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Del idealismo al realismo crítico. La política como realización en José Ortega y Gasset

by Dorota Leszczyna (Author)
©2020 Monographs 218 Pages

Summary

El objetivo de este libro es presentar la idea de la política como realización en José Ortega y Gasset. Según el filósofo español, la "realización" supone un "imperativo supremo" que define el campo de la política y que lo diferencia de la ciencia. Mientras esta última, por su carácter reflexivo, puede contener ciertos elementos utópicos, como: el pensamiento more geométrico, racionalismo o idealismo, así la política no puede permitirse una pura contemplación o permanecer en el mundo de ideas puras ni su perfeccionamiento en la mente, sino tiene que realizarlas, darles cuerpo en el acto de actuar, o sea, referirse a las cosas mismas.

Table Of Contents

  • Cubierta
  • Título
  • Copyright
  • Sobre el autor
  • Sobre el libro
  • Esta edición en formato eBook puede ser citada
  • ÍNDICE
  • INTRODUCCIÓN
  • 1 Fundamentos
  • 2 El concepto de “política” y su definición en Ortega
  • 3 Objetivo e hipótesis
  • 4 Método y breve estado de la cuestión
  • 5 Estructura
  • CAPÍTULO 1 HACIA LA REALIZACIÓN DE LA ÉTICA POLÍTICA: EL SOCIALISMO IDEALISTA DEL JOVEN ORTEGA EN LOS AÑOS 1902–1910
  • 1 Positivismo, regeneracionismo y krausismo. Primeras fuentes intelectuales, pedagógicas y políticas del joven Ortega
  • 2 Primeros pasos hacia la filosofía alemana: la influencia de Friedrich Nietzsche
  • 3 Las fuentes filosóficas del pensamiento político del joven Ortega: la ética, la pedagogía y el socialismo idealista de la escuela de Marburgo48
  • 4 Entre liberalismo y socialismo: la reforma liberal y social del joven Ortega
  • 4.1 La reforma liberal
  • 4.2 La reforma social
  • 5 La europeización de España: el joven Ortega vs. la Generación del 98
  • 5.1 La polémica de Ortega con Miguel de Unamuno
  • 5.2 La polémica de Ortega con Ramiro de Maeztu85
  • 6 El programa de la pedagogía social según el joven Ortega
  • 7 Conclusiones
  • CAPÍTULO 2 DEL MUNDO IDEAL AL MUNDO DE LA VIDA. LA FILOSOFÍA Y LA POLÍTICA CIRCUNSTANCIAL DE ORTEGA EN LOS AÑOS 1911–1915
  • 1 Entre el idealismo y la fenomenología. La época de transición en Ortega y su influjo en su empresa política
  • 2 En búsqueda de un nuevo suelo filosófico: la segunda estancia de Ortega en Marburgo y el programa intelectual del Grupo del 11108
  • 2.1 Crítica del Grupo del 11 al neokantismo
  • 2.2 El programa intelectual del Grupo del 11
  • 3 La filosofía política de Ortega. El abandono del socialismo y la aproximación a la ideología liberal
  • 4 Del liberalismo socialista al liberalismo nacional y vitalista
  • 5 La cultura en el horizonte de la fenomenología
  • 6 La filosofía como comprensión e integración y su papel en la empresa social y política de Ortega
  • 7 La política como actitud histórica. La Liga de Educación Política Española y su misión nacional
  • 7.1 La base ideológica
  • 7.2 Los objetivos
  • 7.3 Los métodos de actuación
  • 8 Conclusiones
  • CAPÍTULO 3 LA FILOSOFÍA Y LA POLÍTICA REALISTAS DE ORTEGA EN LOS AÑOS 1916–1927
  • 1 El nacimiento de una nueva sensibilidad vital. El perspectivismo orteguiano y su resonancia política
  • 2 La crítica de las neofilosofías. El concepto de “superación” y su papel en la filosofía realista de Ortega
  • 3 El proyecto orteguiano de la pedagogía vital y su misión política
  • 4 El proyecto orteguiano de superación del idealismo práctico193
  • 4.1 El idealismo práctico y su superación en el proyecto pedagógico de Ortega. España invertebrada y la diagnosis de la vida nacional española
  • 4.2 La crítica orteguiana del liberalismo abstracto206
  • 4.3 La política realista de Ortega
  • 5 Conclusiones
  • CAPÍTULO 4 LA FILOSOFÍA Y LA POLÍTICA RACIOVITALISTAS DE ORTEGA Y SU PERSPECTIVA EUROPEA EN LOS AÑOS 1928–1955
  • 1 Hacia la realidad radical. La vida y sus categorías222
  • 1.1 La vida como el punto de partida de la filosofía
  • 1.2 Las categorías de la vida
  • 2 La razón vital e histórica de Ortega. La influencia de Wilhelm Dilthey
  • 3 La razón histórica y la crisis de la cultura occidental
  • 3.1 Las causas de la crisis europea: la aparición del hombre masa
  • a) El hecho de la aglomeración y la subida del nivel histórico
  • b) La falta de la conciencia histórica y la barbaridad de la especialización
  • 3.2 Los síntomas de la crisis europea: el dominio del Estado
  • 3.3 Los remedios para superar la crisis europea: la filosofía y su misión social y política
  • 3.4 La duda y su misión en el renacimiento de la civilización europea
  • 4 La política nacional en el pensamiento maduro de Ortega
  • 4.1 El liberalismo y la República
  • 4.2 La conciencia política y la conciencia histórica
  • 5 Los medios para salvar la civilización occidental: la unidad europea en los textos tardíos de Ortega
  • 6 Conclusiones
  • EPÍLOGO
  • Bibliografía

