El espejo literario del yo romántico
Summary
Excerpt
Table Of Contents
- Cubierta
- Portadilla
- Studien zu den Romanischen Literaturen und Kulturen
- Página de título
- Página de derechos de autor
- Índice
- El espejo literario del “yo” romántico Introducción
- Del bios al autos: El fracaso del ‘yo’ romántico
- El kosmos del yo romántico: entre idios y koinos
- Bosquejillo de la vida y escritos de don José Mor de Fuentes, delineado por él mismo: la vida de un intelectual y su contexto histórico
- La escritura autobiográfica de Pedro de Madrazo en El Artista y otros artículos publicados en prensa
- Los escritos autobiográficos de Federico de Madrazo
- La escritura autobiográfica de Ignacio Boix: algunos testimonios y un documento inédito
- Las memorias de un editor y liberal romántico: Mariano de Cabrerizo
- Patricio de la Escosura en sus textos autobiográficos
- Impresiones y recuerdos del Romanticismo y de los románticos en la autobiografía de Julio Nombela
- Dos visiones del teatro español según las Memorias de un setentón de Mesonero y los Recuerdos del tiempo viejo de Zorrilla
- Lucio V. Mansilla, el diario de un romántico de viaje por las pampas
- Reminiscencias de infancia y juventud, de Alejandrina Gessler (Madame Anselma), 1831-1907
- Zorrilla y los románticos en un cuadro de Esquivel: un testimonio
- Las Memorias de Juana de Vega (1841-1843), en la pantalla (2017)1
- Enrique Gil y Carrasco en primera persona
- “Porque yo amo mi musa silenciosa”1
- Poesía y vida romántica: Ernesto García Ladevese
- Studien Zu Den Romanischen Literaturen und Kulturen Studies on Romance Literatures and Cultures
Studien zu den Romanischen Literaturen und Kulturen
Studies on Romance Literatures and Cultures
Herausgegeben von Olaf Müller, Christian von Tschilschke, Ulrich Winter und Samia Kassab-Charfi
Band 39
Zu Qualitätssicherung und Peer Review der vorliegenden Publikation |
Notes on the quality assurance and peer review of this publication |
Die Qualität der in dieser Reihe erscheinenden Arbeiten wird vor der Publikation durch Herausgeber der Reihe oder andere unabhängige Fachgutachter geprüft. |
Prior to publication, the quality of the work published in this series is reviewed by editors of the series or by other external referees. |
Índice
Borja Rodríguez Gutiérrez y Enrique Rubio Cremades
David T. Gies
Carlos Miguel-Pueyo
Enrique Rubio Cremades
María José Alonso Seoane
La escritura autobiográfica de Pedro de Madrazo en El Artista y otros artículos publicados en prensa
Ana M.ª Freire López
Ana Peñas Ruiz
La escritura autobiográfica de Ignacio Boix: algunos testimonios y un documento inédito
M.ª de los Ángeles Ayala
Las memorias de un editor y liberal romántico: Mariano de Cabrerizo
Raquel Gutiérrez Sebastián
M. Pilar Espín Templado
Impresiones y recuerdos del Romanticismo y de los románticos en la autobiografía de Julio Nombela
Alberto Romero Ferrer
-
Lucio V. Mansilla, el diario de un romántico de viaje por las pampas
Dolores Thion Soriano-Mollá
Reminiscencias de infancia y juventud, de Alejandrina Gessler (Madame Anselma), 1831-1907
Salvador García Castañeda
Zorrilla y los románticos en un cuadro de Esquivel: un testimonio
José Manuel González Herrán
Las Memorias de Juana de Vega (1841-1843), en la pantalla (2017)
José María Ferri Coll
Helena Establier Pérez
Borja Rodríguez Gutiérrez
El espejo literario del “yo” romántico Introducción
El triunfo del romanticismo, que se extendió por Europa desde finales del XVIII en todo el continente europeo, significó, entre otras muchas cosas, la presencia egoísta, egocéntrica, insistente, obsesiva del propio artista (escritor, pintor, músico) en su obra. La contemplación de sí mismos, el examen incesante de sus emociones, sentimientos y pensamientos, la conciencia en el sentido filosófico del término: actividad mental del propio sujeto que permite sentirse presente en el mundo y en la realidad, aparecen, de una manera u otra en todos los románticos.
