EL DISCURSO POLÍTICO DEL PROCÉS: FRAMING Y SELECCIÓN LÉXICA

La xii legislatura (2016-2019) se percibe hoy como lejana. Aunque ya apenas se recuerde, fue uno de los períodos más interesantes de la historia política reciente. Sería difícil, de hecho, encontrar otro espacio tan corto de tiempo que haya reunido tantos acontecimientos relevantes: entre otros, los tres primeros años de andadura parlamentaria de Podemos y Ciudadanos, los dos partidos que erosionaron el modelo bipartidista; el conflicto catalán, que supuso una de las mayores convulsiones políticas desde la Transición; y la primera moción de censura en prosperar en la historia de la democracia, la que presentó Pedro Sánchez contra el gobierno de Mariano Rajoy.

El estudio del discurso es especialmente interesante en los momentos históricos relevantes, no solo porque refleje las transformaciones subyacentes, sino porque en muchos casos contribuye al cambio político. Las épocas convulsas son proclives a la aparición de nuevos términos. Fenómenos como el populismo, la polarización o el nacionalismo tienen un claro componente lingüístico y son el resultado, en buena medida, del uso público que se hace del lenguaje.

Desde un punto de vista instrumental, las palabras importan porque repercuten en las decisiones de los votantes. Los términos que se utilizan se miden en busca de un rédito electoral. No es casual, por ejemplo, que todas las formaciones intenten apropiarse de voces como democracia, cambio, prosperidad, futuro o seguridad. Las palabras despiertan redes conceptuales a través de las que se persuade.

La semántica cognitiva plantea que la interpretación de las estructuras lingüísticas se lleva a cabo a través de marcos o frames. La hipótesis asume que las palabras no se descodifican de manera independiente, sino que activan redes neuronales. La repercusión que esto tiene en la política es evidente. Los ejemplos que se pueden citar aquí son muy numerosos. En su reaparición el 5 de julio de 2021, Pablo Iglesias reconoció que no debía haberse referido a los políticos fugados catalanes como exiliados: “Estuve torpe y no vi que era un marco emocional para la izquierda, que no se puede usar la misma palabra para describir a los exiliados republicanos que a Puigdemont”.

Este trabajo parte del enfoque cognitivo para estudiar la selección léxica que emplean las formaciones. El objetivo principal es analizar los esquemas mentales que presiden el discurso político sobre el conflicto catalán durante la xii legislatura (2016-2019). El corpus de análisis lo constituyen las actas parlamentarias del Congreso de los Diputados. Los partidos objeto de estudio son las cuatro fuerzas que en ese momento eran mayoritarias en la Cámara Baja, es decir, el Partido Popular (PP), el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Unidos Podemos (UP) y Ciudadanos (CS).

El análisis considera los 43 debates parlamentarios que abordaron la cuestión catalana en la legislatura 2016-2019. La relación de estos se recoge en el Anexo. Este corpus, compuesto por 210 232 palabras, constituye una muestra suficientemente extensa para dar cuenta de la selección léxica y de las estrategias de encuadre conceptual utilizadas por las cuatro formaciones.

La mayor parte de estos debates se centró en el conflicto existente entre el Govern de la Generalitat y el estado español, y en las posibles soluciones. Otros pocos, sin embargo, versaron sobre temas más específicos, como la injerencia del Ministerio del Interior en la política catalana, o sobre el adoctrinamiento independentista en las escuelas de Cataluña. Aunque estas iniciativas parlamentarias no abordasen de lleno el conflicto territorial, se incluyen en el trabajo al estar directamente relacionadas con la cuestión.

Las fechas demarcadoras del corpus son el 27 de septiembre de 2016, cuando tuvo lugar el primer debate de la legislatura sobre el conflicto catalán, y el 26 de enero de 2019, cuando se produjo el último. La mayor parte de los discursos analizados se concentra, por tanto, en los años 2017 y 2018, el período en el que la crisis alcanzó su mayor tensión.

Desde el punto de vista metodológico, se combinan las perspectivas cualitativa y cuantitativa. La primera explora los marcos activados por cada formación en estos debates; la segunda realiza calas cuantitativas en busca de patrones léxicos que permitan establecer una comparación porcentual entre los términos que dominan la discusión política.

La estructura de este libro se divide en cinco bloques: el primer apartado explica el contexto histórico-político del conflicto catalán; el segundo, la metodología del análisis cualitativo y cuantitativo; el tercero corresponde al marco teórico —en él se presentan los principales esquemas conceptuales que han dominado el debate sobre el conflicto catalán—; el cuarto analiza el framing empleado por los partidos que son objeto de estudio; el quinto y último lleva a cabo un estudio cuantitativo de los patrones léxicos del lenguaje político en busca de asimetrías en el uso de los términos.

“De todas las historias de la Historia la más triste
sin duda es la de España, porque termina mal”

Gil de Biedma, “Triste historia”

La crisis territorial de 2017 fue uno de los acontecimientos políticos más destacados de la xii legislatura, y quizá uno de los más relevantes dentro del marco constitucional de 1978. Las causas del conflicto independentista catalán hunden sus raíces en el siglo xix, pero los antecedentes de la actual tensión entre el gobierno catalán y el español son más recientes. En este apartado se esbozan los sucesos más relevantes de la segunda década del siglo xxi, con el fin de explicar cómo se originó el conflicto de 2017 y cuáles fueron sus consecuencias jurídicas y políticas.

La realidad territorial y lingüística española presenta una notable complejidad. Además del castellano, conviven en ella cuatro lenguas oficiales (gallego, euskera, catalán y aranés), habladas en seis de las diecisiete comunidades autónomas (Galicia, País Vasco, Navarra, Cataluña, Islas Baleares y Comunidad Valenciana). Estos territorios —a los que quizá habría que añadir Andalucía, Asturias y Aragón— se han caracterizado históricamente por poseer una identidad cultural y lingüística propia, que en algunos casos ha dado lugar a reivindicaciones nacionalistas. El texto constitucional de 1978 reconoce, de hecho, en su artículo segundo, que España está integrada por diferentes regiones y nacionalidades, aunque no aclara qué comunidades autónomas pertenecen a cada grupo¹.