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Historia de China

by Cai Meibiao (Author)
©2024 Monographs XXX, 394 Pages

Summary

Este libro es una obra maestra y clástica de la historia general china, que comienza con las primitivas actividades humanas en China y termina con los grandes cambios en medio del siglo XIX y la caída de la dinastía Qing en la época moderna, relatando las transformaciones de la civilización china a lo largo de miles de años. Para muchas figuras y acontecimientos históricos importantes, el libro ofrece una visión novedosa desde perspectivas materialistas históricas, un patrón histórico de gran alcance y un fuerte sentimiento cultural, permitiendo a los lectores aprender a pensar y saborear el significado de la historia de una manera fácil de leer. El libro está bien detallado y es conciso, con el estilo de un gran historiador; no es sólo un riguroso trabajo de investigación académica, sino también extremadamente legible, constituyendo una rara obra de historiografía de alto nivel para el gran público.

Table Of Contents

  • Cubierta
  • Título
  • Copyright
  • Sobre el autor/el editor
  • Sobre el libro
  • Esta edición en formato eBook puede ser citada
  • Índice
  • PRÓLOGO
  • PRÓLOGO
  • Capítulo I La sociedad primitiva y el origen del país
  • Capítulo II Sistema feudal y las disputas internas de la dinastía Zhou
  • Capítulo III Unificación del país en las dinastías Qin y Han
  • Capítulo IV Restauración y colapso de la dinastía Han
  • Capítulo V Enfrentamiento norte-sur y reunificación del país
  • Capítulo VI La dinastía Tang, una potencia mundial
  • Capítulo VII Guerra y paz entre Liao, Song y Jin
  • Capítulo VIII Unificación de la dinastía Yuan
  • Capítulo IX Dinastía Ming: resurrección del imperio de la etnia han
  • Capítulo X Prosperidad y decadencia de la dinastía Qing
  • Colaboradores
  • Epílogo

PRÓLOGO

Resulta una tarea académica fascinante intentar prologar la obra del Dr. Cai Meibiao quien, sin duda, es uno de los mayores historiadores chinos, integrante de la Academia China de Ciencias sociales, investigador del Instituto de historia moderna de China y director de la sociedad de historia China.

El doctor Cai Meibiao, fue un historiador, nacido en Hangzhou, provincia de Zhejiang, graduado en el departamento de historia de la Universidad de Nankai en 1949; graduado de la Escuela de Graduados de la Universidad de Pekín, en 1952. En 1956 se unió al partido comunista de China. Fue miembro de la División Honoraria de la Academia China de Ciencias Sociales, investigador de segundo nivel del Instituto de Historia Moderna de la Academia China de Ciencias Sociales, miembro del Consejo de Historia de China, presidente de la Asociación de Investigación de Historia del yuan chino, presidente de la Sociedad de Historia de Mongolia y consejero de Estado. Él es quien ha presidido la compilación de diez volúmenes de la historia general de China.

El doctor Cai Meibiao dedicó parte de su obra académica a dirigir esta investigación y publicación de la historia de China. El doctor Cai no pudo prever al momento de su muerte, el año 2021 a sus 92 años, la trascendencia que tendría su obra académica.

La versión resumida en español es producto de un esfuerzo coordinado por el Dr. Deng Pan y emitido por Peter Lang Publishing Inc., con el apoyo de la Editorial Académica de Ciencias Sociales (CHINA) y un grupo de jóvenes comunicadores sociales y politólogos latinoamericanos convocados por ACHILAC (Alianza China América Latina y el Caribe para el intercambio turístico, tecnológico y cultural), acercando a los lectores y estudiosos latinoamericanos una aproximación rigurosa a la historia fascinante de China.

Se podría afirmar, que el intento por sintetizar la historia de una civilización, la cual abarca más de 5000 años, constituye un acto de audacia intelectual y académica de alto riesgo. Sin embargo, la obra que se pone a disposición es producto de la brillantez académica de su autor, que, combinando las herramientas propias de la historiografía, la antropología, la sociología, además de la pedagogía y la didáctica, logró sistematizar la historia de China rescatando los elementos esenciales que la constituyen. Lo logra desde una perspectiva dialéctica impecable, que le permite al lector incorporar en el relato elementos que lo hunden en el pasado profundo, remoto y prehistórico que originan las raíces de esta civilización, y le lleva de la mano por cada una de las etapas y fases del desarrollo civilizatorio de China, sin eludir sus crisis y sus retrocesos en los que se cimientan sus avances. Del mismo modo, lo consigue sin mitificar a ninguno de sus protagonistas.

