Peticiones en alemán y español
Un estudio contrastivo a partir de "Gran Hermano"
Summary
Excerpt
Table Of Contents
- Cubierta
- Título
- Copyright
- Sobre el autor
- Sobre el libro
- Esta edición en formato eBook puede ser citada
- Agradecimientos
- Prólogo
- Índice
- Abreviaturas de las glosas
- Introducción
- 1. Principios teóricos y corpus para el estudio de las peticiones
- 1.1. Las peticiones como actos directivos
- 1.1.1. Breve recorrido histórico
- 1.1.2. Peticiones y variación diafásica: el modelo Val.Es.Co.
- 1.1.3. Aportaciones desde la pragmática intercultural
- 1.2. Corpus lingüísticos y telerrealidad: el caso de Gran Hermano
- 1.2.1. Los corpus como herramienta de estudio
- 1.2.2. La oralidad en los programas de telerrealidad
- 1.2.3. Gran Hermano como objeto y materia de estudio
- 1.3. Base de datos de análisis
- 1.3.1. Fortalezas y debilidades del corpus y de la base de datos
- 1.3.2. Elaboración de la base de datos
- 1.3.2.1. Grabación de las escenas
- 1.3.2.2. Visionado del material
- 1.3.2.3. Preparación, transcripción y alineado de los datos
- 1.3.2.4. Creación de la base de datos en Microsoft Excel
- 1.3.3. Descripción sociolingüística de los informantes
- 1.3.4. Tablas resumen: escenas, duración y número de palabras
- 1.4. Conclusión
- 2. Gran Hermano: situación comunicativa, registro y género
- 2.1. Caracterización de las situaciones no competitivas en alemán y español
- 2.1.1. Rasgos de la situación comunicativa
- 2.1.2. Rasgos del registro
- 2.1.3. Rasgos del género
- 2.2. Caracterización de las situaciones competitivas en alemán y español
- 2.2.1. Rasgos de la situación comunicativa
- 2.2.2. Rasgos del registro
- 2.2.3. Rasgos del género
- 2.3. Conclusión
- 3. Propuesta para la identificación, el análisis y la clasificación de peticiones en la interacción cara a cara
- 3.1. Pasos para identificar peticiones
- 3.1.1. ¿Qué se considera como petición?
- 3.1.2. ¿Qué criterios generales debe cumplir una petición?
- 3.1.3. ¿Y qué criterios específicos?
- 3.1.4. ¿Qué no se puede considerar como petición?
- 3.2. Criterios para el análisis cualitativo y cuantitativo de las peticiones
- 3.2.1. Contexto interactivo general vs. contexto interactivo concreto
- 3.2.2. Benefactividad, costes y agentividad de la acción
- 3.2.3. Continuidad, no continuidad y discontinuidad en el desarrollo de proyectos
- 3.2.4. Formas de los enunciados
- 3.2.5. Presencia de elementos atenuantes
- 3.2.6. Cuantificación y tratamiento estadístico de los datos
- 3.3. Taxonomía de las peticiones: macrofunciones y microfunciones
- 3.4. Conclusión
- 4. Peticiones en situaciones (no) competitivas en alemán y español
- 4.1. Las situaciones no competitivas en alemán y español
- 4.1.1. Análisis de las frecuencias de aparición
- 4.1.2. Análisis formal
- 4.1.2.1. Convenciones en la relación forma-función
- 4.1.2.2. Capacidad funcional de los tipos de enunciados
- 4.1.2.3. Patrones lingüísticos concretos
- 4.1.3. Análisis de los elementos atenuantes
- 4.1.4. Análisis estadístico
- 4.2. Las situaciones competitivas en alemán y español
- 4.2.1. Análisis de las frecuencias de aparición
- 4.2.2. Análisis formal
- 4.2.2.1. Convenciones habituales en la relación forma-función
- 4.2.2.2. Capacidad funcional de los tipos de enunciados
- 4.2.2.3. Patrones lingüísticos concretos
- 4.2.3. Análisis de los elementos atenuantes
- 4.2.4. Análisis estadístico
- 4.3. Conclusión
- 5. Contraste multinivel entre peticiones en alemán y español
- 5.1. Diferencias y similitudes entre situaciones competitivas y no competitivas en alemán
- 5.1.1. Frecuencias de aparición
- 5.1.2. Formas de los enunciados
- 5.1.3. Presencia de elementos atenuantes
- 5.1.4. Tratamiento estadístico
- 5.2. Diferencias y similitudes entre situaciones competitivas y no competitivas en español
- 5.2.1. Frecuencias de aparición
- 5.2.2. Formas de los enunciados
- 5.2.3. Presencia de elementos atenuantes
- 5.2.4. Tratamiento estadístico
- 5.3. Diferencias y similitudes entre situaciones no competitivas en alemán y español
- 5.3.1. Frecuencias de aparición
- 5.3.2. Formas de los enunciados
- 5.3.3. Presencia de elementos atenuantes
- 5.3.4. Tratamiento estadístico
- 5.4. Diferencias y similitudes entre situaciones competitivas en alemán y español
- 5.4.1. Frecuencias de aparición
- 5.4.2. Formas de los enunciados
- 5.4.3. Presencia de elementos atenuantes
- 5.4.4. Tratamiento estadístico
- 5.5. Conclusión
- 6. Conclusiones
- Apéndice
- Índice de figuras
- Índice de tablas
- 7. Bibliografía
- Obras publicadas en la colección
Abreviaturas de las glosas
1,2,3 |
persona |
FUT |
futuro |
PART |
partícula |
ART |
artículo |
PTO |
pretérito |
PRS |
presente |
AUX |
auxiliar |
IMP |
imperativo | ||
INF |
infinitivo |
INTERJ |
interjección |
Introducción
