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Cómo se “hacen” las unidades fraseológicas: continuidad y renovación en la diacronía del espacio castellano

by Maria Teresa Echenique Elizondo (Volume editor) Angela Schrott (Volume editor) Francisco Pla Colomer (Volume editor)
©2018 Edited Collection 434 Pages
Series: Studia Romanica et Linguistica, Volume 52

Summary

Frente a la consideración generalmente aceptada según la cual la fraseología pertenece a la sintaxis fija, el presente libro pretende rescatar la variación inherente al discurso repetido desde su perspectiva diacrónica y dar a la luz buena parte de los testimonios que la fraseología ha ido legando a la lengua castellana a lo largo de su historia. A través de sus páginas se aportan los datos necesarios, además de contrastados y fiables, para facilitar el estudio de la información contenida en los testimonios pasados que hoy retienen en su idiomaticidad las unidades pluriverbales de la lengua, resistentes al análisis gramatical regular. Esta perspectiva filologíca muestra, además, la estrecha relación existente entre la creatividad fraseológica y la literatura.

Table Of Contents

  • Cubierta
  • Título
  • Copyright
  • Sobre el autor/el editor
  • Sobre el libro
  • Esta edición en formato eBook puede ser citada
  • Índice
  • Prólogo (María Teresa Echenique Elizondo / Angela Schrott y Francisco P. Pla Colomer)
  • I Método y diacronía
  • Tradición sapiencial e innovación personal en la Edad Media (Hugo O. Bizzarri)
  • Sobre fraseología y fraseometría históricas: la materia troyana en las tradiciones textuales medievales iberorromances (Francisco P. Pla Colomer / Santiago Vicente Llavata)
  • Variación lingüística y variación textual en la fraseología castellana: disquisiciones diacrónicas en torno al sistema locucional prepositivo (David Porcel Bueno)
  • Nombres propios en fraseologismos de Góngora y Quevedo: función semántica e idiomaticidad (José Juan Batista Rodríguez / Dolores García Padrón)
  • Cartas privadas entre distancia e intimidad: el papel de la fraseología (Angela Schrott)
  • Sobre el estudio de la toponimia en los enunciados fraseológicos: de Villadiego a Potosí (sin pasar por las Batuecas) (Enrique Pato)
  • ¿Existe el americanismo fraseológico? (Juan Pedro Sánchez Méndez)
  • II Gramática, texto y cambio lingüístico
  • Colocación y etimología. El origen fraseológico directo (o indirecto) de mocho (chico, charro), rapaz y pícaro (Jairo Javier García Sánchez)
  • Para la diacronía de las locuciones prepositivas de finalidad en el ámbito lingüístico peninsular a partir de las crónicas alfonsíes y sus traducciones al gallego y al portugués (Adela García Valle)
  • Para la historia románica de cabo. Combinaciones locucionales en el período postalfonsí (Amparo Ricós Vidal)
  • Demostrativos, tiempo y fraseología: a eso de (Fco. Javier Satorre Grau)
  • Fraseologismos con información temporal: entre la normalización, fijación y variación (Gerda Haßler)
  • Cómo surgió el esquema de las locuciones adverbiales modales del tipo a ciegas (Rosa María Ortiz Ciscomani)
  • III Historia e historiografía
  • Unidad fraseológica, diacronía y escritura: reflexiones sobre un espacio en blanco (María José Martínez Alcalde)
  • Gramatización y desgramatización de locuciones prepositivas en la tradición gramatical española (José J. Gómez Asencio)
  • Unidades fraseológicas y discurso repetido en manuales para el estudio del español como lengua extranjera en el siglo xvi (Teresa Gruber)
  • El papel de la fraseología en libros de diálogo (español-francés) (Sandra Issel-Dombert)
  • Las locuciones adverbiales en los diccionarios del siglo xviii: modelo y antimodelo fraseológico del Diccionario de autoridades en el Diccionario de Terreros (Mercedes Quilis Merín)
  • Cuestiones de marcación fraseológica en los diccionarios del español (Vicente Álvarez Vives)
  • Propuesta de un criterio ordenador para un Diccionario histórico fraseológico de la lengua castellana a la luz de factores históricos implicados en la formación de unidades pluriverbales (María Teresa Echenique Elizondo)
  • Obras publicadas en la colección

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Prólogo

Frente a la consideración generalmente aceptada según la cual la fraseología pertenece a la sintaxis fija, cosa rigurosamente cierta en el sentido de que los hablantes no combinan literal ni libremente los componentes de locuciones como creer a pie / pies juntillas, caérsele a alguien el alma a los pies o estar en la luna de Valencia, sino que los repiten “en bloque” según el saber idiomático que les ha sido transmitido culturalmente, el presente libro pretende rescatar la variación inherente al discurso repetido desde su perspectiva diacrónica1.

