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La puntuación en la prosa de Alfonso X. Los manuscritos regios de la General estoria

by Miguel Las Heras Calvo (Author)
©2023 Thesis 264 Pages

Summary

Esta obra analiza el uso de ciertos usos y valores de los signos de puntuación en la que posiblemente sea la obra más ambiciosa de Alfonso X el Sabio y uno de los proyectos enciclopédicos y traductológicos más vastos de la Europa medieval: la General estoria. En concreto, se ha abordado el examen de una selección de capítulos correspondientes a los dos manuscritos regios conservados, mediante una metodología enmarcada en el ámbito de las humanidades digitales, centrada en la función demarcativa de diversas unidades sintácticas de la oración compuesta y compleja.

Table Of Contents

  • Cubierta
  • Título
  • Copyright
  • Sobre el autor
  • Sobre el libro
  • Esta edición en formato eBook puede ser citada
  • ÍNDICE
  • Prólogo
  • 1. Introducción
  • 1.1. La puntuación como objeto de estudio interdisciplinario
  • 1.2. Estudios de puntuación medieval hispánica
  • 1.3. Propósitos de nuestro trabajo
  • 2. General e grand estoria
  • 2.1. Objetivos, estructura y contenidos de la obra
  • 2.2. Selección de las partes estudiadas
  • 2.2.1. Primera parte: ms. 816 BNE
  • 2.2.1.1. Descripción codicológica del manuscrito
  • 2.2.1.2. Contenido del manuscrito
  • 2.2.2. Cuarta parte: ms. Urb. Lat. 539 BAV
  • 2.2.2.1. Descripción codicológica del manuscrito
  • 2.2.2.2. Contenido del manuscrito
  • 2.3. Selección de los capítulos estudiados
  • 3. Consideraciones metodológicas
  • 3.1. La puntuación como objeto de estudio: oralidad y escritura
  • 3.2. Tratamiento de los datos: XML-TEI
  • 3.2.1. XML-TEI
  • 3.2.2. Obtención de los resultados: hojas de estilo XSLT
  • 4. Demarcación sintáctica de la puntuación en la General e grand estoria
  • 4.0. Introducción y abreviaturas
  • 4.1. Yuxtaposición de oraciones y otros segmentos
  • 4.1.1. Yuxtaposición: distributivas
  • 4.1.2. Yuxtaposición: enumeraciones
  • 4.1.3. Conclusiones
  • 4.2. Coordinación de oraciones y otros segmentos
  • 4.2.1. Coordinación copulativa
  • 4.2.2. Coordinación adversativa
  • 4.2.3. Coordinación disyuntiva
  • 4.2.4. Conclusiones
  • 4.3. Subordinación sustantiva. Estilos directo e indirecto
  • 4.3.1. Datos cuantitativos generales sobre la marcación de estilos directo e indirecto
  • 4.3.2. La puntuación del estilo directo
  • 4.3.3. La puntuación del estilo indirecto
  • 4.3.4. Estilo de puntuación asociado a los estilos directo e indirecto en los libros estudiados
  • 4.3.5. Conclusiones
  • 4.4. Subordinación adjetiva
  • 4.5. Subordinación adverbial
  • 4.5.1. Subordinación causal
  • 4.5.2. Subordinación final
  • 4.5.3. Subordinación y construcciones consecutivas
  • 4.5.3.1. Subordinación consecutiva intensiva
  • 4.5.3.2. Subordinación consecutiva no intensiva
  • 4.5.4. Subordinación comparativa
  • 4.5.5. Subordinación condicional
  • 4.5.6. Subordinación concesiva
  • 4.5.7. Subordinación temporal
  • 4.5.8. Construcciones absolutas
  • 4.5.8.1. Construcciones de participio
  • 4.5.8.2. Construcciones de gerundio
  • 4.5.9. Conclusiones
  • 5. Conclusiones
  • 5.1. Funciones y contextos de uso
  • 5.2. Aspectos condicionantes en el uso de la puntuación
  • 5.3. Especialización de los signos de puntuación
  • Índices de tablas, ilustraciones y gráficos
  • 6. Bibliografía
  • Obras publicadas en la colección

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Prólogo

El conocimiento de un determinado objeto de estudio lleva siempre aparejada una compleja problemática de naturaleza epistemológica. Cuestiones como la delimitación de tal objeto, los fundamentos sobre los que se sostiene su saber, los métodos para llegar a alcanzarlo y la validez de las conclusiones son aspectos que debe afrontar cualquier investigación científica.

