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Ama y haz lo que quieras

Elementos para el estudio del amor en Agustín de Hipona

by Julián Ignacio López (Author)
©2022 Monographs XIV, 312 Pages

Summary

En este libro se ofrece un análisis exhaustivo del amor en la obra de Agustín de Hipona en cuatro secciones. En primer lugar, se presenta la centralidad del amor en la obra de Agustín de Hipona a través de un sucinto abordaje de las grandes áreas de su pensamiento en clave amorosa. En segundo lugar, explotando toda la riqueza conceptual del pensamiento agustiniano, se analizan cada uno de los términos utilizados por el Doctor de Hipona para referirse al amor: orden (ordo), peso (pondus), caridad (caritas), concupiscencia (cupiditas), eros y agape. En tercer lugar, se exponen los cuatro grandes amores: el amor al mundo, el amor a uno mismo, el amor al prójimo y el amor a Dios. Finalmente, se propone la tesis central de toda la investigación: el amor perfecto es una única realidad que integra los cuatro amores (Dios, uno mismo, el prójimo y el mundo). De este modo, se sugiere que los diversos términos utilizados por Agustín para describir al amor no son opuestos sino complementarios, pues reflejan o destacan distintos aspectos de una misma realidad. El libro puede usarse en cursos de grado y posgrado de filosofía cristiana, filosofía medieval, patrística. También puede ser de utilidad para toda persona interesada en la filosofía agustiniana con cierta formación previa.

Table Of Contents

  • Cubierta
  • Título
  • Copyright
  • Sobre el autor
  • Sobre el libro
  • Esta edición en formato eBook puede ser citada
  • Dedication
  • Índice
  • AGRADECIMIENTOS
  • PRÓLOGO
  • INTRODUCCIÓN GENERAL
  • AGUSTÍN DE HIPONA: SU OBRA Y SU PERSONA
  • EL AMOR EN EL PENSAMIENTO DE AGUSTÍN
  • PRESENTACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN Y ESTADO DE LA CUESTIÓN
  • I. LA CENTRALIDAD DEL AMOR EN EL PENSAMIENTO DE AGUSTÍN DE HIPONA
  • EL AMOR: CLAVE DE INTERPRETACIÓN DE LA FILOSOFÍA AGUSTINIANA
  • 1. Metafísica: Bondad de los seres, creados por amor
  • 2. Gnoseología y antropología
  • 3. Pasiones, virtudes y felicidad: la ética agustiniana del ordo amoris
  • 4. Catequesis, hermenéutica y política: otros ámbitos a la luz del amor
  • 5. Dios, el mundo y el hombre: una mirada universal
  • II. LA CONCEPTUALIZACIÓN DEL AMOR
  • INTRODUCCIÓN
  • UNA PRIMERA APROXIMACIÓN: EL AMOR-PONDUS Y EL DILIGERE AGUSTINIANO
  • EL AMOR COMO CARITAS Y CUPIDITAS
  • EL AMOR COMO FRUI Y UTI
  • EL AMOR COMO EROS Y AGAPE
  • III. ¿QUÉ AMAMOS CUANDO AMAMOS? LOS CUATRO OBJETOS DEL AMOR HUMANO
  • INTRODUCCIÓN A LA SECCIÓN
  • 1. EL AMOR AL MUNDO
  • La bondad ontológica del mundo
  • Problemas y desafíos del amor al mundo
  • Dios y el mundo: ¿oposición o complemento?
  • ¿Cómo amar ordenadamente al mundo?
  • El frui relativo del mundo
  • 2. EL AMOR PROPIO
  • El valor del cuerpo en el amor propio
  • El lugar del cuerpo en la jerarquía de amores
  • ¿Qué entiende Agustín por amor propio?
  • 3. EL AMOR AL PRÓJIMO
  • El prójimo como bien intermedio
  • El amor al prójimo a la luz del binomio uti-frui
  • El valor de la amistad
  • 4. EL AMOR A DIOS
  • El hombre está hecho para Dios
  • Dios y el mundo
  • La centralidad del amor a Dios
  • El amor a Dios a través de sus obras
  • IV. RELACIÓN DE AMORES: UNA MIRADA INTEGRAL
  • CONCLUSIONES
  • BIBLIOGRAFÍA
  • ÍNDICE



