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Prisión(es)

Un análisis feminista del laberinto penitenciario

by Lorena Valenzuela-Vela (Author)
©2024 Monographs X, 326 Pages

Summary

¿Es posible saber dónde empieza y dónde acaba la prisión? ¿se puede extender más allá de lo que imaginamos? ¿cómo (sobre)viven las mujeres que la habitan? Este libro es una narrativa feminista sobre el laberinto penitenciario que viven muchas de ellas. Cuenta la historia de las prisiones visibles e invisibles que cargan en sus espaldas y que se extienden antes de entrar en la cárcel y siguen después de salir. Desde la visión profunda que da la etnografía feminista, el Trabajo Social y el conocimiento de la prisión tras años de investigación, esbozo la imagen laberíntica de un sistema, que más que una institución total se estructura a través de numerosos tentáculos pegajosos que navegan por un mar de castigos y cautiverios. Animo a los/las lectores/ as a recorrer este camino conmigo, donde podremos ver cómo se tienden a reconocer como legítimas algunas formas de trabajo (relacionadas con los cuidados) y otras no; acercarnos a la extensión del control a partir de los medios telemáticos; o conocer cómo algunos recursos sociales abrazan la lógica punitiva e imitan las prácticas del encarcelamiento.

Table Of Contents

  • Cubierta
  • Título
  • Copyright
  • Sobre el autor/el editor
  • Sobre el libro
  • Esta edición en formato eBook puede ser citada
  • Índice
  • Introducción
  • CAPÍTULO 1 ¿Desde dónde miro?
  • CAPÍTULO 2 El laberinto metodológico
  • CAPÍTULO 3 La prisión fuera de la prisión
  • CAPÍTULO 4 Los lugares del centro. “¿Dónde me llevan?”
  • CAPÍTULO 5 “Cuerpos marcados”
  • CAPÍTULO 6 “Pisando calle”
  • Concluir con el encierro
  • Bibliografía

Introducción1

Las palabras de Alba fueron claras y dolorosas “estoy trabajando, estoy ocultando mi pasado, mintiendo to el día y punto, es mi realidad”; Emi sentía que aún fuera de la cárcel “sigue siendo prisión” y Patricia se preguntaba: “¿usted cree que el CIS2 sirve? Le dirán que no sirve. No sirve. ¿Qué reinserta? No reinserta. ¿La prisión reinserta? No reinserta”. Estos son algunos de los relatos, las historias y las protagonistas que dan forma a este libro, y que me han lanzado a pensar que el sistema penitenciario que habitualmente observamos es tan solo una parte de la inmensidad que en nuestra sociedad ocupa el imaginario de la prisión.

La filósofa Avital Ronell (2017) defiende que unx tiene derecho a agarrarse a aquello que toque sus fibras, así que esta etnografía surge de una intuición que tocó mis fibras, que se ha convertido en mis preguntas e intereses de investigación y que, finalmente, se ha transformado en este trabajo sobre el laberinto penitenciario3. Un entramado que, para las mujeres presas, comienza mucho antes de que accedan a los centros penitenciarios ordinarios y no acaba una vez que salen de ellos, sino que se transforma: puertas, pasillos, puentes, rejas, pulseras, profesionales, programas, hogares… Experiencias entretejidas en una compleja red de silencios, invisibilidad y olvido.

Abordar estas cuestiones –como era de esperar– no ha sido un camino lineal y es que a medida que me adentraba más en el mundo penitenciario sentía que las piezas del puzle estaban también cada vez más incompletas. Este silencio e invisibilidad me hicieron acercarme, en un primer momento, al centro de inserción social (en adelante CIS), pero allí tan solo permanecían 7 mujeres, ¿dónde acuden las mujeres cuando salen de los centros penitenciarios ordinarios?, ¿cuáles son sus experiencias?, ¿cómo lo viven? Es así que las fronteras entre el adentro y el afuera comenzaron a diluirse y se tornó cada vez más importante explorar las continuidades-discontinuidades del castigo. Así como, reflexionar sobre el modo en que, en ocasiones, quedar en libertad puede transformarse en una cárcel construida a base de muros invisibles y las formas en que, por ejemplo, conseguir empleo o vivienda dificultan la vida de las mujeres que salen de prisión, redefiniendo los límites del encierro. Por ello, me propuse rastrear las experiencias y sentidos en torno a los procesos de control y encarcelamiento de las mujeres y conocer la complejidad de sus experiencias. A medida que las políticas penales españolas hacen uso de alternativas al encarcelamiento, me parecía relevante prestar atención a las formas menos visibles de castigo, porque estas también marginan y estigmatizan a las personas, aunque acontezcan fuera de los muros de las prisiones. Si a primera vista son menos intrusivas y destructivas, se extienden en el tiempo y en los espacios, incorporando formas invisibles de castigo.

