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Relatos decimonónicos sobre el tiempo de Enrique III de Castilla

by Montserrat Ribao Pereira (Author)
Monographs 370 Pages

Summary

Las leyendas en torno a Enrique III de Castilla se multiplican y diversifican genéricamente en el Romanticismo. Bajo diferentes nombres (cuento, relato, crónica, antigualla, tradición...) y en formatos originales diversos (libro, entrega, folletín), los nobles, las damas y los poetas de la corte del tercer Trastámara se transforman en personajes de narraciones breves, recurrentes en la literatura decimonónica. Este volumen reúne diecisiete de estos relatos, nacidos de la pluma de diferentes autores, que descubren en los episodios ligados al rey Doliente pretextos suficientes para hablar de la historia de su propio tiempo.

Table Of Contents

  • Cubierta
  • Título
  • Copyright
  • Sobre el autor
  • Sobre el libro
  • Esta edición en formato eBook puede ser citada
  • Índice
  • 1. Introducción
  • 2. Una “estupenda fábula”, germen de la reescritura contemporánea sobre el Doliente
  • 3. De tu gabán haré una bandera. Los relatos breves del balandrán
  • 3.1. Capas y gabanes. Panorama general
  • 3.2. Tramas de revelación y trama de madurez
  • 4. Trama de personaje y tramas de fortuna. Enrique el Doliente más allá del gabán
  • 5. Esta edición
  • 5.1. Don Enrique el Doliente
  • 5.2. Enrique III
  • 5.3. Enrique III
  • 5.4. El rey y el arzobispo. Leyenda histórica
  • 5.5. El rey y los ricos-homes
  • 5.6. El gabán de don Enrique el Doliente
  • 5.7. La hechicera de Burgos (Antigualla de Castilla)
  • 5.8. El Papa-moscas de Burgos
  • 5.9. Manueles y Fajardos (Episodio histórico)
  • 5.10. La torre de Arce. Leyenda montañesa
  • 5.11. Las ruinas de Santa Justa en 1402
  • 5.12. La Torre de la Malmuerta
  • 5.13. La Torre de la Malmuerta
  • 5.14. Don Gotrán (Crónica de la Edad Mediana)
  • 5.15. Macías el enamorado
  • 5.16. Macías
  • 5.17. Macías el enamorado
  • 6. Bibliografía citada

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1. Introducción

El breve reinado de Enrique III, que accede al trono en 1390, con apenas once años, y muere en 1406, dieciséis más tarde, es el menos abordado historiográficamente de su dinastía. Pero Lope de Ayala deja inconclusa la crónica de este monarca y, pese a que la de Juan II retoma su figura, la falta de un texto completo de referencia ocasiona cierta desatención al Doliente por parte de los historiadores posteriores (Jardin, 1995: 223). Por contrapartida, el discurso legendario en torno a este monarca es muy rico y comienza a generarse en el propio siglo XV, en forma de anécdotas que encuentran, en la ausencia de datos históricos, una brecha verosímil para sostener su pretendida historicidad1.

Las leyendas en torno al tercer Trastámara y su tiempo se multiplican y diversifican genéricamente en el Romanticismo. Bajo diferentes nombres (cuento, relato, historia, crónica, antigualla, tradición…)2 y en formatos materiales diversos (libro, entrega, folletín…), los nobles, oficiales y poetas de la corte castellana se transforman en personajes de narraciones breves y creacionales (en terminología de Baquero Goyanes, 1949: 158), recurrentes en la literatura decimonónica. Pilar Vega, que ha descrito recientemente las diferencias que dibujan, en el siglo XIX, los perfiles del mito, el cuento y la leyenda, destaca de esta última su dimensión histórica, su finalidad emocional, el desarrollo de sus argumentos en un tiempo pasado y el protagonismo de nombres reconocibles y próximos al entorno de emisión/recepción (Vega Rodríguez, 2019: 15–63). La leyenda literaria del siglo XIX, que —como sintetiza Vega Rodríguez— incorpora contenidos históricos, tradicionales, fantásticos y maravillosos, con matices líricos, dramáticos, épicos, costumbristas, realistas, sentimentales, religiosos, reflexivos, “se identificó más con una estética (nostálgica, tradicionalista, volcada hacia el ←11 | 12→pasado) que con un género” (idem: 27). Ello explica el extraordinario desarrollo de diferentes episodios asociados al rey Enrique, de naturaleza y orígenes asimismo diversos, que el Romanticismo reescribe en prosa y en verso, que se proyectan hasta el fin de siglo y a los que voy a atender en este libro.

