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Vendiendo Guantánamo

Explosión de la propaganda sobre la prisión militar más infame de los Estados Unidos

by John Hickman (Author)
©2019 Monographs VIII, 290 Pages

Summary

Examinando ejemplos históricos de prisioneros mantenidos en prisión indefinida durante los conflictos asimétricos y las crisis de seguridad nacional, Hickman desenreda lo presunto de lo aprobado y revela exactamente por qué el encarcelamiento corriente en la base naval infame es tan único y sin precedentes. Ofrece una teoría alternativa que completamente contradice la narrativa inventada por el Gobierno de Bush construyendo su argumento de la historia doméstica e internacional existente: los prisioneros fueron exhibidos como símbolos de victoria militar, castigados como sustitutos por los arquitectos del 11 de septiembre que quedaban libres, y usados como peones en un paso neoconservador para señalar una nueva política exterior estadounidense que no hacía caso de las Naciones Unidas, que no respetaba las Convenciones de Ginebra, y que se burlaba de la Corte Criminal Internacional.

Table Of Contents

  • Cubierta
  • Título
  • Copyright
  • Sobre el autor
  • Sobre el libro
  • Esta edición en formato eBook puede ser citada
  • Tabla de Contenido
  • Agradecimientos
  • Introducción
  • Parte I. La explicación oficial
  • Capítulo 1. El marco de la decisión
  • Capítulo 2. Extraño consenso
  • Capítulo 3. Tres casos históricos comparables
  • Capítulo 4. Amenaza extraordinaria
  • Capítulo 5. Recopilación de información
  • Capítulo 6. Enjuiciamiento
  • Parte II. Explicación alternativa
  • Capítulo 7. Escenificación de la victoria
  • Capítulo 8. Castigo
  • Capítulo 9. Anuncio
  • Parte III. Repercusiones
  • Capítulo 10. Cerrar Guantánamo
  • Capítulo 11. Después de Guantánamo
  • Epílogo
  • Apéndice 1. Guantánamo en la cultura popular
  • Apéndice 2. Prisiones en islas
  • Apéndice 3. Leyes y acciones legales
  • Índice

John Hickman

Vendiendo Guantánamo

Explosión de la propaganda
sobre la prisión militar más infame
de los Estados Unidos

Traducido por Jennifer M. Corry

New York • Bern • Berlin
Brussels • Vienna • Oxford • Warsaw

Sobre el autor

John Hickman es profesor de ciencias políticas en Berry College, donde da clases sobre política comparada, métodos de investigación, crímenes de guerra y genocidio. Es doctor en ciencias políticas por la Universidad de Iowa y doctor en derecho por la Universidad de Washington, en St. Louis.

Jennifer M. Corry es profesora asociada de español en Berry College, donde enseña clases de literatura medieval y renacentista española, comunicación empresarial y español para profesionales de la salud. Es doctora por la Universidad de Wisconsin-Madison y máster en administración de empresas por Berry College.

Sobre el libro

Examinando ejemplos históricos de prisioneros mantenidos en prisión indefinida durante los conflictos asimétricos y las crisis de seguridad nacional, Hickman desenreda lo presunto de lo aprobado y revela exactamente por qué el encarcelamiento corriente en la base naval infame es tan único y sin precedentes. Ofrece una teoría alternativa que completamente contradice la narrativa inventada por el Gobierno de Bush construyendo su argumento de la historia doméstica e internacional existente: los prisioneros fueron exhibidos como símbolos de victoria militar, castigados como sustitutos por los arquitectos del 11 de septiembre que quedaban libres, y usados como peones en un paso neoconservador para señalar una nueva política exterior estadounidense que no hacía caso de las Naciones Unidas, que no respetaba las Convenciones de Ginebra, y que se burlaba de la Corte Criminal Internacional.

Esta edición en formato eBook puede ser citada

Esta edición en formato eBook puede ser citada. En el texto se indican el inicio y el final de la página correspondiente a la edición impresa. En caso de que una palabra quede separada debido al salto de página, la marca de separación aparecerá en el punto donde la palabra se separe.

Agradecimientos

Familia, amigos, colegas, y estudiantes ayudaron a hacer posible este libro gracias a sus comentarios y manifestaciones de impaciencia. A todos les agradezco la repetición de una pregunta: “¿Cuándo estará terminado tu libro?” Les debo un especial agradecimiento a Delana Hickman y a Renee Hickman por su apoyo. Un profundo agradecimiento es de recibo para mi editora, Amy Gorelick, por creer en el proyecto y por sus sabios consejos y amabilidad.←vii | viii→ ←viii | 1→

Introducción

En enero de 2002, fueron seleccionados veinte hombres de entre una población mucho mayor de prisioneros porque a sus captores estadounidenses les parecieron raros. Fueron transportados al otro lado del planeta y fueron entregados a una isla tropical que, de no ser por las vallas electrificadas y el personal militar fuertemente armado, parecería el paraíso. Los prisioneros fueron exhibidos ante políticos de visita oficial, diplomáticos y otros grupos élites. Incluso se le permitió a la prensa echar un vistazo a los hombres engrilletados y con monos anaranjados. A lo largo de meses y años, la base militar en el rincón sureste de la isla fue transformado en un campamento de prisioneros que alojaba aproximadamente a unos setecientos reclusos. Los hombres, algunos apenas muchachos, fueron sometidos a toda una gama de sofisticadas torturas físicas y psicológicas, en prisión incomunicada indefinidamente. Aún hoy se les amenaza con encausarles, pero se les niega el mínimo derecho a un juicio justo.