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INTRODUCCIÓN

1 Fundamentos

José Ortega y Gasset (1883–1955) es uno de los más significativos e importantes filósofos españoles en la historia de este país1. Adquiere fama por ser el autor de la doctrina del raciovitalismo, un excelente articulista y lúcido observador de las transformaciones que afectan a la realidad cultural, social y política. La actividad intelectual de Ortega toma como misión “construir una nación sobre las ruinas” (Sencillas reflexiones, I: 379), es decir, una España nueva y vital2. España es para él “el primer término de su circunstancia, como el último es… tal vez la Mesopotamia” (Prólogo para alemanes, IX: 161); por ello, de acuerdo con su lema filosófico, salvarla conlleva salvarse a sí mismo; en tanto su propio destino lo entiende vinculado al destino de su pueblo; el cual a su vez se realizará a través de su europeización.

Europa significa para Ortega una tradición filosófica y científica, basada en el concepto de la razón, cuya manifestación más alta es la cultura germánica3. Los ←13 | 14→alemanes crearon una cultura puramente científica y metódica, sustituyendo la espontaneidad por la pedantería.

“¿Qué quiere decir esto? –pregunta el filósofo madrileño Quiere decir que, frente a Inglaterra y Francia, la cultura alemana se caracteriza por su impersonalidad, que sus progresos no son debidos a una genialidad del instinto étnico, sino que se ha agenciado un sistema de energías artificiales, reflexivas, técnicas, con que ha corregido sus defectos individuales y potenciado sus ímpetus nativos. La famosa pedantería germánica no consiste en otra cosa: cuando el individuo no reacciona conforme a su espontaneidad, sino que para tomar una resolución teórica o práctica sale de sí mismo y suplanta su yo por un yo artificial, normal, por un yo académico, un yo científico, nos parece una pedantería” (Una respuesta a una pregunta, I: 462).

Ortega reconoce en la pedantería germánica una oportunidad para la cultura española que teme perder su autonomía espiritual, que no ofrecen la cultura inglesa ni la francesa; las cuales no se pueden absorber “sin anglosarse o afrancesarse, sin extranjerizarse” (Ibíd.). Sí es posible, en cambio, en el caso de la cultura plenamente impersonal –es decir, en el caso de la cultura germánica. Por ello, los españoles han de convertirla en su propia idea educativa para establecer su disciplina intelectual y su cultura de ideas. Según Ortega, España es el problema y Europa, sobre todo Alemania, la solución. Sin embargo, ello no tiene que ver con una imitación; España no puede imitar la cultura germánica, sino que tiene que apropiársela, generando así una nueva interpretación. De este modo, España tendrá su propio papel dentro de Europa que cumplir porque:

“Europa, cansada en Francia, agotada en Alemania, débil en Inglaterra, tendrá una nueva juventud bajo el sol poderoso de nuestra tierra. España es una posibilidad europea. Solo mirada desde Europa es posible España” (España como posibilidad, I: 337).

Las circunstancias españolas que determinan el pensamiento de Ortega le llevan, de forma natural, a involucrarse en los problemas políticos nacionales y a ser uno de los más importantes activistas a favor del interés de la II República de establecer en España una sociedad civil consciente de sí misma y de las necesidades históricas de su nación4. Ortega es cofundador de formaciones políticas tales ←14 | 15→como: La Liga de Educación Política Española de 1913 y La Agrupación al Servicio de la República de 1931; y en los años 1931–1932 es diputado de las Cortes Constituyentes por la provincia de León, participando en la elaboración de la Constitución de 1931. Sin embargo, tiene razón Pedro José Chamizo Domínguez cuando establece que:

“una vez más, se repite la paradoja de todo filósofo «metido en política», pues en las Cortes se le oye pero no se le escucha ni se le sigue. La desilusión que le produce la vida de diputado lo lleva pronto a retirarse de la política activa y a disolver la Agrupación”5.