Las peticiones son un pilar fundamental de la socialización humana. Ya sea en relación con grandes dificultades o con pequeños problemas del día a día, los seres humanos recurrimos constantemente a este tipo de acciones para superar necesidades de índoles muy variadas. Como apuntan Kendrick y Drew (2016: 1), “we rely on the assistance of others to help us accomplish those mundane and not-so-mundane tasks that we would not be able to accomplish by ourselves or which are made the easier for being shared”. La colaboración o cooperación interpersonal a la que hacen referencia los autores pone de relieve la solidaridad por la que se rige, generalmente, el comportamiento entre los miembros de una misma comunidad (Heritage, 2008). Sin embargo, este mecanismo de cohesión social puede exhibir un funcionamiento muy dispar según la situación comunicativa y el grupo cultural en el que se desarrolla. No en vano, numerosos investigadores vienen señalando desde hace años que las lenguas y culturas poseen visiones propias y diferenciadas sobre cómo expresar, comprender y gestionar las peticiones en distintos tipos de interacciones (cf. Blum-Kulka, House y Kasper, 1989; Wierzbicka, 1991; Hernández Sacristán, 1999, entre otros). En este sentido, el presente estudio tiene como objetivo general completar los estudios sobre el uso de las peticiones en situaciones reales concretas en alemán y español desde un punto de vista contrastivo. De este modo, se pretende ampliar el conocimiento en torno a este tipo de acciones sociales y promover el acercamiento entre ambas lenguas y culturas.
Para llevar a cabo la investigación, se parte de un corpus bilingüe compuesto por 3 horas, 57 minutos y 51 segundos de grabación, y 35 271 palabras repartidas entre catorce situaciones no competitivas y seis competitivas. Dichas escenas se han extraído de los programas de telerrealidad Big Brother 12 (Alemania, 2015) y Gran Hermano 17 (España, 2016), un modelo de franquicia que pone a disposición del analista una gran cantidad de datos susceptibles de ser analizados. De esta forma, queda garantizado el análisis lingüístico de usos reales y no de los provenientes de la introspección del propio investigador. Asimismo, la selección rigurosa de las escenas se realiza a través de una exhaustiva descripción de las características contextuales con la que se asegura la comparabilidad de las interacciones. Para dar respuesta al propósito general ya mencionado, a lo largo del libro se plantean cinco objetivos específicos:
1) Sentar las bases teóricas y de corpus necesarias para el estudio contrastivo de peticiones en alemán y español;←17 | 18→
2) caracterizar las situaciones no competitivas y competitivas del corpus desde el punto de vista de la variación diafásica y, concretamente, de los rasgos de la situación, del registro y del género;
3) proponer un modelo integral para la identificación, el análisis y la clasificación de peticiones en situaciones cara a cara;
4) analizar el uso de las peticiones en ambas lenguas y situaciones a partir de criterios cuantitativos y cualitativos rentables y explicativos;
5) y detectar las diferencias y similitudes existentes entre ambas lenguas y situaciones.
La monografía se articula en torno a estos cinco objetivos, que se desarrollan en sendos capítulos. En el capítulo 1, en primer lugar, se examina el papel de las peticiones como actos directivos (§ 1.1). Para ello, se realiza un breve recorrido histórico sobre los estudios de las peticiones (§ 1.1.1), se trata la variación diafásica y, en concreto, la propuesta del grupo Val.Es.Co. (§ 1.1.2) y se plantea un marco de análisis dentro de la pragmática intercultural (§ 1.1.3). En segundo lugar, se vincula la telerrealidad con los corpus lingüísticos haciendo hincapié en el papel de estos como herramienta de estudio (§ 1.2.1), en la oralidad propia en este tipo de formatos (§ 1.2.2) y en Gran Hermano como objeto y materia de estudio (§ 1.2.3). En tercer lugar, se describe la base de datos a partir de las fortalezas y debilidades del material consultado (§ 1.3.1), del proceso de elaboración y preparación de la muestra de análisis (§ 1.3.2), de la descripción sociolingüística de los informantes (§ 1.3.3) y de la ficha técnica de las grabaciones (§ 1.3.4). Como en el resto de capítulos, se concluye con una síntesis de las principales ideas aportadas.
El capítulo 2 está dedicado a la presentación y descripción del corpus de Gran Hermano. Por un lado, se caracterizan los rasgos de la situación comunicativa, del registro y del género en las situaciones no competitivas en alemán y español, que corresponden a interacciones propias de la cotidianidad en el hogar (§ 2.1). Por otro lado, se describen los mismos rasgos en ambas lenguas en las situaciones competitivas de contraste, consistentes en la realización de retos y desafíos (§ 2.2).
En el capítulo 3 se propone un modelo para identificar, analizar y clasificar las peticiones en los dos tipos de situaciones cara a cara expuestos anteriormente. Primero, se detallan los pasos que se deben seguir para delimitar las peticiones en la interacción (§ 3.1); segundo, se establecen los criterios cualitativos y cuantitativos necesarios para el análisis de las peticiones (§ 3.2); y, tercero, se distinguen cuatro macrofunciones y diez microfunciones diferentes (§ 3.3).←18 | 19→
El capítulo 4 se centra en el análisis de las peticiones producidas en las situaciones no competitivas y competitivas en ambas lenguas de estudio. Las primeras se examinan en § 4.1 a partir de las frecuencias de aparición, la forma verbal de los enunciados, los elementos atenuantes que acompañan a las peticiones y el grado de significación estadística. Las peticiones en el segundo tipo de escenas se analizan en § 4.2 siguiendo el mismo esquema que en el caso anterior.