Esta obra viene a confirmar aquella convicción de que el estudio de la historia permite vivir miles de vidas en una sola existencia.

Desde esa perspectiva, esta obra pone en el centro protagónico del devenir de la historia de China a su pueblo. En ninguno de los capítulos en que se divide esta narrativa histórica se desdibuja el rol esencial, aunque muchas veces invisible, de los constructores de la civilización radicado en los pueblos.

Vuelve aquí a establecerse el debate sobre si se pueden utilizar las herramientas de la didáctica, para simplificar el esfuerzo académico y el rigor histórico. Esto con el objetivo de ofrecer, al estudioso y al lector, una obra amena que no pierda su rigor, pero que transite en las facilidades instrumentales de la didáctica.

En esta obra, se demuestra que pueden perfectamente convivir en una doble fisonomía, por un lado, un incuestionable rigor histórico, a la vez que un texto ágil de fácil comprensión. Así se facilita al lector, el tránsito por el aprendizaje de la historia de la civilización China, narrada desde este atractivo y moderno estilo, que permite viajar por el hilo del calendario del tiempo, descubriendo los elementos fundamentales que cimentan las bases civilizatorias de la nación, se trata entonces no solo de un registro cronológico de los sucesos, sino que incorpora al análisis, la perspectiva dialéctica que permanece presente en todo su desarrollo.

Es asombroso cómo el autor se adentra desde el inicio de la obra, a los hallazgos arqueológicos que dan cuenta del tipo de asentamiento humano originario de esta civilización. Así es como, en el capítulo primero, el autor en pocos párrafos transita desde los primeros vestigios humanos, que se sitúan aproximadamente hace 700 000 años pasando por el hombre de Pekín y los vestigios humanos más recientes que datan de 100 000 años. Pero lo notable es que el autor pone el acento no en los rasgos fisonómicos o en los hallazgos antropológicos, sino en el trabajo; en el elemento fundamental caracterizador del inicio civilizatorio, que es precisamente el trabajo y el autor de modo magistral rescata esos hallazgos como, por ejemplo:

“El descubrimiento de agujas hechas de hueso indica que se usaban prendas de vestir hechas a partir de pieles de animal u hojas de árbol”

Este acento está presente en toda la obra, lo que le da la perspectiva dialéctico- materialista fundamental, que es estudiar la historia desde el hombre puesto en creación, en producción, en construcción de valor, y no desde los sucesos.

Otra cuestión notable en esta obra es el permanente análisis de las formas en que se va construyendo el poder, no solo a partir de hitos cronológicos, sino a partir de los roles. Es así como el autor rescata el rol de la mujer al interior de la sociedad, e incluso incorpora hallazgos como los clanes matriarcales, que juegan un rol muy interesante en la cuestión del poder a lo largo de la construcción de la civilización China. Un ejemplo de ello es cuando en el capítulo de los clanes y tribus dice “las madres se convirtieron en el centro de las actividades del clan y el clan se convirtió en una unidad estable de producción atribuyendo a este orden el surgimiento de los clanes matriarcales”

Además, es frecuente encontrar en otros textos de la historia, sobre todo occidental, referencias tangenciales a esta época de los matriarcados. Sin embargo, nuestro autor rescata y destaca esta época más allá de lo anecdótico, dándole la importancia histórica que tiene el rol del poder matriarcal en la organización de la producción y en el desarrollo de la política en las primeras organizaciones sociales. Esto en China se prolonga por mucho tiempo, y el autor nos lleva con magistral ritmo a disfrutar de la constatación del rol que juega la mujer en la construcción del poder, que es un tema apasionante y que abre una ventana al esfuerzo académico más sistemático sobre esta materia.

El autor va desmenuzando los hechos de la historia, pero montado sobre el hilo dialéctico de la construcción social, la producción y su correlato en el poder. Igualmente, lo realiza en el gran tema de la guerra, pero no de la guerra como un suceso bélico únicamente, o como un conjunto de encuentros y confrontaciones militares que tienen que ver con la cuestión territorial, que es la forma tradicional de transcurrir el relato histórico cuando éste carece de la perspectiva dialéctica.

