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Estrategias de la novela histórica contemporánea

Pasado plural, postmemoria, pophistoria

by Marta E. Cichocka (Author)
Monographs 162 Pages

Summary

Este libro entreteje la síntesis con la descodificación analítica, el esbozo del trasfondo contextual con la integración dialogal de la crítica existente y la metodología interdisciplinaria con el profundo reconocimiento de las dimensiones estéticas del texto. Este estudio de análisis comparativo e interdisciplinario replantea lo canónico y descubre lo novedoso en cuanto a la reflexión y autorreflexión sobre las premisas teóricas, la evolución de las pautas del género mismo y el complejo entretejer entre la metahistoria, la intrahistoria y la inexorable intersección con la memoria, el olvido y la postmemoria, sin olvidar la pophistoria omnipresente en nuestra civilización del espectáculo.

Table Of Contents

  • Cubierta
  • Título
  • Copyright
  • Sobre el autor
  • Sobre el libro
  • Esta edición en formato eBook puede ser citada
  • Agradecimientos
  • Índice
  • Palabras preliminares (un acto de duda)
  • ¿Lector, leedor, leyente ?…
  • Capítulo I Algunas estrategias de la novela histórica contemporánea
  • Entre la doxa y el anacronismo
  • Textualización, subversividad, metahistoria
  • Intrahistoria, contraliteratura, postmemoria
  • Capítulo II Desde los umbrales del texto hasta un molde genérico
  • En los umbrales del texto: la tapa
  • En los umbrales del texto: el título
  • En el borde del molde: hacia una tipología orientativa
  • Capítulo III Héroes y villanos: personajes históricos y su (des)empleo en la literatura
  • Paradojas del personaje
  • De la teoría a la práctica
  • De la realidad y de la ficción
  • En la frontera entre la realidad y la ficción: el caso de Jan Karski
  • Capítulo IV Civilización y barbarie: la epopeya del HMS Beagle y sus huellas literarias
  • ¿Novela histórica, novela de navegación, novela erótica?
  • ¿Civilización o barbarie, colonialismo o terrorismo?
  • Capítulo V Narraciones del nazismo: entre la historia y el mito
  • Las benévolas o el insostenible peso del pasado
  • El viajero de Agartha o la supuesta ligereza del mito
  • El lector posmoderno y la postmemoria
  • Capítulo VI La novela intrahistórica: entre la postmemoria y la pophistoria
  • Desde la novela intrahistórica a la pophistoria: El violín de Auschwitz
  • Desde la pophistoria a la novela pophistórica: La Tabla Esmeralda
  • Capítulo VII La narración, la identidad y la memoria frente a los traumas del pasado
  • Un libro que no fue
  • Un hecho que no fue
  • Conclusiones provisionales (un acto de fe)
  • Apéndice Cuadros tipológicos de las novelas estudiadas
  • 1950 / Benjamín Subercaseaux / Jemmy Button
  • 1989 / Abel Posse / El Viajero de Agartha
  • 1994 / Maria Àngels Anglada / El violí d’Auschwitz (ed. castellana: El violín de Auschwitz)
  • 1998 / Silvia Iparraguirre / La tierra del fuego
  • 2003 / Guillermo Saccomanno / La lengua del malón
  • 2005 / Harry Thompson / This Thing of Darkness
  • 2006 / Jonathan Littell / Les Bienveillantes
  • 2009 / Yannick Haenel / Jan Karski
  • 2010 / David López / La travesía
  • 2012 / Carla Montero / La Tabla Esmeralda
  • Bibliografía
  • Novelas históricas consultadas
  • Bibliografía sobre la novela histórica y la escritura de la historia
  • Bibliografía sobre el viaje del HMS Beagle
  • Bibliografía sobre el mito y las narraciones del nazismo
  • Bibliografía sobre el peronismo, la dictadura y los traumas del pasado
  • Obras publicadas en la colección

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Palabras preliminares (un acto de duda)

Il y a plus affaire à interpreter les interpretations, qu’à interpreter les choses & plus de livres sur les livres, que sur aultre subject: nous ne faisons que nous entregloser. (Montaigne, Essais1, ortografía original)