En el capítulo 5 se lleva a cabo un contraste multinivel de los resultados obtenidos previamente. Primero, se detectan las diferencias y similitudes intralingüísticas entre las peticiones en situaciones competitivas y no competitivas en alemán (§ 5.1) y, segundo, se localizan las mismas (de)semejanzas en español (§ 5.2). En el tercer punto, se comparan las peticiones de manera interlingüística en las situaciones no competitivas (§ 5.3) y, por último, se contrastan los datos de las competiciones (§ 5.4).
Finalmente, en el capítulo 6 se recogen los aspectos más fundamentales de la obra y se apunta a futuras líneas de investigación derivadas del estudio.
1. Principios teóricos y corpus para el estudio de las peticiones
En el primer capítulo se sientan las bases teóricas y de corpus fundamentales para el estudio de las peticiones. En primer lugar, se abordan las corrientes que influyen en la formación y comprensión de las peticiones, desde los primeros acercamientos hasta la actualidad (§ 1.1). En segundo lugar, se tratan el funcionamiento de los corpus lingüísticos y las especificidades del habla en los programas de telerrealidad, concretamente en el formato Gran Hermano (§ 1.2). En tercer lugar, se detallan las características de la base de datos analizada (§ 1.3) y, por último (§ 1.4), se finaliza con las conclusiones del capítulo.
1.1. Las peticiones como actos directivos
1.1.1. Breve recorrido histórico
El estudio de las peticiones se remonta a la teoría fundacional de los actos de habla de Austin y Searle. Aunque en su obra póstuma How to do things with words (Austin, 1962) todavía no se habla de este tipo de actos en concreto, el filósofo del lenguaje sienta las bases de su modelo al distinguir, por un lado, enunciados constativos o asertivos, con los que se describe el mundo, y, por otro, enunciados performativos o realizativos, que conllevan, además, una acción añadida. Mientras que los primeros pueden someterse a criterios de falsabilidad, los últimos constituyen actos que solo pueden valorarse en términos de felicidad o infelicidad en función del cumplimiento de la acción. Además, el autor identifica tres componentes distintos en cada acto performativo: el locutivo, relacionado con la mera formulación de un enunciado; el ilocutivo, vinculado con la intención del emisor; y el perlocutivo, que alude al efecto logrado a posteriori en el receptor (Austin, 1962: 98–103). Estos hechos sirven a Austin para proponer una taxonomía provisional de actos de habla compuesta por actos judicativos, ejercitativos, compromisorios, comportativos y expositivos. En trabajos posteriores, su discípulo Searle desarrolla su propia clasificación (1969, 1975, 1976), aún en vigor a día de hoy1, basada en la división entre actos representativos o asertivos, ←21 | 22→comisivos, expresivos, declarativos y directivos (Searle, 1976: 10–14). En esta última categoría se incluye por primera vez de manera explícita la petición, definida como un tipo de acto empleado para determinar en el comportamiento futuro del oyente. Asimismo, el autor (1969: 30, 1975: 59) reconoce la existencia de indicadores de fuerza ilocutiva (o IFID, por las siglas en inglés de illocutionary force indicating device) y de actos directos e indirectos. Según Searle, los últimos se caracterizan por la falta de coincidencia entre el contenido proposicional del enunciado y la fuerza ilocutiva del hablante (1975: 59–60):
There are also cases in which the speaker may utter a sentence and mean what he says and also mean another illocution with a different propositional content. For example, a speaker may utter the sentence Can you reach the salt? and mean it not merely as a question but as a request to pass the salt.
A pesar del avance de las aportaciones de Austin y Searle con respecto a la lingüística tradicional, su modelo no está exento de debilidades, reconocidas incluso parcialmente por los propios autores en investigaciones posteriores. Entre ellas destaca la sujeción del éxito de un acto de habla a normas proposicionales, preparatorias, esenciales y de sinceridad subjetivas, basadas en la percepción individual del hablante (Searle, 1969: 66). No se otorga apenas importancia al papel del oyente y propugna una conexión entre lenguaje y cognición no siempre fácil de objetivar. También supone una limitación la equivalencia entre ilocución y significado proposicional, la sola consideración de los IFID sin la consideración de elementos contextuales y partir de ejemplos prefabricados con verbos performativos aislados (Austin, 1962: 40, 57, 59).
