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Pedro Calderón de la Barca - La vida es sueño

Edición crítica

by Alfredo Rodríguez López-Vázquez (Author)
©2021 Others 332 Pages

Summary

Se editan las dos versiones de La vida es sueño, cotejando diversas ediciones y prestando particular atención a la de Lisboa de 1647, así como a una edición española de 1887 que dispone de un texto anterior a los más antiguos conservados de la versión larga. En la versión final del texto se incorporan un entremés, una jácara, y una mojiganga, manteniendo así el espíritu de las representaciones teatrales conforme se hacían en los corrales de comedias del Siglo de Oro.

Table Of Contents

  • Cover
  • Title
  • Copyright
  • About the author
  • About the book
  • This eBook can be cited
  • Vorwort
  • Contents
  • INTRODUCCION
  • La vida como sueño en el teatro del mundo
  • El género de La vida es sueño: un metadrama
  • Determinismo contra libre albedrío: la trampa lógica de Basilio
  • Luis de Molina, Calderón, Descartes: teología, política y ciencia en el Barroco europeo
  • Teoría de Clarín: la innovación del bufón tragicómico
  • Rosaura, la andrógina indescifrable
  • Basilio, la encarnación de la soberbia y de la hybris
  • Segismundo y la celada de ajedrez del rey Basilio
  • Estrella, la versión mítica y teatral de Ana Jagellon, reina de Polonia y Lituania
  • Astolfo, Maximiliano de Austria y el hipogrifo burlesco
  • Relámpago sin luz, pájaro sin matiz
  • La huella inmediata de La vida es sueño: Virtudes vencen señales y Yerros de Naturaleza y aciertos de la Fortuna38.
  • La funcionalidad de la polimetría en Calderón
  • La creación progresiva de una obra maestra: el monólogo final del segundo acto
  • El primer monólogo de Segismundo: la transformación de un dístico
  • La transmisión textual y el estema: tres hipótesis y una propuesta teórica
  • El “ramillete con salas” y las incongruencias de las ediciones de 1636 y 1640
  • La escena inicial de Rosaura y Clarín: de 102 a 116 versos
  • La estructura formal: tonalidad y usos de la forma romanceada
  • Una suelta en Madrid, con dos emisiones en 1635
  • Esta edición, planteamientos metodológicos e implicaciones críticas
  • BIBLIOGRAFÍA
  • LA VIDA ES SUEÑO
  • JORNADA PRIMERA
  • ENTREMÉS DEL SACRISTÁN MUJER
  • SEGUNDA JORNADA
  • JÁCARA DE CARRASCO
  • JORNADA TERCERA
  • MOJIGANGA DE LOS GUISADOS
  • PRÓLOGO A LA EDICIÓN L/Z
  • LA VIDA ES SUEÑO
  • COMEDIA FAMOSA
  • ACTO PRIMERO
  • ACTO SEGUNDO
  • ACTO TERCERO

INTRODUCCION

I

«Comme dans la métaphysique cartésienne, la thême de
l’Illusion s’introduit dans le théâtre de Calderón à partir
de l’expérience perturbante du rêve: une constante, encore,
de la méditation universelle. Si le sommeil n’était peuplé de
visions, l’esprit ne resterait pas, éperdu, à hésiter entre le
réel et l’apparence.» (Micheline Sauvage: Calderón, p. 98)

«Y dime, por vida mía: ¿hablan en algarabía? Porque yo
nada entendí.»

(Calderón, ¿Cuál es mayor perfección?)

Ilustración 1: Segismundo con sus padres

Segismundo III Vasa, futuro rey de Polonia, Suecia, y gran duque de Lituania, nace en 1566 en cautividad en el castillo sueco de Gripsholm, donde sus padres, el duque Juan/Iván de Finlandia (futuro rey Juan/Iván III) y la duquesa Catalina Jagellon están prisioneros bajo el poder de Erik XIV.1 Por parte de padre, Segismundo era nieto de Gustavo I de Suecia y por parte de madre, de Segismundo I Jagellon, rey de Polonia.