Agradecimientos

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Esta investigación no hubiese sido posible sin la ayuda y el apoyo de muchas personas e instituciones. En primer lugar, les agradezco al Dr. Fernando Soler y al Dr. Samuel Fernández por haberme dado la posibilidad de realizar una estadía de estudio en la prestigiosa Universidad Católica de Chile, sin la cual no hubiese podido acceder a la inmensa mayoría de la bibliografía utilizada para este estudio.

También le agradezco a mi director de tesis, el Dr. Gerald Cresta, por la paciencia y dedicación con la cual me ha acompañado a lo largo de toda mi investigación. Sus sugerencias y comentarios, tan agudos como amables, fueron cruciales para el fortalecimiento y la sistematización del argumento de esta tesis.

Por otro lado, le agradezco también al equipo de trabajo y a las autoridades de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Católica Argentina, mi casa de estudios, por el asesoramiento brindado a lo largo de toda mi carrera académica. Asimismo, también les agradezco a los miembros del jurado que evaluaron esta tesis doctoral, Dra. Fernanda Ocampo, Dr. Álvaro Perpere y Dr. Héctor Delbosco, por sus amables devoluciones y por haber recomendado la publicación de este trabajo.

Por último, mi más profundo agradecimiento a mi esposa, Belén Palau Posse, cuyo apoyo y acompañamiento incondicional me permitieron concretar muchos ←ix | x→de mis logros, entre ellos, mis estudios doctorales. Además de ser para mí una fuente inagotable de alegría y vitalidad la presencia de Belén en mi vida siempre representó una vía directa de reencuentro con mi vocación más profunda y mi amor a la filosofía.



Prólogo

←x | xi→

Dos afirmaciones de san Agustín han tenido particular fortuna a lo largo de la historia del pensamiento. La primera dice: “Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti” (Confessiones 1, 1), la segunda: “Ama y haz lo que quieras” (Homiliae in 1Io 7,8). La frecuente repetición las ha vuelto evidentes, y sin embargo, por el desgaste del uso es conveniente una consideración atenta para rescatar lo que subyace y no es evidente. Ambas frases se refieren al amor.

La frase del libro de las Confesiones nos habla del amor como del fin último de la existencia humana y de esa “inquietud” del corazón que es el estado del hombre en su recorrido hasta alcanzarlo. No se trata de turbación, sino de un estado de “no-quietud”, de “no- reposo”, de constante movimiento. Este estado conforma el ritmo de su existencia. Todo hombre –incluso quien no es consciente de ello– busca ese bien que intuye como el auténtico reposo. Es, en las palabras del salmo, el “abismo” que “llama a otro abismo”: el abismo del amor infinito de Dios llama al abismo finito del amor humano y lo pone en movimiento para que desde la experiencia del amor humano y terreno alcance al amor divino y eterno. Ese ritmo está marcado por la manifestación del amor de Dios en el amor humano, y por la infinitud de ese Dios, cuyo amor se deja experimentar por analogía para ←xi | xii→que el hombre lo conozca; y a un tiempo –por ser inagotable– cada encuentro con ese amor despierta el deseo de seguir buscando.

La segunda frase –tomada de las Homilías sobre la primera carta de san Juan– se presenta como formalidad crítica de ese recorrido. En efecto, podríamos glosarla de la siguiente manera: “eres libre de hacer lo que quieras, lo único que no puedes hacer es no amar”. En el camino signado por la “inquietud” del corazón, el hombre –como la “paloma” del salmo– avanza posándose, para recobrar sus fuerzas, sobre amores humanos y terrenos que le hablan del amor, pero que no son el Amor y no calman su inquietud. Este momento crítico impide que el hombre se detenga en su marcha creyendo que ya ha llegado a la meta.