Esta etnografía tiene como objetivo reflexionar sobre las políticas públicas de reinserción desplegadas por las Instituciones Penitenciarias del Estado español desde una mirada feminista. Esto me lleva a preguntarme sobre cómo conviven el “control” y la “re-educación” y las continuidades/discontinuidades en el castigo para el caso de las mujeres presas. Todo ello, sin olvidar dar cuenta de las estrategias y agencia que las mujeres en prisión desarrollan durante sus procesos, así como explorar cómo ellas viven y experimentan estos. Presento una etnografía feminista desde el trabajo social que pone en conversación las políticas institucionales, los discursos profesionales y las experiencias de las mujeres privadas de libertad y los castigos (in)visibles que el Estado despliega antes, durante y después del encarcelamiento propiamente dicho; reflexiono sobre cómo se tiende a reconocer como legítimas algunas formas de trabajo, relacionadas con los cuidados, y no otras (Welsh y Rajah, 2014), tanto en el centro ordinario como una vez que salen, cuando experimentan otros tipos de encierros; analizo la creación de perfiles “ideales” de mujeres reinsertadas que tienen que ver con las formas tradicionales de feminidad en relación con los cuidados y la maternidad; y reflexiono sobre la extensión del control a partir de los medios telemáticos, o la figura de recursos externos a la prisión y cómo esta se extiende por medio de los mismos.

Prisión(es) tiene como protagonistas a las mujeres presas, en una apuesta por recuperar sus saberes, componiendo una narrativa contrahegemónica frente a una aproximación al estudio del castigo que históricamente las ha silenciado e invisibilizado. Como defiende Nerea Barjola (2018) la elaboración de contrarrepresentaciones proporciona nuevos esquemas y lecturas de la realidad, tiene la potencialidad de proponer nuevos significados, a partir de los cuales comprender y situarse frente un problema y “son el mejor antídoto contra el universo victimista, culpabilizador, agresivo y violento de las retóricas patriarcales” (p. 277).

Los caminos de este angosto proceso me llevaron al centro penitenciario ordinario, al CIS, a un recurso de casa de acogida, a una asociación de acompañamiento socio-laboral, a los talleres con la asociación de la que formo parte y a los hogares y cotidianidades de muchas compañeras en una ciudad de la Comunidad Autónoma de Andalucía (España). Espacios donde las identidades no se encuentran, sino, por el contrario, se pierden (como nos perdemos en un laberinto). En esta maraña de caminos he pasado desde 2017 a 2021, en periodos de tiempo acotados por mis permisos de investigación, también por la propia vida y sus exigencias.

Me es útil pensar esta etnografía desde lo que Beckett y Murakawa (2012) han nombrado como “Estado carcelario en la sombra”, para referirse a la expansión del estado carcelario más allá de las instituciones penales y donde las instituciones que no se dedican al castigo se han “hibridado” como sitios anexos de poder punitivo imitando las prácticas del encarcelamiento y operando de manera opaca, lo cual atrapa a una parte cada vez mayor de la población. Siguiendo la propuesta de Lynch (2001), esto hace que se borren las líneas entre la reinserción y castigo o entre libertad y confinamiento. Mediante la dispersión y penetración del control más allá de los muros de la prisión se difuminan los límites espaciales entre el interior y el exterior y se vuelve “un continuo donde la intervención y el control se gradúan finamente (…) mirando más allá de la maquinaria de la justicia penal y resituando analíticamente la prisión como una institución social dentro del panorama sociocultural más amplio” (Lynch,2001: 89). De esta forma, los espacios carcelarios se extienden más allá de los muros de la prisión y contribuyen a perpetuar unas condiciones de marginalidad estructural de las mujeres presas que, si ya eran comunes en sus vidas antes de entrar en prisión, ahora se ven fortalecidas.

En una apuesta por complejizar esta mirada sobre el castigo y su continuidad, escojo hablar del laberinto penitenciario. Esta noción alude a una metáfora, y como sugiere Esguerra (2021: 125), estas ayudan para la creación teórica a la vez que representan un desafío a nuestra creatividad para imaginar “dispositivos conceptuales que nos permitan analizar, indagar y buscar caminos de comprensión y transformación del mundo”.