Esa parte de la historia es conocida.

La decisión del Gobierno Bush de encarcelar en la base naval de la Bahía de Guantánamo a cerca de setecientos prisioneros, de las decenas de miles de ellos capturados durante la guerra en Afganistán, no es que no tenga precedentes. Aunque no es lo habitual, otros gobiernos democráticos liberales también han detenido y maltratado a población reclusa excepcional en un dramático←1 | 2→ aislamiento. No obstante, la decisión sobre Guantánamo es extraordinaria y exige un análisis pormenorizado porque es un perfecto “anti-escándalo.” Los escándalos políticos implican la exposición al público de las irregularidades cometidas por los políticos o por miembros de sus gabinetes sumándose a la condena moral de las malas prácticas por parte de los rivales políticos o de los partidos de la oposición. Los anti-escándalos, por el contrario, implican la proclamación de lo que en condiciones normales se considerarían malas prácticas en modo tal que desarma a los políticos rivales y anula la condena moral pública.

Ampliamente denostada por inefectiva y contraproducente como política antiterrorista, no se conoce la decisión sobre Guantánamo por lo que realmente consiguió: ocultar la vista algo moralmente repugnante. No es posible un ejercicio de poder más apabullante.

Si bien la historia de los prisioneros de Guantánamo resulta familiar, es menos conocido por el público estadounidense –y causa de su cercenada condena moral– es que la explicación oficial para aislar a estos prisioneros, torturarlos, y mantenerlos en un limbo legal no se apoya con datos. Y, aun así, la explicación oficial pervive intacta. Los tres argumentos ofrecidos por las máximas autoridades de la administración Bush para explicar la decisión de Guantánamo casi no han encontrado oposición ni siquiera entre los críticos a tal decisión y continúan fundamentando las políticas públicas sobre los prisioneros afectados. La explicación oficial de la decisión de Guantánamo es tan monolítica como hueca está.

Las explicaciones oficiales de la política gubernamental hacen algo más que tan sólo satisfacer la curiosidad pública. Legitiman decisiones ya tomadas por los actores gubernamentales. Sin objeciones por parte de la prensa o del público, esos mismos actores interpretan el éxito de las explicaciones oficiales sobre las decisiones como una licencia para seguir haciendo más de lo mismo. Esto puede tener unas importantes implicaciones, pero ninguna tanto como cuando están en juego los derechos y el bienestar de personas bajo la custodia gubernamental. Considere el intercambio habido durante la entrevista del 15 de enero de 2007 al oficial al mando de la base naval de la Bahía de Guantánamo, Almirante Harry Harris, por parte de la presentadora de CNN Kyra Phillips emitida en CNN Newsroom.1 Después de una aduladora descripción de Harris como “al mando, pero no desconectado,” Phillips se quedó escuchando mientras aseguraba que la alimentación forzada de los prisioneros en huelga de hambre mediante sonda nasogástrica no era ni dolorosa ni tortuosa, comparando la experiencia con su propio sometimiento voluntario a dicho procedi←2 | 3→miento. Philips evitó preguntar si la falta del consentimiento del paciente no convirtió un procedimiento médico en tortura física disfrazada de tratamiento médico. En vez de llevar la entrevista por este obvio sendero, Philips se dedicó a dar pie a Harris para que fuera volviendo a exponer los elementos de la explicación oficial de la decisión sobre Guantánamo del Gobierno Bush.

“Pero, ¿no se trata de conseguir buena información y de mantener a los terroristas fuera de las calles?” preguntó.

Siguiéndole la corriente, Harris se apresuró a estar de acuerdo en que “la recogida estratégica de información” y “la detención” eran sin duda parte de la misión, pero que también lo era el procesamiento por “crímenes de guerra.”

Como ilustra el diálogo entre Phillips y Harris, a pesar de que cinco años de revelaciones habían ido reduciendo la explicación oficial a tan falsa o improbable, como ilógica o basada en exageraciones, la misma se sigue repitiendo sin cuestionamiento por parte de los medios de comunicación cuya responsabilidad normal es sacar a la luz las mentiras gubernamentales. Periodistas, comentaristas, políticos, y académicos que se jugaban bastante menos con su fiel recitado que los cargos del Gobierno Bush también participaron en la repetición de la explicación oficial, y algunos continúan haciéndolo. De hecho, mientras este libro está imprimiéndose, uno de los tres argumentos esgrimidos –el de la supuesta amenaza extraordinaria planteada por los prisioneros– sigue siendo utilizado por los que se oponen a la propuesta del Gobierno Obama de cerrar Guantánamo.