A través de capítulos de carácter general u otros de naturaleza más específica sobre las posibilidades metodológicas con las que hoy cuenta el estudio histórico en la fraseología española, las páginas contenidas en este volumen quieren poner el acento sobre la actuación de los hablantes en el proceso histórico de fraseologización. Esta idea había sido ya expresada anteriormente con exactitud en referencia a las unidades fraseológicas conocidas como locuciones:

Las locuciones viven en variantes. No son “frases hechas”, pues viven rehaciéndose en continua transformación, con innovaciones felices o torpes debidas a la iniciativa de colaboradores anónimos y aceptadas por un número más o menos amplio de hablantes2.

Ahora bien, tal punto de partida queda necesariamente limitado por la naturaleza de las fuentes utilizadas en la investigación diacrónica, que son forzosamente escritas, y ello porque: “De las innumerables modificaciones que [las locuciones] experimentan en el coloquio sólo una parte mínima llega a la escritura”3.

Es intención de las contribuciones de este libro rescatar buena parte de los testimonios que la fraseología ha ido legando a la lengua castellana a lo largo de su historia, sin dejar de ser conscientes de su carácter reducido en comparación con los millones de emisiones que, con seguridad, han circulado de boca en boca en los siglos anteriores. Pues es también cierto que hay un componente oral –importante– en la transmisión de las unidades fraseológicas que contribuye a su perpetuación ‘en bloque’, aunque la perspectiva diacrónica solo pueda ser apresada a la luz de los testimonios documentados de la lengua en sus etapas anteriores. ← 9 | 10 →

A través de las páginas de este libro se aportan los datos necesarios, además de contrastados y fiables, para facilitar el estudio de la información contenida en los testimonios pasados que hoy retienen en su idiomaticidad las unidades pluriverbales de la lengua, resistentes al análisis gramatical regular.

Innovación y estabilidad están, por su parte, certeramente conjugadas en la siguiente formulación de Rafael Lapesa:

En este párrafo queda constancia, además, de otro matiz filológico importante en el estudio fraseológico, como es su vinculación a “las formas elementales de la literatura tradicional”, ineludible en su estudio, entre las cuales la rima ocupa un lugar destacado. En las páginas contenidas en la presente obra se puede comprobar el largo viaje emprendido por unidades como el que se fue a Sevilla perdió su silla, propagada y fijada en alejados confines tras haber continuado la transmisión del pie literario jocoso en variantes como el que se fue a Quito perdió el banquito, el que se fue a Olancho perdió su rancho y toda una serie todavía hoy abierta al juego del contexto, testimonios de la capacidad motora que determinados patrones rítmicos populares poseen a la hora de dinamizar procesos varios en el todavía insuficientemente conocido universo de la fraseología española.

El libro se estructura en III secciones. El bloque I, MÉTODO Y DIACRONÍA, recoge perspectivas variadas en el estudio histórico de la fraseología. Se abre con un capítulo de contenido programático en el que Hugo O. Bizzarri reflexiona sobre tradición e innovación personal al hilo de la obra de dos personalidades singulares del medioevo: Don Juan Manuel y Pero López de Ayala. Francisco P. Pla Colomer y Santiago Vicente Llavata abordan en el siguiente capítulo, desde una perspectiva iberorromance, el estudio contrastado de los textos poéticos y prosísticos medievales sobre materia troyana con el fin de aportar avances metodológicos en el ámbito fraseológico, como es el caso de la fraseometría. David Porcel Bueno plantea a su vez cuestiones de alcance teórico poniendo de relieve consideraciones contrastadas en los textos en torno al sistema locucional prepositivo. José Juan Batista Rodríguez y Dolores García Padrón acometen en su ← 10 | 11 → capítulo el estudio de los nombres propios en los fraseologismos documentados en los versos de Góngora y Quevedo, muchos de ellos ocultos, dando continuidad con ello a trabajos anteriores sobre fraseología del período áureo. Angela Schrott subraya el papel de fórmulas sintácticas fijas como elemento constituyente de la distancia comunicativa entre los interactantes mediante la indagación en cartas privadas de los siglos xvi y xvii. Por su parte, Enrique Pato presenta perspectivas no exploradas aún en el estudio y ordenación de los topónimos en los enunciados fraseológicos de dimensión histórica y dialectal. El panorama histórico se completa con un conjunto de reflexiones llevadas a cabo por Juan Pedro Sánchez Méndez en torno al concepto de “americanismo fraseológico”, su naturaleza y viabilidad como directriz de la investigación fraseológica histórica en el ámbito americano.