Además, la metáfora como figura literaria históricamente relacionada con la escritura y la poesía, me acerca también a las formas que me inspira la etnografía. Esta es, tanto en el campo como en la escritura–siguiendo a Andrea García (2019: 10)– similar al “tanteo en la oscuridad” al que se refiere María Lugones (2003) en la búsqueda de significados. Una práctica que ilumina y que Audre Lorde (1984) llama poesía o, como plantea Sara Ahmed (2017) “como feministas, necesitamos encontrar modos para no reproducir la Gramática patriarcal” (p. 4).

Pienso en el laberinto y pienso en la prisión. Prisión física, de muros y rejas. Laberintos invisibles. Hogares que son prisiones. Palabras que nos encadenan. Empleos que nos ahogan. Vidas que nos atrapan. El laberinto que es la vida. Como un desierto sin caminos. Sin saber a dónde ir. A dónde llegar. Decía José Saramago que todas las líneas humanas son torcidas, todo es laberinto (2007: 199, citado en Fino, 2018). El laberinto se presenta como extravío y prisión. También como una organización del caos; se trata de un mundo confuso, pero, al mismo tiempo, ordenado, regular, geométrico, y, sin embargo, no nos es posible descifrar su sentido. Líneas quebradas, de cruces, de intersecciones. Como en todo laberinto, a veces no conoces los lugares a los que vas a llegar, ni tan siquiera si saldrás de él. Así lo recogía en mi diario de campo:

La cárcel como institución laberíntica, en la que tantas veces me he topado de bruces con callejones sin salida, y he tenido que hacer el recorrido de vuelta, donde me he reencontrado con mis filias y mis fobias y las he tenido que sortear, en un (des)encuentro con mis prejuicios. Los que, en los momentos de confinamiento, han brotado en su máximo esplendor, caldo de cultivo de mis lógicas más productivistas y extractivitas (Diario de campo, 14 de enero de 2021).

El laberinto penitenciario me permite hablar de la permeabilidad del sistema, de sus efectos más allá de los muros de las prisiones y de la compleja red de relaciones que se teje entre los espacios de internamiento y fuera de ellos (educación, trabajo, familia, castigo, etc.) (Pérez, 2011); también, me es útil para narrar la sensación de pérdida y desubicación, ya que, el propio diseño arquitectónico es como un laberinto en el que, una vez dentro, es muy difícil salir. En palabras de Patricia: “es muy fácil entrar y muy difícil salir”.

El laberinto penitenciario, parte de la propuesta de “circuitos carcelarios” de Gill et al. (2018), como una alternativa epistemológica crítica que destaca la dinámica metainstitucional de los sistemas carcelarios y las conexiones –entre, alrededor, dentro y más allá– de las prisiones con paisajes carcelarios más amplios, como CIES, barrios o comunidades o recursos de protección. Se trata de caminos que habitualmente están ocultos e identificarlos es un ejercicio que me permite cuestionar las configuraciones carcelarias actuales y proyectar otros mundos posibles.

Por último, deseo detenerme en la estructura de este libro. En el desarrollo de todos los capítulos ha estado muy presente la idea de laberinto, pues como metáfora me ha ayudado a expresar la sensación de pérdida y de complejidad en la propia elaboración del documento y la dificultad que entraña investigar el encierro.

El interrogante “¿Desde dónde miro?” me sirve para aproximarme a las principales categorías de análisis de este trabajo. En el mismo abordo cuestiones relacionadas con las teorías sobre el control y el castigo, la extensión de las prácticas punitivas, la geografía carcelaria o reflexionar sobre cómo se ha construido históricamente a las mujeres que delinquen.

En “El laberinto metodológico” desarrollo la propuesta metodológica que sustenta esta investigación, la etnografía feminista; así como, algunos de los desafíos y dificultades encontradas; y mi propia experiencia recorriendo dicho laberinto, en un escenario de investigación tan rígido como es la cárcel (Salinas, 2016). A lo largo de este capítulo, elaboro una breve aproximación teórica sobre algunas de las herramientas metodológicas y epistemológicas de la etnografía feminista, y las formas en que estas me han acompañado en mi proceso de investigación; presentando los lugares en los que ha transcurrido el trabajo de campo, y las decisiones metodológicas que he ido tomando a lo largo de todo el proceso.