En lo que atañe a Polonia y Lituania, el joven de 20 años heredará el trono en 1586, varios años después de la muerte de su tío Segismundo II Jagellon, tras un tumultuoso período político de varios años en los que se instala en Polonia y Lituania una monarquía electiva. Si a este segundo Segismundo le damos el título de rey (basileus en lengua griega), nos encontramos con la matriz política del otro personaje de Calderón: el rey Basilio, padre de Segismundo en la ficción teatral, pero su tío en la realidad histórica como Segismundo II Jagellon..

Segismundo III Vasa, heredero de Polonia y Lituania, nace prisionero en un castillo al borde del mar Báltico y es primo de varios príncipes y princesas pretendientes al trono que va a dejar vacante el rey o basileus de los polacos, István Báthory , al morir sin descendencia. Para entender el lío de familia en el que se va a ver inmerso el joven príncipe Segismundo nos puede servir de guía la situación de su lejano pariente Don Juan de Austria, hermano por vía paterna del rey Felipe II, en tanto que hijo del emperador Carlos V y de la cantante lírica ←13 | 14→Barbara Blomberg, lo que hace que el emperador pase su educación al ilustre noble Luis Quijada, con la orden expresa de que no se le revele la identidad de su verdadero padre. A diferencia de Don Juan de Austria, el joven Segismundo, sí accederá al trono y durante un período de siete años reinará sobre Polonia, Lituania y Suecia, al unificar las dinastías Vasa y Jagellon y hasta los sesenta y cinco años seguirá reinando en Polonia y Lituania. Segismundo Vasa, nacido prisionero en un castillo y concurrente, frente a sus varios primos, de las coronas de Polonia, Lituania y Suecia, educado, como Calderón, por los jesuitas, es el personaje histórico sobre el que se desarrolla el personaje teatral de La vida es sueño, el drama más importante de la historia del teatro español y universal, comparable en muchos aspectos al Edipo de Sófocles, al Hamlet de Shakespeare (derivación del perdido Hamlet de Thomas Kyd) o al Fausto de Goethe.

