Loading...

Últimos ecos del exilio

Estudios de poesía hispanomexicana

by Bernard Sicot (Author)
©2022 Monographs X, 352 Pages
Series: Exiles and Transterrados, Volume 5

Summary

Este libro reúne diecisiete artículos del autor sobre los poetas hispanomexicanos, anteriormente publicados en diversas revistas. Estos estudios sobre los catorce poetas del grupo ofrecen una visión principalmente literaria de sus obras y vienen a paliar un vacío editorial. Van dirigidos a estudiantes de literatura, master, doctorado, así como a los hispanistas en general.

Table Of Contents

  • Cubierta
  • Título
  • Copyright
  • Sobre el autor
  • Sobre el libro
  • Esta edición en formato eBook puede ser citada
  • Índice
  • Nota liminar
  • Agradecimientos
  • I. Los hispanomexicanos: un grupo poético
  • II. Presente y presencia
  • III. El imposible retorno
  • IV. Figuras del “ser” y del “estar”
  • V. El mar de los desterrados
  • VI. Hacia el crepúsculo
  • VII. La escritura sin límites de Tomás Segovia
  • VIII. Tomás Segovia, el amante de las palabras
  • IX. Tomás Segovia: de la paratopía a la presencia
  • X. Los sonetos votivos de Tomás Segovia
  • XI. La poesía de Angelina Muñiz-Huberman: lugares inciertos
  • XII. Jomi García Ascot, cineasta y poeta
  • XIII. El vínculo francés de los poetas hispanomexicanos: Jomi García Ascot
  • XIV. Exilio y memoria sensible en la obra de Jomi García Ascot
  • XV. El exilio mitificado: dos voces discordantes, César Rodríguez Chicharro y Gerardo Deniz
  • XVI. El exilio: denegaciones y sarcasmos de Gerardo Deniz
  • XVII. Rivas (Durán y Deniz): las formas breves
  • Bibliografía
  • Obras publicadas en la colección

←vi | vii→

Nota liminar

La bibliografía sobre los poetas hispanomexicanos es hoy abundante y valiosa. Propone antologías, artículos, estudios monográficos de varia índole. Lo que todavía se echa de menos es un estudio crítico que, en la medida de lo posible, abarque la totalidad del corpus producido hasta ahora.

Este libro intenta remediarlo reuniendo diecisiete artículos, escritos a lo largo de unos veinte años, cuya primera publicación se menciona antes de las notas de fin de capítulo, con su título inicial. Todos han sido reelaborados, en parte reescritos, algunos fusionados y la mitad de ellos, escritos primero en francés, fueron traducidos por el autor, lo cual dio lugar no pocas veces a nuevas versiones. Una atención especial mereció la actualización de la bibliografía, primaria y secundaria, para tener en cuenta su importante enriquecimiento a lo largo de los años. El origen de estos trabajos, académicos o universitarios, puede explicar algunas repeticiones que se han tratado de corregir cuando era posible y compatible con el carácter autónomo de cada capítulo.

Como se verá, después de una presentación general del grupo, los seis primeros estudios abordan temas comunes a los autores —la presencia, el retorno, el mar, la senectud, la muerte— y algunas de sus principales figuras, siendo “ser y estar” una de las más significativas. Los siguientes analizan aspectos temáticos o formales propios de las obras de Tomás Segovia, Angelina Muñiz-Huberman, ←vii | viii→Jomi García Ascot, César Rodríguez Chicharro, Gerardo Deniz, Enrique de Rivas y Manuel Durán. A pesar de que esta selección se debe principalmente a las contingencias de la vida del investigador, a veces a sus preferencias, los nombres que aparecen corresponden a algunos de los poetas de mayor y mejor producción. Otros, no menos interesantes, como Ramón Xirau, Nuria Parés, Luis Rius, José Pascual Buxó, Francisca Perujo, Federico Patán, incluso Carlos Blanco Aguinaga, se citan y comentan abundantemente en los estudios sobre temas generales y en los demás capítulos.