Se trasluce aquí una imagen de hombre como homo viator, para cuyo peregrinar el amor constituye fundamento, sentido y alimento, al mismo tiempo que esconde el peligro y la tentación. De aquí la riqueza de la reflexión agustiniana sobre el amor, tal y como la encontraremos en las páginas siguientes.

***

Una segunda consideración, de carácter metodológica. Quien pretenda estudiar la obra de un autor de la envergadura de Agustín debe enfrentar dos dificultades de método. Es bueno que sea consciente de ello.

En primer lugar, debe dialogar con “toda” la obra del autor, pues se corre el riesgo de absolutizar las afirmaciones de un período de su pensamiento sin considerar la historia de su maduración intelectual. Agustín nos pone en guardia sobre este peligro en el prólogo del libro De las retractaciones y, sin embargo, muchos agustinismos a lo largo de la historia han acentuado un solo aspecto o una sola época del pensamiento del Hiponense. Pensemos en Descartes, Pascal, Hegel, Kierkegaard.

La segunda dificultad está en la necesidad de mantener un diálogo crítico con la historia de los estudios acerca de dicho autor. En el caso de Agustín, la historia de los estudios acerca de su pensamiento descuella por su magnitud. También entre los estudiosos encontramos quienes han preferido privilegiar una imagen estática del pensamiento de Agustín, proponiéndonos, por ejemplo, la imagen del Agustín antipelagiano sin equilibrarla con el pensamiento del Agustín antimaniqueo, perdiendo de vista, así, el contexto en que se desarrolló su pensamiento; contexto que, en ambos casos, era polémico y no puede considerarse fuera de la controversia en la que vieron la luz.←xii | xiii→

***

El estudio que tenemos en nuestras manos ha sabido capear las muchas dificultades y peligros implicados en tal investigación. Ha superado las dificultades metodológicas, recorriendo pacientemente las obras del obispo de Hipona y dialogando con la historia de la recepción y estudio del pensamiento de Agustín.

Ha superado también las dificultades que se le ofrecían en cuanto al contenido: ante la riqueza y polisemia de la palabra “amor” y la variedad de los términos que usa el Hiponense para describir la múltiple experiencia del amor: eros, agape, philia, dilectio, amor-entrega, amor-olvido-de–sí–mismo, amor en la noche del corazón y en la luz del consuelo, el estudio que hoy nos entrega Ignacio López presenta las relaciones entre el amor cósmico y el amor personal, el amor fruto de la carencia y el amor que nace de la sobreabundancia, el amor como virtud humana y como virtud del “cristiano” –a la manera como san Agustín entiende que el ser cristiano es ser “otro Cristo”, Cristo mismo–: el amor en la unión esponsal y en la paradoja y el escándalo de la cruz. De esta manea nos ofrece una compleja y rica reflexión acerca de aquello que constituye el núcleo de la existencia humana y que conforma y determina su contexto y su mundo.

José Luis Narvaja, S.J.

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Introducción general

Agustín de Hipona: Su obra y su persona

La historia del pensamiento siempre ha reconocido en Agustín de Hipona a uno de sus grandes patrimonios, quien a partir del siglo V de la era poscristiana se ha convertido en una autoridad de consulta obligatoria para un sinfín de cuestiones humanistas. El pensamiento cristiano ha sido aún más agradecido y considerado con San Agustín, encontrando en él no solo un gran filósofo y teólogo, sino también una personalidad extraordinaria, luminosa y digna de imitación para todos los testigos de Cristo. Su persona no solo irradia santidad, sino que, además, se ha ganado con toda justicia importantes reconocimientos como el de ser un gran Padre de la Iglesia y uno de los primeros Doctores de la Iglesia Occidental.