Este volumen reúne diecisiete relatos, genéricamente leyendas literarias, surgidas de la pluma de diferentes escritores decimonónicos, que descubrieron en los hechos que las tradiciones culta y popular adscriben al Doliente y su corte pretextos suficientes para reconstruir la historia y convertirla en nacional (Álvarez Junco, 2001: 239). Como explicaré más adelante, no son los únicos, pero sí, acaso, los más relevantes (por razones diversas a las que también atenderé) de la larga nómina de títulos de temática enriqueña que jalonan la prensa y los volúmenes de leyendas, tradiciones y episodios históricos que ven la luz en el XIX.

Contemplada esta selección de relatos a la luz de la clasificación de las tramas de Friedman en Form and Meaning in Fiction (1975)3, se descubren en ella pertinentes asociaciones de planteamientos narrativos y finalidades diversas, desde el compromiso político a la simple búsqueda de la risa y el humor. El grupo más significativo tiene que ver con las tramas que Friedman denomina de pensamiento, que se desarrollan en “Don Enrique el Doliente” (Fernández Villabrille), “Enrique III” (Mata; Arolas) “El rey y el arzobispo” (Velázquez) y “El rey y los ricos-homes” (Zayas). Todos ellos responden al subtipo revelación: el protagonista —un rey todavía joven e inexperto, sometido a la voluntad de sus tutores— ignora la realidad del reino, pero descubre la verdad y decide hacer justicia. El monarca, sujeto en términos greimasianos, mejora, por lo general, su situación, pero también puede empeorarla cuando la potencia de sus oponentes es manifiesta. Así, en el romance de Mata y en el de Zayas, Enrique III no logra imponerse a los usurpadores, en el primer caso por la presión de la iglesia, que le humilla y le obliga a pedir perdón públicamente por sus amenazas a los nobles, en el segundo por la certeza que todos ellos tienen de que la mala salud del monarca le condena a una muerte prematura y que, por tanto, pronto les será restituido cuanto se les ha reclamado. En cualquier caso, es esta tipología la que da cabida a los contenidos políticos, a la crítica social o a los ecos decimonónicos que se transparentan tras el episodio legendario del rey medieval.

←12 | 13→“El gabán de don Enrique el Doliente” (Muñoz Maldonado) y “La hechicera de Burgos” (Buzarán), por su parte, desarrollan tramas de personaje, de madurez y degradación, respectivamente. En ambos el rey es el objeto que persiguen sujetos bien diferentes; en el relato de Muñoz Maldonado, el reino necesita que Enrique tome conciencia de sus responsabilidades para convertirse en la cabeza visible de la nación; en el de Buzarán los cortesanos buscan, por el contrario, salvar al rey —a cualquier precio— de la ignominia pública que supone haber dado muerte a un noble tras haber seducido a su esposa. En ellos la presencia del monarca es relevante, pero no los contenidos políticos asociados a su peripecia literaria.

La trama patética de cambio de fortuna en “Las ruinas de Santa Justa” (Núñez de Arenas) viene definida por el sufrimiento de su protagonista-sujeto, el joven Ponce, que busca vengar a toda su familia, muerta en los enfrentamientos nobiliarios de Sevilla a finales del siglo XIV. La debilidad de Enrique III, que fomenta el conflicto ente los Ponce y Niebla, le convierte en adyuvante involuntario del sujeto.