La segunda parte del título, Últimos ecos del exilio. Estudios de poesía hispanomexicana, hace obviamente referencia a la doble pertenencia de los poetas; la primera, al hecho de que, en los primeros años del siglo XXI, esta brillante pléyade está alcanzando su crepúsculo y desapareciendo por ley de vida dejándonos frente a obras conclusas, por lo tanto dispuestas para la investigación. Solo Angelina Muñiz-Huberman sigue escribiendo y Federico Patán no ha publicado desde hace varios años.

El momento parece pues apropiado para proponer este libro a la atención del público.

←viii | ix→

Agradecimientos

A Marisol Sicot-Domínguez por sus atentas relecturas, sus consejos y su ayuda.

←x | 1→

I

Los hispanomexicanos: un grupo poético

Los poetas así llamados (Ramón Xirau, 1924–2017, Manuel Durán, 1925–2020, Nuria Parés, 1925–2010, Tomás Segovia, 1927–2011, Jomi García Ascot, 1927–1986, César Rodríguez Chicharro, 1930–1984, Luis Rius, 1930–1984, Enrique de Rivas, 1931–2021, José Pascual Buxó, 1931–2019, Gerardo Deniz, 1934–2014, Francisca Perujo, 1934–2014, Angelina Muñiz-Huberman, 1936 y Federico Patán, 1937), que llegaron siendo niños o adolescentes al exilio mexicano entre 1939 y 1942, ya no son totalmente desconocidos,1 a pesar de no haber conseguido todavía el lugar que merecen en las historias de la literatura española. Hasta ahora, ninguna ha hecho totalmente suya la fuerte recomendación formulada hace tiempo por Aurora de Albornoz, en 1977, cuando pedía que se prestara atención a “unos cuantos nombres con los que hay que contar, en el futuro, en cualquier historia de la literatura española” y añadía: “el hecho de que sigan sin figurar aún —o figurando esporádicamente— en panoramas o antologías poéticas de posguerra es una injusticia más entre las muchas que durante cuarenta años se vienen cometiendo contra los vencidos en una guerra y contra sus descendientes”.2 Hay que reconocer que las historias de la literatura a las que se hace alusión se escribieron cuando todavía resultaba difícil el acceso a los textos, por consiguiente solo brindaron informaciones incompletas y nombres cuyo criterio de selección se desconoce.3 En una de ellas se hace una “simple llamada ←1 | 2→de atención”.4 Otra, en un capítulo sobre “Los poetas en el exilio”, les dedica dos escuetas líneas, recordando que, además de los que ya eran poetas antes de salir de España, “[…] un grupo de exiliados españoles más jóvenes desarrollaban en México sus carreras poéticas: Luis Rius, Tomás Segovia y Manuel Durán serían los más importantes”.5

Este duradero desconocimiento no deja de ser sorprendente ya que han transcurrido más de cuarenta años desde que la revista Peñalabra6 hiciera una primera entrega de textos, casi totalmente desconocidos en aquella época, con una selección a cargo de Francisca Perujo y un prólogo de Francisco Giner de los Ríos. Y más de treinta, desde la publicación de la importante antología de Susana Rivera, Última voz del exilio,7 con un prefacio de Ángel González. Más tarde, en 2003, se publicó, por quien escribe estas líneas, una tercera antología titulada Ecos del exilio. 13 poetas hispanomexicanos.8 Por otro lado, quien quiera acercarse a este singular grupo de poetas también dispone de los pioneros, fundamentales y sucesivos estudios que Eduardo Mateo Gambarte les viene dedicando,9 sin contar con los valiosos trabajos auspiciados por el Grupo de Estudios del Exilio Literario (GEXEL, Universidad Autónoma de Barcelona), publicados algunos en las actas de sus congresos de 1995, 199910 y 2009.11 Recientemente, en 2017, Ínsula publicó un número monográfico (el 851) titulado El exilio republicano de 1939 y la segunda generación y la revista Laberintos incluyó en su número 19 un importante dossier sobre García Ascot. Por su lado, Eugenia Helena Houvenaghel ha publicado varios artículos y coordinado un libro sobre Muñiz Huberman y Parés no hace mucho, Escritoras españolas en el exilio mexicano. Estrategias para la construcción de una identidad femenina.12 También cabría mencionar, en México y en España, tesinas13 y tesis14 de doctorado cada vez más numerosas siendo una de las últimas, la de Nuria de Orduña Fernández, Una literatura extraterritorial: Tomás Segovia y la segunda generación del exilio mexicano. Una poética mexicana.15 Y es significativo que se hayan publicado libros sobre algunos de esos poetas, especialmente Segovia: El exilio en la poesía de Tomás Segovia y Angelina Muñiz Huberman de Eduardo Tasis Moratinos,16 Les possibilités du nomadisme. L’écriture poétique de Tomás Segovia,17 tesis doctoral de Judite Rodrigues, Tomás Segovia. Par-delà les frontières,18 actas de un coloquio que tuvo lugar en la universidad de Orléans en 2010. En Francia, una doctoranda mexicana, Naaraí Pérez Aparicio, prestó atención a la novelística de Muñiz-Huberman con una tesis titulada Transgressions dans l’œuvre narrative d’Angelina Muñiz-Huberman.19