En el caso nuestro, la obra registra el orden cronológico de los eventos, sus causas, y sobre todo acentúa el rol diferenciador principal que constituye una base de la historia, la cuestión de la lealtad y el fundamento del poder. Sin duda, esta perspectiva política de las luchas territoriales lleva al autor a rescatar siempre el rol de la fuerza de trabajo en los diferentes conflictos.

Es frecuente su descripción de las condiciones de quienes trabajaban las tierras, y su importancia para reconocer los sucesos cronológicos, influidos por la condición de quienes trabajan. El destacar las rebeliones campesinas y de los artesanos, como protagonistas de las guerras, es un aporte inédito a la historiografía, puesto que deja de invisibilizar esta cuestión esencial en el origen de las luchas.

Al leer esta obra, se destaca un fenómeno de construcción temprana de una de las fortalezas del devenir histórico de China, como es el rol del funcionariado público al interior de los estados, siendo este un factor diferenciador en la construcción de la sociedad. En China, desde antes del afianzamiento del poder monárquico, ya se iba desarrollando el concepto de función pública, en la que la sociedad encontraba un diálogo; una relación con el estado, para bien o para mal, pero que iba creando un vínculo entre los gobernantes y los gobernados, desde la perspectiva de la satisfacción de sus necesidades.

Es muy llamativa la descripción de la importancia asignada a las funciones, por encima de los funcionarios relievando a la función en sí. Este elemento se hace presente con mucha fuerza desde la China medieval, y allí la comprobación histórica del aporte a la eficiencia pública, qué significa una clase de funcionarios munida de facultades claramente conocidas y diferenciadas y con un rol reconocible por la gente. Esto marca una característica aún presente en la China moderna.

El autor además nos pasea por las escuelas de pensamiento y la construcción colectiva de creencias religiosas presentes en la construcción histórica de China. Cien escuelas de pensamiento compiten en tiempos turbulentos, dando así un espacio importante a la cuestión cultural a la hora de establecer los elementos determinantes que protagonizaron esa historia.

El autor desenmaraña el rol del confusionismo en la construcción valórica de la sociedad China, y llama la atención cómo el confusionismo aporta elementos de convicción para la construcción del Estado y el afianzamiento de su rol ordenador de la sociedad, describiendo los valores principales, y de cómo estos valores resultan funcionales a la construcción del Estado, como la benevolencia, la caridad, la bondad, la amabilidad, así como la lealtad al líder y la observancia estricta de un código de conducta.

De algún modo, esto explica la alta moralidad que hasta hoy conforma la escala de valores del comportamiento individual al interior de una sociedad colectiva tan compleja como la China. Al punto que, este valor de la moralidad llegó a conformar una característica de los apellidos, como un reconocimiento social al individuo, incorporando después del apellido la palabra ZI, que señalaba a su portador como una persona de alta moralidad.

Sin embargo, el autor no solo describe el rol de Confucio y el confusionismo en la construcción de la ética colectiva y de la conducta individual esperable de los chinos. También, da una pincelada al aporte de otros pensadores y educadores, como Micius y Yang Zi; Mencio y Xun Zi; Lao Zi y Han Fei, entre otros, destacando los distintos aportes de cada uno en esta construcción de la escala de valores que conforman y determinan el comportamiento de la población.

En el capítulo cuarto, el autor desnuda el carácter falso del poder, ya que, en el ejercicio del poder imperial, muchas veces los emperadores no eran más que pantallas de quienes ejercían en la sombra el verdadero poder. Estos eran a veces eunucos, otras regentas, u otros gobernantes en las sombras. De allí la expresión “poder detrás del trono”.

Este factor explica en gran parte la contradicción entre el carácter formal de poder absoluto, atribuido a los emperadores, con la lucha permanente por el poder presente en casi toda la historia de China.

Hasta la conformación de la República Popular China, cuyo abordaje no está presente en esta obra, la historia está asentada en luchas feroces, entre distintos poderes, sea reinos, estados, o construcciones de poder. En estos se destaca el rol jugado por las alianzas y lealtades, así como de las traiciones y deslealtades, originadas siempre o casi siempre en la cuestión de búsqueda del poder, salvo periodos relativamente cortos de estabilidad.