La sección II, GRAMÁTICA, TEXTO Y CAMBIO LINGÜÍSTICO, agrupa estudios de unidades concretas pertenecientes a diferentes esferas fraseológicas en su devenir histórico. Jairo Javier García Sánchez aborda el origen fraseológico de mocho (chico, charro), rapaz y pícaro combinando el análisis de determinadas colocaciones con sus posibles implicaciones etimológicas. El estudio de los tipos locucionales, especialmente las locuciones prepositivas, encuentra desarrollo en el estudio contrastivo de textos castellanos, gallegos y portugueses, tanto en la aportación de Adela García Valle en su análisis de locuciones prepositivas de ámbito peninsular a partir de las crónicas alfonsíes, como en la de Amparo Ricós Vidal sobre combinaciones locucionales de ámbito románico en el período postalfonsí. El estudio gramatical de los demostrativos como elementos nucleares en las locuciones de valor temporal es el objetivo del capítulo ofrecido por Fco. Javier Satorre Grau. Sobre la base de un inventario de colecciones de fraseologismos de los siglos xvi al xviii Gerda Haßler se fija en aquellos que contienen información temporal con el fin de determinar su incidencia en la pugna entre creatividad y reglas. De manera en cierto modo complementaria, Rosa María Ortiz Ciscomani investiga el surgimiento de un esquema de construcción de las locuciones adverbiales modales del tipo a ciegas que, en etapas posteriores al siglo xv, puede considerarse gramaticalizado.

El bloque III, HISTORIA E HISTORIOGRAFÍA, se abre con un trabajo de María José Martínez Alcalde en torno a la pluriverbalidad gráfica como criterio definitorio de las unidades fraseológicas en la contienda entre oralidad y codificación a través de la cual se canalizan históricamente. José J. Gómez Asencio se fija en los procesos de gramatización y desgramatización de las locuciones prepositivas mediante su codificación en la tradición gramatical española a través de un corpus de gramáticas propio. Teresa Gruber dedica su atención al papel, que se revela relevante, de la fraseología en el análisis del discurso repetido en manuales ← 11 | 12 → para el estudio del español como lengua extranjera en el siglo xvi, perspectiva que encuentra su complemento en el capítulo de Sandra Issel-Dombert y su valoración del potencial contenido en los libros de diálogo del Siglo de Oro para la fraseología histórica a través de una perspectiva cuantitativa y cualitativa de la obra de Luna/Oudin. Tras el capítulo de Mercedes Quilis Merín sobre inserción de locuciones en la obra lexicográfica académica del siglo xviii y en el Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes de Terreros y Pando a partir de las categorías “modelo” y “antimodelo”, Vicente Álvarez Vives aborda, en el suyo, el estudio de la marcación fraseológica en los diccionarios del español como procedimiento practicado para destacar alguna particularidad acerca de la naturaleza y el uso de una palabra, y se cierra el bloque con el trabajo de María Teresa Echenique Elizondo en torno a la propuesta de un criterio ordenador para el Diccionario histórico fraseológico de la lengua castellana (obra en elaboración) destinado a marcar pautas en la presentación del material fraseológico en formato lexicográfico.

Este libro quiere ofrecer, con todo ello, nuevos avances en el camino, aún insuficientemente transitado, de la fraseología histórica.