La conciencia romántica lleva a la autoconsciencia y la reflexión sobre el «yo». Reflexión que provoca un conflicto inevitable entre el contemplante y el contemplado, a observar el curso del propio pensar, sentir y actuar. Esta hiperconciencia está presente en la estética romántica: la sobreestimación del propio yo, y, como consecuencia, la gravedad que se cierne sobre la persona y la dificultad e importancia de la obra artística. Desaparece la división entre alma y cuerpo: el ser humano es una amalgama de ambos, en cuyo interior hay una serie de fuerzas oscuras, estímulos e impulsos: fuerzas inexplicables, que suelen asociarse con el inconsciente.
No se puede separar el romanticismo del examen moroso y a veces morboso del propio yo. El tema del doble, tan bien representado por el William Wilson de Poe, pero también por Los elixires de diablo de Hoffmann, por Jekyll y Hyde, de Stevenson, por el criado borracho que es portavoz de la conciencia de Larra, es característico de esta introspección. Hay un hombre oculto dentro del romántico, que el hombre exterior no llega a entender y a veces, cuando este doble toma el control, el romántico se siente perdido.
La imaginación va a ser consecuencia de la presencia de esos impulsos desconocidos que brotan en el interior del hombre. Frente a la observación y a la clasificación opondrá la creación y la espontaneidad. Frente a la imitación, la inspiración. Buscará la originalidad y no la sumisión a un modelo o a una naturaleza previa. Se guiará por la intuición y no por la deducción, por el sentimiento y no por el razonamiento. En suma, se caracterizará por la libertad desechando la sujeción a la regla, al modelo o a la tradición.
Los románticos buscan lo que no encuentran en el presente o en el pasado inmediato, vuelven los ojos a los pueblos primitivos, en su visión idealista de una libertad primigenia que el espíritu romántico imaginaba, en la que el “yo” podía ser auténtico, original, natural y libre. La poesía, elemento supremo de la creación en libertad, vivía en esa libertad primigenia: por eso el interés por la poesía popular y el motivo de la falsificación ossiánica. En la poesía primitiva buscan los románticos esa naturaleza primigenia en la que el poeta no pretende «imitar» la realidad sino «sentirla», formar parte de ella, sentir y dar salida a su “yo” más natural.
La obra de arte no es una construcción que se organice en torno a unas reglas previamente establecidas. Su indisoluble unidad viene de sí misma: es un organismo que dicta el papel de las partes, que proviene de ese “yo” que se manifiesta en la obra. La forma es un producto de la obra y no un fin. Hay una forma mecánica, que se impone a una materia de forma accidental, sin relación con su naturaleza y una forma orgánica, que se construye de dentro para afuera, con un desarrollo propio. Para los románticos, esa forma orgánica es la forma artística, la única forma artística real y auténtica. De ahí el rechazo de las reglas, imposición externa, frente a la inspiración, desarrollo orgánico propio. Esta abominación de las reglas llevó a los románticos a buscar una poesía de lo auténtico, lo real, lo verdadero. Una poesía libre que, como expresión de la auténtica realidad, no va a regalar alegrías, bellezas y claridades. Renuncia al placer y se nutre del dolor, de la nostalgia, del «fastidio universal». No tiene que agradar ni ser un pasatiempo. Es revelación de la realidad y el poeta el elegido para revelarla. La “misión del poeta” de la que hablaba Zorrilla ante la tumba de Larra.