Las causas de esta realidad son varias6. La más importante es que la visión orteguiana de la política es bien diferente a la tradicional. En tanto la política electoral, parlamentaria y gubernativa consiste en conquistar votos y, en consecuencia, el poder de legisladores y de gobernantes, Ortega tiene un concepto más amplio de “política”, que abarca toda una serie de acciones encaminadas a socializar la vida nacional. La política, así, sería un motor que activa a los individuos para que realicen cada día su propia vida y, a la vez, la idea y las posibilidades de su nación.

2 El concepto de “política” y su definición en Ortega

Ortega está convencido de que la falta de un ambiente social constituido, que caracteriza la vida española, hace que los individuos no se sientan comprometidos con las cuestiones sociales y políticas, como no se sienten comprometidos con su vida y con su vocación. Esta intervención civil en la vida nacional, en el “problema de España”, requiere implantar en la mentalidad de los españoles una actitud abierta, integradora y creativa frente a la realidad, basada en una disciplina intelectual y en un pensamiento sistemático. En suma, requiere educarlos en la cultura concebida como un conjunto o sistema de ideas firmes y claras sobre lo que es el Universo; “Cultura –establece Ortega– es el sistema vital de las ideas en cada tiempo”. Esto significa que es necesario ejercitar en España la vida intelectual, social y política a la altura de los tiempos y muy especialmente “a la altura de las ideas del tiempo” (Misión de la universidad, IV: 538).

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Para conquistar este nivel de la vida española es imprescindible contaminar a los individuos con entusiasmo y extender los contornos del concepto de “política”. Según Ortega, la política tradicional, cuyo objetivo consiste en ejercitar el poder, es una función externa de la vida, una actividad de tercera fila muy superficial. Por ello, los problemas políticos son siempre un síntoma de una enfermedad mucho más profunda y grave –una enfermedad de la nación, su “anemia vital” (Otra manera de pensar, III: 37). El remedio para curarla vendría de dotar a la política de una misión educativa porque, como afirma Ortega:

“Si educación es transformación de una realidad en el sentido de cierta idea mejor que poseemos y la educación no ha de ser sino social, tendremos que la pedagogía es la ciencia de transformar las sociedades. Antes llamamos a esto política: he aquí, pues, que la política se ha hecho para nosotros pedagogía social y el problema español un problema pedagógico” (La pedagogía social como programa político, II: 97).

Esta política que postula proyectar y transformar la realidad nacional se llama “política de realización”. El concepto clave que la determina es, pues, el de “realización”; que significa, según las palabras de Ortega: “el mandamiento supremo que define el área política” (Entreacto polémico, III: 800). El filósofo madrileño, dialogando con Hegel, retoma con ello sus conceptos de “realización” y “finalidad interna” (innere Zweckmäßigkeit). Considera que el fin contiene en sí la actividad de realización –Hegel lo llama Tätigkeit des Realisierens–, lo que permite superar el carácter subjetivo del fin y convertirlo en algo objetivo7. Ortega, como antes Hegel, establece que el ideal no puede ser abstracto y vano, sino que tiene que realizarse. Sin embargo, a diferencia de Hegel, definirá la conexión de ideal y realización. Mientras que Hegel “saca lo real de lo ideal, disolviendo lo concreto en la abstracción” (Ortega-Unamuno, 1987: 182)8, Ortega buscará los ideales en las cosas mismas. Así, aparecerá en él un proyecto para superar la antigua “política de ideas”, negando su contenido subjetivista, elevándola al nivel de la realización.

El error de la política idealista consiste en extraer subjetivamente de nuestras cabezas los ideales y subordinar la realidad a las ideas, cayendo en la trampa de lo que “debe ser”, típica del subjetivismo práctico (España invertebrada, III: 486–488). La alternativa que propondrá Ortega es una política realista, la cual “no rechaza el ideal, no va contra él, sino que le impone concreción y disciplina” ←16 | 17→(Entreacto polémico, III: 800); de modo que no lo saca subjetivamente de nuestros deseos, sino objetivamente de las cosas. Así, este tipo de política intenta desarrollar y perfeccionar un potencial que ya posee cada nación; y, en lugar de aceptar la realidad nacional, postula transformarla según las ideas extraídas de su “contextura real” (España invertebrada, III: 487).

