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El imaginario de la poesía erótica en los Siglos de Oro

by Álvaro Piquero Rodríguez (Author)
©2023 Thesis 700 Pages

Summary

Este libro presenta un extenso análisis comentado del imaginario de la poesía erótica de los Siglos de Oro basado en la lectura e interpretación de más de seiscientos cincuenta poemas. Organizado a partir de los órganos y prácticas sexuales y del campo semántico al que pertenece cada palabra, el estudio profundiza en los mecanismos literarios y lingüísticos que operan detrás del vocabulario erótico y plantea un posible esquema estructural del lenguaje sexual. Todo ello, unido a los exhaustivos glosarios finales, supone una aproximación al léxico erótico áureo desde una perspectiva amplia y original que complementa el acercamiento de otros investigadores a esta misma materia.

Table Of Contents

  • Cubierta
  • Título
  • Copyright
  • Sobre el autor
  • Sobre el libro
  • Esta edición en formato eBook puede ser citada
  • Dedication
  • Agradecimientos
  • Índice de contenidos
  • Introducción
  • Capítulo 1. El corpus erótico
  • 1.1. Índice de primeros versos
  • Capítulo 2. El imaginario de la poesía erótica áurea
  • 2.1. El código erótico
  • 2.2. Una propuesta de clasificación
  • Capítulo 3. El imaginario del órgano genital masculino
  • 3.1. El órgano genital masculino y su anatomía
  • 3.1.1. Léxico de código abierto
  • 3.1.2. Léxico de código cerrado
  • 3.1.2.1. Imágenes del mundo humano
  • 3.1.2.1.1. La comida, la cocina y sus enseres
  • 3.1.2.1.2. La guerra
  • 3.1.2.1.3. Los oficios
  • 3.1.2.1.4. El cuerpo
  • 3.1.2.1.5. La música
  • 3.1.2.1.6. La religión
  • 3.1.2.1.7. El dinero y la riqueza
  • 3.1.2.1.8. El juego
  • 3.1.2.1.9. El conocimiento
  • 3.1.2.1.10. La indumentaria
  • 3.1.2.1.11. La caza y la pesca
  • 3.1.2.1.12. El hogar
  • 3.1.2.2. Imágenes del mundo natural
  • 3.1.2.2.1. Los animales
  • 3.1.2.2.2. Los vegetales
  • 3.1.2.2.3. El fuego
  • 3.1.2.2.4. El agua
  • 3.1.2.3. Imágenes del mundo lingüístico
  • 3.1.2.3.1. Juegos con el significante y términos genéricos
  • 3.1.2.3.2. Antroponimia y toponimia
  • 3.2. Los fluidos sexuales masculinos
  • 3.2.1. Léxico de código abierto
  • 3.2.2. Léxico de código cerrado
  • 3.2.2.1. Imágenes del mundo humano
  • 3.2.2.1.1. La comida, la cocina y sus enseres
  • 3.2.2.1.2. Los oficios
  • 3.2.2.1.3. El cuerpo
  • 3.2.2.1.4. La guerra
  • 3.2.2.1.5. El dinero y la riqueza
  • 3.2.2.1.6. El conocimiento
  • 3.2.2.2. Imágenes del mundo natural
  • 3.2.2.2.1. El agua
  • 3.2.2.3. Imágenes del mundo lingüístico
  • 3.2.2.3.1. Juegos con el significante y términos genéricos
  • 3.3. La virilidad y la impotencia
  • 3.3.1. Léxico de código abierto
  • 3.3.2. Léxico de código cerrado
  • 3.3.2.1. Imágenes del mundo humano
  • 3.3.2.1.1. La guerra
  • 3.3.2.1.2. La música
  • 3.3.2.1.3. Los oficios
  • 3.3.2.1.4. El cuerpo
  • 3.3.2.1.5. El juego
  • 3.3.2.1.5. La indumentaria
  • 3.3.2.2. Imágenes del mundo natural
  • 3.3.2.2.1. El fuego
  • 3.3.2.2.2. Los animales
  • 3.3.2.2.3. Los vegetales
  • 3.3.2.3. Imágenes del mundo lingüístico
  • 3.3.2.3.1. Antroponimia y toponimia
  • 3.3.2.3.2. Juegos con el significante y términos genéricos
  • Capítulo 4. El imaginario del órgano genital femenino
  • 4.1. El órgano genital femenino y su anatomía
  • 4.1.1. Léxico de código abierto
  • 4.1.2. Léxico de código cerrado
  • 4.1.2.1. Imágenes del mundo humano
  • 4.1.2.1.1. Los oficios
  • 4.1.2.1.2. La comida, la cocina y sus enseres
  • 4.1.2.1.3. El cuerpo
  • 4.1.2.1.4. El hogar
  • 4.1.2.1.5. La guerra
  • 4.1.2.1.6. La indumentaria
  • 4.1.2.1.7. La música
  • 4.1.2.1.8. La religión
  • 4.1.2.1.9. El viaje y los desplazamientos
  • 4.1.2.1.10. El dinero y la riqueza
  • 4.1.2.1.11. El juego
  • 4.1.2.1.12. El conocimiento
  • 4.1.2.2. Imágenes del mundo natural
  • 4.1.2.2.1. El agua
  • 4.1.2.2.2. Los vegetales
  • 4.1.2.2.3. Los animales
  • 4.1.2.2.4. El fuego
  • 4.1.2.3. Imágenes del mundo lingüístico
  • 4.1.2.3.1. Juegos con el significante y términos genéricos
  • 4.1.2.3.2. Antroponimia y toponimia
  • 4.2. Los fluidos sexuales femeninos
  • 4.2.1. Léxico de código abierto
  • 4.2.2. Léxico de código cerrado
  • 4.2.2.1. Imágenes del mundo humano
  • 4.2.2.1.1. La comida, la cocina y sus enseres
  • 4.2.2.1.2. El cuerpo
  • 4.2.2.1.3. La indumentaria
  • 4.2.2.1.4. La religión
  • 4.2.2.2. Imágenes del mundo natural
  • 4.2.2.2.1. El agua
  • Capítulo 5. El imaginario de las prácticas sexuales
  • 5.1. El coito y la cópula
  • 5.1.1. Léxico de código abierto
  • 5.1.2. Léxico de código cerrado
  • 5.1.2.1. Imágenes del mundo humano
  • 5.1.2.1.1. Los oficios
  • 5.1.2.1.2. La guerra
  • 5.1.2.1.3. La comida, la cocina y sus enseres
  • 5.1.2.1.4. Los juegos
  • 5.1.2.1.5. El conocimiento
  • 5.1.2.1.6. La música y la danza
  • 5.1.2.1.7. El viaje y los desplazamientos
  • 5.1.2.1.8. La religión
  • 5.1.2.1.9. El dinero y la riqueza
  • 5.1.2.1.10. El hogar
  • 5.1.2.1.11. El cuerpo
  • 5.1.2.1.12. La caza y la pesca
  • 5.1.2.1.13. La indumentaria
  • 5.1.2.2. Imágenes del mundo natural
  • 5.1.2.2.1. Los animales
  • 5.1.2.2.2. El agua
  • 5.1.2.2.3. Los vegetales
  • 5.1.2.2.4. El fuego
  • 5.1.2.3. Imágenes del mundo lingüístico
  • 5.1.2.3.1. Juegos con el significante y términos genéricos
  • 5.1.2.3.2. Antroponimia y toponimia
  • 5.2. Otras prácticas sexuales
  • 5.2.1. La sodomía
  • 5.2.2. La masturbación
  • 5.2.3. El sexo oral
  • Conclusiones generales
  • Anexos
  • Anexo 1: Gráficas
  • 1.1. Lemas totales por campo sexual
  • 1.2. Apariciones totales por campo sexual
  • 1.3. Lemas totales por campo semántico
  • 1.4. Apariciones totales por campo semántico
  • 1.5. Lemas por campo sexual y semántico
  • 1.6. Apariciones por campo sexual y semántico
  • Anexo 2: Glosarios
  • 2.1. Glosario alfabético
  • 2.2. Glosario por campo sexual
  • 2.3. Glosario por campo semántico
  • Bibliografía
  • Indice onomástico