Desde mediados de los años ochenta, estos poetas han podido conseguir público de este lado del Atlántico, sobre todo en España, gracias a la publicación de sus obras, parcial o totalmente, en editoriales españolas. Segovia,20 Perujo,21 ←2 | 3→Rivas,22 Xirau23 y Rius24 son ahora más accesibles. En el caso de Xirau además, las traducciones del catalán hechas por Andrés Sánchez Robayna,25 Rafael-José Díaz26 y José María Espinasa27 ya pueden facilitar, para quien lo necesitara, la lectura de una obra siempre fiel en el exilio a los orígenes lingüísticos del poeta. Por otra parte, en Francia, la revista Exils et migrations ibériques del “Centre d’Études et de Recherches sur les Migrations Ibériques” (CERMI) publicó, en número antológico,28 textos de García Ascot, Xirau, Deniz y Muñiz-Huberman. Más recientemente, la visibilidad de las obras de varios de esos poetas ha mejorado considerablemente. El Fondo de Cultura Económica ha publicado la poesía de Deniz,29 de Xirau en edición bilingüe,30 de Muñiz-Huberman31 y de Segovia.32 Este importante esfuerzo editorial, lo completa el de Enrique López Aguilar que viene reuniendo la poesía de los autores no publicados por el Fondo de Cultura. Hasta ahora han visto la luz cuatro volúmenes que conciernen a Durán,33 Patán,34 Rivas35 y seis poetas menores del grupo hispanomexicano.36 A estos volúmenes hay que añadir, del mismo compilador, el que se titula Los poetas hispanomexicanos. Estudio y antología.37

Tal vez todo ello contribuya a que, en tiempos venideros, los historiadores de la poesía española puedan dedicar a estos poetas, no del todo mexicanos, insuficientemente conocidos en España y en el hispanismo, algo más que un par de renglones o una simple llamada de atención.

*

En un intento de repetir lo menos posible las dos entregas anteriores, la antología titulada Ecos del exilio.13 poetas hispanomexicanos38 aceptó el riesgo de dejar de lado vertientes importantes de las diversas obras y se preparó tratando de respetar el criterio temático del exilio. Este parecía, en cierta forma, el único susceptible de dar alguna coherencia a la yuxtaposición de los textos —además de la siempre importante e imprescindible apreciación personal del antologista— y de justificar la reunión, en un solo libro, de poetas que al correr de los años se hicieron muy dispares en sus opciones estéticas y en su escritura, suponiendo que lo fueran menos en un principio. Tomado en un sentido lato, pero menos metafórico de lo que pudiera creerse, el exilio de 1939, muy peculiar en su caso, es todavía lo que confiere a esos textos rasgos de parentesco, aparentemente imborrables. Para dar cuenta cabal de la evolución de las obras, de su riqueza formal y temática a la vez, de la estructura de los poemarios, lo menos inadecuado hubiera sido presentar antologías de cada uno de los poetas reunidos. Labor imposible, por lo menos en aquel momento, y no solo por las dudas que pudieran surgir en cuanto al inevitable carácter reductor de semejantes empresas, lacra que también afecta, en no ←3 | 4→poca medida, la selección que pretendió abarcar trece voces muy distintas, sin parecer amedrentarse además ante la fatídica cifra.

