateo se verá sometido, víctima de su enorme deseo por poseer a esta mujer:

Details

Pages
774
Year
2017
ISBN (PDF)
9783034336031
ISBN (ePUB)
9783034336048
ISBN (MOBI)
9783034336055
ISBN (Softcover)
9783034335577
DOI
10.3726/b14495
Language
Spanish; Castilian
Publication date
2019 (May)
Keywords
Historia Narrativa Turismo Viaje
Published
Bern, Bruxelles, Frankfurt am Main, New York, Oxford, Warszawa, Wien, 2017. 774 p., 33 il. blanco/negro, 11 tablas

Biographical notes

Flavia Aragón Ronsano (Volume editor)

Flavia Aragón Ronsano es Profesora en la Universidad de Cádiz, Doctora en Filología Francesa. Su interés se centra en los estudios de recepción literaria, las historias de viajes, concretamente en Paris. José Antonio López Sánchez, doctor por la Universidad de Cádiz, profesor del Área de Análisis Geográfico Regional. Su investigación gira sobre la gestión y planificación de turismo sostenible y en la puesta en valor del patrimonio.

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