Introducción

Dadas las circunstancias políticosociales de la España de mediados del siglo xx, los estudios sobre literatura erótica áurea fueron deliberadamente preteridos por la crítica más canónica hasta los años 70. Desde entonces, las monografías y artículos dedicados a esta parcela de conocimiento se han multiplicado exponencialmente, por lo que hoy las investigaciones bibliográficas, hermenéuticas y lingüísticas centradas en los textos venéreos ocupan una parcela perfectamente reconocida y delimitada dentro de los estudios de literatura áurea.

En lo que respecta a la cuestión bibliográfica, concretamente a la búsqueda y recuperación de las fuentes primarias, los repertorios parciales publicados por Víctor Infantes [1989 y 1997] y José Antonio Cerezo [1988 y 1993] en torno a los años noventa del siglo xx se han visto (casi) definitivamente completados por el segundo en Literatura erótica en España. Repertorio de obras 1519–1936 [Cerezo 2001]. En el volumen, además de recoger más de ochocientas fichas bibliográficas desde los siglos xvi al xx —muchas de ellas desconocidas hasta ese momento—, el autor explica magistralmente cuál fue el comportamiento frente a la censura de autores e impresores, que utilizaron comúnmente el pie de imprenta como arma arrojadiza erótico-burlesca contra las limitaciones impuestas por la Inquisición.

Como complemento a los anteriores, aunque su enfoque se centre más específicamente en las publicaciones eróticas de la modernidad —siglos xix y xx—, cabe señalar aquí un artículo posterior del propio Cerezo [2007] y, sobre todo, el completo repertorio Un infierno español. Un ensayo de bibliografía de publicaciones españolas clandestinas (1812–1939), de Jean Louis-Guereña [2011; actualizado en Guereña 2022], que ha dedicado en los últimos años numerosos esfuerzos a descubrir y describir la historia de la sexualidad en España desde la Ilustración al Franquismo [Guereña 2018]. Además, en lo que toca a los cancioneros eróticos decimonónicos son también fundamentales las aportaciones de Díez Fernández [2010] sobre Amancio Peratoner y de Blas Vega [1980] sobre la biblioteca de López Barbadillo —reeditada en los años 70 en la editorial Akal—.

En cuanto a la bibliografía crítica secundaria, el investigador dispone hoy, entre otras herramientas, de una completa «e-bibliografía», publicada por Gaspar Garrote Bernal y Alicia Gallego Zarzosa [2008] y completada por el primero —con los hitos más importantes de la última década— en su último acercamiento a la temática sexual [2020].

