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VIAJES, DISCURSOS Y MAPAS

Estudios sobre la obra geográfica de Gaspar Melchor de Jovellanos

by Antonio T. Reguera Rodríguez (Author)
©2020 Monographs 540 Pages

Summary

En esta obra se expone un programa básico sobre la observación, la enseñanza y la representación del conocimiento geográfico. Un curso de Geografía promovido por Gaspar Melchor de Jovellanos, principal representante de la Ilustración española, para quien la Geografía era una ciencia útil (para la economía y la política) y una ciencia necesaria (para la vida).

Table Of Contents

  • Cover
  • Title
  • Copyright
  • Sobre el autor
  • Sobre el libro
  • Esta edición en formato eBook puede ser citada
  • ÍNDICE GENERAL
  • PRESENTACIÓN
  • 1. LA GEOGRAFÍA: INTRODUCCIÓN
  • 1.1. El contexto histórico. Razón e ilustración
  • 1.2. Un curso biográfico sobre el terreno
  • 1.3. El discurso geográfico. Complejidad y orden
  • 2. LA GEOGRAFÍA QUE SE OBSERVA: VIAJES Y DESCRIPCIONES
  • 2.1. La apología de los viajes y su cuadro general
  • 2.2. Dos viajes a Asturias, 1782 y 1790
  • 2.3. Las Expediciones de Minas y los Informes sobre el carbón de piedra
  • 2.4. El Gran Viaje de 1791
  • 2.5. Dos viajes por León y Asturias. Experiencias y materiales para un Diccionario Geográfico
  • 2.6. El debate sobre la navegación del Nalón. Minas y puertos, ríos y caminos, barcos y carros.
  • 2.7. La carretera de Pajares (Gijón–León). Breve historia de un viaje redundante, o el camino que se hacía al construirlo
  • 2.8. La minería y el Nalón. La fábrica de armas de Trubia
  • 2.9. Un Viaje ilustrado. Por la Meseta hasta La Rioja
  • 2.10. Viaje reservado a las instalaciones de La Cavada y su entorno
  • 2.11. Los viajes malditos. Mucha política, malas artes y la geografía de siempre
  • De nuevo en Madrid y en la Corte. Breve paso por el Ministerio
  • Unos días en el refugio hidrotermal de Trillo
  • El regreso a Asturias. La casa, el Instituto y los malos augurios
  • La delación, la detención y el destierro
  • 2.12. La estancia obligada en Mallorca. La isla como objeto descriptivo
  • El traslado y los recursos imposibles. Perfiles de un nuevo plan de trabajo
  • Distracción y observación en los paseos de Valldemossa. El interés de Jovellanos por la flora baleárica
  • El castillo, el cerro y sus alrededores
  • Desde el panóptico de Bellver
  • Los recorridos fugaces por la isla
  • 2.13. Los viajes del ocaso
  • Desde Barcelona a Jadraque. Un breve periodo hipocrático
  • La huida hacia el sur buscando el norte
  • El periplo final hacia el norte. Ahora sin metáfora
  • De nuevo en casa y con la educación hasta el final
  • 3. LA GEOGRAFÍA QUE SE ENSEÑA: INFORMES, DISCURSOS Y PLANES DE ESTUDIO
  • 3.1. El territorio enclasado. El Informe de Ley Agraria Preludio
  • Los antecedentes
  • Redacción y edición
  • Las líneas maestras del Plan
  • Una lectura geográfica
  • La proyección del Informe. Alabanzas, críticas y algo más
  • Apéndice. Algunos interrogantes en la relación entre Jovellanos y Cabarrús
  • 3.2. Las ciencias de la Tierra en el Plan Educativo del Real Instituto Asturiano
  • La educación. Una cuestión primera y principal
  • Los antecedentes de un Centro de formación en la región asturiana
  • La creación del Real Instituto Asturiano
  • La ordenación de las enseñanzas. El Plan de Estudios
  • Los primeros apuntes sobre los trabajos geográficos del Instituto
  • 3.3. La geografía histórica. De discurso ocasional a área de estudio
  • Los antecedentes de una gran síntesis
  • Los contenidos de la nueva disciplina
  • La proyección del Discurso. De la geografía histórica a la geografía humana
  • 3.4. Los lugares y las palabras. El primer fundamento del saber geográfico
  • El curso general de los trabajos
  • La Instrucción geográfica de 1791
  • La Instrucción para el Diccionario del Dialecto Asturiano
  • 4. LA GEOGRAFÍA QUE SE REPRESENTA: MAPAS, PLANOS Y DIBUJOS
  • 4.1. Orden y representación en la planificación de una ciudad portuaria. El Plan de Mejoras para Gijón (1782)
  • 4.2. Los mapas de los territorios de las Órdenes Militares
  • 4.3. El Plan de Extensión de Madrid
  • 4.4. Líneas de trabajo para hacer la descripción de Asturias
  • 4.5. La buena y exacta geografía de Asturias. Los Mapas Topográficos
  • 5. FUENTES DE INFORMACIÓN
  • Índice geográfico
  • Índice onomástico

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PRESENTACIÓN

La obra escrita de Gaspar Melchor de Jovellanos es excepcional por inmensa. Lo es en cantidad, en contenidos disciplinares múltiples y en lecciones impartidas para servir al orden social y al fundamento moral que hacen de la existencia humana una expresión de progreso. Historiadores de la educación, de la economía y de la política reconocen en ella un principio de modernidad que trasciende épocas. Es el faro de la Ilustración que sin cesar proyecta su luz hacia un futuro en constante apertura.

De alguna forma hace culminar una etapa del Humanismo que había comenzado con la recuperación textual renacentista, para avanzar en la conquista de la posición antropocéntrica. Su figura representa ya la elevación del intelecto humano al nivel de las creencias. Desde esos momentos, estas ya no resisten la comparación. En la segunda mitad del siglo XVIII, tiempo en el que vive Jovellanos, la filosofía y la ciencia están repensando el mundo, al mismo tiempo que proponen transformarlo. Jovellanos formará parte destacada de la oficialidad de este nuevo ejército de la razón que se reconoce heredero de los prohombres de la revolución científica de los siglos XVI y XVII. En este suelo hunde sus raíces la gran estructura dendrítica que representa su obra.

Como corresponde, el denso ramaje se forma con un buen número de especialidades enzarzadas, que, además de las citadas, convocan a historiadores, artistas, juristas y antropólogos. Todas enriquecían su perfil de humanista, asociado a lo que el conocimiento tenía de necesidad para hacer de la vida una experiencia de dignidad y progreso. La utilidad por la que al mismo tiempo se trabaja abría otros campos, que en las convicciones y las experiencias de Jovellanos gozarán también de una atención preferente.

En el lenguaje ya más especializado hay que hablar de las ciencias exactas y físico-naturales. Era la aspiración del humanista a doctorarse con la integración de los dos campos, el del saber y el del pensar; el de la ciencia y el de la literatura. Con el gran proyecto de su vida, la creación del Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía puso a prueba su interés por la observación directa, el conocimiento experimental y la práctica del análisis matemático. En la formación de buenos profesionales en esas materias había centrado sus expectativas cuando pensaba en el progreso material de su región, Asturias. Pero era una manifestación más del espíritu geométrico que dice presidir su concepción educativa, frente al caduco espíritu escolástico aún dominante.

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En el conjunto de su obra se advierten los perfiles de un discurso específicamente geográfico que participa tanto de las humanidades, como de las ciencias físico-matemáticas. Y este aspecto de su obra ha quedado tradicionalmente en un segundo, o tercer, plano. A rescatarlo de su significación menor pretende contribuir esta obra que ahora presentamos. Su compulsión viajera, sus reflexiones de mayor sustento experimental y algunas de sus actividades concretas, en forma de propuestas y compromisos varios, acreditan la identidad de este discurso geográfico; cuyo desarrollo cabalga sobre fundamentos básicos de la geografía matemática y expresiones de elevado valor literario de la descriptiva. Con afortunada locución habló de la “pintura de la elocuencia”, para referirse a una geografía que podía conocer el mundo deleitando.