Profundo y complejo, aunque sumamente interesante y apasionante, el pensamiento de este excepcional teólogo del Norte de África atrajo sin interrupción a lo largo de los siglos el interés de investigadores y estudiosos de todas partes del mundo, quienes buscaron conocer lo que él conoció, para amar como él amó y vivir y como él vivió. Sus reflexiones encarnadas y su pluma sedienta de verdad han suscitado tanto grandes conversiones cuanto acalorados debates en torno al modo adecuado de comprender la realidad. Desde pequeño anhelante de una vida plena y llena de sentido, todas sus virtudes intelectuales y su admirable ←1 | 2→intensidad pasional y afectiva siempre tuvieron un único fin: conocer la verdad y practicarla. Asimismo, también comprendió con rapidez que la Verdad y el Bien no son solamente para uno mismo, sino que deben ser transmitidos y compartidos. Afianzado a esta convicción, puede decirse que su única preocupación siempre ha sido alcanzar el estado más perfecto del hombre y la salvación de las almas.

En esta búsqueda de verdad, su profunda intuición ha hecho que sus reflexiones calaran hasta lo más hondo de la cuestión planteada, no habiendo en su pensamiento planteos superficiales ni ámbitos de la realidad precariamente indagados. Todo lo que existe ha caído bajo su intelecto, y todas sus ideas van hasta el corazón del problema, llegando así, sin importar el punto de partida, siempre a las preguntas fundamentales, a la razón de ser de las cosas, al diálogo con la existencia misma y al encuentro con el sumo Ser. Es por esta profundidad y seriedad con la cual siempre se propuso reflexionar, sumado, por supuesto, a la brillantez de su mente y a la nobleza de su corazón, que pudo encontrar en todas las áreas del pensamiento humano, hasta en la temática más recóndita, un elemento común: el amor.

El amor en el pensamiento de Agustín

El amor es para Agustín de Hipona una realidad universal: donde hay ser, está el amor en alguna de sus múltiples formas y sentidos. Tal vez sea este carácter universal y multifacético del amor lo que lo vuelve realmente difícil de conceptualizar y definir, debiendo Agustín elaborar diversas formas de referirse a él, según sea el modo en que se manifieste. Para el Hiponense el amor no es una aparición más del ser, como si se dijera que, así como el ser en tanto apetecible es el bien, y en tanto inteligible es la verdad, así también, el ser en tanto algo sería el amor; no. Para Agustín el amor es la manifestación más plena y luminosa del ser de las cosas, su forma más completa, de modo tal que no resalta un aspecto sobre otros, sino que los incluye a todos. Este es el carácter integral del amor: lo abarca y lo explica todo.

Es por esto por lo que el amor es la piedra angular de todo el pensamiento agustiniano. De sigilosos pasos, muchas veces imperceptibles, siempre se encuentra detrás de todas las grandes y pequeñas teorías y doctrinas de Agustín, funcionando como un andamiaje oculto que todo lo sostiene y todo lo abarca. El gigantesco conjunto de reflexiones elaborado por el Doctor de Hipona se vuelve complejamente indescifrable, contradictorio o aparentemente endeble si se lo ←2 | 3→aborda al margen del fenómeno del amor, sea cual fuere la sección que se esté estudiando. Y es que el amor no solo le otorga sentido y contenido a cada una de ellas, sino que, además, es lo que salvaguarda la coherencia de todo el sistema, siendo la clave de transferencia de un área del pensamiento a otra: todo se explica a través del amor.

Si se escogen las grandes secciones de la filosofía y la teología, clásicamente subdividas, se encontrará que para Agustín todas pueden interpretarse a partir del amor. Así, lo más profundo que puede decirse del sumo Ser es que Él es Amor. De Él surge la creación, es decir, todos los seres finitos que existen, cuya razón de ser es precisamente un acto de amor. El hombre sigue la misma lógica por estar dentro de ese orden cosmológico. Pero no solo sucede que su origen se funda en un acto de amor, sino que, además, por haber sido creado como un ser personal, imagen y semejanza del primer principio personal divino, tiene la posibilidad de autodefinirse y desarrollarse ontológicamente por medio de su amor.