Otra tipología incluida en la categoría de cambio de fortuna, la trama de acción, en concreto, caracteriza el grupo de relatos en los que la figura del Trastámara, al igual que en “Las ruinas de Santa Justa”, se traslada a un segundo plano. En “Don Gotrán” (Palacio), el rey es apenas débil oponente al capricho y a la violencia del protagonista, el noble que da título al texto; oponente es también, con firmeza en este caso, a la ambición nobiliaria en los títulos que recrean disputas banderizas en Murcia (“Manueles y Fajardos”, Atienza y Palacios) o Cantabria (“La torre de Arce”, Rodríguez de Bedia), mientras que en las dos versiones de “La Torre de la Malmuerta” (Alcalde y Valladares; Valverde y Perales) la defensa de la justicia que, de forma errada, buscan los protagonistas-sujeto de ambos textos refuerza su papel actancial de adyuvante. En “El Papa-moscas de Burgos” (Mellado), por el contrario, Enrique no es adyuvante ni oponente, sino objeto de la pasión amorosa de la muchacha que le observa, en silencio, cada día en la catedral. A su vez, en los relatos sobre Macías el Doliente se opone con determinación al protagonista-sujeto, el marqués de Villena, en “Macías” (Castillo), mientras que en “Macías el enamorado” (García del Real) y en “Macías el enamorado” (Vicetto) la evocación del rey se circunscribe al ámbito paratextual, sin presencia alguna en el desarrollo de la historia. En todos ellos, como señala Friedman a propósito de la tipología en la que se encuadran, las ideas se plantean de forma esquemática, en función de las necesidades mínimas que el avance de la acción requiere, y la caracterización de los personajes interesa menos que la acción misma o la resolución del enigma en torno a su desenlace (Friedman, 2001: 70).

←13 | 14→Antes de detenerme en cada uno de los relatos de este volumen, acaso sea pertinente mencionar los orígenes y la evolución del episodio más significativo que la literatura decimonónica asocia al monarca y, probablemente, una de las primeras manifestaciones cultas de su leyenda. Me refiero a la venta del gabán —o balandrán— del rey Enrique III.

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2. Una “estupenda fábula”, germen de la reescritura contemporánea sobre el Doliente

En efecto, el episodio más relevante en la reescritura del Doliente es el que tiene que ver con la venta de su gabán para poder cenar, mientras los nobles dilapidan las riquezas de la corona. Enterado de los hechos, Enrique acude en secreto a la casa del arzobispo de Toledo y contempla con sus propios ojos el desprecio hacia el monarca y lo que este significa, convoca a los veinte principales a su palacio burgalés, los interroga sobre los reyes de Castilla que han conocido, pone en evidencia su vileza y los amenaza con el verdugo. Finalmente, perdona sus vidas a cambio de la restitución del tesoro y consigue su respeto.

El origen de esta leyenda está en la reelaboración del Sumario del Despensero (Pedrosa, 2012; Jardin, 1995; Mitre Fernández, 2004), que se lleva a cabo en tiempos de Enrique IV, a mediados del siglo XV, y pasa a la obra de autores como Mariana (1601), Covarrubias (1611) o González Dávila (1638), así como a la edición del Sumario de los reyes de España que Llaguno Amírola lleva a cabo en 1781 y que, con seguridad, conocieron los escritores del XIX, atentos lectores de la historiografía que comienza a editarse modernamente a finales del siglo XVIII (Ribao, 2017).

Llaguno, que incorpora el capítulo de la venta del gabán y el interrogatorio a los nobles en una nota al pie, señala:

La escena teatral con los grandes en Burgos dice que fue a cabo de los cuatro años que reinó, esto es, el de 1394. No hay duda que aquel año estuvo el rey en Burgos y con él la mayor parte de los caballeros que nombra el adicionador […]; y de este hecho cierto se valió para forjar una estupenda fábula, repugnantísima a la administración de la real hacienda que se había establecido y a todos los sucesos de aquel año y los siguientes, pero muy oportuna para que la adoptasen después con facilidad los que tuviesen gana de lucirlo empleando sus colores retóricos en pintar lances maravillosos y extraordinarios (Llaguno Amírola, 1781: VII).