Esta obra se ha planteado sobre la base de que es posible ordenar la complejidad del conocimiento geográfico en secuencias que responden tanto a su consecución, como a su proyección social. Esta le preocupaba especialmente a Jovellanos, comprometido como estaba en la política territorial de la Ilustración y en sus programas de utilidades. Definido el estatus disciplinar de la Geografía, se ordenan en el tiempo las observaciones y descripciones que derivan de sus viajes. A esta fuente de alimentación que cultiva durante toda su vida, se unía la sistematización del conocimiento mediante el Plan de Estudios. Era la geografía que se enseña, también concebida como contribución social para los que no podían viajar. Finalmente, con la geografía representada, con los mapas y planos, el conocimiento adquiría dimensiones más sutiles y al mismo tiempo más prácticas.

En conjunto, la geografía que se observa, la que se enseña y la que se representa dan cuerpo a un discurso que demuestra entidad en el conjunto de la obra del gran polígrafo. Jovellanos no nos dejó un legado tan explícito, pero sí las piezas que con el encaje que se propone permiten dar forma a este edificio que ahora nos presenta el Dr. Antonio Reguera Rodríguez sobre el ilustrado español por excelencia. Su contribución, tras sumergirse en los textos del autor, nos pone de manifiesto la importancia que la Geografía tuvo para los ilustrados, hasta el punto de convertir a esta ciencia en un saber imprescindible para el conocimiento del hombre. La obra que tenemos ante nuestros ojos nos muestra la profundidad en la investigación a la que nos tiene acostumbrados el autor y se convertirá, sin duda, en un referente no solo de la obra de Jovellanos, sino también de la historia de la Geografía.

León, diciembre de 2020

Jesús Paniagua Pérez

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1. LA GEOGRAFÍA: INTRODUCCIÓN

1.1. El contexto histórico. Razón e ilustración

Gaspar Melchor de Jovellanos vivió en una época de transición y cambios (1744–1811). Si bien con carácter general todas las épocas históricas lo son, en la segunda mitad del siglo XVIII y primeros años del XIX, se anuncian mutaciones profundas ante el agotamiento del larguísimo ciclo reproductivo que habían seguido las sociedades feudales. Como es sabido, los regímenes señoriales promocionaron desde la Baja Edad Media la generación de rentas asociadas a la libertad de oficios burgueses y comercio de larga distancia, que entraban en contradicción a largo plazo con su propia constitución. A esta consunción interna se unen razones exógenas, que actúan desde fuera en el sentido de que no podrán ser integradas por el propio sistema para su reproducción y mantenimiento. Hablamos del pensamiento racional que produce la revolución científica del siglo XVII, y un siglo más tarde esa utilidad universal denominada revolución industrial. Este mismo pensamiento alumbra una nueva filosofía o forma de entender el mundo de naturaleza antropocéntrica. Quiere ello decir que la razón humana entabla una lucha abierta por la ocupación del centro frente a dioses, reyes y señores, cuyo desplazamiento del mismo dará la medida de la profundidad de los cambios. Estos afectan a todos los órdenes de la vida, pero en la vanguardia se reconocen los implicados directamente en las relaciones sociales y en la forma de entender y gestionar el poder. Expresiones como contrato social, democracia, parlamento, asamblea nacional, constitución, libertad de mercado, de prensa, forman parte de un ideario superador del Antiguo Régimen.

Si en el hipocentro de este seísmo social está la razón humana, el epicentro del mismo lo representan destacadas figuras de la filosofía y de la ciencia. Para una muestra mínima, solo en número, sería tal vez innecesario recordar los nombres de Galileo, Newton, Voltaire y Kant. En cualquier caso, estos nombres no carecen de significación geográfica y ello nos permite entender mejor la amplitud del término Europa de las Luces. Término que cobra un significado más explícito si hablamos de un ejército de la razón formado por el conjunto de contribuyentes de otros ámbitos geográficos.

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Nuestro personaje, Gaspar Melchor de Jovellanos, es un digno representante de este ejército y de su lucha por entender y extender el orden racional del mundo. No fue desde luego un radical, desaprobando los métodos violentos seguidos en algunas fases de la Revolución Francesa, pero sabía que eran ética y socialmente insostenibles las monarquías absolutas y los regímenes señoriales. Trabajó con esta convicción durante toda su vida y las circunstancias en las que se desenvolvió dieron fe de este compromiso. Fue ciertamente un colaborador del despotismo ilustrado en la versión que representaba Carlos III, cuyo Elogio1 nos aclara las connivencias del Jovellanos filósofo y político con este reinado. Pero, tras el acceso al trono de su sucesor, Carlos IV, la élite de poder que se adueña de la Corte, con la reina de oficiante principal, incluye a Jovellanos en el grupo de los expurgados, marginados o desterrados.

No hay ruptura radical con estos reformadores, pero sí alejamiento de la Corte y del poder, y utilización selectiva de sus cualidades intelectuales mediante el encargo o la comisión. Jovellanos se convirtió así en un colaborador periférico habitual. El término periférico debe de ser interpretado sobre todo en riguroso sentido geográfico, siendo los meses que ocupó el Ministerio de Gracia y Justicia en Madrid, de noviembre de 1797 a agosto del siguiente año, la excepción que confirma la regla. Tras este cese será nombrado consejero de Estado con el sueldo correspondiente, pero con destino en Asturias para seguir trabajando en sus comisiones. Transcurrieron casi tres décadas de viajes y estancias en Asturias, Galicia, León, la Cantabria, oeste y norte de Castilla la Vieja, País Vasco, La Rioja, Aragón, Cataluña y Mallorca. Para Jovellanos era esta la periferia de la desconsideración, pues de hecho nunca pudo conciliar el aprecio público por sus servicios, que era real, con el alejamiento sistemático de la Corte desde las fechas señaladas. Pero también supo hacer de la necesidad virtud. El alejamiento impuesto de la Corte le propició el sosiego placentero de la tierra de sus raíces y de sus intereses familiares; de la patria asturiana, principio y fin de sus estancias y de sus viajes.

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Con la revolución en el horizonte europeo, Jovellanos representó la figura del reformador consciente y decidido. Intuyó la necesidad de cambios profundos, aunque las transformaciones debían ser progresivas. Esto ya era demasiado para la facción más reaccionaria y menos ilustrada del despotismo que representa el reinado de Carlos IV. Las metas que se perfilan en su ideario son la libertad económica, la sociedad contractual y una nueva constitución política; pero ningún avance en estas direcciones sería posible sin imponer al mismo tiempo unos nuevos protocolos de información y de formación. El Jovellanos político, que no deja de proponer utilidades, es inseparable del Jovellanos filósofo, siempre ocupado en la comprensión del mundo; y en buena medida en esto radica su grandeza intelectual. Su obra es un piélago de detalles que ratifican esta conjunción; pero nos interesa sobre todo la parte de su vida y de su obra que roza el territorio, y de cuya fricción resulta un proceso intelectual específico que le conduce a la elaboración de un discurso geográfico complejo. Veremos su composición o partes en el tercer apartado de esta Introducción. A continuación, con el campo de trabajo ya marcado, ponemos el acento en algunos hitos de su biografía que revelan su ideario y el curso de aquellas acciones que dan sentido a las que podemos denominar sus empresas geográficas.

1.2. Un curso biográfico sobre el terreno

El interés que han suscitado la vida y la obra de Gaspar Melchor de Jovellanos2 durante los doscientos años ya cumplidos en 2011 ha dado como resultado una ingente producción bibliográfica que nos libera de los detalles sobre su curso biográfico, ampliamente reproducido y conocido, salvo en aquellos momentos en los que la relación de hechos lo requiera o aconseje. Nos centraremos, por tanto, en la parte de su obra que se interesa expresamente por la geografía; cuestión esta que sus biógrafos y estudiosos han descuidado ciertamente, después de que en los primeros años cincuenta, Justiniano García Prado pusiera de manifiesto en dos entregas la gran cantidad de materiales que engarzados en esta temática repoblaban su obra3. Con anterioridad, este mismo autor ya había hecho la presentación de Jovellanos como geógrafo4. En fechas más recientes se ha vuelto a recordar su relación con la geografía, puesta de manifiesto a través de los viajes, las descripciones y algunos de sus informes y discursos más importantes5. Como veremos, la presencia de esta disciplina en el conjunto de su obra será aún mucho mayor que la señalada por estos precedentes.