Continuando ahora con el panorama editorial, íntimamente ligado al anterior, la piedra angular en la edición de la poesía erótica áurea la marca la antología Floresta de poesías eróticas de los Siglos de Oro, publicada por los franceses Pierre Alzieu, Robert Jammes e Yvan Lissorgues en 1975 y reeditada después bajo el membrete Poesía erótica del Siglo de Oro —en adelante, PESO— en la editorial Crítica de Barcelona en 1984 y en 2000 [PESO 2000]. Sin duda, a pesar de sus carencias, pues atiende únicamente a las composiciones de autor desconocido, esta recopilación sentó los cimientos de la investigación del erotismo hispánico, marcando el camino a seguir en la fijación e interpretación de los textos y aplicando por primera vez un análisis filológico serio y exhaustivo a poemas abiertamente sexuales.

Más allá de este hito fundacional, es imprescindible señalar algunos otros productos editoriales pioneros, como la edición del Cancionero de obras de burlas provocantes a risa de Juan Alfredo Bellón y Pablo Jauralde Pou [Cancionero 1974] o el primer volumen sin censurar —y, lamentablemente, el único— del Cancionero antequerano, realizado por José Lara Garrido en 1988 [Lara Garrido 1988]1.

En su intento por sacar a la luz la vena más ovidiana de la literatura áurea, el propio Lara Garrido dirigió la edición de los tres volúmenes que se han publicado hasta el momento de la colección «Erótica Hispánica», dos de los cuales reproducen textos de la poesía erótica del siglo xvi: la exquisita edición de la Carajicomedia llevada a cabo por Álvaro Alonso [Carajicomedia 1995] y la magnífica recopilación de la Poesía Erótica de Diego Hurtado de Mendoza abordada por J. Ignacio Díez Fernández [Hurtado de Mendoza 1995]. En el caso del primer texto, además, el investigador interesado cuenta hoy con la edición —paleográfica y modernizada— de Frank A. Domínguez [Carajicomedia 2015], que incluye un valioso estudio preliminar.

En los últimos años la crítica se ha afanado igualmente en la recuperación de poemas de autor, rescatando del olvido cartapacios misceláneos que copian buena parte de la obra de fray Melchor de la Serna [Labrador Herraiz, DiFranco y Bernard 1997 y 2001] o de Pedro Méndez de Loyola [Brown 1982 y 1986]; editando la poesía completa de autores tan abiertamente provocativos como Sebastián de Horozco [2010] y, nuevamente, Diego Hurtado de Mendoza [2007]; añadiendo a la obra ya conocida de algunos autores, como Villamediana o Góngora, testimonios inéditos antes censurados [Góngora 1987; Villamediana 1994; Carreira 1994]; o, simplemente, editando y anotando con rigor científico y sin ningún prejuicio moral el doble sentido rijoso que esconden algunas composiciones de poetas sobradamente conocidos [Alcázar 2001; Góngora 2019].

En este esfuerzo por recopilar la poética más lúbrica y carnal de los autores —y anónimos— áureos, destaca especialmente la ingente labor realizada en los últimos años por el proyecto de investigación Eros & Logos (<http://www.erosylogos.com/>), dirigido por Javier Blasco en la Universidad de Valladolid, que ofrece en su base de datos aproximadamente un millar de composiciones [Blasco 2019: 1] y que, a través de la editorial Agilice Digital, ha publicado recientemente una gran cantidad de materiales: dos cuidadas ediciones de las primeras traducciones hispánicas del Arte de amar y de los Remedios de amor de Ovidio y otra del largo poema de inspiración ovidiana Cómo han de ser amadas las mujeres, todos ellos escritos por fray Melchor de la Serna [2016, y 2020b, 2020a]; una edición crítica y actualizada de La poesía de Fray Damián Cornejo [Cornejo 2020]; y dos nuevas antologías de poesía erótica: «Aquel coger a oscuras a la dama»: Mujeres en la poesía erótica del Siglo de Oro [Herrero Diéguez, Martínez Deyros, Sánchez Mateos y Marín Cepeda 2018] y Nueva poesía erótica de los Siglos de Oro [Ruiz Urbón y Blasco 2021].

Esta intensa labor editorial, además, se ha visto complementada por una copiosa bibliografía crítica, ya sea a partir de conferencias o comunicaciones, de artículos de revista, de libros colectivos o de estudios monográficos individuales. Entre estos últimos, se ha de destacar aquí la monografía La poesía erótica de los Siglos de Oro [Díez Fernández 2003], un espléndido acercamiento a la teoría y la casuística del erotismo entre los siglos xvi y xvii. A mi juicio, este trabajo, junto con la antología de Alzieu, Jammes y Lissorgues anteriormente citada—y la reciente aportación de Garrote Bernal [2020], de la que se hablará después—, debe ser el libro de cabecera para cualquier investigador que quiera adentrarse con garantías filológicas en la historia del erotismo hispánico.

Dejando ya a un lado la descripción de los avances bibliográficos de las últimas décadas, cabe mencionar aquí que, de entre las numerosas perspectivas críticas que se pueden adoptar para trabajar con la literatura erótica áurea, este estudio se enmarca concretamente dentro del reconocimiento y la decodificación del vocabulario sexual.

Desde un punto de vista general, el acercamiento al léxico erótico más interesante sigue siendo el que realizó Camilo José Cela en su Diccionario secreto [1974] —publicado entre 1969 y 1971— y su Enciclopedia del erotismo [1977] —edición corregida y aumentada un lustro después—, dos ambiciosos proyectos que superan, con mucho, las igualmente útiles fichas que preparó tiempo después Antonio Tello para su Gran diccionario erótico de voces de España e Hispanoamérica [1992].