Segismundo III Vasa, monarca de formación intelectual más que esmerada, alquimista, orfebre, matemático y músico, dominaba, además de su lengua materna, el polaco, unas cuantas lenguas europeas más como el sueco, el italiano y el alemán, junto al necesario latín, idioma de la ciencia y la filosofía, ←14 | 15→lengua en la que Descartes, también alumno de los jesuitas2 formula su célebre Cogito, ergo sum. Tal y como se dice en La vida es sueño “Allí Segismundo vive mísero, pobre y cautivo, adonde solo Clotaldo3 le ha hablado, tratado y visto. Éste le ha enseñado ciencias”. El personaje de Clotaldo (o Crotaldo, según las ediciones de Zaragoza y Lisboa) está, muy probablemente, inspirado por el preceptor y valedor del joven Segismundo en sus primeros años de reinado, el conde Jan Zamoysky. El todopoderoso Zamoysky fue quien venció a Maximiliano, primo de Segismundo, capturado en la breve guerra de sucesión por el trono de Polonia, guerra que inspira la batalla del tercer acto de La vida es sueño. El enfrentamiento armado entre Segismundo y las tropas de Maximiliano de Austria termina con la captura de Maximiliano por las tropas de Zamoysky y su encarcelamiento y renuncia a cualquier derecho sucesorio. En La vida es sueño, Maximiliano está indirectamente representado por el duque Astolfo; históricamente Maximiliano, tras ser capturado y encarcelado, se ve obligado a renunciar a sus derechos dinásticos sobre Polonia tras perder la breve guerra civil con su primo. Conviene no perder de vista este entramado histórico real sobre el que Calderón construye una potente historia mítica que trasciende al personaje histórico de Segismundo Vasa. De esta forma, Estrella que, tras rechazar a su primo, acabará como reina consorte no puede ser otra que la primera esposa de Segismundo Vasa: Ana de Habsburgo, nieta de los Habsburgo y de los Jagellon. Calderón transforma y dramatiza a Ana de Habsburgo en la ambiciosa, descocada y astuta Estrella y al pretendiente Maximiliano en el altivo y presuntuoso Astolfo, personaje de raigambre ariostesca y jinete de hipogrifos, en uno de esos rasgos de humor malicioso a los que era tan dado el irónico y mordaz joven Pedro Calderón de la Barca. Falta por delinear el problema del personaje tricípite creado por Calderón, el rey Basilio, en donde se unen y confunden el verdadero padre de Segismundo, el Duque Juan/Iván de Finlandia, futuro rey de Suecia, el Segismundo Jagellon histórico, muerto en 1576, y el antecesor histórico de Segismundo III Vasa en el trono polaco, István Báthory . A la manera de un bien anudado enigma gordiano, Calderón usa el ←15 | 16→nombre icónico de cualquier rey eslavo, Basilio, el Basileus, el rey mismo. Bajo ese solo rey verdadero se encarnan tres personas distintas, un Segismundo, un Juan y un Esteban, este último, rey de una monarquía electiva, lo que está fuera de los cánones de la Casa de Austria y que desaparece al llegar Segismundo Vasa al trono. Así que el personaje teatral de Basilio, rey por su mismo nombre, asume dos funciones: la de padre, transmitida por el auténtico padre de Segismundo, el Duque Juan de Finlandia, y la de rey electivo de Polonia, heredada del antecesor de Segismundo Vasa en el trono, István Báthory . Un padre que es, y no es, un progenitor y un rey; que es, y no es, un heredero del trono. Material dramático en el que Calderón, habituado a las sutilezas de la casuística jesuita se mueve como pez en el mar proceloso del Báltico. Lo que nos lleva a la geografía mítica de la obra, superpuesta a la geografía real de la historia y asociada a un momento teatral de La vida es sueño, el momento en el que el príncipe Segismundo arroja por el balcón a su molesto criado: “cayó del balcón al mar”. La crítica al uso, anclada en la Polonia de fronteras geográficas modernas, se ha venido desesperando con esa aparente transgresión: ni Cracovia ni Varsovia tienen mar. Sucede que en la época en la que transcurren los hechos y en la época en la que Calderón los recrea, el reino de Polonia y Lituania sí tiene mar, el Báltico: la actual capital de Letonia, Riga, cumple con esa condición y está muy cerca de las fronteras occidentales del Gran Ducado de Moscovia, donde reina Iván IV, Iván Grozny, el Iván el Terrible afín a Stalin y a Einsenstein. En cuanto al lacayo defenestrado4 por el príncipe Segismundo arrojándolo al mar desde la ventana de un castillo ribereño del Báltico, tal vez el sutil y malicioso Calderón haya pensado en el mismo castillo de Gripsholm, donde nació Segismundo III Vasa. Cayó del balcón al mar.

Sobre esa base histórica y esos personajes reales de intensa biografía, Calderón crea un drama de alcance universal, de consistencia intelectual metafísica y de trascendencia política, humana y moral. Pero, sobre todo, construye un drama articulado sobre lo que son sus propios ‘mitos obsesivos’5, es decir, las ideas centrales que aparecen y reaparecen de forma constante en toda su obra6 ←16 | 17→Entiendo un ‘mito obsesivo’ como la articulación de un entorno mítico a través de una serie de metáforas formales y mitemas conceptuales e ideológicos constantes y persistentes en la obra de un autor, por encima de los componentes de superficie.

El dramaturgo y crítico norteamericano Lionel Abel ha desarrollado la noción teórica de ‘metateatro’ a partir de la articulación o ensamblamiento de dos grandes ideas rastreables desde el teatro clásico griego hasta las modernas obras de mediados del siglo XX: la percepción de la vida como un sueño y la experiencia de que el mundo es un teatro donde el ser humano representa un papel que trasciende a su existencia física.7 En cierto modo, lo que Arthur Schopenhauer, filósofo tan próximo al mundo teatral de Calderón, sostenía al hablar del mundo como voluntad y representación. Idea que podría ser perfectamente el lema del Segismundo teatral en su momento de apogeo tras su victoria sobre su padre y sus primos. A diferencia de Lope de Vega cuando aborda la historia coetánea del Gran Duque de Moscovia (Boris Godunov), donde sigue con relativa fidelidad la historia de la dramática sucesión de Iván IV el Terrible, Calderón renuncia a plegarse a la verdad histórica para dramatizar, medio siglo después de los hechos reales, lo que la filósofa francesa Micheline Sauvage, ha llamado el ‘síndrome de Segismundo’. En este sentido, Micheline Sauvage y Lionel Abel, una filósofa existencialista francesa y un dramaturgo y teórico teatral norteamericano, parecen estar más cerca de la comprensión del mundo calderoniano que la mayor parte de sus críticos hispanos, imbuidos todavía del pensamiento ultraortodoxo de Menéndez y Pelayo, ‘maître à penser’, por decirlo de algún modo, de buena (o mala) parte de los calderonistas hispánicos. A cambio, la atención que le han dedicado dos dramaturgos y filósofos existencialistas de primer nivel, como Jean-Paul Sartre y Albert Camus (este último traductor, adaptador y director de varias obras de Calderón) o el eximio poeta checo V. Nezval, adaptador y director de La vida es sueño al checo (Život je sen) y de La dama duende, o la exploración estética de Pier Paolo Pasolini (Calderón) son una buena muestra de la modernidad constante de su obra.