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Nació Jovellanos en Gijón en el seno de una familia perteneciente a la hidalguía asturiana, aunque los parentescos alcanzaban a un estatus de mayor alcurnia que incluía nobleza y altas jerarquías de la Iglesia. La situación familiar era de economía de rentas y acomodo social. Los estudios de Jovellanos entre los diez y los veinte años, 1754–1764, en Gijón, Oviedo, Ávila y Alcalá de Henares no tendrían otra explicación, aunque tampoco deberíamos descartar que en el joven en formación los traslados fueran búsquedas, y estas, muestras ya de una temprana y destacada inquietud intelectual. Los estudios comenzaron con la latinidad, para continuar con las llamadas ciencias eclesiásticas, o las leyes y los cánones; es decir, los fundamentos de una carrera eclesiástica, tutelada tal vez por los parentescos episcopales. Sin embargo, la influencia de algunos familiares residentes en Madrid fue al parecer decisiva para que el joven titulado cambiara la sotana por la toga6; y más decisiva, quizás, la influencia de su paisano, Pedro Rodríguez de Campomanes, quien intuyó en el joven togado un historial diferente, de destinos brillantes y también controvertidos, en la Administración pública y no en la eclesiástica. El propio Jovellanos nos dice en su “Lista de servicios y persecuciones” cómo comienza este historial: “en 29 de noviembre de 1767 fui nombrado alcalde del crimen de la Real Audiencia de Sevilla, y promovido después a oidor de la misma Audiencia desempeñé estos cargos hasta octubre de 1778”7. Fueron once años decisivos; en su vida intelectual se produjo un giro radical.

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En los círculos ilustrados sevillanos, y en particular en la tertulia de Pablo de Olavide, pudo comprobar cuán alejados estaban los debates reformistas de la filosofía especulativa y el humanismo tradicional, que habían sido la base de su formación orientada hacia la carrera eclesiástica8. Se discutía de literatura, de arte, de economía, y con carácter general de filosofía de la naturaleza, proyectada hacia los campos concretos de las reformas como un conjunto de ciencias útiles, llamadas físicas, naturales y exactas. En este ambiente y con este norte trazó Jovellanos desde Sevilla el rumbo de su actividad intelectual. En todas sus obras quedan pruebas de esta mutación y de sus propuestas de cambio. Seleccionamos una tomada de la “Noticia” que redactó en 1794 sobre el recién inaugurado Instituto Asturiano. Con el protocolo que a veces impone la retórica se preguntaba: “que sería de una nación que en vez de geómetras, astrónomos, arquitectos y mineralogistas, no tuviese sino teólogos y jurisconsultos”9. Desde luego no era ningún halago para los sectores más conservadores de la Corte y de la Iglesia, pero tampoco era una sorpresa; ya conocían las directrices de su pensamiento.

Desde el año 1778 en que llega a Madrid con el nombramiento de “alcalde de casa y corte” formará parte del influyente círculo de Campomanes, a cuya tertulia concurrían “los primeros sabios de la corte”10. Ambos eran asturianos, por lo que alguna fuerza debió tener su relación de “paisanos”, aunque habrían sido el talento y la intuición sobre su espíritu ilustrado y progresista las que le propiciaron el primer destino en Sevilla, solo unos meses después de que su “favorecedor” Campomanes tomara posesión como fiscal de la Cámara del Consejo de Castilla11. Con la misma protección y fundamentos personales accedió Jovellanos a las más altas instancias de exhibición política e intelectual de la Corte. El mismo año de su llegada, 1778, ingresó en la Sociedad Económica de Amigos del País y en la Academia de la Historia. En 1781 sería admitido en la de la Lengua y en la de las Nobles Artes. Se puede entender, por tanto, la influencia del “protector” en la rapidez y la acumulación de estas proyecciones, pero no las podría explicar sin más el “paisanaje”.

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En 1782 Jovellanos gozaba ya de un elevado prestigio, en los medios intelectuales y políticos de la Corte, ganado con su trabajo: “concurrían frecuencia y aplicación a los trabajos de estos ilustres cuerpos”, nos dice en la “Lista de servicios” que ya conocemos. Había sido nombrado caballero de la Orden de Alcántara y como representante del Consejo de su Majestad formaba parte del Consejo de las Órdenes Militares. Comenzaría entonces su intensa y continuada labor como comisionado del Rey, de algún Ministerio o de los Consejos, iniciando su trabajo como observador y estudioso de territorios y formas de vida, y como promotor de recursos y obras públicas. Podemos citar la comisión real cuya primera etapa lleva a Jovellanos al convento de San Marcos de León, pero el destino final era Asturias. Se trata sin duda de una comisión de las denominadas camineras. El propio Jovellanos lo precisa: “pasé de real orden al principado de Asturias con encargo de disponer el señalamiento, apertura y construcción de un camino de cinco leguas desde el puerto de Gijón hasta la ciudad de Oviedo”. Y nos da detalles de los primeros trabajos: “reconocí y señalé la línea e hice levantar el plano del camino y sus obras, nombré una junta y formé la correspondiente instrucción para la dirección de ellas,… coloqué la primera piedra de la puerta que da entrada a Gijón,… y dieron comienzo los trabajos por sus dos puntos extremos…”12. No se menciona aquí el tramo mucho más complicado de Oviedo a Pajares, objeto de otras comisiones años más tarde, pero al año siguiente, 1783, informó Jovellanos al Gobierno sobre la continuidad del camino Gijón-Oviedo hasta la ciudad de León, proponiendo otros dos pasos, el de Leitariegos y Ventaniella, que aumentaban por el occidente y el oriente la comunicación central por Pajares entre Asturias, León y la Meseta.

Jovellanos cumplió con el mandato de la Comisión caminera que le llevó a Asturias con el plan de construcción del camino Gijón-Oviedo, el informe sobre varios caminos entre Asturias y León y la redacción de una instrucción sobre estos y “otros caminos”. Se interesó igualmente por otros temas relacionados con el inventario y la recuperación del patrimonio histórico-artístico; de este destacó el arquitectónico de la Iglesia y el documental de los Monasterios. En general buscaba documentación histórica, y en particular información con fines fiscales. Si su obra se hacía grande y era constantemente demandada, su competencia era por la facilidad con la que concebía nuevas iniciativas y la generosidad en el esfuerzo para desarrollarlas y promoverlas. Sirva como ejemplo la mención a una de sus principales obras. Ese mismo año de 1782, relacionado sin duda con el trazado del camino Gijón-Oviedo y la ampliación y defensa del puerto de Gijón, después de su habilitación para el comercio con América, redactó un documento del mayor interés urbanístico, presentado formalmente como un Plan de mejoras propuesto al Ayuntamiento de Gijón, documento que ya hemos estudiado en otra parte13 y que volveremos a tener en cuenta en esta obra.

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En octubre de 1782 Jovellanos regresa a Madrid; pero lo hace visitando la costa occidental asturiana y recorriendo gran parte de Galicia para entrar de nuevo en la Maseta por el Bierzo. Justifica el desvío por una mera curiosidad: “el deseo de ver y observar me ha hecho extender el plan de mi viaje a más de lo que me había prometido”14. El plan sometido a comisión era el viaje a Asturias, por lo que caben algunos interrogantes que la escasa documentación de la época en sus Obras no permite contestar. Al año siguiente es nombrado ministro de la Junta de Comercio, Moneda y Minas. Dadas las competencias de la misma15, Jovellanos extendía su colaboración a cualquier sector de la economía y sus dimensiones territoriales, con una atención especial a la investigación y la producción minera. De su trabajo en estos años ochenta se pueden señalar tres frentes directamente relacionados con el conocimiento geográfico. En 1784 comienza a tratarse en la Sociedad Económica Madrileña el tema de la reforma agraria, llegando hasta 1787 con el encargo a Jovellanos del Informe de Ley Agraria, que no concluirá hasta 1794. A principios de 1785 le envía a su hermano un “Interrogatorio”, cuyas contestaciones relaciona con una “descripción de Asturias” en la que dice estar ocupado16. Podía tratarse de una introducción al conocimiento del territorio regional que contextualizara los desarrollos informativos más precisos sobre los puertos, los caminos y las minas, principales como objetivos de sus comisiones. Y en esta última carta citada le hace saber a su hermano que debe además “trabajar en una descripción geográfica del territorio de las Órdenes (Militares) para un atlas que debemos publicar”. Esta descripción constituye uno de los principales apartados de la obra del Jovellanos geógrafo, y como tal será considerada; siendo al mismo tiempo demostración de la proyección práctica que el conocimiento geográfico podía tener en el ejercicio jurisdiccional; es decir, en la política.