Cuando se trata de estudiar las actividades del hombre es habitual que ciencias y disciplinas diversas se acaben ocupando, desde sus diferentes y legítimas perspectivas, de unas mismas realidades. La escritura, probablemente la invención más determinante para el progreso y desarrollo de la humanidad, es, sin duda, uno de los campos más observados desde distintos prismas científicos. Las formas de representación en su contexto de empleo, su contenido significativo, su relación con la oralidad y la lectura, sus valores y usos, su carácter sígnico y simbólico, entre otros aspectos, son tratados con mayor o menor detenimiento por la grafémica, la lingüística, la ecdótica, la paleografía, la historia, etc.

Como es lógico, una buena teoría de la escritura ha de posibilitar una explicación plausible para múltiples (idealmente, todas sus) manifestaciones, con independencia de la lengua representada y el lugar y momento de su copia, entre otras variables contextuales. Pero huelga enfatizar la dificultad de tal conocimiento especulativo, así como resulta obvio que, a la hora de comprender las escrituras antiguas, la ausencia de un respaldo sonoro conlleva obstáculos que acentúan el carácter especulativo de las propuestas e impiden su verificación probatoria.

En relación con la escritura hispánica desarrollada en el periodo medieval, es un hecho que contamos con abundante bibliografía sobre las unidades de la escritura denominadas grafemas. A la correspondencia entre estos signos y sus equivalentes fonéticos y fonológicos se les han dedicado ríos de tinta. Sin embargo, basta con asomarse a los textos diplomáticos de los siglos XI y XII, por no aducir aquí otros ejemplos de mayor complejidad, para comprobar la falta de consenso científico sobre los valores lingüísticos de las grafías, habida cuenta de las tradiciones escriturarias y de las lenguas habladas y aprendidas implicadas (lo mismo se lee sobre los romanceamientos de la escritura latina como, a la inversa, de la latinización de los textos romances). Surge entonces la pregunta sobre si la escritura representa efectivamente (y con cuánta precisión) la lengua hablada o si, por el contrario, resulta una convención significativa (lingüística) alejada de la oralidad de su momento.

←13 | 14→Pues bien, si el notable conocimiento actual sobre los grafemas de las diversas escrituras medievales todavía debe asentarse en pilares más sólidos, hay otros componentes de la escritura sobre los que nuestra comprensión no puede tildarse más que de superficial: es el caso de los signos de puntuación en la Edad Media (hispánica).

En este sentido, es también un hecho la acusada falta de publicaciones centradas en el estudio de estos signos, además de que las existentes son, unas veces, excesivamente generalistas y, otras, por el contrario, trabajos muy acotados. Así mismo, lo que se persigue por cada una de las disciplinas que se ocupan de la puntuación difiere, lógicamente, en cada caso. Parece justo, en conjunto, juzgar de intrincada o espinosa (y quizá un tanto desagradecida) la labor investigadora en este ámbito, puesto que, a pesar del generalmente reducido número de unidades por analizar, son muchas las variables que tener en cuenta para su discernimiento, a lo que ha de agregarse la siempre ardua tarea interpretativa de la puntuación en sus textos.

La actual hiperespecialización de las ciencias tiene como consecuencia la mayor profundización en unos campos del saber cada vez más atomizados, pero, como contrapartida negativa, por lo menos en las ciencias humanas, también propicia un menor conocimiento del contexto en que se desarrolla la actividad en cuestión que le da sentido y facilita su comprensión global. Por ello, este volumen, si bien trata principalmente uno de los aspectos atingentes a la puntuación, como es el de su relación, en el plano escrito, con la sintaxis de la lengua (castellana), manifiesta abiertamente una postura integradora e interdisciplinar para conocer en toda su complejidad lo relativo a los signos interpuntivos. Se defiende aquí una competencia integradora de saberes no solo lingüísticos, sino también paleográficos, codicológicos y, por supuesto, grafémicos, dentro, estos, de la teoría de la escritura.