En 1865 Cayetano Rosell, en su Crónica general de España, suscribe esta apreciación de Llaguno y además manifiesta que, pese a la consideración histórica que este episodio había merecido a historiadores anteriores, “La historia no puede admitir esta anécdota, aunque tan bien feriada y tan exacta en muchos detalles” (Rosell, 1865: 71).

←15 | 16→Pese a estos juicios, intelectuales, escritores y políticos decimonónicos acuden a este episodio para justificar, desde perspectivas muy diferentes y en contextos históricos igualmente variados, una determinada legitimidad dinástica y la necesidad de un orden monárquico sólido. Y no solo en el siglo XIX, sino también antes y después. Enrique III sube a escena en el teatro de los siglos XVII y XVIII, con un sentido político muy claro (González Cañal, 2005; Leal Bonmati, 2009; Londero, 2022); durante la Ilustración sirve a Iriarte como ejemplo en sus Lecciones instrumentales sobre la historia y la geografía, obra póstuma de Tomás de Iriarte dirigida a la enseñanza de los niños (1838). En los siglos XX–XXI el empeño de la capa se incorpora, asimismo, a narraciones de muy variada condición, desde el relato modernista “El rey doliente. Leyenda de transmutación”, de Vicente Díez de Tejada (1914), el desmitificador “El doliente”, de Francisco Ayala (1946), la novela histórica contemporánea, como Embajada a Samarkanda, de Fernando Martínez Laínez (2003), o la literatura infantil (Gómez Alonso, 2022).

Aun con intencionalidad diversa, los diferentes discursos literarios que incorporan la venta del gabán se estructuran en torno a los mismos motivos (una caza, una prenda, el arresto de un grupo de nobles, la invitación y el interrogatorio real4) y a un trasfondo histórico equiparable: la necesidad de que un rey, de dudosa legitimidad, manifieste su autoridad para reafirmarse en el trono frente a sus enemigos internos y ante su pueblo.

Si nos ceñimos al siglo XIX, podemos rastrear alusiones al gabán del Trastámara en prensa, con intención política, desde los tiempos de la guerra de la Independencia, durante el convulso reinado de Isabel II, con motivo de la Restauración borbónica o al hilo de la minoría de edad de Alfonso XIII, bien sea como proclama liberal o carlista. Recuerda Pedrosa, en este sentido, que la anécdota de Enrique III se convierte, durante el XIX, en un socorrido punto de comparación en el debate político del siglo; menciona un ejemplo concreto: “El periódico El Liberal del 6 de junio de 1883 (p. 1) homologaba, en gruesa polémica con su rival La Época, al joven Enrique medieval y al joven Alfonso XII decimonónico. Quien moriría, por cierto, en 1885, a la misma edad de 27 años que había alcanzado siglos antes el rey Doliente” (Pedrosa, 2012: 114).

←16 | 17→Los romanceros, editados y reeditados en la primera mitad del siglo, recogen el romance “Don Enrique el enfermo”, procedente del Romancero General, que sintetiza el episodio del balandrán en 78 versos. Así sucede en Colección de los más célebres Romances Antiguos Españoles, Históricos y Caballerescos, publicado por Depping en 1825 (romance 152, vol. II: 175); en Romancero General o colección de romances castellanos anterior al siglo XVIII, de Durán, en su ampliación de 1851 (romance 982, tomo II: 46); y en Romancero Pintoresco, de Hartzenbusch (1848: 74). Aunque en estas tres ediciones figura el término “balandrán” para referirse a la prenda que el rey Enrique empeña, Depping anota una curiosa variante en una nota al pie de página de la suya:

Enrique tercero, según refieren los historiadores, volviendo un día de cazar, pidió de comer; y su mayordomo le contesto, que nada había. En este apuro resolvió empeñar su sombrero y acudir a los grandes, a quienes encontró en una espléndida comida. Lo que después ocurrió lo refiere el romance. Este rey adquirió el renombre de el enfermo (Depping, 1825: II-175).