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Los avances reformistas impulsados por los gobernantes ilustrados del reinado de Carlos III se verán frenados tras la muerte de este en el año 1788. Un equipo diferente toma el poder en el nuevo reinado con un claro sesgo contrarreformista, acentuado sin duda por el estallido de la Revolución Francesa. Jovellanos formaba parte del grupo de los ahora prescindibles, o al menos desplazados del centro de poder que era la Corte; pero lejos de Madrid ejercerá el papel del intelectual aprovechable, que al mismo tiempo que genera rentas para la administración pública sabe gestionar sus propios proyectos. En marzo de 1790 es nombrado por el Rey visitador general de los Colegios de las Órdenes Militares; debía informar de su situación, reputada de caótica, y proponer la reforma de sus enseñanzas. Con este motivo el Consejo de las Órdenes, del que era miembro, le envía el mes siguiente a visitar los Colegios de Salamanca. Era el comienzo de su desplazamiento, calculado según varios indicios por sus detractores. Aunque también se ha hablado del alejamiento de Jovellanos de la Corte en forma de “discreto destierro”, propiciado por sus propios amigos para protegerle17. En cualquier caso, se sucedieron los encargos, las comisiones y en consecuencia los viajes. En abril de 1789 había redactado un Informe sobre el carbón de piedra18, lo que determinó a su amigo el ministro de Marina, Antonio Valdés, a otorgarle la comisión por la que debía informar sobre las minas de Asturias. Cumplida la misión de Salamanca, regresa a Madrid, pero es instado a emprender de inmediato el traslado a Asturias. El viaje de Madrid a Gijón lo realiza en los meses de agosto y setiembre de 1790 y constituye en sí un episodio de viaje ilustrado, cargado de contenidos de interés geográfico que en su momento estudiaremos. Ya en Gijón organiza tres itinerarios que se corresponden con tres Expediciones de Minas, realizadas desde mediados de setiembre a finales de octubre de ese mismo año. Los viajes son cortos, en dirección a Covadonga, Avilés, Oviedo y Valdesoto, pero el reconocimiento se estima del mayor interés. Debía informar de las minas en explotación y sin explotar, su localización, naturaleza del mineral, situación y posibilidades de su extracción y transporte hacia algún puerto. Todas eran circunstancias que determinaban la rentabilidad de las explotaciones.

A mediados de 1791 culmina la redacción de los Informes sobre explotación y comercio minero, y sobre caminos y puertos19; una red específica de informaciones geográficas que se relacionaba con la descripción general de Asturias en la que Jovellanos se venía ocupando desde mediados de los años ochenta, como ya señalamos. Ahora, en 1791, esta descripción servía de marco general para un nuevo proyecto, un Diccionario Geográfico de Asturias, en el que Jovellanos quería recoger “una noticia exacta de los concejos en que se divide nuestro Principado”20. Se trataba de investigaciones geográficas que incluían el origen y dirección de los montes, la fuente y el curso de los ríos, la extensión y los materiales de las vegas, el trazado de las costas y otros elementos geográficos destacados. Para ordenar este trabajo que se estimaba complejo Jovellanos redactó una Instrucción en ese mismo año, 1791, que constituye uno de sus principales documentos geográficos que en su momento estudiaremos con detalle.

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El siguiente encargo fue inmediato, en junio o julio de 1791. Se trata de una comisión del Ministerio de Marina para visitar las instalaciones de La Cavada en Santander. En la larga e intensa vida itinerante de Jovellanos se habla de este como del “Gran Viaje”21, en lo que parece un claro reflejo nominal del Grand Tour, promocionado por la ilustración europea de la época. Pero este viaje de Jovellanos de cuatro meses de duración, entre agosto y noviembre de 1791, cumple más bien una misión próxima al espionaje industrial. Los recorridos regionales, Asturias, León, Cantabria, País Vasco, Rioja y Castilla la Vieja, proporcionan abundantes materiales en el ámbito de la descripción geográfica, pero de forma indirecta, tras encubrir el objetivo principal que era el estudio de las ferrerías vascas y la posibilidad de sustituir el carbón inglés por el asturiano, y la introducción de este en la fundición real de La Cavada, ante los problemas de abastecimiento de madera procedente de los montes del valle del Miera. En el fondo el plan era estratégico e interesaba tanto al Ministerio de Marina, como al propio Jovellanos. Se trataba de abrir las comunicaciones y el comercio de Asturias con otras áreas más dinámicas y potentes del mismo eje, como era La Coruña-El Ferrol y Santander-País Vasco, y de hacer de los puertos asturianos, de montaña y del litoral, la salida del comercio de Castilla y de León. En la geografía de los recorridos no solo estaban los recursos reales o intuidos por el Jovellanos economista; también se representaba un mundo de posibilidades que debía superar los estorbos que la historia había impreso en el propio territorio y en la conciencia de los pueblos.

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Con la redacción de los Informes Mineros de 1791 no solo cumplió Jovellanos con un encargo oficial, sino que puso igualmente de manifiesto cómo empezó a fraguarse su principal proyecto personal, la creación de una institución dedicada a la enseñanza teórica y práctica de las ciencias físico-matemáticas y naturales, cuyas aplicaciones directas serían la extracción y la comercialización del carbón asturiano. En el Informe citado de 1789, “Sobre el carbón de piedra y la utilidad de su comercio”, plantea ya la conveniencia de establecer en Asturias una Escuela con estos propósitos22; pero será en un Informe posterior, de 15 de junio de 1791, también sobre minería, cuando Jovellanos desarrolle con más amplitud la idea de la Escuela, que debía combinar dos objetivos: los fundamentos y las técnicas del cultivo de las minas y los principios de la ciencia del pilotaje. Hace ya un avance del plan de estudios con la mención de las materias básica por curso. Eran las matemáticas, geometría, trigonometría plana y esférica, física, química, mineralogía, cosmografía y náutica23. Se abría, en consecuencia, un gran campo para el desarrollo de la geografía matemática, como en su momento veremos.

Jovellanos verá cumplido su sueño con la real cédula de 24 de agosto de 1792 en la que se encarga al Ministerio de Marina la promoción en Asturias del establecimiento de “una escuela de matemáticas, física, química, mineralogía y náutica, a fin de que se difundan en aquel Principado los conocimientos científicos que son absolutamente necesarios para el laboreo y beneficio de las minas, y para formar pilotos que dirijan la navegación”24. La Instrucción u Ordenanza de la Escuela en su artículo primero dice: “este establecimiento será perpetuamente conocido con el título de Real Instituto Asturiano de náutica y mineralogía”25. Jovellanos se dedicará desde entonces a dirigir y promover el Instituto con evidentes muestras de satisfacción y entusiasmo en esta entrega; pero comprendía al mismo tiempo que el alejamiento de la Corte, mediante viajes y comisiones, de provisional pasaba a definitivo. En adelante, el Instituto, con sede definitiva en Gijón26, irá siempre con Jovellanos en su continuada labor como comisionado.

Después de la creación formal del Instituto en agosto de 1792, Jovellanos dedicará parte de su tiempo a completar los preparativos para su entrada en funcionamiento, como la instalación, mobiliario, plan de estudios, contratación de profesorado y reglamento. Redacta a propósito tres documentos, unas Reflexiones, las Proposiciones y la Instrucción u Ordenanza. Aprobada esta en noviembre de 1793, la apertura del primer curso se realizó en enero de 1794. Fueron dos años de intenso trabajo y de gestión satisfactoria del proyecto del Instituto, cuya aprobación final puede interpretarse como una justa y a la vez calculada recompensa por sus servicios que le retendría con más fuerza en Asturias. Aquí, en su tierra, se sentía a gusto, aunque al mismo tiempo percibía el desaire que se le hacía desde Madrid27.