El concepto de “realización” es muestra, a mi parecer, de la evolución de la filosofía orteguiana tanto en el ámbito metafísico como en el social-político. En ambos, transcurre Ortega de las posiciones idealistas, que caracterizan su filosofía juvenil, al realismo crítico que determina su pensamiento maduro y que según sus palabras es “una actitud mucho más exigente” (Entreacto polémico, III: 800). El realismo crítico significa hacer filosofía más allá del idealismo y el realismo ingenuo. Por ello, requiere superar las limitaciones de ambas teorías y establecer su síntesis más alta. Ortega considera que el tema de su tiempo es “juntar en una síntesis a Aristóteles y a Descartes, y al juntarlos evadirse de ambos” (La filosofía de la historia de Hegel y la historiología, V: 245).

El concepto de “superación” nos lleva directamente, como el de “realización”, a la filosofía de Hegel, en la que aparece el término Aufhebung, de doble sentido, que significa tanto “conservar, mantener, como, al mismo tiempo, dejar concluir, poner un final9. Así, la superación no significa una simple negación, sino una negación determinada, que es un motor de la dialéctica hegeliana. Hegel demuestra que en el mundo de las ideas cada concepto nuevo, más alto, contiene en sí todos los anteriores, los integra, pero además trae consigo un contenido nuevo, más amplio, que confirma el carácter evolutivo de este sistema. Ortega, eliminando de la dialéctica de Hegel un elemento puramente racional, lógico y escolástico, retoma su mecanismo, basado en el concepto de Aufhebung, convirtiéndolo en una “asimilación integradora”, para llevar a cabo su proyecto de integrar, y con ello superar, idealismo y realismo.

El concepto de Aufhebung, modificado y expresado por Ortega a través de la palabra castellana “superación”, se revela como una base de la política de realización, que evita los extremos del idealismo y el realismo políticos.

La encarnación del idealismo en el área política es el liberalismo abstracto, cuyo error consiste en afirmar la vana idea de libertad. La libertad, si se la trata ←17 | 18→como una idea pura, a priori y fuera del espacio y del tiempo, no es más que una forma que necesita un contenido. Por ello, Ortega criticará el lema fundamental de los liberales: “Libertad ante todo”, que conduce a la abstracción, al puro formalismo. La libertad solitaria es como “un vaso inane” (Vaguedades, III: 791) con el que no se puede hacer nada. Así, establecerá Ortega otro lema para definir su visión política: “La libertad con todo, con todo lo que España necesita urgentemente, y que puede resumirse en la voluntad exaltada, gigante, jocunda de hacerse una nación fortísima y alegre” (Ibíd.). El adjetivo “liberal” debe ser dotado del sustantivo; de modo que la política, antes de ser liberal, tiene que ser política en realidad. Esto significa que es imprescindible convertirla en una actitud histórica, es decir, en una política que es consciente de la vida de la nación, sus necesidades y limitaciones. Ortega postula una política consciente de sí misma, que indaga en el “espíritu” de su nación, y conoce bien su “sustancia”. Comprende que la historia no es “la historia de las batallas, ni de los jefes de Gobierno, ni de los Parlamentos; no es la historia de los Estados, que es el cauce o estuario, sino de las vitalidades nacionales, que son los torrentes” (Vieja y nueva política, I: 718). Por ello, la idea de libertad que proclaman los liberales tiene carácter utópico e inútil. Para convertirla en algo positivo, es imprescindible realizarla a partir de la contextura real de la vida de la nación. La libertad requiere realizarse en la actividad social y política.

“La política –afirma Ortega– es tanto como obra de pensamiento obra de voluntad; no basta con que unas ideas pasen galopando por unas cabezas; es menester que socialmente se realicen, y para ello que se pongan resueltamente a su servicio las energías más decididas de anchos grupos sociales” (Vieja y nueva política, I: 711).

Details

Pages
218
Year
2020
ISBN (PDF)
9783631798102
ISBN (ePUB)
9783631798119
ISBN (MOBI)
9783631798126
ISBN (Hardcover)
9783631798096
DOI
10.3726/b15993
Language
Spanish; Castilian
Publication date
2019 (December)
Keywords
Racio-vitalismo Vida Filosofía Liberalismo Socjalismo Superación
Published
Berlin, Bern, Bruxelles, New York, Oxford, Warszawa, Wien, 2020. 218 p.

Biographical notes

Dorota Leszczyna (Author)

Dorota Maria Leszczyna es Doctora habilitada en Ciencias Humanas (Filosofía) por la Universidad de Toruń y Doctora en Ciencias Políticas por la Universidad de Alicante. Desde 2011 es profesora adjunta en el Departamento de la Filosofía Moderna en el Instituto de Filosofía de la Universidad de Wrocław. Ella también es una ganadora de la Beca del Ministro de Ciencia y Educación Superior de Polonia para los jóvenes investigadores cuya investigación se destaca en el ámbito internacional (en los años 2015-2018).

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