Más allá de estos estudios, que no siempre presentan datos reveladores para el periodo literario en el que se centra este trabajo, a la hora de enfrentarse al vocabulario erótico áureo —y medieval— la herramienta que tradicionalmente ha elegido la crítica es la del glosario breve centrado en una obra o conjunto de textos concretos. Así hicieron, por ejemplo, Manuel Criado del Val [1960] con La Lozana andaluza; Louise O. Vasvári [1983: 317–324] y Vicente Reynal [1988] con el Libro de buen amor; Javier Huerta Calvo [1983: 39–68] con los entremeses teatrales; Donald McGrady [1984: 105–108] con los enigmas eróticos; Ian Machperson y Angus Mackay [1993: 25–36] con el léxico caballeresco-textil en época de los Reyes Católicos o Ángel C. Urbán Fernández y Salvador López Quero [2001: 392] con el corpus del Cancionero de Baena.

A pesar de la innegable utilidad de estos acercamientos léxicos, el trabajo más relevante para los estudios de erotismo áureo ha sido sin duda el vocabulario de la antología PESO [2000: 329–354], pues, aunque no siempre aporta una definición exacta, la gran cantidad de voces que se anotan en él lo convirtieron durante muchos años en un instrumento de consulta indispensable para los estudiosos interesados en el imaginario sexual del momento.

Siguiendo la estela del anterior, las dos antologías citadas arriba [Herrero Diéguez, Martínez Deyros, Sánchez Mateos y Marín Cepeda 2018: 151–184 y Ruiz Urbón y Blasco 2021: 296–327], ofrecen también una completa lista de voces disémicas extractadas de los poemas editados, acompañando en este caso cada término con su definición exacta—generalmente rescatada de diccionarios históricos—.

La propuesta más arriesgada y compleja, no obstante, es la que presenta Gaspar Garrote Bernal en su reciente estudio teórico-léxico Con dos poéticas. Teoría historicista de la literatura sexual española [2020: 245–272], donde no solo se define la voz correspondiente en cada caso, sino que se relaciona esta con su campo semántico general y otros vocablos asociados, se aportan datos cronológicos sobre el posible origen de la bisemia —cuando están disponibles— y se remite en cada entrada a la bibliografía crítica oportuna. El proyecto supone el acercamiento léxico más avanzado hasta el momento en sus planteamientos teóricos y muestra el camino para futuras investigaciones; sin embargo, a pesar de estos innegables aciertos, la lista de voces se limita nuevamente a las que aparecen representadas a lo largo del volumen —unas trescientas cincuenta—.

Sin ser una propuesta tan completa teóricamente como la anterior, la colosal tarea de llevar a cabo un diccionario erótico de los Siglos de Oro la ha conseguido el proyecto de investigación Eros & Logos [2017–2021], que ha publicado recientemente un indispensable Vocabulario del ingenio erótico en la poesía española de los Siglos de Oro [Blasco y Ruiz Urbón 2020] y, además, ofrece abiertamente en su página web — <https://www.erosylogos.com/indice-de-lemas/>— un amplísimo léxico digital en el que se indexan, se definen y se interrelacionan hipervinculadamente más de mil quinientas imágenes sexuales entresacadas del millar de textos que conforman su base de datos [Blasco 2019: 1].

Lejos de competir con los extraordinarios resultados conseguidos por este grupo de investigadores, el objetivo de este libro es completar el panorama léxico de la poesía erótica de los Siglos de Oro a partir del análisis comentado del imaginario sexual en función del campo léxico o red conceptual en el que se enmarca cada palabra.

Para poder abordar con garantías un comentario tan amplio, comprendido por más de un millar de palabras —denominadas «lemas»— y más de cuatro mil expresiones o «imágenes» complejas —formadas por más de un lema, «formas»—, este trabajo se apoya en una metodología digital creada ex professo para el proyecto: una base de datos relacional basada en el estándar de código abierto SQL. Esta herramienta, que alberga miles de datos léxicos, semánticos y bibliográficos interconectados por dieciséis tablas, permite recuperar de forma clara y estructurada información referida a palabras, significados, composiciones, autores, fuentes, estudios secundarios o campos semánticos, entre otras muchas cuestiones, y, a partir de búsquedas cruzadas, estructurar lógicamente el análisis.

Este método puede considerarse un híbrido entre la filología tradicional y las humanidades digitales, puesto que es el propio investigador quien interpreta los poemas en busca de terminología sexual para alimentar la plataforma digital; y es, a mi juicio, la mejor opción para abordar con garantías y en un plazo de tiempo razonable la decodificación del lenguaje erótico en los textos áureos según la teoría propuesta por Gaspar Garrote Bernal [2012: 250–251; revisado en 2020: 137–140] o Louise O. Vasvári [1988: 2], que señalan fundamentalmente dos opciones para la exégesis2.

En primer lugar, la creación de un corpus textual de control formado por composiciones con un sentido sexual explícito y composiciones de probado doble sentido para que, a partir de su cotejo, se puedan recuperar los sentidos ocultos o menos evidentes de ciertos vocablos en contextos determinados3.