El poder retórico de la explicación oficial es interesante como fenómeno y ciertamente merece el examen que de él se hace en este libro, pero no tiene nada de misterioso. ¿Por qué ha tenido éxito? La repetición consistente y la ausencia de objeciones son motivos suficientes. Sin embargo, aún queda una pregunta más importante y difícil por hacer: ¿Qué motivó la decisión sobre Guantánamo? Como sostengo en este libro, existen propósitos diferentes a los tres argumentos identificados tras la fachada desconchada de la explicación oficial. Entender esos otros propósitos es vital porque lo normal es que el éxito político sea imitado. El mimetismo es importante para los que toman decisiones no sólo en la manipulación de audiencias sino también en la selección de las posibles decisiones. La decisión de Guantánamo fue un éxito, aunque no en el sentido en que la defienden sus apologistas. Si algo hizo, probablemente fue inspirar más actos de terrorismo de los que ayudó a prevenir. Pero puede considerarse la decisión como un éxito porque consiguió los propósitos no publicitados que realmente la motivaron.←3 | 4→

Si bien no podemos evidenciar estos otros propósitos debido a que el proceso de toma de decisiones tuvo lugar a puertas cerradas, sí que podemos inferirlos. Este libro ordena la lógica y las evidencias para hacerlo en once capítulos organizados en tres partes.

La parte I da una idea general de la decisión, analiza su recepción, y luego presenta casos comparables. El capítulo 1 desentraña el lenguaje de la explicación oficial y lo sitúa en su contexto político internacional y doméstico. El capítulo 2 investiga por qué otros autores, incluyendo periodistas, comentaristas, abogados, académicos, intérpretes, y hasta prisioneros liberados del campo no han sido capaces de desmontar la explicación oficial de la decisión de Guantánamo. El capítulo 3 examina tres casos de encarcelamiento de tipos especiales de reclusos que ayudan a clarificar la toma de tales decisiones por parte de gobiernos democráticos liberales. Los tres capítulos siguientes examinan los tres argumentos de la explicación oficial buscando discrepancias lógicas y de datos. El capítulo 4 examina el argumento de la amenaza impuesta por la excepcional peligrosidad de los prisioneros de Guantánamo, idea implícita en su muchas veces repetida descripción como “lo peor de lo peor.” El argumento de la inteligencia de que los prisioneros son fuentes especialmente valiosas de información táctica o estratégica se examina en el capítulo 5. El argumento de que los prisioneros deberían ser juzgados por actos de terrorismo y crímenes de guerra se examina en el capítulo 6.

El argumento central de este libro se desarrolla en la parte II. Los capítulos 7, 8, y 9 articulan tres contraargumentos que ofrecen una explicación alternativa de encaje impecable en los contextos domésticos e internacionales y en lo que se sabe sobre tales decisiones en otros casos históricos comparables. El argumento de la puesta en escena, que afirma que los prisioneros tomados durante la guerra con Afganistán fueron trasladados a Guantánamo para escenificar una rápida victoria militar en ese conflicto, se desarrolla en el capítulo 7. El argumento del castigo, que afirma que los prisioneros trasladados a Guantánamo pagaron por los principales líderes de al-Qaeda y los talibanes, responsables de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 a los que no se consiguió detener, se desarrolla en el capítulo 8. El argumento del encausamiento, que afirma que tratar a los prisioneros como “combatientes ilegales,” más que como “prisioneros de guerra” bajo las Convenciones de Ginebra era una señal que los Estados Unidos tenían intención de reconstruir el orden internacional con ellos como hegemonía global, se desarrolla en el capítulo 9.

Details

Pages
VIII, 290
Year
2019
ISBN (PDF)
9781433166860
ISBN (ePUB)
9781433166877
ISBN (MOBI)
9781433166884
ISBN (Hardcover)
9781433166853
DOI
10.3726/b15327
Language
Spanish; Castilian
Publication date
2019 (September)
Published
New York, Bern, Berlin, Bruxelles, Oxford, Wien, 2019. VIII, 290 p.

Biographical notes

John Hickman (Author)

John Hickman es profesor de ciencias políticas en Berry College, donde da clases sobre política comparada, métodos de investigación, crímenes de guerra y genocidio. Es doctor en ciencias políticas por la Universidad de Iowa y doctor en derecho por la Universidad de Washington, en St. Louis. Jennifer M. Corry es profesora asociada de español en Berry College, donde enseña clases de literatura medieval y renacentista española, comunicación empresarial y español para profesionales de la salud. Es doctora por la Universidad de Wisconsin-Madison y máster en administración de empresas por Berry College.

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