Volviendo a la idea teórica de Lionel Abel y a los planteamientos filosóficos de Micheline Sauvage, el genio de la lengua hace que en español el nombre de ←17 | 18→Segismundo contenga en sí el concepto ‘mundo’, cosa que a Calderón, poeta conceptual por excelencia, no se le puede escapar y que enlaza con el pensamiento moderno del hombre como microcosmos. Esa idea es el centro de un entramado de derivaciones en el que adquiere sentido el nombre de Estrella, que es metáfora del Destino, del mismo modo que Basilio es signo implícito de la realeza. El espectador de la obra de teatro, tanto el actual como su contemporáneo, accede al ser de Segismundo, a su entidad como personaje, ya desde su primera aparición, en donde el personaje se define en una avalancha de imágenes que nos lo presentan como la esencia del mundo expresada a través de la cosmogonía de los cuatro elementos, cosmogonía anunciada ya en el primer parlamento de la obra, esta vez a cargo de Rosaura, personaje bifronte como Jano. Rosaura expresa una ausencia, el caballo hipogrifo que no está, pero al que la doncella guerrera evoca de forma precisa y a la vez suntuosa: « luz de rayo8 sin llama, pájaro sin matiz, pez sin escama y bruto sin instinto natural». Una mención condensada de los cuatro elementos: fuego, aire, agua y tierra. Cuando, muy poco después, aparezca en escena el cautivo aherrojado, cubierto de pieles y prisiones (la palabra que designa algo muy concreto, los grilletes) se anunciará a sí mismo con un lenguaje enraizado en Góngora, de una belleza deslumbrante que contrasta de forma brutal con su miserable aspecto y su triste figura. Transcribo ese discurso inicial con el que se nos presenta el cautivo de la torre, prescindiendo de la ordenación visual de las estrofas:

« Apurar, cielos, pretendo, ya que me tratáis así, qué delito cometí contra vosotros naciendo; aunque, si nací, ya entiendo qué delito he cometido: bastante causa ha tenido vuestra justicia y rigor, pues el delito mayor del hombre es haber nacido. Solo quisiera saber, para apurar mis desvelos, – dejando a una parte, cielos, el delito de nacer –, qué más os pude ofender para castigarme más. ¿No nacieron los demás? Pues si los demás nacieron ¿qué privilegios tuvieron que yo no gocé jamás? Nace el ave y, con las galas que le dan belleza suma, apenas es flor de pluma o ramillete con alas, cuando las etéreas salas corta con velocidad, negándose a la piedad del nido que deja en calma y, teniendo yo más alma, tengo menos libertad. Nace el bruto, y con la piel que dibujan manchas bellas, apenas signo es de estrellas gracias al docto pincel, cuando, atrevido y cruel, la humana necesidad le enseña a tener crueldad, monstruo de su laberinto, y yo, con mejor distinto,9 tengo menos libertad. Nace el pez, que no respira, aborto de ovas y lamas y, apenas bajel de escamas sobre las ondas se mira, cuando a todas ←18 | 19→partes gira midiendo la inmensidad de tanta capacidad como le da el centro frío, y yo, con más albedrío, tengo menos libertad. Nace el arroyo, culebra que entre flores se desata y, apenas sierpe de plata entre las flores se quiebra, cuando, músico, celebra de las flores la piedad que le da la majestad del campo abierto a su huída y, teniendo yo más vida, tengo menos libertad. En llegando a esta pasión, un Volcán, un Etna hecho, quisiera arrancar del pecho pedazos del corazón. ¿Qué ley, justicia o razón, negar a los hombres sabe privilegio tan suave, excepción tan principal, que Dios le ha dado a un cristal, a un pez, a un bruto y a un ave?»10