En segundo lugar, la recuperación de toda la información contextual, cultural y extralingüística posible con el fin de comprender el horizonte de expectativas eróticas que el receptor de la época podía tener. Para conseguir reflejar esto, se ha llevado a cabo una exhaustiva recopilación y lectura de bibliografía secundaria referida a un arco temporal amplio, desde la Edad Media hasta los Siglos de Oro, y vinculada a un extenso marco de conocimientos, desde la lingüística y la literatura hasta la historiografía, la etnografía o el folclore, entre muchos otros.

Atendiendo a estas dos cuestiones, este trabajo no solo pretende alumbrar el sentido erótico que una palabra tiene en el contexto específico de un poema, sino también conocer sus correlatos textuales, su originalidad o continuismo con respecto a la poética sexual predominante, su adscripción a una ideología o una moral determinadas y, en ciertos casos, su recorrido histórico desde el período medieval.

En definitiva, partiendo de la metodología híbrida descrita brevemente en los párrafos anteriores, el análisis comentado de la imaginería sexual que se propone aquí ofrecerá información cuantitativa global acerca de los mecanismos que operan detrás de las imágenes sexuales y permitirá esquematizar el paradigma semántico del vocabulario erótico áureo de una forma novedosa. Además, el hecho de que las distintas voces aparezcan interrelacionadas a partir de su sentido anfibológico y de que estas no tengan por qué encajarse dentro de las férreas fronteras de una definición exacta proporcionará mayores facilidades que un diccionario o un tesauro para comprender el significado de aquellos términos que, sin una acepción sexual concreta, adquieren en contextos específicos una marcada intención carnal.

Con todo ello, este libro pretende complementar el panorama crítico del vocabulario erótico, extraordinariamente activo en los últimos años, y demostrar, una vez más, que el imaginario sexual posee, como cualquier otro, unas características literarias y lingüísticas concretas que se deben conocer para aquilatar definitivamente esta parcela de conocimiento y devolver la «agudeza y arte de ingenio» del lenguaje erótico al lugar que le corresponde en la historia de la literatura y la lengua española.


1 Olvido aquí premeditadamente la cita de los distintos cancioneros eróticos publicados en el siglo xix, de escaso rigor científico [Cancionero 1872; 1875 y 1977], y de algunas publicaciones de carácter más divulgativo, como las antologías Poesía erótica castellana (del siglo X a nuestros días), de Marcos Ricardo Barnatán y Jesús García Sánchez [1974] y Poesía erótica (siglos xvi-xx), de José María Díez Borque [1977], aunque su importancia para dar a conocer esta vena literaria al gran público es indiscutible.

2 Para una descripción pormenorizada de la metodología digital y su desarrollo, así como la discusión sobre otras posibilidades descartadas, como la estilometría o el marcado XML-TEI, véase el epígrafe correspondiente de la tesis doctoral en la que se basa este libro [Piquero 2021a: 47–69] y su posterior revisión [Piquero 2023: 14–31].

3 Garrote Bernal [2012: 250–251] incluye en su teoría una tercera vía para verificar el sentido sexual de los textos, su cotejo con «textos que con seguridad no estén codificados en doble sentido sexual», que no se ha tenido en cuenta para este trabajo. Un ejemplo de este tipo de análisis aparece en Sáez [2019a], que busca desmentir el erotismo asociado a ciertos textos cervantinos.

Capítulo 1. El corpus erótico

La histórica disputa entre qué productos artísticos deben incluirse bajo el membrete de eróticos y cuáles en el de pornográfico es una cuestión transversal que cruza campos tan diversos —e interrelacionados— como la historiografía, la sociología, la psicología, la politología, la filosofía y, por supuesto, la filología.

En lo que respecta al punto de vista literario, cualquiera que se haya acercado siquiera tangencialmente al estudio de la literatura venérea sabe de primera mano que no resulta sencillo concretar qué textos pertenecen al erotismo y cuáles son las características concretas que los diferencian de la pornografía.

La dificultad que entraña la distinción —o indistinción— genérica de estas dos categorías, en las que se pueden incluir los diversos adjetivos que, en distintos grados, la complementan, como «obsceno», «procaz», «picante», «festivo», «galante», «verde», etc., ha generado una gran cantidad de literatura científica en el ámbito internacional, por lo que las posturas críticas que se pueden encontrar son enormemente variadas4.

Una parte de los investigadores han considerado históricamente superfluo cualquier intento de deslinde entre ambos términos [Loth 1969: 13; Infantes 1997: 69], aunque Infantes reconoce que lo erótico tiene una serie de características bibliográficas específicas, afinadas después por Cerezo [2001] o Guereña [2011 y 2022]; otros consideran que el marbete «pornografía» es el más adecuado para referirse a las manifestaciones artísticas de contenido sexual, idea que ha cristalizado definitivamente en los Porn Studies [Hunt 1996: 10; Findlen 1996: 49–108; Jones y Leahy 2021; Ross 2021: 19–33; Francomano 2021: 34–55; Eriksen 2021: 56–74; Velasco 2021: 97–109; Deanda-Camacho 2021: 110–140]; un tercer grupo prefiere sustituir la dicotomía erotismo/pornografía por otras que esconden prejuicios morales semejantes, como erotismo/obscenidad [Alexandrian 1990: 8; Benoit 1999: 177–118]; y finalmente, otra parte de los investigadores, entre los que me incluyo, entienden que no resulta aceptable catalogar como «pornográfico» el arte anterior al siglo xix, no solo por caer en el anacronismo, sino sobre todo porque su uso implica una serie de prejuicios morales y religiosos [Guillén 1998: 235–236; Talvacchia 1999: 102–105; Díez Fernández 2003: 17–21; Garrote Bernal 2010: 216; revisado en 2020: 44–45]5.