María Teresa Echenique Elizondo
Angela Schrott
Francisco P. Pla Colomer


1 Para el concepto del discurso repetido véase Eugenio Coseriu (2007): Lingüística del texto. Introducción a la hermenéutica del sentido. Edición, anotación y estudio previo de Óscar Loureda Lamas. - Madrid: Arco/Libros, 200–204.

2 Rafael Lapesa1992 [1981]: Alma y ánima en el Diccionario histórico de la lengua española: su fraseología. - En: Rafael Lapesa: Léxico e historia II: Diccionarios. Madrid: Istmo, 85.

3 Ibidem.

4 Ibidem.

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I
Método y diacronía

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Hugo O. Bizzarri

Université de Fribourg

Tradición sapiencial e innovación personal en la Edad Media

Abstract: The objective of this paper is the analysis of the resources that medieval men counted to renew the sapiential corpus, in this case, Juan Manuel and Pero López de Ayala. The knowledge of these procedures will be useful to understand how the sapiential corpus is regenerated as well as to clarify the process in the popular sapiential tradition, much more discontinuous.

Una pregunta que frecuentemente viene a la mente tanto de paremiólogos como de lingüistas es la de saber cómo es el proceso de formación de las paremias, es decir, cómo es esa lenta gestación en el seno de una lengua que se documenta tan solo en parte y que da como resultado fórmulas comunes a todos. Este interrogante es aún más difícil de responder si se lo lleva a un período primitivo de la lengua como es el medieval en el que las formas sapienciales han jugado un papel fundamental en el Derecho, la teoría política, la literatura moral y religiosa, aún en el Humanismo. Se trata de un período en el que muchas de las formas sapienciales se presentan por primera vez. Y, sin embargo, lo hacen ya con una expresión fija y consolidada.

Barlett Jere Whiting (1931) dedicó páginas memorables a esta problemática y ella ocupó también un lugar destacado en el siempre vigente libro de Archer Taylor (1931). Ambos fueron la base de una reflexión sobre el origen de los refranes que ocupó muchas de las páginas de la revista Proverbium, en sus dos etapas, y de la española Paremia1.

Es por eso que mi interés se vuelca en estas páginas a las formulaciones cultas, en especial la sentencia, que, tal vez por considerárselas heredadas de una tradición árabe, antigua, bíblica o simplemente milenaria, ha recibido menos atención. Particularmente para el ámbito hispánico, hace ya muchas décadas, José Antonio Maravall (1973) ‒no será ocioso recordar que era un historiador ← 15 | 16 → de la cultura‒ escribió un iluminador artículo sobre la concepción del saber en la Edad Media en el que planteaba el estatismo no sólo del conocimiento, sino también de las formas con que se expresaba dicho saber. A una sociedad agraria le correspondía un saber estático, tan inamovible como su estructura social (Maravall 1973: 220). Señalaba Maravall (1973: 219) que la ciencia medieval se caracterizaba por “reducirse a conservar y transmitir lo sabido”. Como resultado de este pensamiento, la crítica posterior experimentó una tendencia a tratar todas las colecciones sapienciales medievales en bloque como si ellas fueran una única y sola cosa. Cada una presentaba lo mismo. Como apunta Maravall (1973: 226), “Lo único que cambia es la parte que cada individuo se apropia”.

Lo que Maravall propone es una verdad incontestable. Tomo solo un ejemplo. Uno de los consejos que Aristóteles da al joven Alejandro en el Libro de Alexandre (Casas Rigall 2014) es “Dizen que buen esfuerço vençe malaventura” (c. 71). Nadie dudaría en calificar a esta expresión como un refrán literal, es decir, no metafórico. Su proverbialidad se acentúa cuando se observa su presencia en otras obras del período sin necesaria vinculación con el poema en cuaderna vía. En el Libro de los doze sabios esta paremia se halla entre los consejos referentes al esfuerzo (cap. XI) y lo mismo sucede en los Castigos del rey don Sancho IV2. Nadie puede negar la extendida difusión de esta paremia en el siglo XIII en contraposición a otras que se citan una única vez. Desde su primera recurrencia, ella se presenta dueña de un “estilo proverbial” que las citas posteriores no harán más que repetir3.