Durante la década de 1970, especialistas como Gordon y Lakoff (1971), Ervin-Tripp (1976a, 1976b) o Labov y Fanshel (1977) tratan de reelaborar aspectos concretos de la teoría anterior poniendo a prueba su validez en contextos reales. Ervin-Tripp (1976a, 1976b) parte de encuentros entre padres e hijos para analizar las peticiones como un subtipo de directivo (control move)2 con el que controlar el comportamiento de los niños. La psicolingüista otorga más valor al contexto en el que tienen lugar las peticiones y a las actividades que están en curso durante su formulación. De este modo, la autora incorpora al modelo ←22 | 23→factores del entorno que afectan a la elección de las formas, a la interpretación de las peticiones y a su cumplimiento en la situación. Labov y Fanshel (1977), por su parte, recurren a terapias psicológicas en grupo, en las que se ponen de manifiesto expresiones más indirectas que las observadas entre padres e hijos, como would you mind (1977: 82), y rutas inferenciales mucho más sutiles. Conscientes del desequilibrio y la asimetría entre los roles de terapeuta y paciente, los investigadores presentan una serie de reglas sociales (no cognitivas, como las de Searle) que rigen el comportamiento de los participantes en este tipo de situaciones y con las que se pone el foco en la necesidad de la acción, el derecho del hablante a requerirla, y la habilidad y la obligación del oyente de llevarla a cabo (1977: 78):
- The action requested needs to be done.
- That it would not be done in the absence of a request.
- That the recipient of the request has the ability to do what is asked.
- That the recipient of the request has the obligation to do it.
- That the speaker has the right to tell the recipient what to do.
Tal como apuntan Drew y Couper-Kuhlen (2014b: 10), las enmiendas a la teoría de los actos de habla también presentan problemas, como que se plantean normas contextuales extremadamente rígidas. Sin embargo, la incorporación del oyente al análisis consigue restar valor a la intencionalidad del hablante, lo que entraña un adelanto con respecto a las visiones tradicionales. Asimismo, cabe resaltar el interés de la psicología de los años 1970 y 1980 por desentrañar los procesos cognitivos que subyacen a la comprensión y la formación de las peticiones. Partiendo del concepto de implicatura conversacional de Grice (1975: 45 y ss.), Clark y Lucy (1975: 66–71) y Clark (1979: 467–475) argumentan que el oyente tiende a fijar la atención principalmente en el significado literal de lo dicho. Gibbs (1983), en cambio, defiende que los receptores de una petición pueden no atender siquiera al contenido de lo que se dice y responder directamente al sentido implícito gracias a su propia capacidad inferencial. Así, se sugiere la hipótesis del mayor obstáculo potencial (greatest potential obstacle), un procedimiento de anticipación cognitiva que podría guiar al hablante en la formación de peticiones y contribuir a evitar un posible rechazo por parte del oyente.
La teoría de la cortesía verbal de Brown y Levinson (1987 [1978]) supone un salto cualitativo si se compara con los modelos anteriores. En esta nueva teoría, que incorpora elementos de la sociología como la imagen social o face de Goffman (1967: 5–15), los actos directivos adoptan un papel destacado por su capacidad para influir en el comportamiento del interlocutor. Brown y Levinson (1987 [1978]: 283–284) modifican ligeramente la concepción goffmaniana de public self-image para explicar la necesidad de cada hablante y oyente de defender su ←23 | 24→imagen de acuerdo con dos tipos de necesidades y anhelos: por un lado, con el deseo de ser aprobado y reconocido socialmente (imagen positiva) y, por otro, con el anhelo de libertad y la falta de imposición (imagen negativa). Así, se respalda la existencia de ciertos actos sociales que, potencialmente, constituyen una amenaza a alguna de las imágenes señaladas y que reciben el nombre de actos amenazantes a la imagen (en adelante, AAI) o face threatening acts (FTA). Entre ellos sobresalen las peticiones, especialmente amenazantes por exhibir las necesidades y debilidades del hablante y a la vez invadir el ámbito de actuación del oyente.
Tomando estas bases como punto de partida, Brown y Levison (1987 [1978]: 68–71) distinguen cinco estrategias a las que recurren los hablantes para llevar a cabo un AAI como una petición. Esta puede realizarse de manera encubierta (off record) o no (on record). En el primer caso, se alude indirectamente a las condiciones que envuelven la realización de la acción sin determinar de manera explícita la intención del hablante (por ejemplo, qué frío hace como petición para cerrar la ventana). En el segundo, el hablante puede producir el acto potencialmente amenazante, bien sin rodeos ni compensaciones (baldly, without redress), para lo que suele recurrir a formas directas y concisas (por ejemplo, haz los deberes), bien mediante estrategias de cortesía positiva o cortesía negativa. Mientras que en el primer supuesto se favorece la proximidad, afinidad y solidaridad entre los interlocutores (por ejemplo, préstame tu coche, amigo mío), en el segundo se respeta la libertad de acción del otro para evitar coacciones e imposiciones (por ejemplo, ¿te importaría cerrar la ventana, si no es molestia?). Por último, la quinta estrategia posible correspondería a la no realización del AAI cuando la amenaza es demasiado grande para alguno de los participantes. Asimismo, las variables que entran en juego a la hora de priorizar una forma sobre otra son la distancia social (el grado de conocimiento mutuo de los interlocutores), el poder relativo (si existe una jerarquía o una relación de igualdad entre hablante y oyente) y el grado de imposición en cada cultura.
De la lectura de estudios particulares sobre cortesía en alemán y en español se extraen diferencias notables entre ambas lenguas3. Mientras que el alemán parece orientar las peticiones al uso de mecanismos de cortesía negativa, destinados ←24 | 25→a preservar la independencia del oyente y marcar distancia con él, los hablantes de español suelen proteger tanto su imagen como la del otro disminuyendo la distancia entre ambos, por ejemplo, mediante apelativos cariñosos (Siebold, 2006: 959; 2010: 133–134; cf. también Siebold, 2008a). No extraña, pues, que los ideomas corteses en torno a los conceptos de autonomía y afiliación, propuestos por Bravo (1999: 160–164; cf. su aplicación en Contreras Fernández, 2005: 378), o confianza y privacidad (Contreras Fernández, 2007: 188) sean distintos en cada comunidad de habla (cf. Calañas Continente, 2017: 115–116).