Ante esta disparidad de criterios, es necesario determinar qué se entiende por erotismo en este trabajo, pues su definición no es ni mucho menos unívoca y de ella depende la selección del corpus textual6. Nuevamente, son varios los investigadores que han dedicado sus esfuerzos a especificar las características de la etiqueta [PESO 2000: ix; Cerezo 2001: 17; Franz: 1989: 4]. A mi juicio, de entre todos ellos es J. Ignacio Díez Fernández quien concreta de una forma clara y definitiva qué se debe entender como «erótico» en la literatura de los Siglos de Oro [2003: 17]:

[…] menciones o referencias muy explícitas del cuerpo, de los órganos genitales o de los fenómenos y procesos asociados histórica y biológicamente a las prácticas sexuales (el coito y otras formas de relación sexual, la homosexualidad y el lesbianismo, las enfermedades venéreas, la prostitución, etc.) […].

Dicho de otro modo: «incluir bajo el término de erotismo o erótica los textos que hablan del sexo abiertamente y que tienen al amor sexual como su tema central» [Díez Fernández 2003: 25]. Cabe puntualizar, en todo caso, que «abiertamente» se interpretará aquí en un sentido amplio, pues no solo se tendrán en cuenta los textos de lenguaje explícito, sino también —y, sobre todo— composiciones que aluden al sexo metafóricamente pero que pueden ser interpretadas sin dificultad en un sentido sexual.

Además, «esta exaltación no tiene por qué ser gozosa […]. Por ello no habría que descartar, al menos de antemano, aquellos textos que mezclan referencias sexuales con otros elementos: los poemas misóginos, los dedicados a los cornudos, etc.» [Díez Fernández 2003: 18].

Dentro del erotismo áureo cabría, por tanto, un extenso corpus textual que va desde la descripción de los órganos y actos sexuales a las consecuencias derivadas de estos —enfermedades venéreas, escatología, etc.—, pasando por los problemas de alcoba —adulterio, impotencia, etc.— o el comercio sexual —alcahuetería, prostitución, etc.—.

Como complemento a este asedio teórico, es interesante reseñar aquí brevemente una última posibilidad terminológica, que, partiendo directamente del lenguaje, pretende sustituir la dupla erotismo/pornografía por otra más apegada al positivismo científico actual [Garrote Bernal 2010: 216; revisado en 2020: 44–45]:

[…] diferenciar entre código literario sexual abierto y código literario sexual cerrado. Una oposición (o gradación, porque los códigos se mezclan en poemas mixtos) que pudiera superar la anquilosada antítesis de erotismo (un eufemismo más) / pornografía (un anacronismo) […].

Teniendo en cuenta el punto de vista adoptado para este estudio, los conceptos de código abierto y cerrado —amén de dejar atrás la antipática dicotomía descrita a lo largo de este apartado— se antojan absolutamente fundamentales para el análisis lexicográfico, por lo que serán comentados con la pertinente atención en un capítulo posterior.

Finalmente, cabe señalar que, en lo que respecta a otra de las divisiones más recurrentes en los estudios sobre erotismo, la diferencia entre la literatura erótica propiamente dicha y el erotismo literario —el erotismo como tópico o motivo en un texto dedicado a otro asunto— [Infantes 1989: 21; Cerezo 2001: 16], el corpus seleccionado para el desarrollo de este estudio se centrará específicamente en los textos cuyo tema principal, al menos en una de sus interpretaciones, sea el sexo y el amor carnal, y cuyo lenguaje literario posea las características definitorias del código erótico [§ 2.1.]. Asimismo, a la hora de elegir las composiciones no se tomará en consideración si estas describen una sexualidad de tono positivo o negativo, ya que en el contexto áureo la celebración orgásmica del encuentro, la burla del impotente o el sifilítico e incluso la sátira misógina caben dentro del mismo paradigma heterodoxo y transgresor de la literatura erótica.

Más allá de las características formales descritas en los párrafos anteriores, una segunda cuestión a tener en cuenta a la hora de seleccionar los textos es el género discursivo elegido para el análisis. En lo que respecta a esta última disyuntiva, no hay duda de que, durante el periodo áureo, el género que prevaleció para expresar los asuntos sexuales fue la poesía, pues su brevedad y su fácil difusión —a pesar de las evidentes limitaciones de la temática erótica— la hacían más proclive para esta clase de creaciones que los textos prosísticos, generalmente más extensos, o teatrales, eminentemente apegados a la representación.

En este sentido, salvo en algunos casos puntuales como La Celestina [Costa Fontes 1984: 3–13 y 1985: 33–38; Lacarra Lanz 1996: 419–433; Montero Cartelle 2000: 109–126; López Ríos 2012: 190–198], La Lozana andaluza [Costa Fontes 1988: 433–445; Imperiale 2009: 293–314; Giannelli 2010: 48–64; Piquero 2015: 539–559], Tirant lo Blanc [Soriano 1989: 45–52; Lara Cantizani 1997: 137–146] o las piezas teatrales breves [Huerta Calvo 1983: 5–68 y 1990: 133–123; Martínez López 1995: 335–385], difícilmente se puede considerar ninguna obra en prosa de la época como un texto erótico in totum, ni siquiera como una obra de código mixto abierto-cerrado, ya que las referencias sexuales que se puedan rastrear en ellas deben entenderse simplemente como una breve licencia o jugueteo del autor dentro de un escrito referido a otros asuntos.