Las condiciones culturales en las que floreció la tradición sapiencial han colaborado enormemente a esta visión de estatismo del saber. La traducción de obras árabes que ofrecían un saber conformado por varias capas culturales (substrato árabe, sirio, griego), la difusión de sentencias y parábolas bíblicas y la perduración de la tradición clásica han impuesto la idea de que todo estaba dicho. La Edad Media era, pues, una mera transmisora de ese saber. Hemos visto para el caso del refrán al que hemos aludido, difundido en un grupo de obras que abarcan un abanico cronológico de unos setenta años, que la paremia se presentaba inalterable. Se trata, pues, de una tradición que oculta la evolución de sus componentes, que oculta ese “estado de vida latente” que caracteriza a las producciones lingüísticas y populares que cada recurrencia quiebra4. Por eso, no es de extrañar que los ← 16 | 17 → estudios paremiológicos referidos al período medieval se hayan contentado más bien en detectar paralelismos que en observar la diacronía viva de una paremia.

Maravall había centrado su reflexión en textos del siglo XIII en los que la categoría de autor o no existe porque son obras fruto de una traducción o está muy diluida, como puede suceder con el Libro de los doze sabios y especialmente con los Castigos del rey don Sancho IV resultado del trabajo de un grupo de anónimos “científicos sabios”. Todo ello confirmaba su idea del estatismo de las formas del saber. La pregunta sigue vigente: ¿Cómo se forman las paremias? Creo que para observar esa fase primera de creación es más conveniente orientarse a otras obras en las que el autor, como compilador o creador, tenga una posición más destacada. De ahí mi elección de dos autores, Juan Manuel y Pero López de Ayala, que representan lo que Rafael Lapesa (1981: 249–253) en su Historia de la lengua calificó como la aparición de “LOS ESTILOS PERSONALES”.

1. El retoricismo de don Juan Manuel

El caso de Juan Manuel es, como en todos los géneros que cultivó, particular. La tradición sapiencial se halla omnipresente en todos sus escritos. En uno de los listados de sus obras5, se le atribuye un Libro de los sabios ‒aparentemente una colección sapiencial‒ que en ocasiones se ha identificado con el llamado Libro de los proverbios que ocupa las partes II a IV de su Conde Lucanor6. Sin embargo, no es más que una hipótesis. Lo importante es advertir que Juan Manuel tiene una relación estrecha con esa tradición sapiencial trecentista. Su Conde Lucanor sufrió un largo proceso de elaboración. Según indica en los prólogos a las diversas partes, estas secciones de proverbios las compuso a pedido de don Jaime de Jérica una vez que había terminado su libro de “enxiemplos” (Taylor 1986). La crítica ha hecho denodados esfuerzos por desentrañar la forma de composición de esta sección. La diferencia mayor con el llamado Libro de enxiemplos estriba en una variación de estilo y no de contenido. En estos Libros de proverbios Juan Manuel dice lo mismo que en su Libro de enxiemplos pero de manera más oscura, más hermética. Y dicho hermetismo se logra aplicando los recursos que le ofrecía la retórica. Guillermo Serés (1993 y 1994a) aludió a la Rhetorica ad Heremnium pseudo ciceroniana y a la Institutio oratoria de Quintiliano; Carla De Nigris (2009) retrotrae estos ← 17 | 18 → recursos al manual Candelabrum de extensa difusión en la Península7. De una forma u otra, se ha intensificado en los últimos años una creencia en el retoricismo de los proverbios de Juan Manuel que se aleja de la idea expresada por Germán Orduna (1979) de una oscuridad inspirada en textos de tradición árabe (Bocados de oro y por sobre todo Poridat de las poridades)8. Ambas posturas coinciden, sin embargo, en otorgarle a Juan Manuel el papel de forjador de sus sentencias. Ellas son el fruto de su esfuerzo creador.

Las fuentes de los proverbios de Juan Manuel son mucho más impenetrables que las de sus enxiemplos. Sin embargo, aparte de algunos proverbios tomados de la Biblia o de refranes populares, Hermann Knust (1900) indicó que una parte importante de ellos está tomada de la obra Bocados de oro. Quisiera señalar en principio que ningún proverbio de los que inserta Juan Manuel en las pretendidas secciones II a IV de su Conde Lucanor se aleja de los parámetros normales de un estilo proverbial, según lo describí en otro trabajo (Bizzarri 2001). Todos los proverbios de Juan Manuel reproducen el estilo tradicional de las formulaciones sapienciales, un estilo que se basa más en una práctica que en las recomendaciones de la retórica. Lo que sí se puede observar es una distancia clara entre el proverbio tal como está formulado en Bocados de oro y la formulación manuelina. El noble ha dedicado una especial atención a no repetir la tradición, a no ser un eslabón más y anónimo de esa cadena.