A pesar de la enorme influencia de este modelo en investigaciones de todo el mundo y del cambio de perspectiva con respecto al resto de acercamientos ya mencionados (cf. la valoración hecha por Fox, 2015: 58), la teoría de la cortesía verbal también recibe numerosas críticas por su visión “excesivamente negativa” de las relaciones sociales (Albelda y Barros, 20134: 56–59; cf. Kasper, 1990; Kerbrat-Orecchioni, 1996; Spencer-Oatey, 2005, entre otros), por su carácter etnocéntrico basado en evaluaciones propias de la cultura anglófona (cf. Wierzbicka, 1985, 1991; Blum-Kulka, 1990; O’Driscoll, 2007), por la pretensión de universalidad de sus estrategias (Escandell Vidal, 2013 [1996]; Fukada y Asato, 2004) y por el mismo concepto de imagen utilizado (cf. Matsumoto, 1988; Haugh y Hinze, 2003; O’Driscoll, 2011). Así, en Watts (2003), Locher y Watts (2005) o Culpeper (2008) se aboga por abandonar los enfoques “absolutos” sobre la (des)cortesía en favor de otros que tienen en consideración el contexto de aparición y descartan la relación biunívoca entre usos (des)corteses y formas lingüísticas.
Así las cosas, desde la lingüística se vuelve evidente la necesidad de examinar las peticiones en su contexto de realización, esto es, prestando atención a la posición del directivo respecto de los elementos previos y posteriores en el discurso. Dentro del análisis conversacional americano5 (en adelante, AC), Schegloff (1968), Schegloff y Sacks (1973), Sacks, Schegloff y Jefferson (1974) o Sacks (1984) parten de la hipótesis de que las acciones sociales del día a día presentan un orden natural que a menudo pasa desapercibido. Los fundadores de esta corriente abogan por un giro analítico que pone en el centro el entorno ←25 | 26→interaccional en el que se produce cada petición, localizada dentro de una secuencia directiva y entendida como una acción no preferida o despreferida con respecto a otras.
Según Schegloff (2007: 2), las secuencias son “coherent, orderly, meaningful successions (…) of actions”. Además de esta unidad, desde el AC apuntan a la existencia de otros elementos organizativos en el discurso que afectan a (a) la transferencia del turno de palabra (Sacks, Schegloff y Jefferson, 1974), (b) la estructura global de la interacción (como en el caso de las aperturas o los cierres que delimitan el comienzo y/o final de llamadas telefónicas; cf. Zimmerman, 1984: 216–225), (c) la conexión entre turnos (Sacks, 1995 [1992]: 320–327) o a (d) la estructura interna de los mismos (turn construction y turn-constructional units o TCUs; Sacks, Schegloff y Jefferson, 1974: 12; Clayman, 2013: 150–166). Así, Wootton (1997: 56–89) es pionero a la hora de mostrar que los hijos suelen valorar las secuencias previas antes de formular una petición a sus padres. Además de la secuencia, que puede extenderse a lo largo de varios turnos, el par adyacente también adquiere especial relevancia en el caso de las peticiones: en su forma mínima aparece formado por dos turnos sucesivos producidos por hablantes diferentes, ordenados como primera y segunda parte, y tipificados de modo que el primero hace necesaria la aparición del segundo (Schegloff, 2007: 13; cf. Schegloff y Sacks, 1973). En este sentido, para Urbanik (2017: 32 y ss.) las peticiones se componen, al menos, de una acción verbal6 iniciativa y otra verbal (o no) reactiva.
Por otro lado, la concepción de las peticiones como acciones no preferidas o despreferidas se basa en la noción de preferencia como principio que rige la adecuación de las segundas partes de un par adyacente (Gallardo Paúls, 1991: 346; Pomerantz y Heritage, 2013: 210–228). Debido a la necesaria cooperación que caracteriza la comunicación entre dos o más participantes y al dinamismo de las conversaciones, los hablantes coconstruyen sentidos y actividades en la interacción. Desde este punto de vista, las acciones como las peticiones son percibidas a la vez como determinadas por y determinantes del entorno (Heritage, 1984: 242). Además, desde el AC se ampara la idea de que la mayoría de las acciones (preferidas o no) se suceden unas a otras, de modo que es posible reconocer secuencias ←26 | 27→o contextos secuenciales recurrentes. Así, Levinson (1983: 357) defiende que las peticiones no son la opción más eficiente en la conversación, ya que las prepeticiones (pre-requests) permiten sondear mejor la situación y evitar rechazos innecesarios del interlocutor (por ejemplo, mediante la pregunta ¿estás ocupado?). De este modo, si la respuesta es afirmativa, la petición puede no llegar a formularse y su autor puede evitar el rechazo. Además, las peticiones también pueden considerarse despreferidas con respecto a otros directivos, como las ofertas: si el oyente se anticipa al problema o la necesidad del hablante y ofrece el servicio que se cree que se va a requerir, entonces la transacción se completa más rápidamente (Pomerantz, 1978; Schegloff, 1979: 49; Levinson, 1983: 343–364; Sacks, 1995 [1992]: 207). En otras palabras, la expresión de una oferta por parte del oyente contribuye a que la petición del hablante no sea ni siquiera necesaria.