Como señala muy acertadamente J. Ignacio Díez Fernández [2003: 40]:

la poesía permite un mayor desarrollo de los temas eróticos por la facilidad de su circulación manuscrita, por la menor extensión de sus numerosas formas (al menos en comparación con la prosa), por el mayor cultivo de los géneros poéticos durante los Siglos de Oro, por su carácter de punta de lanza en el sistema literario de los ss. xvi y xvii, etc. […].

Sin duda, la capacidad de los autores e impresores «eróticos» para burlar los cauces de censura oficiales es mucho mayor en el caso de la poesía, ya que, sin menospreciar las enormes posibilidades de difusión oral que posee, sus textos pueden esconderse fácilmente entre las composiciones de un cancionero misceláneo o copiarse en un cartapacio para uso y disfrute personal. El caso de los manuscritos, que no requerían una censura previa, fue seguramente el método más efectivo de todos, a pesar de que su difusión era, obviamente, mucho más limitada que en el caso de los cancioneros impresos7.

A todo lo anterior, además, habría que añadir que la codificación de los textos bajo complejos dobles sentidos y agudezas no responde únicamente a cuestiones censoras, sino también al juego literario cómplice entre autor y lector en el que el primero busca mostrar su destreza con la pluma y el segundo hacerlo con su capacidad de exégesis de los textos8.

Lejos de limitarse al periodo literario comprendido entre los siglos xvi y xvii, la preeminencia del género poético en los asuntos venéreos continúa en los múltiples cancioneros eróticos publicados a finales del siglo xix [Cancionero 1872, 1875 y 1977], que, en un intento temprano de recuperación de la tradición erótica hispana, dedican una parte específica a los testimonios áureos.

Este desequilibrio discursivo llega pleno de vitalidad a la crítica contemporánea, que ha priorizado desde todos los puntos de vista —bibliográfico, ecdótico, hermenéutico o lingüístico— el estudio y la recuperación de la poesía erótica áurea frente a la prosa o el teatro.

Lógicamente, habida cuenta de esta histórica desigualdad, el corpus elegido para este trabajo se centrará específicamente en la poesía erótica —en los términos definidos arriba— de entre los años 1519 y 17369.

En lo que respecta a la cronología, la fecha de inicio se corresponde con la publicación de la edición exenta en Valencia del Cancionero de obras de burlas provocantes a risa, que, a pesar de reunir mayoritariamente textos escritos en el siglo xv [Bellón 1974: xxiii-xxiv; Domínguez 1978: 12], puede considerarse como el punto de partida de la poesía erótica áurea en la literatura española10.

Mucho más controvertida resulta la fecha de cierre. A la hora de interpretar el año exacto, 1736, se ha de tener en cuenta que este se refiere simplemente a la fecha de muerte del poeta más tardío de los que se han tomado en consideración aquí: Juan Vélez de León (1655–1736)11. Fuera de este dato concreto, la gran mayoría de los textos elegidos para el análisis se corresponden con el abanico temporal comprendido entre 1519 y 1650. En este sentido, además de Juan Vélez de León, solamente seis poetas más pertenecen a lo que se ha venido a denominar Bajo Barroco: Jerónimo de Barrionuevo (1587–1671), Salvador Polo de Medina (1603–1676), Manuel de León Marchante (1631–1680), Lorenzo Matheu y Sanz (1618–1680), Francisco de Trillo y Figueroa (1618–1680) y fray Damián Cornejo (1629–1707)12.

Esta decisión, lejos de responder a un criterio caprichoso, se basa fundamentalmente en el estado actual de las ediciones de poesía erótica áurea, que, como ocurre generalmente en la crítica siglodeorista, ha primado la recuperación de los textos escritos entre mediados del siglo xvi y principios del xvii, dejando de lado —en cierto modo— la parcela comprendida entre 1650 y el barroco tardío de principios del xviii13.

Habida cuenta de lo anterior, a la hora de interpretar adecuadamente los datos cuantitativos que se irán desglosando en este estudio es imprescindible tener en cuenta dos cuestiones: en primer lugar, el grueso de los poemas analizados para este trabajo pertenece al periodo de entresiglos, donde descuellan autores como Sebastián de Horozco, Diego Hurtado de Mendoza, Baltasar del Alcázar, fray Melchor de la Serna, Luis de Góngora o Francisco de Quevedo, así como numerosas composiciones anónimas de tono popular; en segundo lugar, de los siete poetas bajobarrocos citados arriba, solamente tres poseen una verdadera relevancia cuantitativa en el corpus: Juan Vélez de León, fray Damián Cornejo y Francisco de Trillo y Figueroa.

En definitiva, a pesar del amplio arco temporal en el que se insertan las composiciones seleccionadas, en la práctica lo que se desarrollará a continuación será un análisis del léxico de la poesía erótica comprendida entre 1519 y 165014.