Hay sentencias que Juan Manuel reproduce con gran aproximación como esta de Bocados de oro (Crombach 1971: 6): “Non fagades jurar a los mintrosos, ca avredes parte en el pecado quando lo sopieredes que perjuran”. La paremia posee dos partes. La primera tiene la forma de un consejo, encabezada por una forma exhortativa (verbo en subjuntivo); la segunda, es una glosa de ese consejo. A Juan Manuel le interesó tanto el consejo como su glosa, pero las funde en una expresión indivisible: “Qui faze jurar al que vee que quiere mentir ha parte en el pecado” (Serés 1994b: 240). Juan Manuel no ha modificado nada del contenido de la paremia, pero sí su forma de expresión. Rechaza la forma del consejo y le da más el sentido impersonal de una sentencia: pasa de la segunda persona de la enunciación al más impersonal qui y construye con más claridad una sentencia de dos miembros. ← 18 | 19 →

De la misma manera trabaja esta otra formulación: “El que te alaba con lo que non es en ti, non te aseguraras d’el, que te non denueste con lo que non es en ti” (Bocados, Crombach 1971: 13). En su versión Juan Manuel aplica el recurso retórico de la conversio: “Del que te alaba mas de cuanto es verdat, non te assegures de te denostar mas de cuanto es verdat” (Serés 1994b: 240). La sentencia conserva los mismos motivos que su versión precedente: la alabanza y el denuesto injustificados, pero Juan Manuel prefiere destacar el motivo de la verdad. La diferencia más marcada entre ambas está en la formulación. Mientras Bocados de oro ofrece una estructuración menos articulada, Juan Manuel construye una formulación claramente bimembre, donde su segundo miembro es más extenso y, por tanto, tiene el peso de la enunciación.

El recurso que más caracteriza las sentencias manuelinas es el de su tendencia a la brevedad, concepto que repite insistentemente en los prólogos a su ‘Libro de proverbios’. Obsérvese esta sentencia de Bocados de oro (Crombach 1971: 1): “¡E como es bien del pueblo quando el su rey es de buen seso e de buen consejo e sabio. E como es mal d’ellos quando le menguare una d’estas cosas!”. La sentencia de Bocados presenta una secuencia de virtudes: buen seso-buen consejo-sabio. Dos conciernen a la persona del rey (el seso y la sabiduría); una a su entorno (el consejo). La segunda parte de la sentencia presenta el efecto negativo de esta secuencia cuando una parte de ellas falta. Todo ello expresado bajo la forma de una exclamación. Juan Manuel, por el contrario, expresa: “Cuando el rey es de buen seso et de buen consejo et sabio sin malicia, es bien del pueblo; et el contrario” (Serés 1994b: 238). Una vez más Juan Manuel construye su sentencia sobre la base de una estructura bimembre, pero ahora es el primer miembro el más extenso y, por tanto, el que lleva la carga semántica más importante. Pero el noble, en su empeño de ceñirse a la brevedad de la expresión, exige la colaboración del lector y, por tanto, resume la parte segunda de la sentencia de Bocados en un simple “et el contrario”. Con sólo decir “et al contrario” el lector debe entender el daño que viene de un mal rey.

Otras veces una sentencia de Bocados de oro le podrá servir como molde para crear una nueva sentencia. Por ejemplo: “Los sesos dan los sesos” Bocados de oro (Bocados, Crombach 1971: 182). Se trata de una sentencia que Juan Manuel utiliza como si fuera un molde para expresar su propia sentencia: “Por el seso se mantiene el seso. El seso da seso al que non ha seso. Sin seso non se guarda el seso” (Serés 1994b: 244). Serés ha indicado que en esta sentencia Juan Manuel se vale del recurso retórico de la traductio, es decir, repetir una misma palabra con diversos sentidos. Pero Juan Manuel también trabajó la sentencia estructuralmente, pues construyendo una serie de estructuras paralelas, encadena el ← 19 | 20 → razonamiento. Una vez más la sentencia en Juan Manuel es una invitación a la reflexión y no una formulación que se acepta pasivamente. El autor crea, pero el receptor interpreta y entiende.