El presente libro constituye una sólida, detallada y necesaria aportación a los estudios sobre los signos de puntuación en los textos medievales en prosa. La elección de la obra analizada, la General e grand estoria de Alfonso X (manuscritos regios: GE1 y GE4) no puede ser más acertada, ya que en ella concurren diversas características que la hacen idónea para esta empresa, principalmente por tratarse de los testimonios emanados del escritorio alfonsí, en que se hace visible el alto grado de homogeneización lingüística y de estilo que caracterizan el estándar castellano propuesto por el monarca y llevado a cabo por sus colaboradores, en su extraordinario impulso de difusión cultural y oficialización del lenguaje de Castiella. Su gran extensión resulta, además, muy apropiada para la constatación de hábitos interpuntivos consolidados. Sin embargo, la magna obra encierra no pocos problemas y dificultades, pues son muchos los colaboradores y ←14 | 15→muy variadas las fuentes para la narración historiográfica, desde lenguas distintas como el latín, el griego, el hebreo o el árabe, que se plasman puntualmente en traducciones de diversos tipos de textos, comenzando por los bíblicos y pasando por otros muy diferentes de carácter exegético, histórico, enciclopédico, etc.

Metodológicamente, el autor de esta monografía parte de una delimitación amplia de su objeto de estudio, pues, además de los tres signos que se reparten desigualmente a lo largo del texto (punto [.]‌, punto y vírgula [.’] y calderón [¶]), incluye también la ausencia de todo signo (∅), al modo estructuralista-funcionalista. Este detalle, que puede parecer menor, constituye una acertada decisión para garantizar la fiabilidad del estudio, pues gracias a él se constatan las frecuencias de empleo de los signos para las funciones analizadas y no solo, como suele ser habitual en otras investigaciones similares, y en el mejor de los casos, el mero conteo de casos positivos. Conocer las frecuencias de uso faculta para sostener afirmaciones relativas a los hábitos de escritura, más o menos normalizados, para tal o cual función o empleo, mientras que su desconocimiento o la mera aproximación o noticia solo ofrece un panorama difuso y, en no pocas ocasiones, errado.

También dentro del apartado metodológico, ha de destacarse la propuesta del investigador de un análisis de la puntuación basado en diversas unidades sintáctico-semánticas. Aunque su estructura se vertebra en los diferentes tipos de proposiciones (yuxtapuestas, coordinadas y subordinadas), se realizan también estudios de nivel sintagmático y hay constantes alusiones a la demarcación supraoracional o discursiva (por ejemplo, a propósito de Mas y de Onde). Pues bien, este examen de la puntuación a la luz de la sintaxis del texto es, a nuestro juicio, el mayor mérito del presente estudio. Los medios informáticos permiten una sencilla recuperación de datos cuantitativos de empleo de cualesquier caracteres (como los signos interpuntivos), seguidos o antecedidos por determinadas palabras. Las búsquedas son, en ese sentido, rápidas y fiables, partiendo de una edición paleográfica digital tan rigurosa y pulcra como la puesta a disposición de los investigadores por el Hispanic Seminary of Medieval Studies, de la que, como era de esperar, hace uso el autor. Sin embargo, se comprueba en este libro que la puntuación condicionada por el contexto (aquella que se da, por ejemplo, ante las conjunciones ca, mas o pero), aunque es muy numerosa en coaparición con dichas unidades, no explica la enorme variedad de los usos interpuntivos de la obra. Dichas búsquedas avanzadas, por consiguiente, resultan insuficientes en la persecución del objetivo final. Para ello, no queda otra vía que acometer la esforzada tarea del análisis interpretativo de los diferentes segmentos lingüísticos, en este caso de naturaleza sintáctico-semántica, con independencia de si estos están acotados o no por signos de puntuación. ←15 | 16→Y eso es, precisamente, lo que caracteriza este estudio, hasta tal punto que, en cierto modo, además de ser un tratado de puntuación, también lo es de sintaxis castellana alfonsí. Baste con leer, por ejemplo, el capítulo dedicado a las subordinadas causales, donde se especifican los diversos nexos conjuntivos que las introducen, así como las posiciones que ocupan en la oración compleja. El estudio también permite distinguir, otro ejemplo, los diversos valores de que, como pronombre en las subordinadas relativas, y como conjunción completiva, causal y final, introductor del segmento correlativo en las consecutivas y del segundo término en las comparativas. Nada de esto, insistimos, podría hacerse con una simple búsqueda avanzada.

Aunque el trabajo analítico-interpretativo ha sido obra exclusivamente del autor, para el etiquetado de las demarcaciones segmentales de las diferentes funciones sintácticas y de sus posiciones relativas en los enunciados, así como para la recuperación íntegra y segura de los datos con que enriqueció el texto, hizo uso del lenguaje de marcado XML-TEI y de las hojas de estilo XSLT, como se explica e ilustra en el interior.