Es así como aparece Segismundo en escena. Con un discurso moral sobre la existencia humana, discurso en el que habla de sí mismo y de las condiciones de la existencia humana en general. El personaje que se expresa con absoluto rigor cartesiano en lo que atañe al concepto, lo hace con una minuciosa elegancia formal, deudora evidente de Góngora, en cuanto a la expresión de los conceptos escondidos bajo las minuciosas metáforas y del riguroso discurso, tan afín al pensamiento cartesiano como ha hecho notar Micheline Sauvage, a quien conviene citar en este punto: lo que mueve a Segismundo como personaje, lo que le lleva a actuar, es la pasión de la libertad de la que se le ha privado: la conoce en el plano puramente teórico y la ha podido comprobar en los seres que habitan los cuatro elementos, pero él tiene menos libertad que las aves, los caballos, los peces y el agua que fluye y corre libremente. Desde el punto de vista dramático, lo que expone el prisionero es una vivencia de privación de lo más esencial para el ser vivo: la libertad. Este monólogo inicial que Calderón diseña para su personaje, por encima de su deslumbrante sistema metafórico, está construido, de forma minuciosa, a partir de la oposición entre el concepto de libertad (cuatro presencias textuales) y la noción de ‘delito’ (otras cuatro menciones). Junto a esta dialéctica moral y existencial, el monólogo se expone por medio de un marco filosófico muy claro, formado por las cuatro nociones centrales del discurso: albedrío, ley, justicia y razón. Nociones y conceptos que tienen implicaciones morales (albedrío y razón) y que se sitúan en un marco nocional de índole política y social: ley y justicia. Hay que asumir que Calderón, experto en leyes y en filosofía moral, sabe de qué está hablando.

←19 | 20→

A lo largo de los dos primeros actos Segismundo será el cobaya de un experimento político de dudoso sustento moral diseñado por el rey Basilio: se le hará vivir una falsa existencia de príncipe heredero, drogado con un cóctel de opio, adormidera y beleño,11 y vigilado constantemente para tomar nota de sus hechos y poder justificar su reingreso en la torre. El segundo gran monólogo a cargo de su personaje está construido conforme a principios que sirven de contraste al primer monólogo:

« Es verdad; pues reprimamos esta fiera condición, esta furia, esta ambición, por si alguna vez soñamos; y sí haremos, pues estamos en mundo tan singular que el vivir solo es soñar, y la experiencia me enseña que el hombre que vive sueña lo que es hasta despertar: sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando, y este aplauso, que recibe prestado, en el viento escribe y en cenizas le convierte la muerte, ¡desdicha fuerte!. ¿Que hay quien intente reinar viendo que ha de despertar en el sueño de la muerte? Sueña el rico en su riqueza que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza; sueña el que afana y pretende; sueña el que agravia y ofende, y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende. Yo sueño que estoy aquí, de estas prisiones cargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción. Y el mayor bien es pequeño, que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son.»

Details

Pages
332
Year
2021
ISBN (PDF)
9783631837702
ISBN (ePUB)
9783631837719
ISBN (MOBI)
9783631837726
ISBN (Hardcover)
9783631837696
DOI
10.3726/b17691
Language
Spanish; Castilian
Publication date
2021 (January)
Published
Berlin, Bern, Bruxelles, New York, Oxford, Warszawa, Wien, 2021. 332 p., 2 il. blanco/negro.

Biographical notes

Alfredo Rodríguez López-Vázquez (Author)

Alfredo Rodríguez López-Vázquez (Valladolid, 1950). Catedrático de Didáctica en la Universidad de A Coruña. Ha hecho numerosas ediciones críticas de obras del Siglo de Oro, tales como El Burlador de Sevilla, Tan largo me lo fiáis, El gran rey de los desiertos, o El condenado por desconfiado.

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