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Pero hablamos de la ocupación de parte de su tiempo dedicado al Instituto y lo que significaba, la sistematización de una enseñanza científica básica, porque en estos mismos años Jovellanos siguió viajando. Después de rendir el Informe reservado sobre La Cavada, y descansar tras el largo viaje durante unos meses en Gijón, viaja a León, al convento de San Marcos, en junio de 1792, por un asunto relacionado con su condición de miembro del Consejo de las Órdenes Militares, pero nunca renuncia a poner a sus viajes el calificativo de ilustrados. El viaje de vuelta no lo realiza por Pajares, como era habitual, sino por el puerto de la Mesa, después de haber recorrido de nuevo el Bierzo en una “excursión arqueológica” en la que centran su interés las ruinas y los archivos monásticos, y las importantes muestras de la arqueología romana. En los meses siguientes realiza pequeños viajes por varias zonas de Asturias con el propósito de recabar información para el Diccionario Geográfico de Asturias que había proyectado. Se interesa por los contenidos geográficos en sentido amplio: elementos naturales, comunicaciones, hábitat, formas de vida y divisiones administrativas, con una particularidad, la “geopolítica de los cotos o jurisdicciones”28 dentro de los Concejos. La “Expedición a Pravia” incluía una excursión por el valle del Nalón, cuyo proyecto para hacer navegable desde Pola de Laviana hasta San Esteban de Pravia sería aprobado antes de que concluyera el viaje. Jovellanos estaba en contra de que esta fuera la salida prioritaria del carbón de Asturias hacia la exportación, pues dejaría en un segundo plano el puerto de Gijón. En 1793, con un mandato de la Superintendencia General de Caminos, viaja Jovellanos a Pajares para inspeccionar las obras de la carretera de Asturias a León, pero se integra en el equipo técnico y participa en los trabajos: en el estacado de rumbos, “tirando las cordeladas” o dibujando un mapa sobre el curso del río Huerna. Siempre dejaba constancia Jovellanos de que la realidad con la que se encontraba en sus viajes era prima facie inevitablemente geográfica; después, el filósofo, el economista, el político, el literato encontraba otros muchos puntos de interés pendientes de la misma estructura básica, que era la territorial.

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El año 1794 está marcado por dos acontecimientos excepcionales, la apertura del Instituto y la conclusión, después de diez años de trabajos y demoras, del Informe de Ley Agraria. El 7 de enero tiene lugar la inauguración con sus celebraciones, y siete días más tarde, el 14, Jovellanos expone la primera lección titulada “Lecciones preliminares de gramática general o introducción al estudio de las lenguas”29. ¿Habla el filólogo humanista o habla el científico? O tal vez ambos podían asumir este preámbulo, si tenemos en cuenta que la ciencia comienza con la palabra, y esta representa el concepto o primera identificación que hacemos de la realidad antes de su tratamiento propiamente científico, que consiste en observarla, analizarla e interpretarla. El Informe sobre de Ley Agraria puede ser sin mayor discusión la principal obra de Jovellanos. Ya se discutía con anterioridad sobre el tema en la sección de Agricultura de la Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid, pero fue a comienzos del año 1785, siendo Jovellanos director de la misma, cuando se planteó la cuestión de la reforma agraria. En 1787 se hace cargo definitivamente de la redacción del Informe, pero pasarán largos periodos, años incluso, sin que este vea la luz. Al parecer Jovellanos solo se ocupaba de este trabajo en reducidos periodos de descanso o estancia en Gijón, siempre interrumpidos por el siguiente viaje o comisión30. En los Diarios correspondientes a los meses de marzo y abril de 1794 habla ya de un borrador completo, pendiente solo de una “última mano”31. La Matritense publicó el Informe el año siguiente, en 1785.

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Durante los diez años de demora en su elaboración concurrieron las circunstancias señaladas, pero también debemos considerar la amplitud y densidad del contenido, que exigía reflexión, documentación y análisis. En rigor el Informe es un tratado de economía política concebido bajo el fundamento de la ideología liberal. El desarrollo de la agricultura, principal sector de producción, se encontraba obstruido por múltiples estorbos que era preciso remover o eliminar; pero al mismo tiempo los agricultores necesitaban leyes que protejan su libre concurrencia. Los estorbos pueden agruparse en históricos (políticos y morales) y geográficos (físicos o naturales). Los primeros se identificaban con los sistemas políticos, las legislaciones y las costumbres; y los segundos, con el medio natural, que lejos de servir de justificación a la historia debe de ser la base para su remoción. Por ejemplo, la tesis de los suelos pobres justificando los grandes latifundios, o los privilegios y derechos de pastoreo de la Mesta. Si había suelos pobres era porque no se cultivaban o repoblaban, o porque habiendo agua, no había sistemas de riego, o los caminos no llegaban a los puertos de mar. En consecuencia, una geografía revisada, objetiva y crítica, debía poner en evidencia esta situación, apareciendo, por tanto, como una condición favorable para el propio desarrollo de la economía política. Frente a los cierres con los que se identificaba la Historia, la Geografía del liberalismo ofrecía aperturas que irán tomando diferentes direcciones, identificadas en un futuro inmediato con los atributos “económica”, “física”, “humana”…

Durante los años de 1795 y 1796 se sucedieron los viajes y los Informes, intercalados con estancias en Gijón, en las que se ocupa sobre todo del funcionamiento del Instituto. Desde comienzos de 1794, cuando se inauguró y se inició el primer curso, cada año siguiente los requerimientos de la enseñanza eran mayores: nuevas materias y profesores, presupuestos, equipamientos y algunas novedades de interés respecto al plan inicial. Destacan la propuesta de creación de una escuela de primeras letras, y de dos Cátedras que modificarían el plan de estudios; una de Filosofía Moral, que incluía el derecho público universal, y otra de Humanidades Castellanas, con la presencia de la Historia y la Geografía32. Respecto a los Viajes e Informes, destaca la participación de Jovellanos en el gran debate territorial de la época, con la extracción y comercialización del carbón como telón de fondo. Para la propuesta de localización de una fundición y fábrica de municiones en Trubia, Jovellanos presenta la alternativa de Siero, que disponía de carbón, horno, buena comunicación con Oviedo y salida hacia el puerto de Gijón. Dos opciones pugnaban cuando se trataba de localizar fábricas y priorizar comunicaciones y desarrollos portuarios: el eje Siero-Puerto de Gijón, unidos por carretera, prioritario para Jovellanos, y el eje articulado en torno a la canalización del Nalón, con salida del carbón por el puerto de San Esteban de Pravia33.

Entre abril y julio de 1795 Jovellanos viaja a La Rioja. En ningún caso renuncia a la descripción geográfica y a los apuntes de contenido socioeconómico, pero este viaje, calificado como “genuino viaje ilustrado”, tiene al parecer otras motivaciones principales, las histórico-artísticas y documentales; por otra parte, habituales en el gran panel descriptivo de Jovellanos. Se trataba, por tanto, de un viaje artístico para dar continuidad a la temática tratada por A. Ponz en su Viaje de España, que como sabemos se centraba en la descripción del patrimonio eclesiástico. Jovellanos siempre se sintió admirador y colaborador solidario del trabajo de A. Ponz, que había muerto en 1792, sin poder incorporar La Rioja a su colección de viajes34.

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Al comenzar el año 1796, Jovellanos manifiesta “estar reintegrado en toda mi quietud” en Gijón35; pero sigue informando sobre los tres temas principales de sus comisionados. Sobre el desarrollo de la Ley Agraria en el apartado de “Montes” y su reducción a propiedad particular, sobre la necesidad de los caminos de Asturias, y en un Informe sobre el carbón encargado por la Junta de Comercio, Moneda y Minas. Además, se ocupaba del funcionamiento del Instituto, y con detalle, del cumplimiento de su plan de estudios; por ejemplo, en las prácticas de cosmografía (observaciones astronómicas), de dibujo y de manejo de los instrumentos para el levantamiento de planos.