A pesar de lo aducido en los párrafos anteriores, en estudios más recientes como los de Kendrick y Drew (2014), Fox (2015), Rossi (2015) o Couper-Kuhlen y Selting (2018b) se pone en duda la gestión de las peticiones en los términos secuenciales y de preferencia planteados. De hecho, Couper-Kuhlen y Selting (2018a: 249; cf. también Lerner, 1996, o Schegloff, 2007: 83–84) señalan tres asunciones erróneas que se infieren de la visión anterior: primero, las secuencias previas a una petición no siempre se emplean para provocar una oferta en el interlocutor; segundo, las peticiones no suelen aparecer tarde en la interacción y solo si no se prevé una oferta posterior del oyente (cf. Curl y Drew, 2008: 150); y, tercero, las peticiones no son las únicas acciones que pueden “camuflarse” en otras (por ejemplo, ofertas) para alcanzar determinados fines (Haugh, 2017; Couper-Kuhlen y Selting, 2018a: 257–259). Asimismo, en relación con la secuencia de las prepeticiones, Rossi (2012, 2015: 155–175) muestra que muchas de las secuencias que podrían considerarse como tales acaban provocando el mismo efecto que una petición, por lo que el uso de la primera etiqueta se vuelve innecesario.
Así, los partidarios de la lingüística interaccional asumen algunos de los preceptos del AC, de la teoría de la contextualización (Gumperz, 1982) y de la antropología lingüística (Ochs y Schieffelin, 1989; Goodwin y Goodwin, 2000) a la hora de definir las peticiones como formatos de acción social concretos (social action formats; cf. Levinson, 1983: 294; Levinson, 2012; Schegloff, 1984; Ford, Fox y Thompson, 2003). La idea fundamental es que la formación y el reconocimiento de las peticiones y otras acciones sociales consisten en un doble proceso en el que el analista debe saber identificar tal valor a partir de la intervención iniciativa del hablante o de la reacción del oyente. En otras palabras, no importa si el investigador percibiría o no un valor directivo de petición si estuviera en el lugar de los participantes, sino si el hablante manifiesta dicha voluntad o si el ←27 | 28→oyente atribuye tal valor a un enunciado, aun cuando este no coincidiera con la intención del primero. Para ello, se hace hincapié en la búsqueda de parámetros coconstruidos en la interacción que explican el uso de las peticiones en cada contexto.
Los criterios que reúnen un mayor consenso a la hora de caracterizar las peticiones son la agentividad y la relación entre costes y beneficios. Generalmente, la agentividad en estos directivos recae sobre la figura del oyente, para el que supone un coste determinado, pero su cumplimiento beneficia al hablante (Couper-Kuhlen, 2014: 634). Esto los distingue de otras acciones directivas como las ofertas, que benefician al oyente, o las propuestas, llevadas a cabo por hablante y oyente conjuntamente (Couper-Kuhlen, 2014: 634). En su trabajo monográfico sobre peticiones en italiano, Rossi (2015: 225) recoge, además, otra serie de parámetros aplicados en menor medida: el carácter inmediato o desplazado7 (Lindström, 1999; Schegloff, 2007), práctico o abstracto8 (Vinkhuyzen y Szymanski, 2005), o bilateral o unilateral (Wootton, 1997; Rossi, 2012, 2015: 69–123). Esta última dimensión sirve al autor para diferenciar las peticiones que contribuyen a la realización de un proyecto común, acordado previamente entre los participantes (peticiones bilaterales), de las que no tienen en cuenta al interlocutor para iniciar una acción que solo beneficia a su emisor (peticiones unilaterales). Asimismo, en el caso de las transferencias de objetos también puede considerarse si estos están o no al alcance del oyente (Stevanovic y Monzoni, 2016), o si la petición es continua, no continua o discontinua con respecto a la línea de actuación del interlocutor (Wootton, 1997). En este sentido, es necesario saber insertar las peticiones en macroestructuras jerárquicamente superiores a las secuencias (Schegloff, 2007: 2), que los especialistas denominan proyectos interaccionales, actividades (Levinson, 1979: 393–394; Heritage y Sorjonen, 1994: 3–6; Robinson, 2013: 258 y ss.), secuencias de secuencias (Schegloff, 2007: 244 y ss.) o suprasecuencias (Robinson, 2013: 258).←28 | 29→
Mención aparte merecen las nociones de autoridad y contingencia referidas a las peticiones por su aplicación en numerosos trabajos basados en conversaciones telefónicas y cara a cara (entre otros, Craven y Potter, 2010; Lee, 2011; Keisanen y Rauniomaa, 2012; Kent, 2012; o Raymond, 2014). Para Lindström (2005) y Heinemann (2006), la autoridad (entitlement) designa los derechos del autor de una petición a controlar las acciones futuras de su interlocutor y a esperar que esta se cumpla. Como explican Curl y Drew (2008: 147), la elección por parte del hablante de una forma lingüística u otra “makes a claim as to what they believe themselves reasonably entitled to given the circumstances of the interaction, the item being requested, and/or the sequence in which the request is placed”. Aun así, que un hablante reclame tener autoridad corresponde a su propia visión de sí mismo y no tiene por qué coincidir con el derecho real de este a formular una petición dada. Por otro lado, la contingencia (contingency; Curl y Drew, 2008) alude a los impedimentos potenciales que el hablante reconoce en su enunciado y que pueden dificultar la realización de la acción requerida (2008: 134 y ss.). La naturaleza de los obstáculos puede ser variada: la falta de disposición del interlocutor a colaborar, su escasa habilidad o la incapacidad de intervenir en el contexto.