En continuidad con esto, tanto la gnoseología como la ética agustiniana están íntimamente vinculadas al mismo fenómeno: conocer significa detectar el verdadero valor de las cosas para poder amarlas en su justa medida, siendo la clave de la ética la reproducción en el alma del orden cosmológico. El amor creativo de Dios otorga más ser a lo que ama más. La plenitud del hombre y su recto obrar está en detectar dónde está ese amor divino con mayor intensidad (gnoseología) y reproducirlo en el alma (ética), para aprovechar esa riqueza ontológica y desarrollarse como persona (metafísica y antropología).

Interesa para el presente trabajo no tanto el carácter universal del amor, en un sentido aislado, cuanto su carácter integral. Dicho de otro modo, el verdadero valor del amor no radica tanto en su aptitud para explicar todas las cosas, sino en su capacidad de integración, es decir, en su aptitud para explicar todas las cosas a la vez. El amor no es simplemente un concepto intercambiable, que permite interpretar cualquier afirmación filosófica y teológica de una misma manera. El amor es la síntesis de todo lo que es. Un único fenómeno que se manifiesta en todo y que, sin caer en un idealismo o panteísmo, trasciende todas las cosas al punto que las explica, las fundamenta y las integra.

Evitar el riesgo del idealismo y disipar las sospechas panteístas es aquí una cuestión no menor, porque nada hay más lejos del pensamiento realista-agustiniano que ello. Con estas últimas afirmaciones no se sugiere una identificación ontológica y real de todas las cosas. Para Agustín no hay un único ser que se muestra accidentalmente diverso, al estilo de Spinoza, según las distintas formas de amor. La distinción de realidades es para Él una cuestión contundente, ←3 | 4→evidente e innegociable. El hombre no es Dios, Dios no es el mundo, y el prójimo es alguien distinto de uno mismo. Por otro lado, la intuición de Agustín radica en percibir al amor como un factor común a todos estos elementos, –Dios, el mundo, el hombre (yo y el prójimo) –, trascendente a todos ellos y capaz de integrarlos en una misma lógica.

Esto no significa que el amor sea algo distinto de ellos, como otra realidad independiente que los vincula, sino que es el vínculo mismo, la noción integradora que subyace a todos ellos y los mantiene unidos. Dicho de otro modo, la mejor forma de hablar de Dios, el mundo y el hombre, la forma más completa y profunda, es a través del amor. Por eso hablamos del amor como fenómeno y no como cosa. De este modo se verá cómo, para Agustín, el modo más genuino de hablar e indagar el ser es en clave amorosa, y puesto que esto sucede para toda realidad, incluido Dios, de acuerdo con la lógica de la interpretación amorosa, las reflexiones aisladas se implican entre sí hasta alcanzar una visión total de la realidad y la comprensión más omniabarcante del Ser.

Desde una perspectiva filosófico-teológica fundada en el amor, la reflexión sobre Dios conduce hacia el mundo y el hombre, los cuales redireccionan la pregunta hacia Dios. Asimismo, cada uno de los elementos propios del misterio del hombre se encuentra conectado con los demás por el amor, de modo tal que la filosofía del lenguaje y la gnoseología llevan a la ética, y esta, a su vez, conduce hacia la política y la religiosidad natural del ser humano. En este sentido puede afirmarse que el amor para Agustín no es tanto una realidad distinta de las demás sino una forma de mirar el ser, una perspectiva hermenéutica. Es el nombre que adquiere la mirada más completa, profunda y genuina no solo de cada ser en particular, sino de su relación con los demás y de todos en general.