En tercer lugar, “La prisión fuera de la prisión” es una apuesta por deconstruir lo que tradicionalmente entendemos como acceso a prisión, presento una entrada más amplia al laberinto penitenciario, cuestionando el propio binarismo dentro/fuera, reflexionando sobre la liminalidad de ciertos espacios carcelarios, y la extensión del castigo más allá de los espacios formales del encarcelamiento. Las protagonistas de esta etnografía, más allá de estar presas en este momento, cargan tras de sí con distintas prácticas de criminalización, racialización, migración, género, consumos o exclusión fuera de este lugar (Allspach, 2010; De Miguel, 2021; Salinas, 2016; Schliehe, 2017). En línea con lo que plantea la geógrafa Dominique Moran (2015), los viajes de las personas presas hay que pensarlos más allá de la detención en diferentes instituciones cerradas, pues están enredados con lo que Foucault (1975) denomina un “archipiélago carcelario”.

En cuarto lugar, “Los lugares del centro. ‘¿Dónde me llevan?’” me permite avanzar en el recorrido del laberinto penitenciario y presentar el centro penitenciario ordinario, un lugar central en las narrativas de las mujeres presas. En este capítulo comparto las experiencias de acceso al centro, profundizo sobre cómo es el centro penitenciario ordinario y su distribución, prestando especial interés en analizar los dos módulos que esta prisión reserva para las mujeres.

En quinto lugar, tomo la propuesta de Silvia López y Lucas Platero (2019) en su libro Cuerpos marcados para desarrollar este capítulo. En este abordo algunas de las representaciones institucionales que se elaboran sobre las mujeres presas y las tramas discursivas en que están asentadas; también, me aproximo al tratamiento penitenciario, pues considero que son objeto de un suplemento punitivo que condiciona todo su recorrido penitenciario. Por último, reflexiono sobre algunas de las herramientas institucionales que ponen las bases para la extensión del castigo fuera(a)dentro4 de esos muros, y cómo son vividas y experimentadas por ellas. Para ello, analizo algunas de las formas en que se interviene con ellas y se diseñan e implementan políticas en el caso del trabajo remunerado.

En sexto lugar, “Pisando calle” me permite seguir desplazándome por este laberinto y analizar el paso del régimen ordinario a uno de semilibertad y cómo esto es vivido como un hito por ellas, pues es el comienzo para dejar atrás la prisión. Sin embargo, paradójicamente, se trata de un difícil viaje que a veces se convierte en un arma de doble filo, que experimenta otras formas de control por parte de la institución penitenciaria, de su entorno o de profesionales externos. En este capítulo, presento el centro de inserción social y realizo un análisis feminista de la política penitenciaria de empleo y cómo las mujeres se ven afectadas por la misma. Por último, profundizo en algunos de los escenarios en los que cumplen esta parte de sus condenas (pulsera telemática, tercer grado por cuidado de menores y la casa de acogida) y la forma en que estos albergan tras de sí ciertas construcciones de género. Acercarme a este espacio me ha revelado algunos elementos relevantes de la política penitenciaria y la forma en que esta despliega sus tentáculos fuer(a)dentro de la institución. A pesar de la impresión extendida de que los espacios carcelarios están desconectados de sistemas sociales más amplios, estos están atravesados por varias circulaciones que se extienden dentro y más allá de sus límites (Allspach, 2010; Gill, et al., 2018; Leotti, 2021).


1 El presente trabajo de investigación forma parte de mi tesis doctoral (financiada por el Contrato de Formación del Profesorado Universitario del Ministerio de Educación y Formación Profesional del Gobierno de España. Referencia: FPU16/00077). Dirigida por Ana Alcázar Campos y Carmen Gregorio Gil, del Programa de Doctorado de Estudios de las Mujeres, Discursos y Prácticas de Género de la Universidad de Granada.

Details

Pages
X, 326
Publication Year
2024
ISBN (PDF)
9781803743851
ISBN (ePUB)
9781803743868
ISBN (Softcover)
9781803743844
DOI
10.3726/b21551
Language
Spanish; Castilian
Publication date
2024 (July)
Keywords
Prisión feminismo etnografía intervención social mujeres control castigo reinserción social
Published
Oxford, Berlin, Bruxelles, Chennai, Lausanne, New York, 2024. X, 326 p.

Biographical notes

Lorena Valenzuela-Vela (Author)

Lorena Valenzuela-Vela es doctora en Estudios de las Mujeres, Discursos y Prácticas de Género, graduada en Trabajo Social y Máster Erasmus Mundus en Estudios de Género (GEMMA) por la Universidad de Granada (España). Es docente del Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales de la Universidad de Granada y forma parte del grupo de investigación "Otras. Perspectivas Feministas en Investigación Social". Entre sus intereses de investigación están los análisis feministas de la prisión y otras formas de castigo; las alternativas no punitivas y el abolicionismo de las prisiones; el Trabajo Social Feminista y los análisis de la intervención social como elemento de control.

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