En relación con los medios a los que puede recurrir el hablante para activar en el oyente una interpretación directiva con valor de petición, Drew y Couper-Kuhlen (2014b: 15–16) señalan la elección de formas lingüísticas concretas como un criterio determinante. Ford, Fox y Thompson (2003: 120) afirman que “certain kinds of activities precipitate certain recurrent kinds of grammar”. Goodwin y Goodwin (1992), por ejemplo, inciden en esta misma idea cuando defienden que el esquema lingüístico [sujeto] + [cópula] + ([intensificador]) + [adjetivo] (como en la película es (muy) interesante) sirve para la expresión de valoraciones (cf. también Thompson y Couper-Kuhlen, 2005; Couper-Kuhlen y Thompson, 2008). Por otro lado, la deonticidad también puede dar pistas sobre cómo entender un enunciado constitutivo de petición. La modalidad deóntica señala la actitud subjetiva del hablante (Bybee, Perkins y Pagliuca, 1994: 177; Givón, 1994: 266; Palmer, 2001 [1986]: 7–8) y se asocia con las condiciones de obligación, necesidad, habilidad o posibilidad (Lyons, 1977: 755). En concreto, el estatus deóntico (deontic status) caracteriza la relación extralingüística que une al hablante de manera más o menos estable con la acción futura requerida en la petición (Stevanovic, 2011: 3–5). En cambio, el posicionamiento deóntico (deontic stance) tiene que ver con la relación manifestada lingüísticamente entre el hablante y la acción futura en momentos concretos de la interacción. Aunque lo esperable en encuentros entre personas con derechos y deberes respectivos sería a priori que el estatus y el posicionamiento deónticos estuvieran alineados ←29 | 30→(congruencia deóntica), Stevanovic y Peräkylä (2012: 302–315) también reconocen que, en ocasiones, los participantes pueden formar peticiones en contextos en que ambos conceptos se desalinean (incongruencia deóntica). Así, según Drew y Couper-Kuhlen (2014b: 15–16), el reconocimiento y la asignación del estatus deóntico al interlocutor favorecen la interpretación de un enunciado dado como constitutivo de petición.
Finalmente, hay que destacar el empuje de la multimodalidad en el análisis de las peticiones y otras acciones sociales directivas, un campo en el que, además de considerarse los recursos verbales y paraverbales disponibles al alcance de los participantes, los gestos y demás elementos no verbales ocupan un lugar central. Este enfoque desplaza el foco de interés de las acciones particulares a los métodos de movilización de ayuda o recruitment (cf. Drew y Couper-Kuhlen, 2014a, Floyd, Rossi y Enfield, 2016; Kendrick y Drew, 2016; Drew y Kendrick, 2018). Desde esta visión, que supone una conceptualización amplia de los intentos por activar el favor del otro, las peticiones son únicamente “alternative methods for the recruitment of assistance, which we argue form a continuum from the most explicit to the most implicit” (Kendrick y Drew, 2016: 4). En el continuo se identifican cinco estrategias distintas en función de cómo se tematiza el problema (trouble), de la relevancia de la intervención del otro (relevance) y de la causa inicial de la asistencia (assistance): primera, pedir ayuda de manera explícita (como en ¿me puedes pasar las cerillas?); segunda, informar sobre necesidades, dificultades o problemas que se tienen en ese momento (como en tengo frío); tercera, alertar de problemas (como con oh, dios o joder); cuarta, señalar dificultades mediante alguna parte del cuerpo (por ejemplo, girando la cabeza hacia un lugar determinado); y, quinta, proyectar o anticipar la necesidad de asistencia del otro participante (por ejemplo, moviendo la silla para dejar que otra persona pase).
Esta perspectiva holística de las actividades sociales que requieren de la cooperación interpersonal presenta grandes ventajas, ya que distancia al analista del concepto de intencionalidad y otorga mayor importancia al rol del oyente (Kendrick y Drew, 2016: 15–17; Haugh, 2017: 197–198). Mediante el esquema del contínuum se da una explicación no solo para las acciones más explícitas, sino también para las más sutiles, a la vez que se incorporan las fuentes de información verbal y no verbal (Kendrick y Drew 2016: 15). No obstante, el modelo también tiene sus flaquezas, como la dificultad de abarcar las acciones futuras no inmediatas, en las que el peso de lo verbal es mayor que el de lo no verbal: “these kinds of actions therefore cannot be easily and seamlessly interwoven with the fabric of everyday activity in the way recruitments are” (Heritage, 2016: 29). Además, el éxito de la propuesta depende de que el problema, la necesidad o el deseo mostrado por el primer participante sea percibido efectivamente por el ←30 | 31→segundo (Drew y Couper-Kuhlen, 2014b: 22); quedan excluidos, por tanto, los intentos fallidos de obtención de ayuda.
1.1.2. Peticiones y variación diafásica: el modelo Val.Es.Co.
El estudio de las peticiones no puede desvincularse de la evaluación de su contexto de realización. En este sentido, la lingüística variacional, en su atención al eje de variación diafásica, ofrece un marco de análisis desde el que abordar este tipo de directivos en distintas situaciones.