A pesar de la inestabilidad y del permanente estado de guerra, la sociedad china se caracterizó por su capacidad inaudita de generar conocimiento, tecnología, hallazgos científicos y modernidades. En cada época, estos avances le significaron rebasar las capacidades científicas y culturales de occidente.

Un elemento curioso de esta obra está constituido por la licencia que se da el autor, para ir incorporando a lo largo del texto varios poemas. Ellos nos permiten entender ese arte del lenguaje oblicuo, tan característico de la literatura China cuando describe cuestiones relativas al poder, como por ejemplo este poema atribuido al gran general Cao Cao:

“Huesos blanqueados

En el desierto

a través de miles de kilómetros

Uno de cada 100 sobrevivió

la sola idea me deprimía”

El constante debilitamiento del poder imperial, y el rol cada vez más protagónico de los líderes militares, explica el estado de beligerancia y el surgimiento de distintas rebeliones que se mantuvo por muchos años. Es una época turbulenta en la historia de China en la que el auge y caída de conformaciones estatales y de dinastías ensangrentó todos los rincones de esta nación. Una vez más, el autor enfatiza más allá de los eventos bélicos en sí mismos, el rol de los valores de lealtad, de alianza, por un lado, y de constantes traiciones y contra alianzas por el otro, que explican la espiral de sucesiones traumáticas en el ejercicio del poder.

Cuatro siglos le llevaron a China el resolver esta dinámica de guerras y confrontaciones hasta el establecimiento de la dinastía Tang. Atribuyendo a esta la conformación de algunas máximas que fundamentarían la transformación de China en una potencia mundial. Entre ellas destaca, el rol de las instituciones políticas y el ejercicio del poder ejecutivo, a través de ministerios y prefecturas, que ejercían funciones preestablecidas en los territorios. De esta manera iba afianzándose un sistema de premios y castigos para estimular a la población, y moderar las ambiciones.

El autor destaca el hecho de que, en esta época se estableció el sistema de exámenes y mediciones objetivas para proveer los puestos de funcionarios de gobierno, así como a los militares y demás cargos públicos, eliminándose las tradiciones hereditarias de los clanes y de los aristócratas.

En la época de Tang, China creció territorialmente de modo considerable hacia Asia al noreste del mar Caspio, haciendo tributarios a los tártaros y otros estados. En este periodo, China creció a más del doble de su territorio anteriormente reconocido como de este país.

Es en esta época precisamente, en la que los pueblos uigures, formados por nueve tribus, decidieron unirse al imperio Tang para luchar contra los tártaros. Encontrándose allí el origen de su pertenencia a China, en el primer milenio d. C. Otro tanto ocurrió con el pueblo del Tíbet, el cual estableció relaciones diplomáticas con Tang en el año 641, y que luego de varios matrimonios reales, se incorporó plenamente al imperio Tang. Igual destino le siguió a la provincia de Yunnan.

En la historia de China, este periodo Tang, es reconocido como el de más genuina prosperidad y poderío cultural y militar, así como gran liderazgo comercial en toda Asia y más allá.

El poeta Tang Du Fu escribía:

“Recuerdo los buenos tiempos de Kaiyuan / Cuando incluso un pequeño condado tenía diez mil hogares / El arroz brillaba y el grano de mijo era tan blanco / Y los graneros públicos y privados estaban a rebosar”.

Es en este período en el que adquieren su mayor apogeo las ciudades, y en estas el desarrollo de los artesanos y los comerciantes constituyeron la forma de ser de estas agrupaciones que, al calor de la bonanza económica, permitieron la industrialización manufacturera, tanto estatal como privada. Es aquí, en donde el rol de los funcionarios vuelve a adquirir esa importancia, que ya se venía destacando desde los albores de la civilización China.

Es también en este periodo, en el que la educación entra a jugar un rol fundamental en la formación de la base social de China, siendo el aprendizaje de oficios el principal propósito educativo. Igualmente, se registra el surgimiento del proletariado, la migración del campo a la ciudad, y el nacimiento de los colectivos urbanos de pobreza, así como las primeras expresiones de acumulación de capital por parte de los propietarios, los ingenios y las fábricas.