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La alternancia entre pequeños viajes y estancias en Gijón, que ocupan la primera parte del año 1797, se verá interrumpida por una real orden que le encarga una “comisión secreta a La Cavada”. Es preciso revisar el funcionamiento de la fundición y la fábrica de artillería y munición en lo relativo a abastecimientos de madera y carbón vegetal, y, tal vez la razón principal, poner fin a las relaciones conflictivas entre el director, Fernando Casado Torres, amigo de Jovellanos, y sus colaboradores. Jovellanos habla del “estado de escandalosa división y discordia que reina entre sus empleados (en aquella colonia de servidores del rey)”36. El viaje comenzó el 19 de agosto y, el 15 de octubre, ya de vuelta en Gijón, Jovellanos comienza la redacción del “Informe reservado”. Desde el punto de vista geográfico son de interés las relaciones de localización que la fábrica mantenía con un entorno regional y sus recursos (agua, madera, carbón, hierro, caminos, puertos), pero a este núcleo temático Jovellanos va adhiriendo episodios descriptivos específicos que dan al conjunto una importancia similar a la del Gran Viaje de 1791. Son envolventes con los que Jovellanos distrae la atención respecto al tema principal del viaje que era reservado. El viaje entre Asturias y León por Pajares siempre motiva las mismas reflexiones y propuestas sobre el camino central entre Gijón y León y su papel en la superación del aislamiento tanto de la Meseta como de la propia Asturias; piensa además en sus ramificaciones con la creación de un “fondo para caminos del Reino de León” con cargo al consumo de la sal. Cuando atraviesa varias jurisdicciones leonesas y palentinas, entre el Esla y el Carrión, ensaya sus mejores descripciones geográficas sobre la interacción del paisaje natural y las formas de vida. Los montes de la Cordillera Cantábrica planteaban problemas muy diferentes. La extracción de madera y su repoblación tenían valor estratégico y requerían soluciones técnicas específicas. Jovellanos anota algunos detalles sobre el aprovisionamiento de la propia fábrica de La Cavada, que recibía los troncos de madera flotando por el río Miera, después de caer por El Escurridero, procedentes de los montes del entorno en su cabecera. En los territorios vascos pone en evidencia su interés habitual tanto por las ciencias como por las letras. Ve en sus ferrerías una salida para el carbón asturiano y estudia con atención la gestión productiva de las minas de hierro en el entorno de Bilbao, recogiendo muestras para el gabinete mineralógico del Instituto Asturiano. No oculta cuando visita el Seminario Patriótico de Vergara, que le gustaría que su Instituto tuviera como modelo a esta reconocida institución científica. Conoce el valor de los fueros, y de ahí su interés, para el estudio de las tradiciones vascas, pero estos no alcanzaban a explicar los orígenes y las particularidades de la propia lengua vasca, por lo que pide su conservación: “qué lástima que no se cultive esta lengua para averiguar sus orígenes”37. El interés era doble; como humanista, por su especificidad lingüística; y como geógrafo, por su aplicación toponímica. También en la obra geográfica de Jovellanos se advierte que, además de los caminos, los canales podían desempeñar una sutil función estratégica; eran como hilos que suturaban territorios regionales. Si se trataba de la misma cuenca, la lógica geográfica favorecía la percepción de los proyectos. Recuerda el del canal Cantábrico-Mediterráneo, señalando el proyecto de enlace entre el canal de Aragón, promovido por Ramón Pignatelli, y la bahía de Laredo.

Ya de regreso, en León ha de enfrentarse a las dos caras de la Ilustración y su proyección reformista. Por un lado, en el encuentro agradable con el obispo Cayetano Antonio Cuadrillero, que había sido interlocutor habitual de Carlos III y tenía un destacado curriculum reformista en la ciudad en los campos productivo, hospitalario y asistencial; y por otro, en el Convento de San Marcos, con monjes que le transmiten su malestar tras conocer el Informe de Ley Agraria y las propuestas que contiene relativas a los bienes del clero regular. Eran el indicio de un malestar ya existente, pero ahora acentuado y en breve sustanciado por otros medios. Aun se reunió Jovellanos en Pola de Lena con el equipo técnico que trabajaba en la carretera de Pajares para examinar trazados y posibles alternativas. En él figuraba Diego Cayón, el profesor titular de Matemáticas en el Instituto que ahora dirigía las obras. De alguna forma se ponía en evidencia la relación entre su gran empresa formativa y los proyectos sobre utilidades en los que intervino como comisionado.

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En la relación de sus encargos y viajes, la comisión a La Cavada debe figurar entre los más importantes, sino el principal proyecto. Su condición de “secreta” reconocía y reforzaba a la vez la autoridad moral e intelectual de Jovellanos. Debía informarse sobre un conflicto serio en un gran complejo productivo que afectaba a la hacienda real. Dejando en un segundo plano las relaciones personales, Jovellanos nos muestra los fundamentos geográficos del mismo, cuando expone las interacciones conflictivas que se producían entre las minas, la fábrica, la madera de los montes para carbón vegetal y su acarreo, y los pastos de esos mismos montes para los ganaderos.

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Durante el mes siguiente al viaje de La Cavada, Jovellanos se ocupó en su retiro de Gijón de elaborar los Informes reservados citados, y siguió trabajando en otros cometidos habituales, como eran las obras del camino de Asturias a León, o las enseñanzas del Instituto. Pero esta normalidad que se repetía al final de otros viajes es ahora solo aparente. Durante este mes Jovellanos vive una auténtica zozobra tras conocer el 16 de octubre de 1797 en Pola de Lena, cuando regresaba a Gijón, que había sido nombrado embajador en Rusia. Significaba un desplazamiento insospechado para alguien acomodado de grado o por fuerza a un reducto regional. Como experiencia geográfica el interés era máximo, pero Jovellanos no tenía simpatía alguna por lo que suponía de implicación en la alta política, del Estado e interestatal. En forma de lamentos y peticiones hace lo que puede por revertir el nombramiento, pero al mismo tiempo, resignado, se informa sobre Rusia y la Corte de San Petersburgo38. Al final, el viaje que preparaba no será a la Corte de los Zares, sino a la de Madrid, tras recibir el nombramiento de ministro de Gracia y Justicia el día 13 de noviembre. Este cambio de destino lo aceptó al parecer con un ánimo diferente, pero debiendo hacer frente a otras preocupaciones39. La llegada a Madrid coincidió con el oscuro episodio del envenenamiento40, aunque mayores riesgos corría su salud mental con la toxicidad ambiental que se respiraba en la Corte en contra de las ideas que representaba. Solo estuvo en el cargo nueve meses y unos días, y entre las decisiones que llaman la atención, de sus amigos y de sus enemigos, destaca la propuesta en favor de su amigo Antonio Tavira para ocupar la sede episcopal salmantina. El nuevo obispo ilustrado debía aprobar la reforma de estudios que los novadores y filósofos impulsaban en la Universidad de Salamanca, frente a la facción aristotélica tradicional y conservadora. Jovellanos hablaba de esta Universidad como de una “escuela general” que “por desgracia parece todavía un establecimiento eclesiástico”41. Se trataba en rigor de una segunda desamortización, esta más sutil, que le podía molestar a la Iglesia, tanto o más que la primera. En la primera, a través de la Ley Agraria, se trataba de liberalizar bienes inmuebles; en esta, de superar ideas inamovibles. Ambos, bienes e ideas, tenía el mismo dueño.

El decreto de cese como ministro lleva fecha de 15 de agosto de 1798. Será nombrado consejero de Estado, lo cual tiene un significado, pero su destino será Asturias, y la ocupación principal, el Instituto; además de las comisiones nuevas o pendientes. Antes de regresar visita durante un mes los Baños de Trillo, donde recupera, además de su salud, el ánimo del viajero ilustrado y las aficiones geográficas que sin dificultad despierta en él la observación de cualquier entorno o paisaje. Ceán Bermúdez, en el núcleo de sus principales amigos, dice de Jovellanos en estos momentos: “siguió su camino describiendo quanto encontraba digno de observación de un viagero filósofo y político”42. Es decir, de un geógrafo que, como político, nunca deja de buscar utilidades. Fue en Trillo donde redactó la Descripción del Tajo, un poema inconcluso cargado de emoción y sentimiento frente al paisaje y la naturaleza43. Paisaje que busca siempre observar desde posiciones panorámicas, habitualmente con algún auxiliar óptico. Paseando por los alrededores de Trillo dice: “ya acometí a subir el monte para reconocer el país que está al otro lado”44.