Debemos a Coseriu (1952, 1967), inspirado a su vez en Flydal (1952), la tripartición básica de la variación en tres áreas fundamentales: la diatópica (los dialectos o usos lingüísticos de una zona geográfica determinada), la diastrática (los sociolectos o las variantes asociadas con el estrato o el nivel de instrucción del hablante) y la diafásica (ligada al registro o a las características o estilos de lengua que se adecuan a cada situación comunicativa). El reconocimiento de las variedades de una lengua histórica da cuenta de un sistema de tradiciones y normas lingüísticas calificado como diasistema. Según la propuesta de Coseriu, reflejada en los tres niveles inferiores de la Figura 1, la mayor o menor presencia de un tipo de rasgos en la base del modelo condiciona la disposición de los rasgos equivalentes en el eje del nivel variacional inmediatamente superior. Esto es, cuanto más diatópicamente marcado el rasgo de un hablante, mayor también su consideración de pertenencia a un nivel diastrático o de instrucción bajo. Y a mayor presencia de rasgos diastráticamente bajos en la interacción, mayor será la categorización de la situación como relativa a una variación diafásica igualmente baja. Así, lo diatópico puede funcionar como diastrático y lo diastrático como diafásico, pero no a la inversa. Por tanto, la presencia de rasgos coloquiales en el nivel diafásico no implica necesariamente la adscripción del hablante a un estrato social bajo, sino solo su adecuación a un contexto caracterizado por la coloquialidad o la inmediatez.
←31 | 32→Desde la romanística alemana (Koch y Oesterreicher, 1985, 2007 [1990]; cf. algunas de las cuestiones pendientes en el modelo en López Serena, 2021) se propone la inclusión de la dimensión tradicional hablado/escrito (o inmediatez/distancia comunicativa), con la que se consigue dar cabida a las expresiones que pueden no estar determinadas por ninguna de las tres variedades mencionadas, sino simplemente por su carácter inmediato o distante. Para Koch y Oesterreicher (2007 [1990]: 38–40) la distancia e inmediatez comunicativas se erigen, por un lado, como eje vertical a partir del cual articular y relacionar todas las dimensiones; y, por otro, como eje horizontal o continuo entre la máxima inmediatez y la máxima distancia relativa a cada dimensión. De este modo, es posible establecer relaciones directas entre cada uno de los niveles y el carácter más o menos inmediato de una expresión sin necesidad de pasar por cada uno de ellos. Así, lo marcado o no diatópicamente se asocia con el polo de la inmediatez y de la distancia, respectivamente. O las marcas de variación diastrática y diafásica bajas se vinculan con el lenguaje de la inmediatez y su contrapunto alto con el lenguaje de la distancia comunicativa. De este modo, el modelo da cabida a todo el espectro de variaciones posibles, desde las situadas en los polos máximamente inmediatos o distantes hasta las que ocupan posiciones más intermedias.←32 | 33→
Esta perspectiva supone un punto de contraste con otros modelos de variación diafásica, como el anglosajón (Halliday, McIntosh y Stevens, 1964; Gregory y Carroll, 1978; Halliday, 1985, 1989; o Eggins, 2004) o el planteado por el grupo Val.Es.Co. (Briz, 1995a, 1996; Briz y Grupo Val.Es.Co., 2002, 2003; Briz, 2010a, 2010b). Aunque en cada propuesta se emplean parámetros parcialmente distintos, que se vinculan entre sí de un modo particular, también se constatan aspectos comunes a todos ellos, como la organización de los parámetros situacionales en torno a una serie de dicotomías: fragmentación vs. integración (Chafe, 1982), oralidad vs. escritura(lidad) (Chafe, 1982; Halliday, 1985; Koch y Oesterreicher, 2007 [1990]), distancia vs. inmediatez (Koch y Oesterreicher, 1985, 2007 [1990]) o coloquialidad vs. formalidad (Briz, 1995a, 2010a, 2010b; Briz y Grupo Val.Es.Co., 2000). Para cumplir con los objetivos del trabajo nos centramos únicamente en el modelo Val.Es.Co., que se explica en los siguientes párrafos. Cabe señalar que todos los modelos presentan debilidades y que también este adolece de algunas cuestiones epistemológicas (López Serena, 2007: 387; 2021) o de la vacilación en el uso de ciertos parámetros (García Ramón, 2018: 36 y ss.). Aun así, su uso resulta eficaz por su capacidad explicativa global, que proporciona un paradigma de estudio de la estructura conversacional, desde un sistema de unidades de la conversación (Briz y Grupo Val.Es.Co., 2003; Grupo Val.Es.Co., 2014) hasta una herramienta de visualización de la estructura interactiva de los géneros dialógicos9 (Espinosa, 2016; Espinosa y García, 2019). Además, el hecho de que se haya empleado en numerosos estudios particulares es una garantía de su eficacia con este tipo de material. De este modo, el modelo Val.Es.Co. actúa de manera semipredictiva y conecta el acercamiento variacionista de Koch y Oesterreicher (1985, 2007 [1990]) con el análisis de la interacción del AC a la hora de caracterizar y describir las situaciones comunicativas.
Details
- Pages
- 248
- Publication Year
- 2022
- ISBN (PDF)
- 9783631869727
- ISBN (ePUB)
- 9783631869734
- ISBN (Hardcover)
- 9783631862636
- DOI
- 10.3726/b19223
- Language
- Spanish; Castilian
- Publication date
- 2022 (January)
- Published
- Berlin, Bern, Bruxelles, New York, Oxford, Warszawa, Wien, 2022. 248 p., 26 il. blanco/negro, 55 tablas.