Tomando en consideración las decisiones críticas señaladas hasta el momento, y sin ánimo de describir exhaustivamente todas las fuentes utilizadas —que se pueden consultar en § Fuentes—, el corpus seleccionado para el examen del imaginario en la poesía erótica de los Siglos de Oro se resume en cinco bloques:

  1. 1. Antologías. En este grupo destacan, lógicamente, Poesía erótica del Siglo de Oro [PESO 2000], que reúne más de 250 textos, y las más recientes «Aquel coger a oscuras a la dama»: Mujeres en la poesía erótica del Siglo de Oro [Herrero Diéguez, Martínez Deyros, Sánchez Mateos y Marín Cepeda 2018] y Nueva poesía erótica de los Siglos de Oro [Ruiz Urbón y Blasco 2021], con 54 y 179 poemas respectivamente. Además, caben aquí también colecciones en formatos más breves, como «Florilegio de poesía erótica del Siglo de Oro» o «Zoología erótica en la poesía del Siglo de Oro», de José J. Labrador Herraiz y Ralph A. DiFranco [2006: 119–167 y 2010: 262–301].  Quedan fuera de este conjunto selecciones como Poesía erótica castellana (del siglo x a nuestros días), de Marcos Ricardo Barnatán y Jesús García Sánchez [1974], que se aleja notablemente de la concepción de erotismo descrita en este trabajo15, y Poesía erótica (siglos xvi-xvii), de José María Díez Borque [1977], que, con una intención más divulgativa, reproduce composiciones que ya se han tenido en cuenta a partir de otras fuentes.
  2. 2. Cancioneros. Dentro de este amplio grupo ha de destacarse en primer lugar el Cancionero de obras de burlas provocantes a risa (Valencia, 1519), que se ha manejado a partir de la edición de Juan Alfredo Bellón y Pablo Jauralde Pou en 1974 [Cancionero 1974]16.  Un segundo bloque estaría conformado por las ediciones modernas de cancioneros misceláneos, donde destaca especialmente la labor de José J. Labrador Herraiz, Ralph A. DiFranco y Lori A. Bernard [1997 y 2001], que editan dos de las fuentes fundamentales para la recuperación de la obra de fray Melchor de la Serna —Ms. II-973 de la Biblioteca de Palacio y Ms. 22028 de la Biblioteca Nacional de Madrid—, y el primer tomo del Cancionero antequerano, dedicado a los sonetos, publicado por José Lara Garrido en 1988.
  3. 3. Obras de autor. Gracias a la decidida recuperación de la poesía erótica inédita de los autores más representativos del período áureo —o, simplemente, de la inclusión sin prejuicios de esta clase de textos dentro de sus obras completas—, la lista de escritores que se puede traer a colación aquí es bastante extensa: Cristóbal de Castillejo [1999], Baltasar del Alcázar [2001], Sebastián de Horozco [2010], Diego Hurtado de Mendoza [1995 y 2007], fray Melchor de la Serna [2016, 2020a, 2020b], Luis de Góngora [1987, 1998, 2019 y Carreira 1994], Francisco de Quevedo [1969], Juan de Tassis, conde de Villamediana [1990 y 1994], Vicente Espinel [1985], fray Damián Cornejo [1978, 2020], Cristóbal de Tamariz [1956], Francisco de Trillo y Figueroa [1951] o Juan Vélez de León [2015], entre algunos otros17.
  4. 4. Investigaciones breves. En aras de completar el panorama poético áureo, se han tenido en cuenta también publicaciones menores que editan textos eróticos, como las glosas imposibles rescatadas por Jesús Antonio Cid [2014: 159–192] y, sobre todo, los manuscritos de Academia editados por Kenneth Brown [1982: 9–56 y 1986: 57–80], primero atribuidos a Gabriel del Corral y, después, más fiablemente, a Pedro Méndez de Loyola.
  5. 5. Cancioneros del siglo XIX. Aunque son una fuente poco fiable —sobre todo para las atribuciones—, el corpus elegido para este trabajo se ha completado con tres cancioneros decimonónicos pioneros en la recuperación de la literatura erótica en España: el Cancionero de obras de burlas provocantes a risa publicado en 1872 por Eduardo de Lustonó [Cancionero 1872], el Cancionero moderno de obras alegres de 1875 [Cancionero 1875] y el Cancionero de amor y de risa […] editado por Joaquín López Barbadillo en los albores del siglo xx, 1917 [Cancionero 1977]18.

Estos cinco bloques, que suman un total de 38 fuentes manejadas y 656 composiciones, representan la gran mayoría de ediciones de poesía erótica publicadas hasta el momento. Asimismo, cabe destacar aquí que, frente a la versión previa de este trabajo, presentada como tesis doctoral, el corpus de textos ha crecido en más de cien poemas19.

Dejando ya a un lado la explicación de las decisiones concretas adoptadas para la selección del corpus, a continuación se listarán por orden alfabético de primer verso todas las composiciones manejadas para el análisis de este trabajo, junto con los datos bibliográficos de la edición utilizada20.

Details

Pages
700
Year
2023
ISBN (PDF)
9783631900963
ISBN (ePUB)
9783631900970
ISBN (Hardcover)
9783631873014
DOI
10.3726/b20756
Language
Spanish; Castilian
Publication date
2023 (November)
Keywords
vocabulario léxico glosario erotismo sexo
Published
Berlin, Bern, Bruxelles, New York, Oxford, Warszawa, Wien, 2023. 700 p., 10 il. en color.

Biographical notes

Álvaro Piquero Rodríguez (Author)

Álvaro Piquero es doctor en Literatura española por la Universidad Complutense de Madrid. Sus líneas principales de investigación son el erotismo en la poesía desde la Edad Media al siglo XX, el romancero panhispánico y las humanidades digitales.

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Title: El imaginario de la poesía erótica en los Siglos de Oro