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Antes de que se cumpliera el año de su salida de Gijón para ocupar el ministerio en Madrid ya estaba de vuelta. Se ocupará con preferencia de la organización del nuevo curso en el Instituto, en el que estaba previsto que comenzara a impartirse el programa de “Humanidades Castellanas”, que incluía la enseñanza de la Geografía. De esta materia se encargaba el profesor Juan Alejandro Nais, al que Jovellanos encomia por su dedicación y método45. Pero más allá del protocolo de saludo hacia una disciplina que comenzaba a impartirse en el Instituto, Jovellanos quiere cimentar la presencia de la Geografía en el Plan de Estudios, para lo cual era preciso definir sus contenidos y difundir su utilidad, o las ventajas de su estudio. Junto con las Matemáticas, la Física y la Náutica, la Geografía figuraba entre los temas que se anuncian para el tercer certamen del Instituto, que tendría lugar al comienzo del próximo año. A propósito, Jovellanos preparará un discurso especial que leerá el 26 de febrero de 1800 en el acto de entrega de premios.

Se trata del Discurso sobre el estudio de la geografía histórica, de unas diez páginas según las ediciones, que contienen las reflexiones definitivas que Jovellanos hizo sobre esta disciplina, después de casi cuatro décadas de viajes, experiencias y lecturas con ella relacionadas. En su momento nos detendremos en el contenido detallado de este Discurso; sirva ahora un comentario muy general. En la historia estaba obviamente el fundamento de lo que la geografía, una disciplina milenaria, había sido. Detecta las dos líneas clásicas, la descriptiva, ligada al desarrollo de las exploraciones y los viajes, y la matemática, fruto de la proyección de las ciencias exactas hacia el conocimiento científico de la Tierra y de los territorios. Con un lenguaje más filosófico diferencia entre una geografía de los sentidos, primitiva y primaria por su vinculación a las necesidades naturales, y una geografía racional, implicada en el conocimiento del mundo, de la naturaleza y de la propia tierra como morada del género humano. No es difícil intuir el avance de una no lejana y nueva modernidad disciplinar en los términos también manejados en la época de una geografía natural (o física), y una geografía civil (o humana).

El Curso de Humanidades que había comenzado a impartirse en el Instituto debía completar la formación científica predominante desde su creación¸ pero a más largo plazo las nuevas promociones con una formación más completa y abierta serían la masa crítica en la que pensaba Jovellanos para nutrir su nuevo proyecto, el de una Academia Asturiana. Las primeras reuniones con varios colegas y amigos las tiene Jovellanos en noviembre de este año, 1800, y les propone la celebración semanal de conferencias literarias, siendo este el embrión de la futura Academia. Sus trabajos relacionados con la promoción del conocimiento en el Principado se ordenaban en cuatro grupos: la realización de dos Diccionarios, el del dialecto asturiano y el de Geografía, el inventario y estudio de las Antigüedades, y un estudio general, la Historia Natural y Económica46.

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Al comenzar el año 1801 Jovellanos está trabajando con intensidad en la redacción de cédulas para el “Diccionario del dialecto”. El 3 de enero dice tener cumplidas ya unas ciento cincuenta, y una semana más tarde anota: “tengo ya formadas más de doscientas cédulas con su etimología al canto, en cuya averiguación hallo gran placer”47. El detalle revela el trabajo intenso que realizaba Jovellanos en varios frentes, uno más ligado a las actividades formativas, ciencias y humanidades, y el otro con el punto de mira en las actividades económicas. Seguramente conocía el ambiente de tensión en su contra que se respiraba en la Corte y en los sectores más conservadores de la Iglesia; pero lejos de caer en un repliegue defensivo, sigue manteniendo con la estrategia expansiva de siempre sus constantes ilustradas, que eran el saber y el hacer, pensar y trabajar. En rigor sus delatores y denunciantes solo podían acusarle de esto: de ser un novator y un jansenista, por su espíritu independiente y libre, por su enemistad contra la Iglesia, de “deformar el sistema presente de los negocios” en su labor de consultor…48.

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El día 13 de marzo de 1801 es detenido en su casa de Gijón con la orden de iniciar un viaje inmediato camino del destierro, bajo la custodia del regente de Oviedo, Andrés Lasauca. No hubo acusación formal, ni proceso, ni sentencia; tampoco posibilidades de defensa. Tras un mes de viaje, incluyendo diez días de reclusión en un convento de León, probablemente a la espera de destino definitivo, la comitiva llega a Barcelona, en cuyo puerto embarca para Mallorca. El objetivo debió ser sacar a Jovellanos no solo de Asturias, donde tenía una mayoría de paisanos adeptos, sino de la propia Península, donde los contactos que tan poco deseaban los poderes que lo reprimen podían ser más factibles. En Mallorca eran mayores la distancia y el aislamiento; el destierro se hacía, por tanto, más contundente. La entereza intelectual de Jovellanos hizo del itinerario Gijón-Barcelona un ejemplo más de viaje ilustrado; es decir, cargado de interés por sus descripciones del paisaje, las formas de vida, los caminos y las posadas, aunque fuera el propio Regente encargado de su custodia el que toma las notas correspondientes. Era este el anuncio del nuevo sesgo represivo que caía sobre Jovellanos: tenía prohibido escribir. Sin embargo, son suyos, inconfundibles, los comentarios y valoraciones que el Diario correspondiente49 contiene sobre La Rioja, y sus posibilidades de desarrollo con el regadío y la colonización; sobre el valle del Ebro, y su obra pública más emblemática, el Canal Imperial de Aragón; sobre la Vega de Fraga y sobre la Cataluña cultivada que aprovechaba todo tipo de suelos, encomiando la laboriosidad de sus payeses.

Durante algo más de un año, del 18 de abril de 1801 al 5 de mayo de 1802, Jovellanos vivió recluido en la Cartuja de Valdemosa, en buena sintonía con la comunidad monacal. Participaba en tertulias y en paseos o pequeñas excursiones por los alrededores, compartiendo con los frailes el interés por algunas de las ramas de las ciencias naturales, como la geología, el paisaje y la botánica50. A partir de la última fecha indicada, su destino sería el Castillo de Bellver, que no abandonaría hasta el levantamiento de su reclusión el 5 de abril de 1808. Con independencia de las condiciones del alojamiento, la fortaleza daba a la reclusión un aire de oficial marcialidad, frente al retiro conventual de una comunidad no alejada de las ideas ilustradas. Tal vez fuera esta la respuesta diferida que desde Madrid le dieron a Jovellanos a sus peticiones de clemencia. Sin embargo, no se conocen episodios de tensión o de conflicto, ni con las autoridades de la isla, ni con sus guardianes próximos. La libertad de movimientos fuera del Castillo alcanzaba a los paseos por el entorno inmediato y a la toma de baños, autorizada por razones terapéuticas. En el interior se hicieron habituales las visitas y tertulias con representantes de la ilustración mallorquina, posible por una interpretación laxa de las condiciones de reclusión por parte de las autoridades de Palma y del propio Castillo. Tampoco se privó Jovellanos de seguir escribiendo, o de dictar a su secretario que le hacía de amanuense. Evidentemente su libertad intelectual no estaba sometida a las mismas barreras que la física. Y es por ello por lo que Jovellanos tiende a reproducir el plan de estudios que había caracterizado toda su vida hasta la reclusión; solo que ahora ha de hacerlo a otra escala y con notables limitaciones, como era evidente en el caso de los viajes.