La arquitectura se permitió la construcción de fabulosas mansiones. Los dueños del capital gozaron de lujos indescriptibles. La cocina se volvió rica y variada, incorporándose nuevas fuentes de proteína como ciervos, osos y codornices. Surgió la afición al consumo del té y, por tanto, a la fabricación de porcelana y de sedas, así como el aumento del consumo de alcohol, que estableció estas nuevas costumbres urbanas en la China rica de la época.

Una vez más, el autor recurre a la poesía para ejemplificar estos cambios sociales, en la voz del poeta Du Fu:

“Detrás de las puertas lacadas en rojo,

El vino se deja agriar, la carne se pudre,

Fuera de estas puertas yacen huesos de los congelados y los hambrientos,

Los florecientes y los marchitos son solo un pie de distancia… Me desgarra el corazón reflexionar sobre ello”.

Las crecientes diferencias sociales y el abuso de los ricos contra los pobres, especialmente los campesinos, originaron las rebeliones y nuevas alianzas, y nuevas traiciones, debilitando la unidad del Estado. Y, a pesar de algunas reformas apuradas, las rebeliones campesinas, se hicieron sentir, y el autor las describe con precisión quirúrgica, y trae una vez más un fragmento poético de Du Fu.

“Los jóvenes no tenían suficiente para cubrir sus pieles / Los viejos no tenían el calor en sus cuerpos / No sé si es la tristeza o el frío lo que hizo que me doliera tanto la nariz”.

Otro poeta (Bai Juyi) escribía en la misma época:

“Me arrancan la ropa del cuerpo y me quitan la comida de la boca, estas bestias pueden comerse a uno vivo y no necesitan tener dientes y uñas afiladas para comer carne humana”.

El autor describe varias de las rebeliones más importantes, hasta la caída de la dinastía Tang.

El autor también se dio el trabajo en esta obra de identificar las distintas religiones presentes en aquella época, y su influencia en quienes ejercían el poder, siendo la principal el budismo y sus variaciones; igualmente, el taoísmo desarrollado bajo la dinastía Han; el nestorianismo que era una expresión cristiana en el norte de China; el maniqueísmo; el zoroastrismo de origen iraní; el islam introducido por comerciantes árabes.

También, en esta época adquiere mayor relevancia el uso de la poesía para fines políticos, como esta de Li Bai:

“Nunca abandoné el mundo, el mundo me abandonó a mi / Si la vida no puede ser vivida como debería, debería ir a viajar con mi barquito mañana”.

Fue a través de la poesía cómo las clases populares pudieron hacer saber sus padecimientos, y los poetas se atrevieron a criticar a los poderosos. Por ejemplo, en este poema de Bai Juyi:

“Los movimientos de baile de Lushan marearon los ojos del emperador / Sin saber que el ejército de los rebeldes había cruzado el río Amarillo / Los movimientos de baile de la consorte confundieron el corazón del emperador / Los remordimientos no cesaron después de su muerte”.

El decaimiento del imperio Tang, dio paso al establecimiento de los Estados independientes, y una vez más estos se trenzaron en enfrentamientos bélicos, en los que las masacres, el saqueo, la anexión, se hicieron frecuentes. Pasando los territorios de un mando a otro, debilitando la estructura del servicio público, y fraccionando los organismos centralizados. Hasta que finalmente, lograron restablecer un periodo de paz, reponiendo las políticas públicas hasta la irrupción de los mongoles al mando de Gengis Khan.

Details

Pages
XXX, 394
Year
2024
ISBN (PDF)
9781636677323
ISBN (ePUB)
9781636677330
ISBN (Hardcover)
9781636677316
DOI
10.3726/b21345
Language
Spanish; Castilian
Publication date
2024 (April)
Keywords
historiografía Asia Oriental historia oriental Orientalismo dinastía
Published
New York, Berlin, Bruxelles, Chennai, Lausanne, Oxford, 2024. XXX, 394 p., 14 blanco/negro.

Biographical notes

Cai Meibiao (Author)

Cai Meibiao fue miembro honorario de la Academia China de Ciencias Sociales(ACCS), Presidente de la Asociación China de investigación de historia de la Dinastía Yuan. Pan Deng es Doctor en Filosofía Jurídica y Secretario General de la División Iberoamericana de la Asociación China de Académicos Retornados del Extranjero. Recibió la Condecoración de la Orden Nacional "al mérito" por parte del Presidente ecuatoriano.

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