El análisis, como decíamos, distingue en ocasiones entre segmentos sintácticos de niveles funcionales diversos, lo que revela resultados diferentes, por ejemplo, en los usos interpuntivos de la coordinación copulativa y disyuntiva, según sea esta sintagmática (sin presencia de puntuación) o proposicional (con cierta presencia de signos). De forma semejante, la sutil discriminación, dentro de las cláusulas o construcciones absolutas, entre las que presentan como núcleo verbal un participio y las que lo hacen con un gerundio, también reporta soluciones distintas: cuando aparecen en posición inicial, junto al uso equitativo del punto demarcativo al final del periodo, es mayor en las primeras que en las segundas la utilización del punto y vírgula, mientras que, a la inversa, es más frecuente en las segundas que en las primeras la ausencia de puntuación. Así mismo, elocuentes son los datos sobre la puntuación del discurso referido en estilo directo e indirecto, muy en concordancia con nuestra actual manera de puntuar, y donde se realizan inteligentes y aclaradoras marcas interpuntivas de carácter estructurador cuando se intercalan unos discursos dentro de otros en un mismo enunciado.

El estudio se ha basado en la selección de 131 capítulos correspondientes a seis libros de la Primera parte de la obra (ms. 816 BNE) y siete libros de la Cuarta (Urb. Lat. 539 BAV), en una proporción de 73 capítulos frente a 58, respectivamente, buscando la representatividad de ambas partes de acuerdo con su extensión. El nutrido corpus textual es garantía de la validez de los resultados obtenidos que, para satisfacción del lector, quedan respaldados por abundantes ←16 | 17→ejemplos y útiles representaciones de datos mediante tablas y gráficos que facilitan su comprensión. Pues bien, gracias al criterio sintáctico mayoritario aquí adoptado, se ha confirmado la existencia de numerosos patrones de puntuación (y de su ausencia) en los límites de los segmentos examinados. Así mismo, en no pocas ocasiones se relaciona el empleo de los signos de puntuación con la prosodia, pues se ve en ella una complementariedad con los grupos sintácticos que no solo favorece el uso de estas marcas, sino que a veces podría ser su motivación principal. Remitimos, para su visión global, a las excelentes conclusiones del libro; para los detalles, obviamente, han de consultarse los capítulos particulares que, por cierto, también se cierran con unas clarificadoras conclusiones parciales.

El libro, además, proporciona pistas para seguir indagando en los usos interpuntivos de los textos medievales en prosa, como puede ser el criterio de la cantidad de palabras entre signos de puntuación, relevante para algunas situaciones, o el uso de las mayúsculas tras las marcas, que parece utilizarse, según se extrae del estudio, para señalar el comienzo de una unidad supraoracional y, por tanto, con carácter discursivo, para la progresión narrativa de la historia. Además, también se apunta, como no podía ser de otra manera, a la variación en los modelos interpuntivos en correspondencia con la tipología de los textos que traban el tejido historiográfico de la obra alfonsí. Es, en ese sentido, muy llamativa la particular y abundante puntuación del libro XX de GE1, basado este en la Historia Natural de Plinio el Viejo, o la ausencia de marcas entre prótasis y apódosis en el libro de Alexandre el Grand en GE4. La Primera parte de la obra, además, se caracteriza por sumar el 90 % de los calderones en el estudio, mientras que el uso de punto y vírgula es mucho más frecuente en la Cuarta parte. Todo ello deja abierta la posibilidad de estilos propios de puntuación de acuerdo con la competencia y hábitos de escritura de los autores y copistas.

En conclusión, las siguientes páginas parten de una concepción teórica grafemática en que la forma y la sustancia gráficas (incluida la puntuación), manifestaciones secundarias de la lengua, tienen su correspondencia con el plano de la expresión, manifestación primaria (de acuerdo con Elisa Ruiz García). Además, son el resultado de la aplicación sistemática de una metodología estructuralista-funcionalista acorde con tal teoría, y efectuada mediante un impecable análisis interpretativo de los signos de puntuación desde la perspectiva sintáctico-semántica, un enfoque indudablemente adecuado para el análisis de tal objeto en los textos en prosa. Creemos, finalmente, que este análisis particular sobre la puntuación en la General e grand estoria alfonsí constituye una valiosa y seria aportación a este campo, y ofrece jugosas sugerencias para futuras ←17 | 18→investigaciones que habrá que seguir de cerca para avanzar en el conocimiento de este complejo y relevante componente de la escritura.