Los ejemplos más extremos de creación de sentencias los aplica Juan Manuel en los casos en que retoma una chreia y la transforma en una nueva sentencia9. La chreia es una sentencia enmarcada en un diálogo o pequeña narración. Mucho se ha hablado de la relación entre refranes y relatos breves (Bizzarri 2004: 135–154); en cambio, casi no se ha advertido la relación que también mantienen las sentencias con las formas narrativas. Juan Manuel desecha ese marco narrativo arrastrando a la sentencia a un proceso de abstracción. Véase el siguiente ejemplo:

E vio a un omne Loginem estar con buenos omes, e que les contava muy buenas razones, e dixole: ¿Non eres tu, el que solies comigo guardar el ganado en tal lugar? E dixole: Si, so. E dixole: ¿Pues quien te fizo llegar a este estado? E dixo: Dezir verdat e ser fiel, e non fablar de lo que non aprovecha Bocados (Crombach 1971: 147).

Juan Manuel retoma todos los elementos dispersos de esta chreia: el concepto de estado, la verdad, la fidelidad y el callar y las condensa en una formulación en la que aplica el recurso del asíndeton: “Usar la verdat, seer fiel et non fablar en lo que non aprovecha faz llegar a omne a grand estado” (Serés 1994b: 237). La sentencia manuelina “¡Como seria cuerdo qui sabe que ha de andar grand camino et passar fuerte puerto si aliviasse la carga et amuchiguase la vianda!” (Serés 1994b: 238) no es sino una síntesis de otra chreia de Longinem:

E quando Loginem llego a muerte, lloro, e dixole su fijo: ¿Por que lloras, padre, es por desmayamient o de la muerte o por pesar que dexas este mundo? E dixole: Non lloro yo por ninguna de las cosas que tu dizes; mas lloro por que he de andar grand camino e de pasar fuerte puerto, e llevo poco conducho e grant carga. E non se, si me aliviaran de aquella carga, ante que allegue al cabo de aquel camino o si non. E quando lo acabo de dezir, pasose Bocados (Crombach 1971: 156).

Juan Manuel retoma la idea del pasaje y la expresa en un tipo de sentencia que he denominado “exclamación con valor sentencioso” (Bizzarri 2001: 41–42). El hombre, peregrino, debe andar ligero de equipaje para pasar por este mundo. Pero esta sentencia protagonizada por el hombre en general, Juan Manuel la atribuye al ‘cuerdo’. El que toma esta actitud es el hombre cuerdo.

Juan Manuel no es un mero transmisor de sentencias. Él ha aprendido el “estilo proverbial” y lo aplica para darle a sus sentencias una nueva formulación, más adaptada a su pensamiento. Por eso hay sentencias sin paralelos evidentes ← 20 | 21 → que podemos considerarlas invención suya. “Ay verdat buena et ay verdat mala” (Serés 1994: 235) o “Todo omne es bueno, mas non para todas las cosas” (Serés 1994b: 239), “Del fablar viene mucho bien, del fablar viene mucho mal” (Serés 1994b: 238) y “Del callar viene mucho bien, del callar viene mucho mal” (Serés 1994b: 238), ¿acaso no dependen de esa contradicción que expresa la primera sentencia manuelina?: “En las cosas que ha muchas sentencias non se puede dar regla general” (Serés 1994b: 228). La suya es la única colección sapiencial que no transmite verdades eternas, sino opiniones personales. ¿Acaso la sentencia “El mas conplido de los omnes es el que cognosce la verdat et la guarda” (Serés 1994b: 229) no vuelve a presentar el tema del hombre perfecto ya desarrollado en el enxienplo 25? El proverbio, “Mas valdria seer omne soltero que casar con mujer porfiosa” (Serés 1994b: 231), calco evidente del refrán que inserta precedentemente, “Mejor seria andar solo que mal acompañado” (Serés 1994b: 231), ¿no retoma, acaso, el motivo del enxiemplo N° 35? Juan Manuel en su Libro de proverbios dirá lo mismo que en su Libro de enxiemplos, pero de forma más breve. La brevedad que con tanta insistencia alude en los prólogos de su Libro de proverbios, se une a esa tendencia a la abstracción que persigue Juan Manuel. De esta forma, el noble asume el lugar de los antiguos sabios. Él no reproduce una colección de dichos de sabios precedente, sino que crea una colección que es obra de su propio ingenio o porque inventa las sentencias o porque les da una nueva expresión.