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Es posible que Jovellanos nunca tuviera la idea previa de hacer de la isla de Mallorca una unidad descriptiva, pero lo cierto es que fue desarrollando piezas o temas que, ensamblados, permitían intuir un conjunto de estudios y conocimientos geohistóricos sobre la misma, dotados de la coherencia que daba a estas dos disciplinas en el curso de las Humanidades. Se interesa por la geología, la geografía, la topografía, la botánica, la meteorología, la historia, la arquitectura y la arqueología. La descripción geográfica aparece envolviendo muchos de estos estudios, como veremos; y tras la liberación, recupera la práctica del viaje como expresión de un conocimiento ampliado o imprescindible en su lógica intelectual. Como ya señalamos, el 5 de abril de 1808 Jovellanos queda en libertad; sin embargo, la travesía desde el puerto de Sóller al de Barcelona la realizará el 19 de mayo. Durante este mes y medio viajó por toda la isla, aparentemente para cumplir con el protocolo de despedida con sus amigos y bienhechores durante el cautiverio, empezando por los frailes de Valdemosa, a los que visita en primer lugar. Continúa hasta Sóller, muy interesado por las observaciones litológicas en la Tramontana, y en particular por la recogida de muestras de interés mineralógico. En este entorno llama su atención la organización y aprovechamiento de los terrazgos: regadíos, huertas, bancales. En este plan acelerado de “correrías”, como el mismo califica a estos pequeños viajes por la isla, visita Coma Raixa, donde se encontraba la casa con las colecciones de arte y antigüedades del cardenal Despuig. El regreso a Bellver fue para preparar una nueva salida; esta vez con dirección al extremo nororiental de la isla: Pollensa, Alcudia y al sur de su bahía, la Gran Albufera, en cuya descripción Jovellanos parece estar especialmente interesado. Se embarca para atravesar la laguna y reconocer las características geomorfológicas del gran humedal y su riqueza biológica. Por Roqueta y Sineu regresa a Bellver. Y la siguiente visita puede tener un significado especial; se trata de los montes de Randa, en los que Jovellanos presta atención a su litología. Desde el Puig del mismo nombre, a más de quinientos metros de altitud, utilizado como panóptico, se observan las “cuatro plagas” o puntos cardinales, con la bahía de Palma al oeste, la Sierra al norte, los cabos y bahías (Formentor, Pollensa…) al este, y Cabrera al sur. Todo indica, como se ha señalado51, que Jovellanos había concebido la idea de culminar una descripción geográfica de la isla, encajando las pequeñas descripciones que tenía (bahía de Palma, Valdemosa, puerto de Sóller, campiñas del mediodía, la Gran Albufera…) en la panorámica general que observa desde el Puig de Ronda.

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Al puerto de Sóller llegó dos días antes de embarcarse definitivamente para la Península. Parece haberse concedido ese tiempo para dejar constancia de algunas de las percepciones más emotivas de su amplio repertorio paisajístico. Y como había ensayado en tantas ocasiones, tampoco rehúye la pretensión de explicación científica. Lo hace en este caso a propósito de una cuestión orogénica, cuando describe desde la panorámica que le proporciona la ermita de Santa Catalina el círculo de montañas que rodea el puerto de Sóller, y lo interpreta como un gran cráter volcánico en el que había penetrado el mar formando el puerto52. En la obra de Jovellanos hay muchos testimonios que aluden al vulcanismo como origen de las zonas geográficas que percibe. Por último, se embarca para observar desde el mar el puerto y su entorno costero, formado por acantilados, rompeolas, cavernas y gargantas. Sentimiento y emoción afloran ante la contemplación de estos paisajes imponentes y maravillosos; “un país digno de dibujarse por lo bello y terrible”, concluye53. No son desconocidas las puntas de emotividad en Jovellanos cuando observa el paisaje, o la naturaleza, pero en este último episodio tal vez se hayan incrementado por la circunstancia de la despedida.

Desde Barcelona, su próximo destino sería la Corte; pero solicita licencia para detenerse en Jadraque, en casa de su amigo Arias Saavedra, donde pasará descansando el verano de 1808. Fue el último viaje, Barcelona, Cervera, Lérida, Zaragoza, Tarazona, Ágreda, Atienza… cargado de espíritu ilustrado y por tanto de observaciones geográficas, que empezaron con la descripción de la montaña de Montserrat, y siguieron con los tópicos habituales, paisajes, cultivos, caminos, pueblos y gentes. En adelante la geografía pasaría a un segundo plano; el país estaba en guerra y la emergencia estaba en la política y en la organización de la resistencia frente al invasor. Las guerrillas ya tenían de su parte a la geografía, cuyo conocimiento en estos momentos solo echa en falta Napoleón.

También le interesaba sobremanera a Napoleón la colaboración de personas como Jovellanos, a quien ofrece una especie de delegación para que viaje a Asturias y “aconseje el sosiego de aquellos naturales”54. Jovellanos no solo rechaza esta implicación con el poder del Emperador, sino que despejará en este mismo verano toda duda de colaboracionismo excusando el nombramiento como ministro del Interior del primer gobierno de José I. Aceptará, por el contrario, la representación de la Junta Suprema de Asturias en la Junta Central. Y este será su anclaje político en los dos próximos años, dedicado a organizar la resistencia y la liberación. Por este motivo hubo de viajar como miembro de la Junta de Madrid a Sevilla y a Cádiz, siendo la isla de León su último refugio. En estas circunstancias es consciente Jovellanos de que no se aprende geografía; se gana o se pierde la guerra con la que ya se sabe. Otra cosa es el valor que de nuevo cobrará el conocimiento del territorio cuando llegue el momento de la reorganización, una vez concluido el conflicto. Pero Jovellanos ya no verá ese momento.

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Su último viaje, computado como el 42º55, lo inició en la tarde del 26 de febrero de 1810. Partió de la bahía de Cádiz y llegó al puerto de Muros en Galicia, donde permaneció durante más de un año esperando llegar a una Asturias libre de los invasores franceses. Aquí en Muros redactó una de sus principales obras, la Memoria en defensa de la Junta Central, un documento básico o definitivo para el conocimiento de la política reformista de Jovellanos, en la teoría y en la práctica, y para entender el significado del momento en el que estaba viviendo: una profunda crisis, alumbrando entre brumas los perfiles de una España diferente. Para intuir un futuro con esperanzas era preciso sobreponerse a un presente cargado de incertidumbres. Como las que seguía teniendo cuando a mediados de julio de 1811 parte de Muros para La Coruña, y desde aquí por tierra continúa hasta Gijón, donde llega el 7 de agosto. Eran ya más de diez años de ausencia, y a la satisfacción por el reencuentro con familiares y amigos ha de agregar la contrariedad que le produce el estado del Instituto: cerrado y con el material didáctico destruido y la biblioteca expoliada. De esta situación los responsables directos eran los invasores extranjeros, pero algunos años atrás fueron los enemigos internos quienes, aprovechando su cautiverio en Mallorca tratan de revocar la propia existencia del Instituto, el gran proyecto intelectual de Jovellanos. Por real orden de 25 de octubre de 1802 se suprime el Instituto Asturiano y se crea una Escuela de Náutica bajo la dependencia de la Comandancia Militar de Gijón. En septiembre de 1811 la prioridad de Jovellanos era la reapertura del Instituto, para lo cual comenzará a recabar ayudas administrativas, materiales y de personal. Pero una nueva ocupación francesa de la ciudad le obligará a salir de Gijón, sorprendiéndole la muerte en Puerto de Vega, el 28 de noviembre de 1811. Tenía sesenta y siete años.

Volvemos a recordar la lógica que preside esta Introducción. La secuencia de hitos biográficos que hemos comentado tiene en común un roce consciente con el territorio, que se manifiesta en forma de viajes y descripciones, estudios y memorias, mapas y proyectos. Son las que denominamos empresas geográficas de Jovellanos, de las que a su vez se puede abstraer un discurso geográfico complejo, cuyas partes tratamos de ordenar en el epígrafe que sigue. Veremos su concepción de la geografía, el estatus científico y social que otorga a esta disciplina y la organización operativa de la misma, tanto en la teoría como en la práctica.

Details

Pages
540
Year
2020
ISBN (PDF)
9783631842515
ISBN (ePUB)
9783631842522
ISBN (MOBI)
9783631842539
ISBN (Hardcover)
9783631842089
DOI
10.3726/b17870
Language
Spanish; Castilian
Publication date
2021 (April)
Keywords
Descripciones Geográficas Economía Política Ilustración Mapas Topográficos Territorios Ordenados
Published
Berlin, Bern, Bruxelles, New York, Oxford, Warszawa, Wien, 2020. 540 p., 2 tablas.

Biographical notes

Antonio T. Reguera Rodríguez (Author)

Antonio T. Reguera Rodríguez es catedrático de Geografía Humana de la Universidad de León (España). Sus investigaciones y publicaciones se han centrado en temas relacionados con la historia de la geografía y de la cartografía.

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