Vive el poeta en un mundo que él ve como irreal y al mismo tiempo el otro mundo, el de la noche, los sueños y las maravillas se va volviendo cada vez más real para él. Un escrito como Bécquer, en sus leyendas, explora ese mundo, a veces un refugio placentero, otras, lugar terrorífico. En las potencias ocultas en el fondo de su alma, el romántico ve palpitar vida y profundas revelaciones. Esas potencias existen en este mundo y en muchos otros y entregado a su fuerza el romántico va viendo la realidad de los otros mundos que están abiertos a su sensibilidad. El mundo de los sueños es la realización total de la libertad donde el alma del poeta es capaz de realizar cualquier metamorfosis, de transformarse en cualquier objeto y al mismo tiempo los objetos y la naturaleza adquieren un carácter mágico al convertirse en misteriosas identidades ocultas que en cualquier momento pueden aparecer. Esta irrealidad, en la iconografía literaria, se manifiesta en los paisajes que tienen un matiz borroso, difuso: paisajes de otoño, crepúsculos, nocturnos y claros de luna.
No puede ser ya este artista enamorado de su yo un servidor de los poderosos, proveedor de sus diversiones o el elegante dilettante que busca el juego o el ingenio. Es un personaje fundamental, paladín de la verdad y de la integridad, enviado de los dioses, mensajero de lo absoluto. Con el romanticismo se afirma el carácter individual de la obra de arte, la idea de que el artista nos da una visión propia, creación libre de su ser particular. Quiere imponer su personalidad en la representación del mundo y no permitir que el mundo se la imponga. Su individualismo va a llevar a que el artista sienta la necesidad de ser independiente de patronatos, cortes, mecenas, academias, y otras entidades que le protegen o mantienen, pero que le imponen temas, formas y gustos.
El artista busca imponer su visón al mundo. Se trata de un fenómeno concomitante a la ascensión de una burguesía que pueda constituirse en público. Esta visión de la misión y la figura del artista se lleva a la propia literatura. Pero en seguida se va a producir un cierto efecto de rechazo: el artista no se siente aceptado por el público burgués, que desconfía de su libertad, y, al mismo tiempo, él desconfía de ese público a quien en el fondo no puede interesar sus ideales de cambio absoluto: es el desarraigo social o nacional.
Y en último término está condenado a la soledad. Ése es otro de los grandes temas románticos: el artista incomprendido que padece su talento como una maldición divina. En literatura esto lleva a los escritores a buscar figuras del pasado con las que identificarse, pero también al cultivo de las memorias, de la autobiografía. Rousseau inicia el camino que otros van a seguir, llegando a autores como Byron, en donde el tema constante es él mismo. El arte es una enfermedad que aísla y en muchas ocasiones mata. Una de estas manifestaciones es la extrema sensibilidad y la naturaleza enfermiza de Shelley, de Gil y Carrasco, de Bécquer. Otra es la depresión suicida que se manifestaba en en Larra, como en otros tantos románticos.
Ese artista, neurótico, nervioso, incomprendido se siente extraño en su tierra y eso le lleva a un constante anhelo de lejanía. La lejanía puede ser física (viajes, exotismo), temporal (recreación de lo medieval) o espiritual (los sueños o la locura). El héroe romántico quiere estar lejos: es peregrino, viajero, trovador errante. No tiene hogar ni lo encuentra. Puede, como Espronceda, convertirse en proscrito, bandido, pirata. Su pasado le incita al viaje pues no tiene donde volver: rebelde, bastardo, huérfano...
Details
- Pages
- 310
- Publication Year
- 2025
- ISBN (PDF)
- 9783631901816
- ISBN (ePUB)
- 9783631901823
- ISBN (Hardcover)
- 9783631901540
- DOI
- 10.3726/b20814
- Language
- Spanish; Castilian
- Publication date
- 2025 (December)
- Keywords
- literatura del romanticismo literatura del yo estética del romanticismo poesía autobiografía viaje
- Published
- Berlin, Bruxelles, Chennai, Lausanne, New York, Oxford, 2025. 310 p., 7 il. blanco/negro.
- Product Safety
- Peter Lang Group AG