Desde esta lectura se comprende mejor la flexibilidad que posee el concepto del amor en Agustín. Amor es lo más propio de cada realidad, y es también el orden individual y colectivo de los seres. Amor es el fundamento de las cosas y la razón de los movimientos, siendo el peso que atrae y conduce a los seres libres. El amor es la razón de por qué pasa lo que pasa, de por qué se es lo que se es y hay lo que hay; sea bueno, sea malo. El amor está detrás de todo, y cualquier reflexión profunda debe, tarde o temprano, encontrarse con él. Indagar acerca de este fenómeno, sus diversas manifestaciones y este llamativo carácter integral es el principal propósito de esta investigación. A partir de esta mirada amorosa, todo el pensamiento de Agustín muestra su verdadero sentido y valor.←4 | 5→

Presentación de la investigación y estado de la cuestión

Toda la realidad puede ser interpretada a partir del amor. También es cierto que el amor no es una realidad distinta de otras, sino que se parece más a una mirada, a una forma de conocer y vincularse con todo lo que es. Además, es el medio de relación más completo y genuino, porque responde a lo más auténtico y profundo de cada realidad. Estas dos afirmaciones requerirán sus respectivas fundamentaciones, lo cual constituirá el puntapié inicial de este estudio. Así, en primer lugar, se buscará dar razones de la centralidad del amor, para luego realizar una aproximación al concepto como mirada y perspectiva más que como un ser distinto de otros. Esto último se sustenta en los tres grandes aspectos de la realidad, Dios, el mundo y el hombre, que pueden interpretarse integralmente bajo esta mirada del amor, sin necesidad de afirmar con ello una identificación de realidades.

A lo largo de su itinerario intelectual están plasmadas múltiples formas de referirse al amor: a veces con imágenes y a veces con binomios o simples conceptos. Apoyados en lo primero, lo interesante es que todo este lenguaje complementario alude siempre a una misma realidad, y cada uno de estos recursos manifiesta un aspecto distinto, más o menos oportuno de acuerdo con la necesidad del momento. La tercera sección hará foco en el ser humano y su capacidad de amar. Todo lo desarrollado con anterioridad permitirá reconocer el peso y la importancia que tiene para el hombre no solo su capacidad de amar, sino también la consecución de un amor recto y ordenado, de lo cual pende su realización en todo sentido, incluso metafísico, pues para Agustín somos lo que amamos y cómo amamos. Se tratarán aquí los cuatro grandes objetos del amor humano: Dios, el mundo, el prójimo y la propia persona (el yo).

Finalmente, la cuestión fundamental: la integración de amores. Se buscará entonces manifestar una integración en una única forma de ser, es decir, de amar. El amor perfecto acontece en la inclusión de todos los modos de amar, superando así la oposición de los objetos del amor humano que clásicamente se han concebido y difundido, a nuestro entender, de un modo proclive a la interpretación sesgada. El hombre definitivo no debe elegir cuál bien amar, pues tiene la capacidad de, por medio de un amor perfecto, amar todas las cosas que, en última instancia, es lo que Dios hace y más asemeja al hombre a Él. La siguiente hipótesis de trabajo es, por tanto, el objetivo a demostrar: Dadas las características del amor, según el pensamiento de Agustín de Hipona, un amor perfecto y ordenado no excluye realidades amables sino que las integra, de modo tal que ser pleno y amar ←5 | 6→perfectamente implica amar todas las cosas, incluso cuando se esté amando directamente a Dios como fin.

Details

Pages
XIV, 312
Year
2022
ISBN (PDF)
9781433193699
ISBN (ePUB)
9781433193705
ISBN (Hardcover)
9781433193682
ISBN (Softcover)
9781433193835
DOI
10.3726/b19146
Language
Spanish; Castilian
Publication date
2022 (March)
Keywords
Amor Ágape Eros Caridad Concupiscencia Orden Felicidad Ética Dios Prójimo Amor propio Filosofía Agustiniana Julián Ignacio López Ama y haz lo que quieras
Published
New York, Bern, Berlin, Bruxelles, Oxford, Wien, 2022. XIV, 312 p.

Biographical notes

Julián Ignacio López (Author)

Julián Ignacio López es Licenciado y Doctor en filosofía por la Universidad Católica Argentina (UCA) y Magister en Estudios Religiosos por la University of Chester (Reino Unido). También realizó estudios de teología en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino. Docente, investigador y desarrollador de contenido online.

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