En lo personal, mi agradecimiento a Miguel por invitarme a prologar su meritorio trabajo y, sobre todo, por su sincera amistad y afecto, por muchos años.

Fernando García Andreva
Universidad de La Rioja

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1. Introducción

1.1. La puntuación como objeto de estudio interdisciplinario

Habitualmente, se suele afirmar que el uso de los signos de puntuación en los textos hispánicos medievales es arbitrario, asistemático y que en muchos casos no tiene ninguna relevancia significativa. Estamos acostumbrados a leer en las ediciones críticas, especialmente, comentarios que aluden a su irregularidad y a su falta de criterio fijo. Sin embargo, en los últimos años ha habido un incremento relativamente importante de los estudios sobre la puntuación que ahondan, efectivamente, en la idea de que hay patrones bastante consolidados en el uso de estos signos gráficos. El acercamiento a estos —a partir de la celebración del coloquio Phrases, textes et ponctuation dans les manuscrits espagnols du Moyen Âge et dans les éditions de texte (París, 1981) y, más concretamente, de los estudios de la última década— ha destacado la importancia de entender los usos y las funciones con que se insertaba la puntuación en los textos para saber qué concepción tenían los copistas sobre estos signos.

Como ya se mencionaba en el coloquio (López Estrada 1982: 228), la puntuación atañe a una variedad muy amplia de disciplinas. Así, la lingüística teórica y textual, la ecdótica, la paleografía o la codicología son algunas de las implicadas en este objeto de estudio. La heterogeneidad de aproximaciones científicas, como ya comentábamos en otro lugar (Las Heras Calvo 2021a: 145), muestra la pluralidad de factores que intervienen en la presencia o ausencia de estos signos en los manuscritos. De esta manera, condicionantes de tipo lingüístico, como pueden ser prosódicos o morfosintácticos, se ven complementados con otros extralingüísticos, como el tipo de letra, la disposición del texto en la página, el tipo de texto o los hábitos individuales de cada copista, entre otros. Precisamente, como la puntuación incumbe a un número elevado de materias, consecuentemente su estudio debe llevarse a cabo desde una perspectiva interdisciplinar.

En el ámbito europeo, este tratamiento ha sido el adoptado por los estudiosos de los manuscritos medievales italianos y franceses, cuyas investigaciones cuentan con una notable tradición1. Quizá sean estos últimos los que más hincapié ←19 | 20→han hecho en la adopción de un enfoque que aúne varias disciplinas, partiendo de una concepción amplia de la puntuación2. Catach, estudiosa de la puntuación histórica francesa, sentó de manera precisa la base teórica sobre la que una gran parte de los investigadores de los textos medievales galos han apoyado sus estudios. Esta concepción de la puntuación está estrechamente ligada al espacio gráfico, que comprende tres órdenes diferentes: el nivel de las palabras, de las oraciones y del texto. Así, consecuentemente, se catalogan tres tipos de puntuación diferentes: puntuación de las palabras, en la que se incluye la segmentación gráfica, la unión y separación de palabras, los apóstrofos o el punto abreviativo3; puntuación de la oración, que abarca los signos que están condicionados por la sintaxis y el sentido oracionales; y puntuación del texto, vinculado con la distribución del texto en la página (mise en page), las transiciones textuales o la rubricación de los manuscritos (Catach 1980: 18)4. Este concepto de puntuación, mucho más amplio que el empleado en los estudios hispánicos, es buena muestra del conjunto de disciplinas que atañen a este objeto de estudio.

Además, como apuntan numerosos autores (Roudil 1978, Joset 1982, Bédmar Sancristóbal 2006, Martins 1994, entre otros), esta cuestión también está vinculada directamente, dentro del ámbito filológico, con la edición y crítica textual, y se revela como uno de los aspectos más complejos y arduos para el editor, quien suele introducir en sus criterios gráficos de edición las decisiones adoptadas respecto a estos signos. Precisamente, una de las opciones más habituales suele ser la modernización de la puntuación (Las Heras Calvo 2021b: 118), ya que las complicaciones ante las que el editor se enfrenta son realmente abundantes. Sin embargo, el estudio detallado de los signos —en caso de que los manuscritos ←20 | 21→dispongan de ellos— ayudaría sin duda en la interpretación del texto editado, así como en su edición.