Asimismo, Durán incluye en el apéndice al discurso preliminar de su Romancero General de 1849 un romance inédito, dialogado y en bable, que atribuye a Antonio González Reguera, escritor del siglo XVII, y en el que uno de los personajes incorpora a su discurso el relato de la venta del gabán, la ira del monarca y su venganza (Duran, 1849: LXIII-LXV).

En paralelo, los escritores de la centuria acuden a la anécdota del rey doliente para reelaborarla como trasunto de su propio tiempo y subirla a escena en una decena de dramas románticos, llevarla a las librerías en otras tantas novelas históricas o de aventuras históricas, (Ribao Pereira, 2022a) o surtir las principales publicaciones periódicas de relatos que, en una o en varias entregas, fidelizan al lector, familiarizado con la época de los primeros Trastámara gracias a la relevante producción literaria que su reescritura genera a lo largo de todo el siglo (Ribao Pereira, 2018).

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3. De tu gabán haré una bandera. los relatos breves del balandrán

Los seis relatos sobre el balandrán de este libro (cinco de trama de pensamiento y uno más de trama de personaje, como antes he señalado) incorporan matices argumentales diferentes y se escriben con finalidades diversas: para recordar al lector ejemplos de buen gobierno, para la crítica política, para la reconvención moral de los poderosos… Esta diversidad y originalidad justifican su inclusión en esta recopilación, aun cuando no son los únicos títulos que ejemplifican la riqueza literaria de esta leyenda en el XIX. Veamos un breve panorama de algunos de ellos5.

3.1. Capas y gabanes. Panorama general

Una de las versiones más tempranas del gabán en el XIX es la que ofrece, en 1813, en los últimos tiempos de la guerra de la Independencia, El Duende de los cafées, diario gaditano exaltado y anticlerical cuya lectura fue prohibida por la Inquisición en 1815. El número correspondiente al martes 12 de octubre es un alegato en contra de las rentas eclesiásticas, en el que se acude a un caso concreto, que resulta ser la historia de Enrique III. Argumentalmente el relato es muy fiel al del Despensero, si bien jalonado de elementos que actualizan el discurso a la realidad bélica del contexto.

Y del mismo modo que pudiera hacerlo un soldado pobre que llega a una posada sin dinero y con ganas de comer, que se desprende de la gabardina y la empeña al mesonero, así lo hizo S. M., pues quitándose el gabán que le cubría se lo dio al despensero, diciéndole: ea, amigo; no hay sino paciencia; id por la ciudad, empeñadlo, y con lo que os den traeréis unas costillas de carnero, y con esas codornices que cacé podréis componer la cena esta noche (Anónimo, 1813: 226).

Details

Pages
370
ISBN (PDF)
9783631890110
ISBN (ePUB)
9783631890127
ISBN (Hardcover)
9783631890011
DOI
10.3726/b20189
Language
Spanish; Castilian
Publication date
2022 (December)
Published
Berlin, Bern, Bruxelles, New York, Oxford, Warszawa, Wien, 2022. 370 p.

Biographical notes

Montserrat Ribao Pereira (Author)

Montserrat Ribao Pereira es profesora de Literatura Española en la Universidad de Vigo. Sus líneas de investigación preferente giran en torno a la literatura española del siglo XIX. Ha publicado monografías y artículos que profundizan en el teatro romántico como producto literario y espectacular, en el drama y la novela históricos, en la lectura y la reescritura ochocentista de la Edad Media, en el donjuanismo y en las escritoras decimonónicas. Ha editado al duque de Rivas, a Muñoz Seca, a Zorrilla, a Gil y Zárate, a Grimaldi, a Rosalía de Castro y a Emilia Pardo Bazán.

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