Lo probable también es que algunos de los antologados hayan alimentado, no siempre in petto, fuertes dudas relativas a su presencia en una selección dispar, aunada bajo un título nuevamente alusivo a circunstancias que, por perpetuarse todavía geográficamente, no dejaban de remitir a hechos históricos cada vez más lejanos, cada vez menos “impuestos”, cuando lo aparentemente “normal” hubiera sido que muy poco quedara de aquel exilio, ya desde el principio “heredado”. Pero, no sería obviamente el caso de Muñiz-Huberman cuyos varios exilios se mezclan o se superponen insistente y obsesivamente,39 hasta en sus libros más recientes y para quien “[t]‌al vez el exilio no deba terminar”, no solo el bíblico o el de 1492, sino también el de 1939:

Yo, sefardí de 1492 y de 1939.

Doblemente exiliada.

Doblemente judía.

Doblemente española.

Una sola vez mexicana.

Mexicana en 1942:

trasposición de 1492.40

Ni el de Patán, que seguía entonces evocando, discretamente pero con cierta fidelidad, desde el altiplano mexicano al que llegó a la edad de dos años, los bosques verdes y la lluvia, el mar y las playas de una patria querida —Asturias— aprendida, ya que no recordada. Y el Mediterráneo recurrente de Xirau —luz, playas, barcas, velas, naranjos—, recordado (y vuelto a visitar), podría revelar una ausencia nostálgica, solo conjurada ritualmente por las evocaciones mágicas del catalán sonoro de sus poemas. En forma parecida, Fastos romanos vendría a ser, para Rivas, establecido en Italia a partir de 1967, no solo la expresión de una relativa pero evidente alteridad, sino también la de un “reconocimiento”, a semejanza tal vez de Perujo que, en el mismo país mediterráneo, percibía rasgos propios:

Son lugares tuyos

las colinas de olivos

los cipreses del margen

el reflejo del río

la arena de la orilla

y los barcos del mar.41

←4 | 5→

En cambio, bien distinto es el caso de Deniz que, además de disimular su apellido español (Almela Castell) bajo un seudónimo turco (Deniz / mar) —máscara asaz americana por otra parte (¿no son exiliados los “turcos” americanos?) de unas raíces paternales en parte olvidables—42 también vituperaba contra el “exilio chirle”, “la señora Emigración”43 o “los meandros y cagandros del destierro”.44 Y se reiteraba en un cuento de Alebrijes45 así como en una conferencia46 varias veces leída en su único viaje a España en 1992. Pero despotricar contra el exilio si se tercia o, inclusive, negarlo no deja de ser una forma de revelar una preocupación latente. Las denegaciones denizianas en todo caso bien podrían corresponder a un exilio del exilio, o sea a un redoblamiento exílico. Por su lado, Segovia, cuya poesía no carece de temas, motivos y figuras del exilio, se resistía, no sin válidas razones, a que se le encasillara en la estrechez de la temática exílica. Explicaba, en parte resignado ante semejante insistencia:

[…] en la medida en que el tema del exilio despierte interés en mi poesía, lo tengo que aceptar, ¿qué voy a hacer? Claro que yo lo que preferiría es que, si ese es el tema que suscita interés, el interés no se limite a ese tema, el interés sea descubrir todo un mundo mío que no sólo es un mundo del exilio, que es una visión del mundo, una visión del amor, una visión del tiempo, no sólo del exilio. Cuando trato de leerme como si fuera otro poeta, la impresión que tengo es que el exilio […] no es un tema, es una condición. Es decir, yo claro que voy a usar temas, digamos del exilio, como un lenguaje para decir mis cosas, porque es una experiencia que yo tengo en mi bagaje, en mi historia, y que me va a servir. Pero es algo como si de un hombre que ha nacido al borde del mar y hace metáforas con las olas, con los barcos y con todo eso, se dijera que su tema es el mar. A mí me parecería un error de interpretación. No, su lenguaje es el mar pero no su tema. Lo más probable es que su tema sea otro. Además, como su mundo es un mundo marino, pues usa el lenguaje marino para decir otra cosa.47

Esta sutil e importante matización entre tema y lenguaje no impide, sin embargo, considerar el uso de un determinado lenguaje, especialmente el del exilio, como marca, fundamental quizás, de una asimilación profunda a una situación determinada, de una “condición”. El exilio hecho forma (/ horma) llega de ese modo a ser algo como el molde lingüístico susceptible de conferir a todos o a buena parte de los temas abordados un perfil singular. De una situación histórica y humana lo que queda es su quintaescencia verbal. Aquí también, forma y fondo llegan a confundirse, a ser sustituibles.