Tomar la palabra, aunque sea por escrito, es un acto que merece una justificación. Si a finales del siglo XVI a Michel de Montaigne ya le parecía que escaseaban auténticos autores con ideas propias y que todo el conocimiento resultaba ser un complejo ejercicio de erudición y comentarios cruzados, ¿qué decir a principios del siglo XXI, sobre el mundo de hoy y los autores de hoy? Según Jean-Noël Biraben, la población mundial alrededor del año 1600 se cifraba en unos seiscientos millones.2 Doscientos años más tarde en nuestro planeta vivían ya unos cuatrocientos millones más: casi mil millones de seres humanos. A principios del siglo XX casi dos millones. Sería una banalidad subrayar que en el año 2000, que ya en muchos aspectos nos parece relativamente lejano, la población mundial había crecido diez veces desde la época de Montaigne, alcanzando la cifra de seis mil millones. Y sigue creciendo.

Según los expertos de la ONU, desde el 2011 somos ya siete mil millones seres humanos en este planeta: si el crecimiento de la población humana es tan vertiginoso, no es de extrañar que lo sea también la cantidad de libros publicados en el mundo, como comprueban las estadísticas manejadas por la UNESCO.3 Y, curiosamente, a pesar de este crecimiento, la población humana sigue empleando los idearios de los siglos pasados, ciñéndose a las normas (sociales, políticas, religiosas) que sirvieron a poblaciones infinitamente más reducidas, buscando en el saber de nuestros antepasados las respuestas a los problemas actuales del ← 13 | 14 → mundo que nos rodea. Este fenómeno bastante fascinante en sí mismo se hace cada vez más patente en el caso de crisis políticas, económicas, sociales, ideológicas o identitarias. A la impenetrable actitud de los presuntos jefes de los estados reaccionan entonces, con vehemencia, sus conciudadanos (parlamentarios, periodistas, miembros de la blogosfera, hombres y mujeres), con los ejemplos tomados muchas veces de la historia, como si se tratara del repositorio de la sabiduría universal. Y, ¿si no lo fuera? Esto supondría una profunda crisis para cada representante consciente de la población humana creciente. En realidad, aunque la historia no se hace hoy del mismo modo ni tampoco significa lo mismo que en la época de Montaigne, y aunque la manera de transmitir el saber histórico en el siglo XXI se distancie notablemente de las maneras de trasmitirlo en el pasado, es indudable que es precisamente este pasado común, conflictivo y polémico, editado por los detentores del poder, corregido por la memoria colectiva, lo que influye en el presente de a las generaciones actuales, fomentando nuevos conflictos, nuevas crisis, nuevas interrogaciones.

Fig. 1. El crecimiento de la población mundial (1400–2100) según Max Roser (licencia CC BY-SA)4.

image1

Tomar la palabra sería hoy, pues, ante todo, un acto de duda, acompañado de una letanía de interrogaciones. ¿Cómo a los autores nos influye la realidad intelectual de este principio del siglo XXI? ¿Cómo los intelectuales vivimos la cotidianidad ← 14 | 15 → de la alfabetización y de la globalización, la inflación del intelecto, la invasión de las nuevas tecnologías y la curiosísima redistribución de bienes y de idearios a nivel planetario que se refleja en las pantallas de los instrumentos electrónicos conectados a la Red, este polisistema virtual y efímero? ¿Cómo a los filólogos nos afecta la profunda crisis de las humanidades, asociada a una crisis del modelo de la lectura que aprendimos e intentamos enseñar? ¿Cómo los profesores e investigadores sobrevivimos a las reformas impuestas a las universidades ya a partir de la segunda mitad del siglo XX, con los complejos sistemas de evaluación que incitan a mostrarse productivo, tomar la palabra y publicar a todo coste? Mientras que las nuevas tecnologías van revolucionado los usos y las costumbres, y las generaciones sucesivas que ya no caben en el alfabeto latino están naciendo “conectadas” a la red, la historia del nuevo siglo se está escribiendo cada día literalmente delante de nuestros ojos y las imperdonables leyes del mercado del libro están poco a poco erosionando el paisaje de la futura historia de literaturas del siglo XXI. Nunca se han publicado tantos libros como ahora, y es de temer que nunca se olviden otros tantos.