1.2. Estudios de puntuación medieval hispánica

Sin embargo, la mayor parte de los estudios de que disponemos para el estado de la cuestión de la puntuación medieval hispánica no parece afrontar este objeto de estudio, aunque con excepciones que comentaremos a continuación, de una manera interdisciplinar, sino que cada investigador interpreta dichos signos desde una disciplina u otra, lo cual complica la visión que se tiene hasta la fecha de la puntuación medieval hispánica5.

Algunos paleógrafos se dedicaron al estudio de los signos de puntuación. Sus alusiones se hallan, en la mayor parte de los casos, en sus manuales teórico-prácticos. El espacio que en ellos se dedica a esta materia no suele ser muy amplio; no se ahonda demasiado en sus funciones, sino más bien en sus formas. Todos ellos coinciden en que los signos durante la época visigoda se descuidaron ←21 | 22→y en que durante los primeros siglos de la Reconquista se confundieron, a pesar de que san Isidoro estableciera las normas para su uso6, puesto que los signos utilizados en letra visigótica «pertenecen a más de un sistema, y su equivalencia respecto de los actuales no se deja precisar» (Millares Carlo 1983: 283). Consecuentemente, en esta época se documenta una gran variedad de signos. Prueba de esto son las dos ilustraciones siguientes, donde se observan los signos que catalogaron Muñoz y Rivero (Ilustración 1) y Millares Carlo (Ilustración 2) en sus respectivos tratados:

Ilustración 1.Signos de puntuación en época visigoda, según Muñoz y Rivero (1889: 168)

Ilustración 2.Signos de puntuación en época visigoda, según Millares Carlo (1983: 283)

Salvo algunas coincidencias, los signos que cataloga cada autor son diferentes, lo cual acrecienta la idea de heterogeneidad y pluralidad de los signos utilizados entre los siglos viii-xi. Años antes de la publicación del manual de Millares Carlo, en otro texto clásico, Paleografía española de García Villada (1923), se trataba la puntuación de una manera distinta, estableciendo correlaciones entre los valores de los signos actuales y los signos de la escritura visigoda (ibid.: 144).

San Isidoro se quejaba ya en su tiempo de que no se observaban estas reglas con exactitud. Lo mismo pasó en la escritura visigoda postisidoriana. Para la coma, y a veces para el punto y coma y dos puntos, se sirvieron los copistas del punto, o de una rayita vertical y un punto, semejantes a nuestro punto y coma invertidos. Para el punto final emplearon un punto y una comilla un poco más elevada, o dos puntos y la comilla. ←22 | 23→También aparece desde muy antiguo en los manuscritos el signo interrogativo, al fin de la cláusula. La línea de puntos debajo de una palabra indica que hay que suprimir ésta.

En lo que todos coinciden es, sin duda, en el gran número de formas que se documentan para estos signos en este tipo de letra. Será a partir de la implantación de la escritura carolingia en territorio hispánico cuando el número de signos se reduzca y se haga un uso más consciente y cuidadoso, según estos autores, para favorecer una correcta interpretación de los textos. De nuevo, en este periodo, los paleógrafos dan una aproximación de la frecuencia con que se usaban los signos más utilizados y de sus posibles valores sin detenerse en demasiada concreción:

Entre los siglos xii y xiv, los que con mayor frecuencia aparecen son el punto, usado con diversos valores y para indicar las distintas pausas, y el punto con la coma sobrepuesta, usado con valor de coma, sin que falten códices y documentos en los que sólo aparece el punto como signo indicador de cualquiera de las pausas, o en los que la puntuación aparece raras veces o falta en absoluto, como es el caso más frecuente en las escrituras cursivas llamadas “cortesana” y “procesal”. (Millares Carlo 1983: 283)

Details

Pages
264
Year
2023
ISBN (PDF)
9783631891575
ISBN (ePUB)
9783631891582
ISBN (Hardcover)
9783631872130
DOI
10.3726/b20270
Language
Spanish; Castilian
Publication date
2023 (April)
Published
Berlin, Bern, Bruxelles, New York, Oxford, Warszawa, Wien, 2023. 264 p., 32 il. en color, 43 tablas.

Biographical notes

Miguel Las Heras Calvo (Author)

Doctor por la Universidad de La Rioja y, actualmente, investigador postdoctoral Margarita Salas (Ministerio de Universidades-Universidad de La Rioja). Su principal interés académico se centra en el estudio de la puntuación en la producción historiográfica alfonsí, así como en el empleo de las Humanidades Digitales en su investigación.

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