Sobre lo mutante

Introducción y marco teórico

¿Cuáles son las transformaciones que trae consigo el “monstruo” de la ficción contemporánea? ¿Cuál es su capacidad de variación en una época donde lo absoluto queda relativizado? ¿Qué ocurre cuando el “monstruo” pierde aquella condición de identificación negativa incondicional y se transforma, de súbito, en el observador, en el indagador, y ya no en el examinado? ¿Qué ocurre cuando su voz y mirada descentralizan de pronto los discursos y los modos de representación hegemónicos que restringen la materialidad? ¿Qué sucede, en definitiva, cuando aquella criatura “monstruosa” pasa a ser una entidad mutante, un cuerpo variable y líquido, síntoma de una genética social alterada y de la desjerarquización de los regímenes de verdad que nos gobiernan?

En este análisis estético-cultural transatlántico, la figura del mutante se moviliza como un dislocador de códigos de certeza y de determinismos asentados en el macrodiscurso de la Modernidad,¹ un dislocador que no solo relativiza, sino que también altera el molde monolítico conferido tradicionalmente al monstruo dentro del canon de Occidente.² En este sentido, los procesos mutacionales que advertimos en la actualidad implican flujos de cambio, participaciones y nuevos agenciamientos ideológicos y estéticos que modifican el razonamiento monocentrado de los grandes discursos sociales y culturales, ofreciéndonos a cambio la inminencia de la variación, a partir de la figura del mutante, y una lógica basada en una posibilidad constante de descentramiento.

En el mundo contemporáneo, tal y como indica Fred Botting, subrayando las ideas de Jean-François Lyotard, los sistemas de normalización, exclusión y diferenciación modernos “have become increasingly difficult to sustain, legitimate or police” (10); se trata de un mundo en el que los metarrelatos se encuentran continuamente en licuefacción, y donde la especificidad de la certeza, como capital unitario-orgánico, se ve desestabilizada. Así, los regímenes de verdad hegemónicos (tanto en lo artístico como en lo social) se desligan del control de un paradigma determinista y de una gran hipótesis universal –creando al mismo tiempo otros mapas y procesos cognoscitivos– para vehiculizar, como una suerte de línea de fuga deleuziana, la experiencia ←13 | 14→del cambio como una posibilidad útil ante cierta forma de hegemonía discursiva e ideológica. En otras palabras, si para Botting y Lyotard los grandes relatos se fragmentan y los límites colapsan, para nosotros, ya sin el impedimento del determinismo y la norma del conocimiento unívoco, los discursos y las estéticas mutan, y lo hacen, recogiendo la figura retórica de Zygmunt Bauman, con una fluidez líquida, dentro de un contexto social contemporáneo que degrada “the ideals of the long term and of totality” (Liquid Life 46).

Bajo esta línea de pensamiento, entendemos que en la actualidad se conjuga una serie de cambios socioculturales en el ámbito mundial que favorecen el reconocimiento de la figura del mutante, entre los que rescatamos: a) el paso de una sociedad industrial a una posindustrial (donde la automatización tecnológica y la transferencia acelerada de información digital se convierten en vehículos fundamentales para la propagación de distintos tipos de conocimiento);³ b) la consolidación de una “condición posmoderna”, a partir de la cual las interpretaciones fijas o unidimensionales decaen drásticamente dando paso a una red teórica y mediática donde prima lo participativo frente a lo unitario; y c) la movilidad acelerada de la hibridación social y cultural como generadora de nuevos vínculos, objetos y prácticas multidiscursivas en el marco de una coyuntura occidental donde los límites son cada vez menos claros.

Enfocándonos en esa pluralidad, el presente texto expone no solo la variabilidad intrínseca de la figura del mutante, sino también la transformación de la genealogía conceptual de lo monstruoso en un mundo ahora ←14 | 15→guiado por la relativización de un código maestro que solía totalizar y sintetizar tanto las conductas sociales como las prácticas estéticas.