Nunca se han publicado tampoco tantos textos a base de otros textos. Las nuevas tecnologías van revolucionando la transmisión del saber y facilitan su cuestionamiento casi instantáneo. Muchas veces, mientras están en la prensa, las publicaciones que se pretenden críticas sobre lo que nos rodea se hacen arcaicas antes de llegar a la distribución. Como observa Jerome de Groot, evocando su propio libro (Consuming History, 2008) publicado cuatro años antes como “obsoleto”:

New media forms are proliferating at such a rate —and their use is diversifying so fast— that gaining a discursive foothold appears impossible. New research techniques, broadcasting forums, accessibility media and ways of accessing, versioning, reworking and interrogating the past online will develop increasingly innovative ways of encountering the past. (De Groot, 2012b: 282)

Merece la pena subrayar que la labor de un investigador de hoy no puede limitarse más al dominio de los archivos y a la lectura de otras investigaciones. Las nuevas tecnologías ofrecen la posibilidad de acceder a los foros internacionales de discusión de los especialistas (o aficionados) en algún campo o a las bitácoras de varios escritores contemporáneos: su contenido muchas veces merece una lectura pausada. Un investigador de hoy debe admitir también los usos de la sociedad a la que pertenece: la sociedad consumista está “consumiendo la Historia”, como en el título de la obra mencionada más arriba, o tragándose la versión pop de la Historia junto con la cultura pop, mientras que los lectores especializados (o no) van “consumiendo” sus lecturas y pasando a otro tipo de deber (o de diversión). ← 15 | 16 →

Ahora bien, tomando en cuenta todo lo anterior, todas las reservas expresadas y silenciadas que preceden la toma de palabra propiamente dicha, llega el momento de precisar el punto de partida de estas reflexiones, como también de esbozar la dirección y el punto de llegada. Para empezar, me gustaría insistir en el uso premeditado de los pronombres personales: ni la investigación ni la escritura académica son impersonales y nunca lo han sido, aunque durante varias décadas se hizo imprescindible la manera deliberadamente impersonal de escribir o el recomendable uso del plural de modestia (sincera o no). Me gustaría pues, con toda modestia, utilizar la primera persona del singular mientras hablo de mis dudas o intuiciones, y emplear la primera persona del plural cuando espero compartir una idea con los lectores. No se trata de ninguna extravagancia: últimamente, sobre todo en las humanidades, varios autores académicos, historiadores, sociólogos o especialistas en literatura se han permitido escribir sobre sus investigaciones pronunciando un sonoro “yo”, informando a los lectores sin rodeos de las vicisitudes y retos de su trabajo, o insistiendo en la importancia del aspecto afectivo en una investigación. La escritura académica personalizada (a veces llamada, no sin ironía, me-search), aunque sigue siendo criticada con vehemencia, ya cuenta con sus manuales y tiene sus partidarios5. Es la estrategia empleada, por ejemplo, por un historiador francés de origen ucraniano, Ivan Jablonka, mientras investiga la desaparición de sus propios abuelos durante el Holocausto:

Il est vain d’opposer scientificité et engagement, faits extérieurs et passion de celui qui les consigne, histoire et art de conter, car l’émotion ne provient pas du pathos ou de l’accumulation de superlatifs: elle jaillit de notre tension vers la vérité. Elle est la pierre de touche d’une littérature qui satisfait aux exigences de la méthode (Jablonka, 2012: 365).

Details

Pages
162
ISBN (ePUB)
9783631695258
ISBN (PDF)
9783653063820
ISBN (MOBI)
9783631695265
ISBN (Hardcover)
9783631667439
DOI
10.3726/978-3-653-06382-0
Language
Spanish; Castilian
Publication date
2017 (November)
Published
Frankfurt am Main, Bruxelles, New York, Oxford, Wien, Warszawa, 2016. 162 p., 3 il. blanco/negro

Biographical notes

Marta E. Cichocka (Author)

Marta E. Cichocka es doctora en Estudios Hispánicos y Latinoamericanos por la Universidad Paris 8 y profesora e investigadora en Cracovia y Varsovia, Polonia. Sus áreas de investigación varían desde la novela histórica contemporánea, las paradojas de la postmemoria y la pophistoria, hasta la literatura actual y los retos de la traducción literaria.

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