2. Pero López de Ayala, expurgador de sentencias

La colección de dichos o florilegios era una compañía indispensable de la lectura o, mejor dicho, una consecuencia de ella. Muchas colecciones han nacido como expurgación de pasajes que el lector transformaba en ‘memorables’ y ‘ejemplares’. Podrían ofrecerse muchos casos de la tradición escolar, pero preferiría recordar uno más próximo a la tradición romance. Cuando Melibea, subida a la alta torre de su casa, dirige su discurso final a su padre, finaliza diciéndole:

La joven hace alusión a esa expurgación de citas guardadas como fruto personal de la lectura. Es de esperar que aquellas palabras, “colegidas y sacadas de aquellos antiguos libros”, a los que alude Melibea no fueran sino meras citas. Tenemos en el siglo XIV el caso de un expurgador de sentencias, lector seguramente mucho más inteligente que Melibea. Él no fue un reproductor pasivo, como sí lo debió ← 21 | 22 → de haber sido Melibea. En Pero López de Ayala, la lectura se constituye en un verdadero acto creativo. Para observar ello, es necesario ver la traducción que patrocinó de la obra de San Gregorio Magno, los Moralia in Job, contenida en los manuscritos de la Biblioteca Nacional de España 10136 a 10138. El Canciller tuvo una especial predilección por la obra del santo. En las 1000 últimas coplas de su Rimado de Palacio hace tres paráfrasis de esta obra y en el período final de su vida, entre 1382 y 1389, realizó un florilegio de pasajes gregorianos, sus Flores de los Morales de Job. Ayala buscó respuesta en el texto gregoriano a la crisis que le planteaba su época, crisis política y religiosa10.

Details

Pages
434
Year
2018
ISBN (PDF)
9783631762967
ISBN (ePUB)
9783631762974
ISBN (MOBI)
9783631762981
ISBN (Hardcover)
9783631761441
DOI
10.3726/b14461
Language
Spanish; Castilian
Publication date
2019 (April)
Keywords
Lingüística diacrónica Historiografía hispánica Lingüística hispánica contrastiva Historiografía hispánica contrastiva Literatura medieval Lexicografía histórica Tradiciones discursivas Morfosintaxis histórica Pragmática histórica
Published
Berlin, Bern, Bruxelles, New York, Oxford, Warszawa, Wien, 2018. 434 pp., 3 fig. b/w, 23 tables, 1 graph

Biographical notes

Maria Teresa Echenique Elizondo (Volume editor) Angela Schrott (Volume editor) Francisco Pla Colomer (Volume editor)

María Teresa Echenique Elizondo es catedrática de la Universidad de Valencia desde 1987, tras su paso por la Universidad Complutense de Madrid, Universidad de Valladolid y Universidad Autónoma de Madrid. Dirige el grupo de HISLEDIA. Sus principales líneas de investigación son la historia de la lengua española y su contacto con otras modalidades (principalmente con la lengua vasca). Angela Schrott es catedrática de lingüística románica de la Universidad de Kassel desde 2007. Sus principales campos de investigación son la los tiempos y aspectos en las lenguas románicas, la pragmática histórica, el análisis conversacional, el análisis del discurso, la lingüística del texto y las tradiciones discursivas. Francisco Pedro Pla Colomer es profesor de Lengua Española de la Universidad de Jaén desde 2016. Ha sido docente e investigador en la Universidad de Valencia y la Universidad de Augsburgo y es miembro de HISLEDIA y ALTYA. Su investigación se enmarca en la Historia de la Lengua y la Métrica.

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Title: Cómo se “hacen” las unidades fraseológicas: continuidad y renovación en la diacronía del espacio castellano
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