Está claro, pues, que a tantos años de distancia, reunir bajo el membrete del exilio, en una nueva antología, textos tan diversos suponía un enfoque ←5 | 6→simplificador, uniformizador, que demasiado poco decía de la originalidad, la singularidad, la diversidad de las distintas voces poéticas. Las circunstancias se pierden en el tiempo (otra razón para recordarlas), los avatares de la vida producen dispersiones geográficas, las obras se enriquecen y, desde el principio, cada una toma un rumbo distanciador. Sin embargo, todas son hijas (o nietas) del exilio de 1939 y la realidad es que el destierro, tema o/y lenguaje, aceptado, reivindicado o denegado, es lo que hoy (como ayer) les conserva esos rasgos comunes —esos genes— que mejor permiten justificar una antología, si se quiere que esta tenga un mínimo de homogeneidad.

Algunos de los textos seleccionados entonces harán dudar, a veces, de que el criterio anunciado se haya aplicado con suficiente rigor. Simples muestras de una poesía en exilio, más que de una poesía del exilio, fueron escogidos para que la antología pudiera dar cuenta también de la variada riqueza de formas o de la evolución estética de sus creadores. Son significativas a este respecto la tendencia de Durán y Rivas hacia las formas breves, la de Deniz hacia difíciles48 patchworks donde se mezclan referencias íntimas, rupturas, intertextos, términos científicos (incluyendo fórmulas químicas), lenguas europeas u orientales, en “seudopoemas”49 donde la ironía y el sarcasmo, la burla también de lo poético, se elevan a nivel de materia prima transgresora.

En cuanto a los textos propiamente del exilio, es decir los que, además de escribirse y publicarse en el exilio,50 hablan de él o llevan algunas de sus marcas específicas, resultará fácil percatarse de que la posibilidad de tal caracterización, no supone, ni mucho menos, la presencia obligatoria en ellos de las palabras “exilio” o “destierro”, de referencias explícitas a España o a la historia colectiva o individual que dio origen a su instalación en México, aunque estas referencias de hecho pueden ser abundantes en diversos autores, situándolos claramente (Rius, Parés, García Ascot, Rivas, Perujo, Patán, Muñiz-Huberman, por ejemplo). Por sí solas, la historia y la memoria, dos de los habituales motores de la escritura, algo como el campo abonado que permite su germinación y su floración, no son ingredientes exclusivos de la poesía del exilio, como tampoco lo son la soledad, el fluir del tiempo y la muerte.

No obstante, lo que sí puede ser característico en esta poesía y no pocas veces, es la inusitada y reiterada presencia de las referencias históricas. Es asimismo la inhabitual densidad, la fuerza estructurante más que temática, de la actividad mnemónica, “memoria fiel continüada” (sic, Segovia) u olvidadiza, orientada hacia la búsqueda difícil de los recuerdos que pueden reducirse a recuerdos de recuerdos y así sucesivamente: “el recuerdo de un recuerdo de un recuerdo” ←6 | 7→(García Ascot). Una memoria también necesaria para la improbable recuperación de una identidad incierta (la difícil búsqueda de las “raíces” y toda la temática del árbol), de una niñez robada o rodada, que intenta apegarse a determinados lugares de la infancia, en los itinerarios del exilio (Ginebra para Deniz; Caimito del Guayabal —Cuba— para Muñiz-Huberman; Túnez y Lille —Francia— para García Ascot). En el campo puramente temático, fuera de la figura arquetípica del “retorno”, fuera de la tensión entre el deseo (o la aceptación, dando lugar entonces a bellas páginas de sabor fuertemente extranjero que no existirían sin el exilio) y el rechazo de la alteridad impuesta que sí son específicos de la poesía del exilio, la separación, la pérdida, la errancia (el camino y su correlato la casa), la doble distancia (espacial y temporal), la nostalgia, la soledad, el tiempo y la muerte también cobran un valor determinante cada vez que se dan en los textos (o a nivel de los poemarios) no de forma aislada sino como complejos temáticos, de varia combinación y necesaria intensidad, en diversos grados de patetismo. No dependiendo siempre esta última —intensidad o densidad—, del modo explícito del poema (que también se da) sino reforzándose a menudo gracias a modalidades implícitas de expresión, como en “Aniversario (Julio, 1936)”, breve texto de Segovia, bastante ilustrativo en este sentido:

Tanto tiempo después y aún no comprendo

esta sombra brutal

que veis a veces todavía

danzar al fondo de mis ojos

y que cayó sobre ellos un día de mi infancia

cuando en una mañana radiante despertaba

y contra el cielo fresco

vi levantarse un impensable brazo

que apuñaló a mi Madre51

El discreto complejo aquí tramado por memoria (“tanto tiempo después”, los pretéritos simples), historia y guerra (“Julio, 1936”), España (“mi Madre”), se completa además con otra característica habitual de la poesía del exilio, su tonalidad autobiográfica: la presencia de un “yo” poético que, lejos de ser pura instancia enunciativa, distinta de la voz del poeta (que “crea”) o del hombre (que “sufre”, cf. Cernuda), se caracteriza por su coincidencia con esta última y se vuelve, aquí, hacia la infancia. Más y mejor que en otros tipos de poesía, la voz de los poemas del exilio raras veces es (si llega alguna vez a serlo) “anónimo murmullo de una lengua que solo hablara de sí misma”. Al contrario, “[s]‌e origina en un sujeto ←7 | 8→encarnado en un cuerpo, ligado con el mundo; lleva la marca de su vida orgánica, intelectual, afectiva”,52 cabría añadir: de su pasado y de su situación peculiar en la historia. Esencialmente referencial, esta poesía del exilio puede, además, presentar algunas marcas formales inequívocas: naturalmente las que requiere la expresión de la doble distancia aisladora, presentando entonces para su consecución una inusitada densidad de pretéritos simples y de deícticos (“aquí” / “allí”, “aquel” y sus derivados) o, para la búsqueda identitaria y ontológica, la formación de figuras combinatorias de los verbos “ser” y “estar”, sin olvidar, para expresar la ausencia y el despojamiento, el uso recurrente de la preposición privativa “sin”.

Details

Pages
X, 352
Year
2022
ISBN (PDF)
9781433177156
ISBN (ePUB)
9781433177163
ISBN (MOBI)
9781433177170
ISBN (Hardcover)
9781433177149
DOI
10.3726/b18639
Language
Spanish; Castilian
Publication date
2022 (March)
Published
New York, Bern, Berlin, Bruxelles, Oxford, Wien, 2022. X, 352 p.

Biographical notes

Bernard Sicot (Author)

Bernard Sicot es catedrático emérito de literatura española contemporánea de la Universidad Paris-Nanterre, autor de varios libros y numerosos artículos sobre poesía del exilio y de los campos de internamiento.

Previous

Title: Últimos ecos del exilio
book preview page numper 1
book preview page numper 2
book preview page numper 3
book preview page numper 4
book preview page numper 5
book preview page numper 6
book preview page numper 7
book preview page numper 8
book preview page numper 9
book preview page numper 10
book preview page numper 11
book preview page numper 12
book preview page numper 13
book preview page numper 14
book preview page numper 15
book preview page numper 16
book preview page numper 17
book preview page numper 18
book preview page numper 19
book preview page numper 20
book preview page numper 21
book preview page numper 22
book preview page numper 23
book preview page numper 24
book preview page numper 25
book preview page numper 26
book preview page numper 27
book preview page numper 28
book preview page numper 29
book preview page numper 30
book preview page numper 31
book preview page numper 32
book preview page numper 33
book preview page numper 34
book preview page numper 35
book preview page numper 36
book preview page numper 37
book preview page numper 38
book preview page numper 39
book preview page numper 40
364 pages